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Fósil viviente



Fósil viviente es una expresión utilizada para calificar especies no extintas que han evolucionado de manera lenta y conservan rasgos de sus antepasados más antiguos. Para definir a una especie bajo este término, tiene que existir un registro fósil continuo. [1][2]

Los fósiles vivientes exhiben equilibrio en escalas de tiempo geológicamente largas. La literatura popular puede afirmar que el "fósil viviente" no ha experimentado evolución desde tiempo distante, prácticamente sin evolución molecular ni cambios morfológicos. Las investigaciones han desacreditado repetidamente tales afirmaciones. Este término ha caído en desuso entre paleontólogos y biólogos evolutivos. [3][4][5][6][2][1]

Es de notar el hecho de que la expresión fósil viviente es un término informal o casi coloquial, y no científico, pues un fósil viviente no es una especie exacta a la de los fósiles. Pese a todo se utiliza para designar:

Según la evolución biológica las especies evolucionan por la necesidad de adaptarse a un medio que cambia lentamente, el mecanismo para lograrlo es la selección natural. Esta explicación es aceptada a niveles educativos y científicos; sin embargo su aceptación acarrea una especie "original" de las que evolucionaron las actuales, la especie principal desaparece, entre otras cosas porque las nuevas especies la desplazan de su nicho ecológico .

La comunidad científica ha buscado durante décadas un eslabón que conecta la especie original con las actuales. Hoy en día se tiene más la idea de un árbol de la que salen multitud de ramas, como puntualizan Juan Luis Arsuaga e Ignacio Martínez en su libro La especie elegida.[7]​ Así no se puede concebir que Homo sapiens, Homo neandertalensis y Homo erectus coexistieran, al menos durante un período de tiempo; porque la última de estas especies es la progenitora (eslabón) de las otras dos.

Sin embargo la constatación de que una especie puede ser la progenitora de otra y al mismo tiempo seguir adaptada a su hábitat la dio el celacanto. A finales de 1938 un pescador pudo capturar en la Sudáfrica índica un pez tan grande que debía ser llevado por dos personas al mismo tiempo. La noticia llegó a los científicos sudafricanos que no podían creer que se trataba del animal del Devónico y el Carbonífero, al que se le considera precursor de los anfibios y reptiles del Triásico y Jurásico. Los rasgos del celacanto de "fósil viviente" incluyen una articulación intercraneal que le permite agrandar la boca para tragar presas de gran tamaño, un conducto llamado notocordio, relleno de un líquido aceitoso, que hace las funciones de médula ósea, gruesas escamas que solo se habían visto en peces ya extinguidos y un órgano facial electro sensor situado en su hocico.[8]

El Pejelagarto se considera un fósil viviente que abarca siete especies, sus cambios han sido mínimos desde hace 100 millones de años, esas especies prosperan incluso en las aguas más inhóspitas y sus huevos no son comestibles para muchas especies, incluida la humana. Sus parientes habitaban en casi todos los continentes, pero las que hoy existen habitan solo en agua dulce en Norteamérica. [9]

No obstante, en el reino vegetal existen abundantes casos de fósiles vivientes, pero no tan famoso como el del celacanto. En muchas islas se conservan especies muy abundantes en épocas anteriores y desaparecidas posteriormente, excepto en esos lugares por su particular aislamiento.

El término Fósil viviente se alude a Charles Darwin en 1859,[10]​ según sus ideales, creía que debían existir especies vivas que se parecen a sus antepasados de hace millones de años. Su explicación fue que los Fósiles vivientes ocuparon pequeñas partes del mundo, escapando a la competencia, y por lo tanto no evolucionaron. Esa idea nunca la llegó a comprobar por falta de evidencia científica y sus contemporáneos veían ese término como un idea vaga sin ningún fundamento.[11]

El fósil viviente muestra a la evolución nuevos ecosistemas, donde la especie original pudo cambiar de medio o se mantuvo en el mismo, pero sin evolucionar, mientras que sus sucesoras se desplazaron o se adaptaron por medio de la evolución.

Los cambios superficiales mínimos en los fósiles vivientes se declaran erróneamente como ausencia de evolución, pero son ejemplos de selección estabilizadora, que es un proceso evolutivo, y quizás el proceso dominante de la evolución morfológica.[12]

Algunos ejemplos de "fósiles vivientes" incluyen:

El término fue acuñado por vez primera por Charles Darwin en su obra The Origin of Species (El origen de las especies), cuando disertaba sobre el Ornithorhynchus (platypus) y el Lepidosiren (el pez de pulmones de Sudamérica). Escribió en la página 49:

Hay numerosas (ambiguas) definiciones en cuanto a los fósiles vivientes:



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