Enrique de Aguilera y Gamboa cumple los años el 8 de julio.
Enrique de Aguilera y Gamboa nació el día 8 de julio de 1845.
La edad actual es 179 años. Enrique de Aguilera y Gamboa cumplió 179 años el 8 de julio de este año.
Enrique de Aguilera y Gamboa es del signo de Cancer.
Enrique de Aguilera y Gamboa nació en Madrid.
Enrique de Aguilera y Gamboa (Madrid, 8 de julio de 1845 – Madrid, 27 de agosto de 1922), XVII marqués de Cerralbo, X conde de Alcudia con Grandeza de España, XII marqués de Almarza, IX marqués de Campo Fuerte, XII conde de Foncalada, XVI conde de Villalobos, conde del Sacro Romano Imperio, fue un aristócrata, político carlista, arqueólogo e historiador español. Se le recuerda actualmente por el Museo Cerralbo de Madrid, fundado gracias a su legado de obras de arte, así como por sus ejemplares excavaciones en los yacimientos de Torralba y Ambrona.
Militante del partido carlista, fue elegido diputado por Ledesma en 1872 y senador por derecho propio en 1884. En 1890 fue nombrado representante de Carlos de Borbón y Austria-Este, quien en premio a sus servicios le nombró caballero de la Orden carlista del Toisón de Oro y caballero de la Orden del Espíritu Santo. En 1899 dimitió de sus cargos políticos para dedicarse a la agricultura y a la cría de caballos.
En 1913 regresaría nuevamente a la vida política, esta vez como presidente de la Junta Nacional Tradicionalista instituida por el pretendiente Jaime de Borbón y Borbón-Parma, pero falto de salud y con el partido dividido por disensiones internas habidas tras el final de la Primera Guerra Mundial, en 1919 abandonó definitivamente la política.
Hijo de Francisco de Aguilera y Becerril y de María Luisa de Gamboa y López de León, fue bautizado en la iglesia de San Sebastián de Madrid. Su apellido se remonta al siglo XIV, y fue en 1533 cuando se concedió a sus antepasados el marquesado por Carlos I. Su padre, Francisco de Asís de Aguilera, fue el fundador y director del Gimnasio Real de Madrid (Casón del Buen Retiro) y era conocido por promover ejercicios físicos con el apoyo de una serie de máquinas que él mismo inventó. Enrique, tras terminar sus primeros estudios en las Escuelas Pías de San Fernando, cursó Derecho y Filosofía y letras en la Universidad Central.
A la muerte de su padre, heredó el título de Conde de Villalobos; y al morir su abuelo, los títulos de marqués de Cerralbo, Almarza y Campo Fuerte, y de conde de Alcudia, de Foncalada y del Sacro Romano Imperio, así como el de grande de España, en virtud del marquesado de Cerralbo y el condado de Alcudia. También heredó parte de la enorme riqueza de su abuelo, que incluía una serie de propiedades en el sur de León, la ciudad de Cerralbo y el palacio de San Boal en Salamanca. El patrimonio de Enrique era uno de los más elevados de la nobleza española y le aseguró una vida de opulencia. Más tarde multiplicaría su fortuna a través de su matrimonio, sus inversiones en bolsa y en el negocio ferroviario, y por heredar parte de la fortuna del Marqués de Monroy, lo que le permitiría adquirir nuevas fincas en Madrid, Santa María de Huerta y Monroy. El historiador Jordi Canal i Morell afirma que en 1876 la riqueza de Cerralbo se llegó a estimar en 21 millones de reales, localizándose la mayor parte en la provincia de Salamanca.
En 1871 casó con Inocencia Serrano Cerver, viuda del militar y político Antonio María del Valle (m. 1863), de quien había tenido dos hijos. Tras la boda, viajó junto con su esposa por numerosos países de Europa y mandó construir un palacio en la calle Ventura Rodríguez de Madrid. Terminadas las obras, en 1893 trasladaron su residencia al edificio, diseñado en estilo ecléctico por arquitectos de renombre, con la intención, desde el primer momento, de ser también una galería de arte, muy parecida a las pinacotecas privadas que habían visto en sus viajes por toda Europa. Más adelante, el palacio serviría también como lugar de reuniones sociales y sede de juntas políticas, de las cuales informaría la prensa de Madrid. Este palacio y sus colecciones constituyen el actual Museo Cerralbo, que está abierto al público.
El marqués de Cerralbo procedía de una familia leal a la monarquía de Isabel II. No obstante, como muchos isabelinos del Partido Moderado, pasaría a defender la causa de Don Carlos tras la revolución de 1868. Su madre influyó en el paso de Enrique de Aguilera al tradicionalismo, inclinación reforzada durante su etapa universitaria, donde conoció a Francisco Martín Melgar y Juan Catalina García. Entró en el carlismo en 1869 y perteneció también a la Juventud Católica. Durante el Sexenio Revolucionario participó en política y se presentó sin éxito como candidato a diputado en las elecciones de 1871 por Ciudad Rodrigo, figurando su nombre como conde de Villalobos. Sí obtendría acta de diputado en las siguientes elecciones de abril de 1872 por Ledesma. Fernández Escudero no ha hallado pruebas de que Enrique de Aguilera participara en la tercera guerra carlista, aunque afirma que posiblemente sus bienes fueron embargados y se vio forzado al exilio. En 1876, en París, ya como marqués de Cerralbo, conoció personalmente a Don Carlos. Ambos mantuvieron una relación personal amistosa; Cerralbo sería, junto con el duque de Solferino, uno de los dos nobles carlistas con grandeza de España, y pronto se convertiría en una de las figuras más señaladas del carlismo.
Desde las filas carlistas, Cerralbo trató de liderar la causa católica y en 1876 participó en una imponente peregrinación española a Roma de tintes políticos,Cándido Nocedal, que en 1879 fue designado delegado de Don Carlos en España. A partir de entonces, según Escudero, Nocedal optó por una feroz intransigencia política desde su diario El Siglo Futuro, mientras que Cerralbo se mostraba favorable a un cierto aperturismo. Durante el liderazgo de Nocedal se produjeron choques y enemistades entre los carlistas. En numerosas ocasiones Cerralbo manifestó su disconformidad con la «dictadura nocedalista» y se planteó retirarse de la política. Al morir Cándido Nocedal en 1885, se rumoreó que Cerralbo le sucedería, pero el pretendiente decidió liderar él mismo su partido. Alegando razones de salud, Cerralbo se distanció de la política interna del carlismo, marcada por un nuevo conflicto entre el hijo de Cándido, Ramón Nocedal, y Don Carlos.
pero no fue rival paraDebido a su condición de grande de España, en 1884 el marqués de Cerralbo accedió al cargo de senador por derecho propio, siendo el único carlista de la cámara alta.El Siglo Futuro, ordenando al marqués de Cerralbo la fundación de El Correo Español como órgano oficial del carlismo, en cuya redacción entablaría una amistad de por vida con Juan Vázquez de Mella. En este periódico se integraron en 1891 los antiguos rebeldes carlistas del diario La Fe, rival de El Siglo Futuro. Cerralbo llevó también a cabo diversas iniciativas, como la conmemoración el XIII centenario de la unidad católica de España tras la conversión de Recaredo. Como representante regio, entre 1889 y 1890 realizó viajes a diferentes provincias españolas no exentos de altercados: en Valencia llegó a ser atacado por republicanos, y en Navarra se produjeron tumultos, aunque de menor repercusión. En 1890 Cerralbo fue finalmente nombrado delegado de Don Carlos en España, convirtiéndose así en la máxima autoridad del carlismo en el país.
En 1886 encabezó una improvisada Junta para coordinar los esfuerzos electorales carlistas, aunque las estructuras del movimiento seguían paralizadas por el conflicto interno hasta que los rebeldes nocedalistas fueron expulsados en 1888. Ese mismo año Don Carlos decidió contrarrestar la influencia del diarioDurante el liderazgo de Cerralbo se produjeron los primeros acuerdos políticos locales y regionales entre los carlistas y otras fuerzas, para lo cual contaba con la aprobación del pretendiente, quien lo que no admitía en aquel momento era que esos acuerdos se hicieran con los integristas nocedalinos, definidos como traidores y rebeldes. Cerralbo centró sus esfuerzos en la actividad parlamentaria, a pesar de lo cual los resultados obtenidos en las elecciones de 1891 y 1893 fueron más bien pobres. También procuró desarrollar una maquinaria de propaganda eficaz, coordinando la prensa carlista y fomentando la fundación de nuevas publicaciones y revistas. Procuró asimismo la creación de juntas y círculos carlistas y fomentó medidas para honrar a los veteranos de la causa, instituyendo por deseo de Don Carlos la fiesta de los mártires de la Tradición. También mandó que se imprimieran retratos y fotografías de los líderes carlistas —incluyendo el suyo— de los cuales se hicieron numerosas ediciones. En el terreno de la financiación, trató de sentar las bases económicas del partido mediante la emisión de acciones de diversas empresas controladas por los carlistas.
El marqués de Cerralbo articuló por vez primera una organización carlista en todo el país, transformándolo en un partido político del siglo XIX con líderes vagamente organizados con sus seguidores locales, dotado de una estructura institucionalizada formal. Durante su mandato se crearon unas 2000 juntas y 300 círculos.
Si bien algunos de ellos solo existían de manera testimonial y la actividad era mayor en el norte y este de España, el carlismo se convirtió en el partido político más moderno de la época, y mantuvo alianzas contra los dos grandes partidos turnistas en los periodos electorales. La acción de Cerralbo en la transformación del tradicionalismo llevó muchos a etiquetar el movimiento como el «carlismo nuevo». Aunque propiamente no era un ideólogo, Cerralbo presidió los trabajos sobre el Acta de Loredan, una declaración doctrinal carlista formulada a principios de 1897. El documento confirmaba el perfil ultraconservador del carlismo y su compromiso con la religión, la dinastía y un Estado descentralizado. Entre sus novedades, se hacía visible un esfuerzo para dar cabida a la cuestión social planteada por el papa León XIII en su encíclica Rerum novarum, así como para atraer nuevamente a los integristas, poniendo de relieve el principio de la unidad católica.
A medida que se agravaba la crisis en Cuba, la prensa liberal advertía repetidamente contra una nueva insurrección carlista, acusaciones en general refutadas por el marqués de Cerralbo a través de El Correo Español. Y es que, si bien había algunos grupos de carlistas efectivamente resueltos a la violencia, el marqués trató de evitarlo, al tiempo que el pretendiente manifestaba que no haría nada para impedir la victoria de España en la guerra contra Estados Unidos. La situación cambió tras la desastrosa paz de 1898, que llevó a los tradicionalistas a conspirar contra el régimen en vistas a una posible nueva guerra carlista. Cerralbo, que se había mostrado hasta entonces partidario de la legalidad, empezó a lanzar frases intimidatorias que los periódicos liberales recogían con temor.
Personajes como Joaquín Llorens y Fernández de Córdoba o Romualdo Cesáreo Sanz Escartín insistían en que debía hacerse el levantamiento contra la regencia de María Cristina, pero consideraban que aun no era el momento. En Madrid, el marqués de Cerralbo, junto con otros dirigentes tradicionalistas como Vázquez de Mella y Melgar, apoyaba a los díscolos, pero debido a la indecisión de Don Carlos y a su quebrantada salud, Cerralbo salió de España, se desmarcó de la conspiración y finalmente presentó su dimisión como Jefe Delegado a finales de 1899. La renuncia fue aceptada por Carlos VII, quien nombró a Matías Barrio y Mier como nuevo líder político. Cansados de esperar, en octubre de 1900 algunos carlistas llevaron a cabo un alzamiento por su cuenta, que resultó un gran fracaso.
La muerte de Don Carlos en 1909 y el ascenso de su hijo, Jaime de Borbón y Borbón-Parma, como jefe supremo de la Comunión Tradicionalista, hizo volver a la política al marqués de Cerralbo, que fue consultado por el nuevo pretendiente. En 1912, presionado por destacados carlistas, Don Jaime destituyó a Bartolomé Feliú y volvió a nombrar al marqués de Cerralbo como líder del carlismo, esta vez como presidente de un nuevo órgano de gobierno colectivo, la «Junta Superior Central Tradicionalista». Varios autores consideran que Cerralbo era Jefe Delegado «de facto», y la prensa, al igual que muchos de sus contemporáneos, lo presentaba como tal. Algunos autores sostienen que Vázquez de Mella, presintiendo un futuro enfrentamiento con Don Jaime, pensó que debido a su avanzada edad y su mal estado de salud, Cerralbo sería más fácilmente manipulable a su favor, y se ha llegado a afirmar que, tras el nombramiento del marqués de Cerralbo, sería Mella quien dirigiría realmente el partido.
El marqués de Cerralbo volvió a su política conciliadora hacia otros partidos conservadores;
también retomó giras por toda España, y reorganizó el partido mediante la creación de diez comisiones. Una novedad en la estrategia del partido fue la de aumentar su presencia pública y organizar encuentros y romerías. Fue durante su segundo mandato cuando nació el Requeté como milicia juvenil. El marqués de Cerralbo permaneció perfectamente fiel al Don Jaime aunque estaba cada vez más inquieto por la creciente posición de Vázquez de Mella, que llevó a enfrentamientos relacionados con la gestión de El Correo Español.
Otro punto de controversia en el que tuvo que intervenir Cerralbo fue el relacionado con el acercamiento hacia el catalanismo emprendido por el director de El Correo Catalán, Miguel Junyent, que fue nombrado jefe jaimista regional en 1914. La cuestión más difícil, sin embargo, era el creciente conflicto originado entre Vázquez de Mella y Don Jaime a raíz de la publicación de un manifiesto antigermanófilo del pretendiente en El Correo Español. Incapaz de decidir a quién ser leal, achacado por problemas de salud y abrumado por los ataques que recibía de antiguos amigos suyos como el conde de Melgar, en la primavera de 1919 Cerralbo adujo razones de salud y presentó su dimisión. Fue sucedido temporalmente como presidente de la Junta por Cesáreo Sanz Escartín, a quien luego sucedió Pascual Comín.
Cuando los mellistas se separaron del jaimismo en 1919, Cerralbo no adoptó una postura clara y optó por retirarse completamente de la lucha política. Aunque Don Jaime se abstuvo de criticarlo directamente, lo hizo de forma velada al pedir la depuración de responsabilidades. Los ataques más furibundos que recibió Cerralbo provinieron de Melgar, a los que respondió, en su defensa, Vázquez de Mella. El marqués de Cerralbo no estuvo presente ni se adhirió a la Junta magna de Biarritz de finales de 1919, en la que se marcó la nueva dirección del jaimismo. Su último nombramiento público fue como alcalde del madrileño barrio de Argüelles en 1920.
A lo largo de sus viajes por Europa reunió una valiosa colección de pintura, numismática, antigüedades y piezas arqueológicas, así como una voluminosa biblioteca.Museo Arqueológico Nacional y al Museo Nacional de Ciencias Naturales, disponiendo también la creación del Museo Cerralbo en su residencia madrileña de la calle Ventura Rodríguez.
Muerto en 1922 a los 77 años de edad, legó todos sus hallazgos arqueológicos alMiembro de la Real Academia de la Historia desde 1908, destacó como historiador con estudios sobre María Henríquez (esposa del I duque de Alba) o sobre Rodrigo Jiménez de Rada, pero su carrera intelectual estuvo más centrada en la arqueología, afición por la que organizó y sufragó varias excavaciones en España, ganando en esta ciencia prestigio internacional. Destacaron, por ejemplo, sus excavaciones de los yacimientos de Torralba y Ambrona en Soria y su apoyo a los trabajos en España del paleontólogo alemán Obermaier o del arqueólogo francés Breuil.
Aunque la metodología de excavación del marqués de Cerralbo se considera hoy obsoleta,
se introdujeron nuevas técnicas como la fotografía, tanto en el lugar como en el laboratorio, o los métodos de indexación complejos. Cerralbo perteneció a numerosas instituciones científicas.
Recibió en Madrid y Soria las visitas de varios arqueólogos mundialmente reconocidos. En 1912 fue reconocido por sus cinco volúmenes monumentales de Páginas de la Historia Patria por mis excavaciones arqueológicas con el Premio Internacional Martorell y aplaudido por su trabajo en Torralba en el Congreso Internacional de Antropología y Arqueología de Ginebra el mismo año. En 1908 entró en la Real Academia de la Historia, a la que había sido invitado desde 1898,Real Academia Española.
y en 1913 ingresó en la
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