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Fanny y Alexander



Fanny y Alexander (en sueco Fanny och Alexander)[1]​ es una película coproducción sueco-franco-alemana de 1982,[2]​ de género melodramático,[3]​ escrita y dirigida por Ingmar Bergman.[4]​ Tras un rodaje de siete meses, se trata de la última cinta realizada para cine por Bergman.[5]

El film fue concebido originalmente como película para televisión en 4 partes editada con una duración de 312 minutos. Posteriormente se editó una versión de 188 minutos para su proyección cinematográfica que se estrenó antes que su versión para televisión. Desde entonces la versión para televisión ha sido proyectada como película de una sola parte. Ambas versiones se han estrenado en salas de cine de todo el mundo.[6]

Obtuvo cuatro premios Oscar 1984 en las categorías de Mejor película extranjera, Mejor fotografía, Mejor diseño de vestuario y Mejor dirección de arte. Ingmar Bergman también fue candidato a la recepción de los premios al mejor director y al mejor autor de guion original.[7]​ Se trata de la película extranjera más laureada en la historia de los premios Oscar junto a Parásitos.[8]

La historia se desarrolla entre 1907 y 1909 con un epílogo en 1910. Se celebra la Navidad de 1907 en la mansión de la acaudalada familia Ekdahl. La acción transcurre en Upsala, epicentro eclesiástico de Suecia desde 1164, sede del Arzobispo de la iglesia de Suecia, de la catedral más grande de Escandinavia, y de la Universidad de Upsala, el centro de educación superior más antiguo de Escandinavia.

La cabeza de la familia es la viuda Helena Ekdahl quien ha sido actriz en el teatro propiedad de la familia cuyo director es su hijo Oscar. Sus otros hijos son el lujurioso Gustav Adolf, propietario de un restaurante, y Carl, un catedrático agobiado por las deudas. Carl ultraja e insulta a su esposa alemana, mujer de autoestima muy baja que no le pudo dar hijos, soporta sus vejaciones, nunca ha aprendido bien el sueco y quien lo llama Karlchen (“Carlitos”, en alemán). Fanny y Alexander son los hijos de Oscar con la bella y joven actriz Emelie, a quien su esposo no satisface sexualmente, y quien se encuentra prendada del obispo luterano de la ciudad, el viudo y apuesto Edvard Vergérus. Oscar, quien ya se encuentra enfermo, sufre un desmayo mientras ensaya el papel de fantasma del padre de Hamlet y poco después muere rodeado de su familia. Oficia el entierro el obispo, quien consuela a la viuda Emelie.

Pronto Emelie acepta la propuesta de matrimonio de Vergérus y se va a vivir con los niños a la austera casa del obispo quien la convence de no llevar sus antiguas pertenencias para cortar definitivamente con su pasado. Ya juntos, el obispo cambia completamente su actitud protectora hacia Emelie y se revela como un hombre posesivo, inflexible y cruel, secundado por su madre, su hermana y una criada. Odia particularmente a Alexander, quien se rebela contra él, al igual que Emelie. El obispo reprende severamente a Alexander cuando una criada le informa que el niño había comentado que se le habían aparecido los fantasmas de las hijas y la primera esposa del obispo para revelarle que habían perecido ahogadas al intentar escapar del encierro al que las tenía sometidas sin agua ni alimentos, el cual ya se había prolongado por cinco días, y que la madre había perdido su vida en el afán de salvar a las hijas. Después de hacerlo confesar, Vergérus azota hasta hacer sangrar a Alexander, y lo manda a dormir encerrado y aislado en el ático, donde se le aparecen de nuevo las hijas del obispo, quienes lo atormentan diciéndole que ha mentido, que su padre no las había encerrado, que su muerte y la de su madre había sido accidental, y que deje al obispo tranquilo, tras lo cual la menor le vomita en la cara. Más tarde Emelie encuentra al niño golpeado y lo libera del castigo.

Ante la rebeldía de Emelie, quien se encuentra embarazada, Edvard le prohíbe cualquier contacto con el mundo exterior. Cuando la familia Ekdahl es consciente del sufrimiento de Emelie y de sus hijos piden ayuda al marchante de arte y prestamista judío y amigo de la familia Isak Jacobi (quien ha sido amante de Helena por muchos años). Este, mediante un engaño y un truco de magia, rescata a los niños escondiéndolos en un baúl dirigido a su tienda. Gustav y Carl tratan de intimidar y sobornar a Vergérus para que le conceda el divorcio a Emelie y deje en paz a los niños, pero el obispo no se deja manipular, se niega rotundamente y finalmente les presenta a una cambiada Emelie que ruega a sus cuñados que le devuelvan sus hijos.

En la tienda de arte de Jacobi Alexander conoce al extraño y misterioso sobrino del mercader judío, Ismael Retzinsky, a quien mantienen encerrado. Ismael tiene una visión con los deseos de Alexander de que Edvard muera y en la casa episcopal se desatan los acontecimientos: Elsa Bergius, la tía enferma del obispo, provoca de manera aparentemente accidental -o tal vez llevada por el poder mental de Ismael, quien simultáneamente capta y le transmite los deseos de Alexander- un incendio en su habitación al hacer caer una lámpara encendida y, envuelta en llamas, corre a la cama de Edvard, se aferra a él, haciendo que el obispo se abrase también sin poder evitarlo, pues se encontraba adormecido por un caldo con bromuro que Emelie le había dado para escaparse. La policía exime a Emelie de toda culpa concluyendo que la horrible muerte de Vergérus fue fruto de una desafortunada coincidencia.

Emelie regresa a la casa Ekdahl y, con ella, la alegría a la mansión. En el epílogo se celebra una gran fiesta por el bautizo de dos bebés: la hija que Emelie ha tenido con el obispo y Helena Victoria, hija ilegítima de Gustav Adolf y Maj la joven niñera coja. Gustav no tiene la menor intención de dejar a su esposa Alma, a quien nada le importa la infidelidad de su esposo y, en cambio, acoge alegremente a Helena Victoria, al igual que el resto del clan Ekdahl. Por tal motivo, Maj decide dejar la vida de amante de Gustav y establecerse con Petra en Estocolmo, donde piensan abrir una sombrerería. Después de la celebración, Alexander, quien constantemente veía y conversaba con el fantasma de su padre, es derribado por el fantasma del obispo mientras camina de noche por la mansión comiendo galletas. Vergérus le advierte que no podrá escapar de él. Finalmente Emelie despierta de nuevo la afición por al teatro de Helena Ekdahl con un ejemplar recién publicado de Un Sueño, de August Strindberg, «ese viejo misógino» a decir de Helena, lo que no le impidió sentarse a leer la obra.


La película obtiene valoraciones positivas en los portales de información cinematográfica. En Metacritic obtiene una puntuación de 100 sobre 100, lo que indica "aclamación universal".[11]

La Revista Fotogramas califica la película con 5 sobre 5 y sus lectores con 4 sobre 5.[12]

Con 15.932 votos los usuarios de FilmAffinity le otorgan una puntuación de 7,9 sobre 10.[13]

En IMDb, con 49,417 valoraciones, la cinta obtiene una puntuación de 8,1 sobre 10.[14]



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