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El Panecillo



El Panecillo es una elevación natural de 3.000 metros sobre el nivel del mar, (200 metros más alto que el promedio de la ciudad de Quito) enclavada en el corazón mismo de la ciudad de Quito (Ecuador). Es el sitio más visitado de la ciudad. Por su ubicación se ha convertido en el más importante mirador natural de la ciudad, desde el que se puede apreciar la disposición urbana de la capital ecuatoriana, desde su centro histórico y hacia los extremos norte y sur. El Panecillo está coronado por una escultura gigante de aluminio de la «Virgen de Quito», creada por el español Agustín de la Herrán Matorras, el cual se basó en la obra compuesta por Bernardo de Legarda, uno de los más importantes representantes de la Escuela quiteña.

Tan ancestral como los pueblos que se han asentado sucesivamente en sus alrededores, la colina de El Panecillo divide su historia en tres grandes momentos: la época quitu-inca, la colonial y la moderna.

A su llegada a Quito, los españoles no encontraron más que cenizas de lo que fue la segunda capital del Tahuantinsuyo; sin embargo también notaron que la colina, conocida como Shungoloma era un lugar estratégico en el valle del Pichincha, por lo que asentaron la ciudad españolizada de Quito junto a la colina y bautizaron a esta peculiar elevación con el nombre de "Panecillo" por su parecido con un pan pequeño.

Algunas teorías sin mayor fundamento documental sostienen que en el cerro había un templo dedicado al Sol, pero no hay vestigio alguno en el lugar que las confirme.

Durante toda la época colonial el Panecillo marcó el fin de la ciudad por el extremo sur, y por ello los viajeros que llegaban desde ciudades como Ambato, Guayaquil, Latacunga, Lima o Cuenca sabían, al divisarlo, que su llegada a Quito era cuestión de un par de horas nada más. El cerro tenía una parte boscosa, en especial en el costado sur.

Los españoles construyeron una fortificación en lo alto de la colina, que era la sede de la guarnición militar quiteña. La fortaleza permitía vigilar el norte y el sur, por lo que estaba provista de cañones. Al caer el fuerte en manos del Ejército libertador de la Gran Colombia, en 1822, se tomaron a los españoles catorce piezas de artillería.[1]

Durante la guerra de la Independencia, el Panecillo fue escenario de un feroz combate entre las fuerzas realistas de Toribio Montes y Sámano, y los patriotas comandandados por Carlos de Montúfar y otros defensores del Estado de Quito de 1812. Desde 1809, Quito había expulsado a la Real Audiencia española, que se instaló en Cuenca. Un ejército español fue enviado para someter a Quito y restablecer la Real Audiencia.

El 7 de noviembre de 1812, los patriotas quiteños hicieron frente a las fuerzas coloniales de Toribio Montes y se atrincheraron en el cerro Panecillo y su fortín, para evitar la caída de la ciudad. Establecieron una línea defensiva en el cañón del río Machángara, que corre por la ladera sur del Panecillo.

Según relata el historiador Pedro Fermín Cevallos, el comandante español dispuso tres frentes para tomar la ciudad desde el sur, y se colocó en la falda meridional del Panecillo para evitar el fuego de artillería patriota que se disparaba desde el fortín en la cúspide. Luego, ascendieron hasta el castillo, obligando a los quiteños a abandonarlo. Un capitán de apellido Juáregui tomó la fortaleza e hizo flamear la bandera española. Al caer la fortaleza, los españoles entraron fácilmente a la ciudad por la ladera norte, derrotando a los patriotas.[1]

La batalla duró tres horas, y murieron 46 patriotas, y 15 realistas. Desde la Plaza Grande y la de La Merced, el Ejército patriota respondió con artillería contra los españoles en El Panecillo, que temporalmente abandonaron la colina. Sin embargo, buena parte del parque de los patriotas se perdió en El Panecillo, por lo que optaron por abandonar la ciudad hacia Ibarra, donde serían finalmente derrotados pocas semanas después.

Los españoles, inclusive, acuñaron una medalla conmemorativa del combate, en donde destacaron el triunfo de las armas de Fernando VII en la colina. La medalla, que algunos lucían como escarapela en el uniforme, muestra un cerro con dos cañones, con una corona real y banderas españolas, con la leyenda: "Vencedor del Panecillo en Quito por Fernando 7.º"[2]

En 1822, durante la Batalla del Pichincha, el fortín del Panecillo sirvió de puesto de comando de los españoles, quienes inclusive hicieron fuego de artillería contra los patriotas, que habían ascendido la falda del cercano volcán Pichincha. Al ser derrotados, los españoles se refugiaron en el fortín.[1]​ Sucre, para evitar el sangriento asalto al emblemático cerro, envió un emisario a Aymerich para que capitulara, cosa que el capitán general español aceptó.

Según el acta de Capitulación del 25 de mayo de 1822, los españoles, a las 14:00 de ese día, arriaron su bandera y entregaron sus armas al Ejército de la Gran Colombia, en una ceremonia especial que tuvo lugar en un puente del fortín colonial. De esta manera, en la cima del Panecillo tuvo lugar el acto final del Imperio español en Ecuador.

El fortín tenía un gran aljibe o cisterna subterránea construida en ladrillo, que servía para proveer de agua a la fortaleza. El castillo español fue demolido luego de la independencia, quedando solamente en la cúspide del cerro el aljibe, bautizado luego como "olla del Panecillo", que se conserva hasta la actualidad.

Varias construcciones particulares se levantaron a lo largo del siglo XIX y XX en el Panecillo y sus faldas, tanto norte cuanto sur, ninguna de interés histórico, pero el terreno de la cúspide se mantuvo sin edificar tras la demolición de la antigua fortaleza colonial. El Panecillo perdió su importancia militar durante el siglo XIX.

El sector se volvió peligroso durante las últimas décadas del siglo XX, al ser sede de la famosa banda criminal de la Mama Lucha, que operaba en sus calles, lo que afectó al turismo.[3]

En 1976, el español Agustín de la Herrán Matorras realizó un monumento de aluminio en honor a la Virgen María para adornar la cima de El Panecillo y de esa manera además, brindarle un ícono a la capital ecuatoriana. La llamada Virgen del Panecillo es una copia de la Virgen de Legarda, y cuenta con un mirador y centro turístico.

Compuesta por siete mil piezas diferentes, esta es la mayor representación de aluminio en todo el mundo. La obra, inaugurada el 28 de marzo de 1975, es una réplica de la escultura de 30 centímetros realizada en el siglo XVIII por el escultor quiteño Bernardo de Legarda, la misma que reposa en el altar mayor de la iglesia de San Francisco, y que está considerada como la obra cumbre de la escultura de la escuela quiteña colonial.

La escultura representa a la Virgen María tal como se la describe en el libro bíblico del Apocalipsis: una mujer con alas, una cadena que apresa a la serpiente que tiene bajo sus pies y que representa a la bestia del 666. Es por ello que además de los nombres de Virgen de Quito ó Virgen de Legarda (por el escultor de la obra original), esta estatua también es llamada Virgen del Apocalipsis.

La escultura reposa sobre un edificio base de cuatro niveles, construido en hormigón y revestido de piedra volcánica; dentro se puede recorrer un pequeño museo en el que se relata la historia del milenario cerro y de la construcción de la escultura. Además, accediendo por este museo se puede llegar a un mirador ubicado en los pies mismos de la Virgen, desde el cual se tiene una privilegiada vista de 180 grados de la ciudad de Quito.

En su base de hormigón se encuentra una placa nombrada "La Mujer de la Apocalipsis (Cap 12)" escrita por el Padre Jesús Rigoberto Correa Vázquez la cual dice: "¿Quién es esta mujer, de sol vestida, reina, de doce estrellas coronada, portentosa señal, airosa, alada, que al firmamento se remonta erguida? ¿Quién es esta mujer engrandecida, que a sus plantas la luna ve postrada, mantiene a la serpiente encadenada y entre todas es la única escogida? Es María, la Virgen, la esperanza mostrada, en el edén, a cielo y tierra, en quien Dios se encarnó y entró en la historia. Es la Madre de Dios, flor de la alianza, la mujer fuerte que al infierno aterra, la esclava del Señor, la asunta a gloria."

A pesar de haber sido un sitio visitado desde hace muchas generaciones por su espectacular vista, es en años recientes, y desde que la imagen de la Virgen mítica reposa en la cima, ha incrementado el nivel de visitantes al centro turístico. Una parte importante de dicho centro turístico es el antiguo aljibe colonial, en donde sin fundamento alguno se ha querido ver un vestigio prehispánico, a pesar de que es evidente que está construido con ladrillos coloniales. A pesar de eso, se lo ha decorado con motivos indigenistas.

Al instalarse la estatua de la Virgen María, el cerro Panecillo adquirió connotaciones religiosas católicas, por lo que en la época de Navidad se instala un nacimiento de luces y se realizan rezos como la Novena.[4]

Durante los primeros años del siglo XXI el Plan de Regeneración impulsado por el municipio de Quito, ha favorecido el surgimiento de restaurantes gourmet cafés para todos los gustos y bolsillos, una pintoresca feria de artesanías y una policía comunitaria bastante efectiva.




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