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Eucalyptus globulus



El eucalipto blanco,[2]eucalipto común o eucalipto azul (Eucalyptus globulus) es una especie arbórea de la familia de las mirtáceas, originaria del sureste de Australia y Tasmania.

Estos árboles crecen generalmente hasta 30 o 55 metros de altura. Los mayores ejemplares de esta especie están en la isla de Tasmania y miden 90,7 metros. Hay registros antiguos de árboles aún más altos, llegando a 101 metros. El Avó de Chavín (Viveiro), con cerca de 7,6 metros de circunferencia en la base y 61,8 metros de altura, es el eucalipto blanco más alto de la península ibérica y uno de los más altos de Europa.

Es natural de Australia. El género es uno de los árboles más conocidos de la flora australiana ya que por su rápido crecimiento se ha extendido por todo el mundo para su aprovechamiento industrial.

Prefiere suelos ligeramente ácidos y zonas frescas y húmedas. No resiste el frío intenso y es un poco sensible a las sequías prolongadas. Se ha cultivado intensamente para eliminar la humedad en zonas pantanosas. Florece en septiembre - octubre.

Es natural de Australia y de Tasmania, donde se pueden encontrar más de 300 especies del género Eucalyptus. Por la rapidez de crecimiento, se puede encontrar cultivado en muchas regiones del mundo para la producción de madera, fabricación de pulpa de papel y obtención de aceite esencial. Ha sido especialmente utilizado para sanear zonas pantanosas al eliminar la humedad de las mismas con la consiguiente erradicación de sus plagas de insectos, principalmente mosquitos, y de las enfermedades que transmiten. Su uso ha supuesto una gran ayuda para el control del paludismo en muchas zonas de Asia, América del Sur y el sur de Europa.

Por otra parte, esta capacidad de absorción del agua, convierte a los eucaliptos en especies muy agresivas para el medio ambiente al transformar los ecosistemas por desecación de la tierra donde se plantan.[cita requerida] Se utiliza ampliamente como árbol de jardín.

El Eucalyptus globulus lo describió por primera vez el botánico francés Jacques Labillardière en sus publicaciones Relation du Voyage à la Recherche de la Pérouse (1800) y Novae Hollandiae Plantarum Specimen (1804).[3][4]​ El autor recogió este y otros especímenes en la Bahía de la Recherche durante la expedición de d'Entrecasteaux en el año 1792.[5]

Eucalyptus: nombre genérico que proviene del griego antiguo: = "bien, justamente" y kalyptós = "cubierto, que recubre". En Eucalyptus L'Hér., los pétalos, soldados entre sí y a veces también con los sépalos, forman parte del opérculo, perfectamente ajustado al hipanto, que se desprende a la hora de la floración.[6]

globulus: epíteto latíno que significa "redondeado", refiriéndose probablemente a la flor o al fruto.[7]

El eucalipto suele ser bien tolerado, y sólo en ocasiones especiales puede producir reacciones adversas. Estas pueden ser: digestivas (náuseas, vómitos o diarreas), neurológicas / psicológicas. Puede ser neurotóxico por acelerar el metabolismo hepático de algunos anestésicos, analgésicos y tranquilizantes. Su aceite esencial no puede ser aplicado directamente sobre la cara de niños pequeños o lactantes. Se considera que la ingestión de 30 ml de su aceite esencial es letal. Los síntomas tóxicos son rápidos: dolor abdominal, vómitos espontáneos, problemas respiratorios, depresión respiratoria, taquicardia, convulsiones y delirio. No se recomienda tomarlo durante el embarazo y la lactancia.

Debido a su aceite esencial: - puede reducir el efecto de otros medicamentos - está contraindicado en caso de inflamaciones gastrointestinales, de las vías biliares o insuficiencia hepática - puede estimular las enzimas hepáticas del feto, por eso no se aconseja durante el embarazo ni la lactancia sin supervisión médica.[12]

El eucalipto blanco en España es una especie introducida desde el siglo XIX y a día de hoy se distribuye entre las provincias costeras de Galicia; Asturias, Cantabria y Vizcaya, en el norte del país, y la Provincia de Huelva, en Andalucía.[13]

Se dice que fue Rosendo Salvado (1814-1900), que evangelizó Australia, quien trajo el árbol a Galicia a mediados del siglo XIX,[14]​ si bien otras fuentes aseguran que fueron importadas desde Portugal. No hay coincidencia en la fecha exacta de su introducción: Silva Pando afirma que comenzó a plantarse en Galicia en 1845-1855; el edafólogo Francisco Díaz-Fierros da como primera cita en Galicia la de 1863; en Asturias la de 1865; en Cantabria, 1866 y en el País Vasco, 1867.[15]​ Pablo Ramil Rego asegura que Rosendo Salvado envió las semillas en 1886.[16]

En un principio se cultivó como árbol ornamental pero se acabó extendiendo por toda la Cornisa Cantábrica para su aprovechamiento maderero, dado su rápido crecimiento y la facilidad de cultivo gracias al clima oceánico de la región. A mediados de los años 1960 el eucalipto ocupaba unos pocos cientos de hectáreas en el norte del país.[17]​ En el siglo XXI, las masas puras y mixtas de eucalipto blanco han llegado a ocupar 325.000 hectáreas en España.

Los diversos autores coinciden en que el verdadero problema de la especie fue la reforestación masiva con eucaliptos llevada a cabo en el tardofranquismo. En ese momento se cedió el monocultivo del pino para comenzar a subvencionar el eucalipto. Estas ayudas, junto con el alto precio que pagaron las empresas contenedoras en un primer momento, una alta productividad (que podría llegar a los 40 metros cúbicos por hectárea por año) y el abandono de las zonas rurales en esos tiempos de auge de la industrialización, hicieron que muchas tierras que se dedicaban anteriormente a otros cultivos pasaran a ser sembradas de eucaliptos.

El eucalipto puede ser considerado como la especie de árbol más controvertida de España,[cita requerida] con partidarios y detractores no siempre se tienen en cuenta los datos científicos. Se ha dicho que los efectos negativos fueron más una consecuencia de las plantaciones masivas que se hicieron desde el último tercio del siglo XX, como con cualquier monocultivo pero agravados en este caso por las características peculiares de esta especie.

Entre los aspectos positivos, cabe destacar la industrialización y la reforestación del medio rural. Propietarios, rematantes, maderistas y fábricas de pasta y papel de Andalucía, Galicia, Asturias, Cantabria y Euskadi, así como en Portugal, son claves en el tejido industrial y también en la dinamización del medio rural y el sector forestal.

Entre los factores negativos están principalmente las consecuencias ecológicas. Las plantaciones siguen siendo un problema para la conservación de la fauna y la flora, para la conservación del recurso suelo, para la gestión de los recursos hídricos, para los espacios protegidos y para la correcta ordenación del territorio.[18]

También se le atribuye la capacidad de reducir la biodiversidad asociada al sotobosque,[cita requerida] y facilita la propagación de incendios forestales[cita requerida] al ser una especie pirófita, que aprovecha los incendios para la colonización del espacio.

Un bosque de eucaliptos puede crear problemas de incendios incontrolables debido a la gran altura que alcanzan estos árboles en un corto período de tiempo y la fácil combustión de su madera.[cita requerida]



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