En la mitología griega, Tea o Tía (en griego Θεία, también Teia, Thea, Thia o Theia), era considerada como la titánide de donde procede toda la luz, y descrita con menor frecuencia como Etra (Αιθρη, Aethra, que sugiere la forma femenina de «éter», cielo luminoso). Los himnos homéricos ofrecen además otros dos nombres para la diosa, que también nos hablan de sus atributos divinos: Eurifaesa (Ευρυφαεσσα Euryphaessa, «de amplio brillo») y probablemente también Icnea (Ιχναιη, Ichnaea, algo así como «rastreadora u observadora»); en esta advocación Tea era una diosa profetisa de del templo oracular de Ftía, al igual que sus otras hermanas intervenían en otros oráculos, especialmente Temis.
Tea es una de las titánides, y por lo tanto hija de Urano y Gea.Teogonía Tea se entregó al amor de su hermano Hiperión, dios "de las alturas", y ella le parió a las lumbreras de los cielos: «al alto Helios, la brillante Selene y Eos que alumbra a todos los seres de la tierra y los inmortales dioses que habitan el vasto cielo». Tea parece aquí una diosa del brillo en particular y de la gloria en general, pero la alusión de Píndaro a ella como «Tea de muchos nombres» es reveladora, pues sugiere la asimilación no solo de diosas madres similares a ella, como Febe y Leto, sino quizás también de diosas madres más universales como Rea y Cibeles. Tras la Titanomaquia se marchó a vivir en el palacio de Helios, ubicado en las corrientes del río Océano, donde espera cada noche a su hijo, que viaja en una enorme copa de oro. A Helio se lo suele describir como un dios que todo lo ve, rasgo atribuido implícitamente a Tea.
Según laPíndaro elogia a Tea en su 5.ª oda ístmica:
Los antiguos griegos creían que los ojos emitían un rayo de luz invisible, muy parecido a una lámpara, que permitía ver todo lo que tocaba. Por lo tanto, Tea, como madre de la vista (thea), fue también la madre del sol, la luna y el amanecer, que emiten luz propia. Otros, por extensión, la creen una diosa de la vista o que dotaba al oro, la plata y las gemas con su brillo y valor intrínseco.
El papel mitológico de Tea como madre de la luna bastó para nombrar así a un hipotético planeta llamado Tea, que, de acuerdo con la teoría del gran impacto, colisionó con la Tierra, provocando la creación de la luna.
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