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Fiñana



Vista de la localidad.

Fiñana es una villa y un municipio español de la provincia de Almería en la comunidad autónoma de Andalucía, situada en la comarca de Los Filabres-Tabernas y a 71 km de la capital provincial, Almería. En el año 2017 contaba con 2014 habitantes (INE). Su término municipal tiene una superficie de 135 km² lo que proporciona una densidad poblacional de 14,92 hab/km².

Su principal actividad productiva es la agricultura y concretamente los cultivos de cereales, olivares y remolacha, además de contar con industrias alimentarias y minas de hierro.

Fiñana fue una frontera en disputa, conformando así un crisol de culturas. Una Fortaleza Mora, una iglesia y una mezquita son sus hitos; centro de su término indiscutible y cabeza de la mancomunidad del Río Nacimiento.

La Parroquia y la Ermita de Nuestro Padre Jesús (antigua mezquita almohade), son sus dos privilegios, haciendo manifiesta la evolución de los credos, con sus modos de vida, como en otros lugares del entorno; cohabitación y superposición de moradores trascendente a la actual diversidad y complejidad paisajística. Los restos de la alcazaba declaran su ubicación en un pasillo natural de tierra fronteriza recurrentemente disputada desde fuera, pues se encuentra entre Guadix, Baza y Almería, y desde dentro, pues acaparaba los términos actuales de Abla, Abrucena y Las Tres Villas, a pesar de haber tenido distintos concejos. Se extiende hoy de Norte Noroeste a Sur-Sudeste; 133,7 km² de terreno interior con llano alto y amplio, destemplado y semiárido, entre las penibéticas, en el límite occidental de la provincia de Almería.

Y como dice el lema del pueblo: "Fiñana: Villa Hidalga y Morisca".

Enclavado en el pasillo formado por Sierra Nevada y la Sierra de Los Filabres y que lleva su nombre.

Principalmente la topografía, tan accidentada, diferencia en el municipio cuatro sectores asociados a otros tantos paisajes: el meridional, en el parque natural de Sierra Nevada, el de la tierra mesopotamia donde se asienta Fiñana, el del Llano de Abla o pasillo de Fiñana (fondo del alto valle del Nacimiento) y el septentrional, extendido sobre la solana de Sierra de Los Filabres. La umbría de Sierra Nevada es aquí abrupta, con escarpes y alturas considerables (El Almirez: 2.519 msnm ); terreno de nieves, quebrado, del que, a favor de fracturas y diaclasas, surgen las chorreras de agua.

Desde esta pared bajan unas lomas curvas, estribos repetitivos, que anidan cuencas afluentes con forma semejante a la mitad de la media luna, muy bien individualizadas.El estribo oriental, bajo el Cerro de la Cruz, queda jalonado por adecuaciones de turismo familiar (El Ubeire, Aldeire, La Dehesa), en la linde con Abrucena; antes de su inflexión en la loma donde toma su asiento esa villa, se deriva un interfluvio secundario que termina en el Cerro de San Antón (955 m), cerro de materiales detríticos rojizos para un cortijo entre pinos. Dominado por Montaire, el estribo occidental, con similar curvatura, separa a esta de la cuenca de Huéneja por el Oeste, y, por el Norte, la deslinda del colector de ambas, pasillo y llano que enlaza, imperceptible, con el Marquesado.

Entre ambos, la cuenca de Fiñana se drena por el río Nacimiento, recogen los mapas; evocaciones del transvase que sufren las aguas mediterráneas en su cabecera natural (Huéneja) hacia la vertiente atlántica, dejando tan seco el cauce entre las villas que merece el nombre de La Rambla.

Las cuencas de Sierra Nevada, salpicadas de cortijos deshabitadas (salvo La Heredad: 56 h., 1991), de sistemas hidráulicos (la presa del Castañar se llenó en 20 días), rosarios de acueductos con industrias de molienda y fábrica de luz, y de dehesas, poblada de encinar, rozas con matorral, repobladas con pinos, robles, castaños; bosques-galería de álamos en sucesivas fases que datan, al menos, del inventario llevado por don José Espelius en 1759 (Gómez Cruz), constituyen el mediodía de los municipios. Parque natural hasta la N-340, en 1989, reserva indispensable, siempre, para las villas ubicadas en las proximidades a su desembocadura. Fiñana, como sus vecinos, tomó asiento en la solana del extremo terminal de su loma.

El cerro y antecerro (o cerro Olila) entallados por terreras en conglomerado rojo plio-cuaternario. A través suya, la villa establece la comunicación inter e intramunicipal. Loma domesticada: carreteras, sendas, cauces, vegas, huertos y casas. Bisagra entre la despensa de la sierra y el pasillo llano al que se asoma, vigilante, su alcazaba.

La villa enseña, modélica, la ubicación predilecta de los pueblos del alto valle del río Nacimiento. Su centro se halla en esta localidad alta (946 msnm), próxima a Guadix y Baza, bien defendida y con suficiente agua. Los factores de localización que privilegian centros urbanos probablemente variaron en el Medievo, y un hipotético relevo, nada excepcional en la geografía ibérica, habría sido tan rotundo, sin embargo, que casi borró los vestigios de otra hegemonía anterior.

Fue fundada por los romanos, para controlar el camino entre Almería, Guadix y Granada. Se integró en el Reino Nazarí de Granada, y dejó de serlo oficialmente en 1489, cuando los Reyes Católicos pernoctaron en la villa, pasando así a formar parte de la corona de Castilla. Por lo que hay dos Fiñanas, la árabe con enrevesadas calles en cuesta y con abalconamientos al valle, y la Fiñana cristiana, que crece a lo largo de la Calle Real, tacheada de edificios religiosos.

     Población de derecho (1900-1991) o población residente (2001) según los censos de población del INE.[1]      Población según el padrón municipal de 2017 del INE.[2]

La principal actividad productiva de este pueblo es la agricultura dedicando sus tierras al cultivo de cereales, olivares, almendros y remolacha. Antiguamente tenían abiertas minas de hierro.

     Deuda viva del Ayuntamiento de Fiñana en miles de Euros según datos del Ministerio de Hacienda y Ad. Públicas.[3]

Pero el momento más brillante de Fiñana llega tras la conquista cristiana, cuando se convierte en villa de realengo y recibe una importante repoblación, mientras económicamente el desarrollo va ligado a la industria sedera. En la noche del 28 de diciembre de 1489 los Reyes Católicos pernoctan en el pueblo, que pasa a formar parte de la Corona de Castilla, y poco después comienza un proceso de repoblación cristiana para acabar con la mayoría de moriscos.

Durante los siglos XVII y XVIII conoció diversas segregaciones de su término, como Abla, Abrucena o Las Tres Villas, aunque siempre mantuvieron una dependencia económica y cultural del municipio matriz.

El momento álgido será en la segunda mitad del XIX cuando llega casi a los 4 000 habitantes, gracias a una feria de ganados, la agricultura mediterránea y una reducida actividad minera.

El testimonio más interesante de esta Edad Moderna es la iglesia de la Anunciación.

Será uno de los edificios mudéjares más importantes de los construidos durante el siglo XVI en la provincia de Almería.

En un principio, y como venía siendo costumbre tras la Reconquista, se aprovechó la mezquita musulmana, como iglesia de la villa, atendiendo a la Real Cédula que los Reyes Católicos otorgaron el 21 de marzo de 1492.

El templo actual comenzó a construirse hacia 1540, quedando la dirección atribuida a Ambrosio de Villegas, quien se encargará de realizar pilares, arcos y muros. Ya en el año 1549 se encargaran la madera para proceder a la construcción de las cubiertas del templo, que quedan bajo la supervisión del carpintero Miguel Ruiz. En 1592 se realizaron las portadas.

El templo se estructura en tres naves separadas por pilares rectangulares biselados sobre los que se colocan cuatro arcos de medio punto que separan la nave central de las laterales. La capilla mayor, ligeramente rectangular, se separa de la nave por un arco de medio punto sobre medias columnas. Esta capilla se cubre con una armadura ochavada y ligeramente rectangular, lo que obliga a emplear en los lados mayores un lazo de dos estrellas de diez puntas. El almizate y las pechinas son también de lazo.

La nave central se cubre con una armadura de limas moamares, con 7 tirantes. También los canes son dobles, presentando la decoración de hojas de acanto en el de arriba, y cabezas humanas abajo.

Al exterior nos encontramos con un edificio donde predomina el cajón de la nave central, más alto que los laterales, de ladrillo visto y cuarterones de mampostería revocada. Destaca la portada, de estilo manierista, que aunque tratada de una manera tosca, sin embargo destaca por ser poco frecuente encontrarla en nuestra provincia. Esta consta de un primer cuerpo con columnas dóricas pareadas sobre pedestal corrido, que enmarca un arco de medio punto con dos ángeles en la enjutas que llevan unas cartelas donde se recoge la orden de construir por el obispo de Guadix D. Juan Alonso Moscoso y la conclusión de 1592. El centro está ocupado por el escudo del obispo.

El segundo cuerpo está formado por un nicho adintelado, flanqueado por columnas con capiteles jónicos, rematado por frontón triangular en cuyo tímpano aparece un busto de Dios Padre y a los lados escudos de Martín de Ayala y Melchor Álvarez de Vormediano. En el citado nicho se ubica una imagen de la Virgen de la Guía tallada en mármol blanco de Macael, donada por la familia Campos Tristán, copia de la original. Que junto a las imágenes de San Pedro y San Pablo, situadas en sendas hornacinas a ambos extremos del pedestal corrido, fueron destruidas durante la guerra civil (1936-1939).

Es el centro neurálgico del pueblo. Tiene forma rectangular, con una fuente de mármol en el centro. Los laterales, en los cuales sita la casa consistorial, son porticados y en el extremo oeste está la Iglesia de la Anunciación. En la entrada este a la plaza se sitúa el Cine-Teatro. Este emblemático lugar sirve de genuino enclave para el encuentro y devenir de las gentes del pueblo y visitantes, además de ser el emplazamiento donde acontece el evento más importante en el calendario fiñanero: La salida del santo patrono San Sebastián desde la Iglesia, la tarde del 20 de enero, que es recibido por la población con una ingente y espectacular ofrenda de cohetes voladores (450 docenas en batería).

Fue construida en el siglo X. Su estado de conservación es de progresivo deterioro dada la poca atención que se le ha dado al monumento por parte de las autoridades pertinentes. Es de propiedad privada, pero el acceso al exterior es libre.

La prolongada presencia musulmana ha dejado construcciones y vestigios fácilmente reconocibles, pero también otros menos aparentes pero más funcionales y cotidianos, como los sistemas de regadío y canalizaciones, los molinos, la toponimia de la zona o el trazado irregular de las calles.

La Alcazaba es el testimonio material más importante de la huella musulmana, posiblemente anterior al siglo X, pues las crónicas nos mencionan al asedio de Abderrahman III a la fortaleza de Fiñana en el 913 para sofocar el levantamiento de Ibn Hafsun.

El recinto fortificado se sitúa en la parte alta del pueblo, como defensa de la población civil situada a los pies y para controlar la vía que comunicaba con el interior peninsular. Pero lamentablemente la invasión de las viviendas ha ido destruyendo sus muros para ampliar dependencias y hoy sólo quedan 3 torreones (el más conocido es la torre del Reloj) y una línea de murallas rodeando el pueblo como defensa, además de torreones de planta rectangular y construidos de mortero de cal y arena posteriormente enlucido.

Esta huella musulmana se materializa en el urbanismo, con calles irregulares y en cuesta, asidas a las curvas de nivel, en la parte alta del municipio, aledaño a la Alcazaba, en contraste con el urbanismo cristiano de las laderas más bajas.

En cercanía con esta Alcazaba se sitúa un aljibe de abastecimiento de agua para la población que aprovecha la aportada por una conducción y las recogidas en esta parte alta. Responde al modelo tradicional de gran nave longitudinal construida con sólido hormigón como impermeabilizante, cubierta con bóveda de cañón con lajas de piedra perfectamente trabadas y con tragaluces en su parte alta. Recientemente ha sido restaurado y reconvertido por el Ayuntamiento en salón para diversas actividades culturales.

Fue declarada Bien de Interés Cultural por la Resolución de 22 de junio de 1993 con la categoría de Monumento (código: 40450001). Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español. En el año 1993 la Junta de Andalucía otorgó un reconocimiento especial a los castillos de la Comunidad Autónoma de Andalucía.

Fue construida por los musulmanes. Es de acceso libre.

Fue declarada Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento (código: 40450058). Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español. En el año 1993 la Junta de Andalucía otorgó un reconocimiento especial a los castillos de la Comunidad Autónoma de Andalucía.

Pendiente de información

La primera referencia a este edificio, aparece fechada el 26 de mayo de 1505, en la erección de beneficios y sacristías realizada por fray Pedro de Deza en Segovia, ya como iglesia católica, concretamente como ermita de Santiago. Construida a finales del siglo XII o comienzos del XIII, según el análisis de las yeserías, la mezquita de Fiñana, se ha convertido en nuestros días en el único conjunto almohade peninsular que, a pesar del paso del tiempo y de las agresiones sufridas, conserva el oratorio con su quibla y parte de la decoración que adornaba la portada del mihrab, constituyendo el edificio más completo de todos los conservados en la península ibérica procedente de aquella época.

A principios del siglo XI, Fiñana fue lugar codiciado por su emplazamiento estratégico en el eje de comunicación Almería-Guadix, apareciendo citada por al-Idrisi (1099-1164) cuando describe el itinerario entre ambas ciudades. La mezquita de Fiñana, actual ermita de Jesús Nazareno, es sin lugar a dudas el testimonio más importante de su pasado almohade, su presencia ya fue señalada por Torres Balbás, pero ha sido un reciente estudio realizado por Carmen Barceló y Antonio Gil Albarracín (1994) el que sustenta su cronología sobre la base de la epigrafía de la portada de su mihrab, situando la construcción entre finales del siglo XII y principios del siglo XIII (1180-1224).

La sala del oratorio se divide en tres naves separadas por dos líneas de tres arcos de herradura cada una. Lo más destacable es la portada del mihrab, cuya planta hexagonal se completaba con una cúpula, símbolo del universo y del poder absoluto de Alá. En la restauración realizada en 1986, por el arquitecto Eduardo Blanes Arrufat, se respetaron sus características más destacables.

De esta mezquita destan La Sala del Oratorio y Las Yeserías:

La sala del Oratorio presenta un espacio aparentemente cuadrado, dividido en tres naves por dos arquearlas paralelas entre sí están compuestas por tres arcos de herradura que descansan sobre cuatro pilares octogonales o cuadrados que se achafianan por sus esquinas casi desde su límite superior, recuerdo lejano de un capitel. La nave central, la única que presenta una medida uniforme, conduce desde la puerta de entrada a la parte que actualmente ocupa el altar de la ermita, Sobre el mismo, enmarcando la embocadura de la exedra donde su ubica la imagen del Nazareno, destaca una extraordinaria yesería islámica.

La yesería islámica está formada por una ancha banda en figura de "U" invertida. Destacan tres paños con decoración floral. El del centro, está destrozado que prácticamente ha desaparecido. Los dos exteriores, están bordeados por fajas con signos epigráficos. Las inscripciones fueron gravadas utilizando dos variedades caligráficas: la cúfica, caracterizada por sus trazos angulosos y geornétricos; y la cursiva, que en estas yeserías, apenas presenta puntos diacríticos, vocales, ni otros signos ortográficos usuales en este tipo de escritura. Los textos mejor conservados, se realizaron en letra cursiva, encontrándose en las fajas del exterior.

La actual ermita es una antigua mezquita almohade, de la que sólo falta el minarete y el patio, además de la remodelación del mihrab. Fue adaptada al uso cristiano como ermita de Santiago en 1502, mostrando así el triunfo de quienes propugnaban la intransigencia religiosa frente a los musulmanes y el incumplimiento de las capitulaciones regulando la coexistencia pacífica entre musulmanes y cristianos. Es el único ejemplar de mezquita conservado en la provincia.

Es un pequeño edificio de planta casi cuadrada cuya sala de oración se divide en 3 naves gracias a dos hileras de arcos de herradura levantados sobre pilares, carentes de decoración y de capitel, según los modelos de simplicidad y ascetismo de la tradición almohade.

Pero el espacio más destacable es el nicho del altar mayor albergando la imagen del Nazareno, espacio construido posiblemente hacia el siglo XVII aprovechando el hueco del antiguo mihrab. Este es el elemento más importante de una mezquita y simboliza la presencia de Alá en la sala de oración, situándose en el muro de la quibla o de fondo de la mezquita. Su planta octogonal se cubría originariamente con una cúpula, símbolo del Universo y del poder absoluto de Alá, según un modelo similar, pero más sencillo, al de la mezquita de Córdoba.

El interior del museo se ha dividido en ocho salas diferentes que recrean el modo de vida de la localidad fiñanera de principios de siglo. El museo cuenta con una cocina antigua donde pueden apreciarse varios utensilios de madera de la época; un patio interior; habitaciones adaptadas a una estructura antigua y salas donde se recopilan diferentes aperos que reproducen los oficios tradicionales que desempeñaban los fiñaneros. El visitante puede apreciar estampas de la sastrería de la época, la artesanía de la lata, artilugios de carpintería, aperos de labranza y una serie de aparatos de gran antigüedad.

Verdaderos tesoros: El Ayuntamiento ha donado el traje típico de Fiñana para exponerlo en el museo, así como diversos útiles de la época. Pero lo más destacado es la cesión de un banco otorgado por los Reyes Católicos a la casa consistorial fiñanera. Asimismo, el consistorio ha hecho entrega de varias pinturas correspondientes a los diferentes certámenes de la localidad.

Exposición fotográfica: La escuela, las bandas de música, las fiestas, las bodas, las comuniones, los edificios... Un viaje a través de las fotografías aportadas por los fiñaneros. Lo ideal es que en ese momento se encuentre en el museo alguna persona mayor que te vaya comentando las personas que aparecen en cada instantánea.

La gastronomía representa la cultura de un pueblo. Está influenciada por el clima, la economía, los recursos naturales del lugar, las estaciones del año y las festividades religiosas. Los platos típicos son las gachas y la Zaramandoña.




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