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Océano (mitología)



En la antigüedad clásica, Océano (en griego antiguo Ώκεανός Ōkeanós u Ωγενος Ōgenos, literalmente ‘océano’;[1]​ en latín Oceanus u Ogenus) se refería al océano mundial, que los griegos y romanos pensaban que era un enorme río que circundaba el mundo. Más precisamente, era la corriente de agua marina del ecuador en la que flotaba el ecúmene (οἰκουμένη oikoumene).[2]

En la mitología griega este océano mundial era personificado como un Titán, hijo de Urano y Gea. En los mosaicos helenísticos y romanos (por ejemplo en Océano y Tetis, de Zeugma, siglo III)[3]​ se representa con frecuencia a este Titán con el torso y brazos de un hombre musculoso con barba larga y cuernos (a menudo con pinzas de cangrejo), y con la parte inferior del cuerpo de una serpiente (compárese con Tifón). En fragmentos de una vasija arcaica fechada sobre 580 a. C.,[4]​ entre los dioses que acuden a la boda de Peleo y la ninfa marina Tetis aparece un Océano con cola de pez, llevando un pez en una mano y una serpiente en la otra, dones de recompensa y profecía. En los mosaicos romanos, como el de Bardo, puede aparecer llevando un timón y meciendo un barco.

Algunos estudiosos creen que originalmente Océano representaba a todos los cuerpos de agua salada, incluyendo el mar Mediterráneo y el océano Atlántico, las dos mayores masas acuáticas conocidas por los antiguos griegos. Sin embargo, a medida que la geografía se hizo más precisa, Océano pasó a representar las aguas más desconocidas y extrañas del Atlántico (también llamado «Mar Océano»), mientras el recién llegado de una nueva generación, Poseidón, gobernaba el Mediterráneo.

La esposa de Océano era su hermana Tetis, y de su unión nacieron las tres mil Oceánides (o ninfas del mar) y todos los Oceánidas, los ríos del mundo, así como las fuentes y los lagos.[5]​ De Crono, de la raza de los Titanes, nacieron los doce olímpicos, y Hera menciona dos veces en la Ilíada su pretendido viaje «a los confines de la fértil tierra para ver a Océano, padre de los dioses, y a la madre Tetis, los cuales me recibieron de manos de Rea y me criaron y educaron en su palacio».[6]

En la mayoría de las versiones de la Titanomaquia o guerra entre los Titanes y los Olímpicos, Océano, junto con Prometeo y Temis, no se unió al bando de sus hermanos Titanes contra los Olímpicos, sino que se mantuvo ajeno al conflicto. En la mayoría de las versiones de este mito, Océano también rehusó unirse a Crono en la rebelión de este contra su padre Urano.

En la Ilíada, la rica iconografía del escudo de Aquiles que había creado Hefesto quedaba encerrada, como se creía que lo estaba el propio mundo, por Océano:

Cuando Odiseo y Néstor caminaban juntos por «la orilla del estruendoso mar, dirigían muchos ruegos al dios que abraza la tierra y la sacude» era a Océano y no a Poseidón a quien destinaban sus pensamientos.

Invocado de pasada por los poetas y concebido como el padre de los ríos y arroyos, y por tanto progenitor de las deidades asociadas, Océano aparece una sola vez en los mitos, como un representante del mundo arcaico que Heracles constantemente amenazaba y superaba.[7]​ Heracles obligó a Helios a prestarle su copa dorada para cruzar la gran extensión del Océano en su viaje a las Hespérides. Cuando Océano sacudió la copa, Heracles lo amenazó y tranquilizó las olas. El viaje de Heracles en la copa solar por el Océano fue un tema predilecto de los pintores de cerámica ática.

Océano aparece tanto en la cosmografía helénica como en la mitología. Los cartógrafos siguieron representando la corriente ecuatorial circundante de forma similar a como había aparecido en el escudo de Aquiles.

Aunque Heródoto era escéptico sobre la existencia física de Océano, rechazaba que el deshielo fuera la causa del desbordamiento anual del río Nilo. Según su traductor e intérprete Livio Stecchini, Heródoto dejó sin resolver la cuestión de un Nilo ecuatorial, ya que la geografía del África subsahariana le era desconocida.

Apolonio de Rodas llama al bajo Danubio el Keras Okeanoio (‘Golfo’ o ‘Cuerno de Océano’) en sus Argonáuticas.[8]

En la Ora maritima del galio latino del siglo IV Avieno se aplica Accion (‘Océano’) a los grandes lagos.[9]

Tanto Homero[10]​ como Hesíodo[11]​ aluden al Okeanos Potamos, el ‘río océano’.

Hecateo de Abdera escribe que el Océano de los hiperbóreos no es el ártico ni el occidental, sino el mar situado al norte del antiguo mundo griego, llamado «el más admirable de todos los mares» por Heródoto,[12]​ el «inmenso mar» por Pomponio Mela[13]​ y por Dionisio Periegeta,[14]​ y cuyo nombres es Mare majus en los mapas medievales.

Al final del Okeanos Potamos estaba la isla sagrada de Alba (Leuke, Pytho Nisi o Isla de las Serpientes), consagrada al pelasgo (y luego también griego) Apolo, que saluda al sol naciente del este. Hecateo de Abdera alude a la isla de Apolo desde la región de los hiperbóreos, en el Océano. Fue en Leuke, en una versión de su leyenda, donde el héroe Aquiles fue enterrado en un túmulo (hasta la actualidad, una de las desembocaduras del Danubio se llama Quilia).




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