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Felipa de Lancaster



¿Dónde nació Felipa de Lancaster?

Felipa de Lancaster nació en Leicester.


Felipa de Lancaster (Leicester, ca. marzo de 1360[a]​-Odivelas, 19 de julio de 1415), fue la hija primogénita de Juan de Gante, I duque de Lancaster y de su primera esposa Blanca de Lancaster. Cuando tenía 18 años, fue condecorada con la Nobilísima Orden de la Jarretera,[2]​ que años más tarde contribuiría a su imagen de reina santa.[3]​ Se convirtió en reina consorte de Portugal gracias a su matrimonio con Juan I de Portugal celebrado en 1387 en la ciudad de Oporto. Dicho matrimonio fue acordado como parte de la alianza anglo-portuguesa para hacer frente a la establecida entre Francia y Castilla.[4]

La reina contó desde un principio con ingresos provenientes de sus bienes, adquiridos en su mayoría por donación, además recibió de su marido las rentas de las aduanas de Lisboa y de las villas de Alenquer, Sintra, Óbidos, Alvaiázere, Torres Novas y Torres Vedras.[5]Fernão Lopes, en su Crónica de el-rei D. João I, la retrata como una reina generosa y amada por su pueblo; y a sus hijos que llegaron a la edad adulta, conocidos como la generación ilustrada, como príncipes cultos y respetados en toda Europa.[6]

Filipa de Lancaster murió en 1415, víctima de la peste negra, en las cercanías de Lisboa, poco antes de partir a la campaña de Ceuta. La teoría más aceptada en la actualidad, de acuerdo los trabajos de Francisco Benevides,[7]​ Manuela Santos Silva,[8]​ y Ana Rodrigues Oliveira,[9]​ fija el lugar de su muerte en el monasterio de San Dionisio, en Odivelas. Sus restos descansan en el convento de Santa Maria da Vitória, junto con el de su esposo Juan I de Portugal.

Felipa de Lancaster era descendiente de dos nobles familias inglesas: de la casa de Plantagenet y de la de Lancaster. Sus abuelos paternos eran el rey Eduardo III de Inglaterra y su esposa, la reina Felipa de Henao, mientras que los maternos eran Enrique de Grosmont e Isabel de Beaumont.[1]​ Su padre, Juan de Gante, al casarse con Blanca de Lancaster heredó el condado de su suegro, elevado a ducado, al mismo tiempo que dominios y castillos por toda Inglaterra y Gales, logrando así un mayor prestigio para su familia. Felipa fue la primera hija —de un total de siete— de este matrimonio, naciendo en marzo siguiente después de realizarse. Ella recibió el nombre de su abuela, la reina, que también fue su madrina.[10]

Felipa de Lancaster fue educada de manera noble y aristócrata, es decir, aprendió latín, lo suficiente para leer libros litúrgicos, además de francés e inglés. También se le enseñó a actuar de acuerdo a las virtudes femeninas de la época, tales como modestia, humildad y pureza espiritual.[11]

Cuando contaba con nueve años, su abuela falleció y poco después, víctima de la peste, su madre también muere. Entonces Felipa pasó al cuidado de Catalina de Roet-Swynford, que luego se convertiría en la amante de su padre, durante o poco antes del matrimonio de este con Constanza, hija y heredera del rey Pedro I de Castilla.[12]

Juan de Gante fue considerado un mecenas. Sus registros financieros muestran que fue generoso tanto con sus hijos como con los miembros de su corte.[13]​ Todo esto induciría a Felipa a rodearse de su propio círculo de poetas, llamados La flor y la hoja. El poeta Eustache Deschamps, perteneciente a dicho círculo, dedicó a Felipa un poema, donde la compara con una flor. Este era un reconocimiento a su destacado papel en el fomento de la literatura inglesa.[14]

El padre de Felipa vio en Portugal, regido por Juan I de Avís desde 1385, un aliado para sus aspiraciones castellanas. En Castilla reinaba Juan I de Trastámara, hijo y sucesor de Enrique II, quién en 1379 derrocó a Pedro I de Castilla, cuya hija y heredera Constanza estaba casada con Juan de Gante. Una alianza entre Portugal y los pretendientes castellanos, le era también favorable al monarca portugués, pues garantizaba la independencia portuguesa frente a las aspiraciones castellanas (Juan I de Castilla pretendía el trono luso al estar casado con Beatriz de Portugal, hija del rey Fernando I).[15]

Aunque la alianza anglo-portuguesa contra un enemigo común existía desde tiempos de Fernando I, esta ganó una mayor estabilidad a partir del tratado de Windsor, firmado en 1386 y cuya vigencia se proyecta hasta la actualidad. Entre otros puntos, se concertaba el matrimonio entre Juan I de Avís y Felipa de Lancaster, el cual se llevó a cabo en febrero de 1387.[16]

Escoltada por nobles ingleses y portugueses, Felipa fue llevada a Oporto, donde según la Crónica de el-rei D. João I, fue recibida con grandes festejos. A los pocos días, llegó a la ciudad el rey Juan y ambos pudieron conversar e intercambiar presentes. Los festejos siguieron hasta 15 días después de celebrada la boda.[17]

Felipa era una mujer culta, y a la usanza inglesa, estableció la práctica de registrar los documentos que habían sido enviados por ella o por el rey. Además trató de mantener las relaciones entre Inglaterra y Portugal, que influiría en los posteriores matrimonios entre miembros de la nobleza de ambos países.[18]

Juan de Avís, para mantener la corte de la reina, le concedió las rentas de las aduanas de Lisboa. Posteriormente recibiría también las de las villas de Alenquer, Sintra, Óbidos, Alvaiázere, Torres Novas y Torres Vedras.[5]

Felipa asumió en varias ocasiones el gobierno, en ausencia de su marido, debido a sus constantes operaciones militares.[19]​ Incluso en 1387, se dirigió a Monzón acompañada de algunos concejales y hombres de la corte, acercándose a Melgaço, donde estaba el monarca, para cumplir con algunas de las disposiciones reales.[20]​ Siempre que le era posible, acompañaba a su marido, mostrando así su apoyo a este.[21]

A pesar de la imagen de reina modesta que domina el imaginario de los portugueses (dicha actitud es vista como una virtud en el comportamiento de las mujeres medievales), Felipa parecía tener momentos de relajamiento con las damas de su corte, disfrutando de conversar con ellas.[22]

Felipa prestó especial atención en la educación de sus hijos y tal como lo hizo su padre con ella, les inculcó el amor por la cultura.[23]​ Por otro lado, gustaba de las novelas de caballería, las cuales ponían énfasis en aventuras, virtudes caballerescas y valores de la espiritualidad cristiana, lo que la influyó en la forma de educar a los príncipes, al educarlos basándose en los ideales expresados por los códigos de caballería, es decir, la justicia y la rectitud.[24]

Los nombres de sus hijos fueron tomados de los miembros de las familias tanto de Felipa como de Juan, lo que demuestra el respeto que le tenía a sus antepasados.[25]​ Estos hijos fueron:

A principios de 1415 los reyes se trasladaron a Sacavém dado que la peste había llegado a Lisboa y Oporto. En ese entonces, la reina estaba dedicada espiritualmente al éxito de la toma de Ceuta, empresa en la que participaron su esposo y sus hijos Enrique, Pedro y Eduardo, por lo que frecuentemente realizaba largos ayunos, oraciones y vigilias, que la debilitaron paulatinamente. Para cuando la peste llegó a Sacavém, debido a las constantes entradas y salidas de mensajeros, Juan I se encontraba en Odivelas, aunque la reina prefirió no ir hasta después. Para julio del mismo año, la reina ya se encontraba enferma.[34]

De acuerdo a Chronica da Tomada de Ceuta, de Gomes Eanes de Zurara, Felipa al sentir la muerte cerca, se confesó, comulgó y recibió los últimos sacramentos y el 19 de julio, cuando los clérigos terminaban de rezar, la reina falleció.[35]​ Inicialmente, fue sepultada en Odivelas, donde había fallecido, pero al año siguiente sus restos fueron trasladados al Convento de Santa Maria da Vitória por orden de su marido. Posteriormente este mismo lugar albergaría las tumbas de otros miembros de la casa de Avís, entre ellos su esposo y algunos de sus hijos.[36]




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