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Forestal



Un bosque es un ecosistema donde la vegetación predominante la constituyen los árboles y arbustos.[1]​ Estas comunidades de plantas cubren grandes áreas de la Tierra y constituyen hábitats para los animales, moduladores de flujos hidrológicos y conservadores del suelo, constituyendo uno de los aspectos más relevantes de la biosfera del globo terráqueo. Aunque a menudo se han considerado como consumidores de dióxido de carbono atmosférico, los bosques maduros son prácticamente neutros por lo que respecta al carbono, y son solamente los alterados y los jóvenes los que actúan como dichos consumidores.[2][3]​ De cualquier manera, los bosques maduros juegan un importante papel como reservorios estables en el ciclo global del carbono y su eliminación conlleva un incremento de los niveles de dióxido de carbono atmosférico.

Los bosques pueden hallarse en todas las regiones capaces de mantener el crecimiento de árboles, hasta la línea de árboles, excepto donde la frecuencia de fuego natural es demasiado alta, o donde el ambiente ha sido perjudicado por procesos naturales o por actividades humanas. Los bosques a veces contienen muchas especies de árboles dentro de una pequeña área (como la selva lluviosa tropical y el bosque templado caducifolio), o relativamente pocas especies en áreas grandes (por ejemplo, la taiga y bosques áridos montañosos de coníferas). Los bosques son a menudo hogar de muchos animales y especies de plantas, y la biomasa por área de unidad es alta comparada a otras comunidades de vegetación. La mayor parte de esta biomasa se halla en el subsuelo en los sistemas de raíces y como detritos de plantas parcialmente descompuestos. El componente leñoso de un bosque contiene lignina, cuya descomposición es relativamente lenta comparado con otros materiales orgánicos como la celulosa y otros carbohidratos.

El término floresta fue equivalente a bosque en los libros de caballerías, como corresponden a su origen (del latín foresta), pero el cruce fonético con flor le añadió después la idea de amenidad que hoy se le asocia.[4]Selva fue equivalente a bosque según su origen etimológico, pero hoy se le asocia al bosque denso tropical y/o lluvioso. Parque es un bosque natural o artificial con un área delimitada. Arboleda es un área boscosa menor o sembrada.

Los bosques se diferencian de los arbolados por el grado de cobertura del dosel vegetal, en un ecosistema arbolado la presencia de árboles es minoritaria porque predominan las hierbas o matorrales; en un bosque las ramas y el follaje de los árboles distintos a menudo se encuentran o se entrelazan, aunque pueda haber huecos de distintos tamaños dentro de un bosque. Un arbolado tiene un dosel más abierto, con árboles notoriamente más espaciados, lo que permite que más luz solar llegue al suelo entre ellos; tal es el caso de la sabana arbolada y la pradera boscosa, en donde predominan los herbazales.


Una clasificación se establece por la composición predominante de los bosques según el tipo de hoja: hoja ancha, acicular (coníferas como el pino), o ambos.

Una forma de clasificación de los bosques es determinar la longevidad de las hojas de la mayoría de los árboles.

La fisionomía clasifica los bosques por su estructura física total o etapa de crecimiento. Los bosques pueden también ser clasificados más específicamente por las especies dominantes presentes en ellos. Desde el punto de vista de su historia y grado de alteración, los bosques pueden ser clasificados en:

El WWF clasifica a los bosques dentro de los siguientes biomas:

El estudio científico de los bosques se denomina ecología forestal, mientras que su administración por lo general es conocida como silvicultura, normalmente con el fin de extracción de recursos sostenible. Los ecólogos forestales se especializan en los patrones y procesos del bosque, generalmente con el objetivo de aclarar las relaciones de causa y efecto. Los silvicultores por lo general se enfocan en extraer madera y en la silvicultura, incluyendo la regeneración y el proceso de crecimiento de los árboles.

Los bosques pueden ser alterados cuando suceden hechos como la tala de árboles, los incendios forestales, la lluvia ácida, los herbívoros, o las plagas, junto con otras cosas, provocando un daño. En los Estados Unidos, la mayoría de los bosques han sido históricamente "atacados" por los humanos hasta puntos muy altos, aunque en los últimos años las prácticas silvícolas han mejorado, ayudando así a regular el impacto. Pero de todos modos el Servicio Forestal estadounidense (United States Forest Service) estima que cada año se pierden cerca de 1,5 millones de acres (6000 km²) de los 750 millones (3 000 000 km²) que hay en la nación.

Los diez países con mayor riqueza forestal suman el 67 % del área de bosque total. Rusia por sí sola tiene el 20 % del total mundial.[5]

El manejo de los bosques naturales puede tener varios objetivos:

Por ejemplo en Misiones, Argentina, casi dos tercios de su superficie está cubierta con bosques. Se explota el bosque nativo para diferentes usos. Las especies más valoradas son el cedro, el peteribi (muebles) y el guatambu (madera terciada). Hay extensas áreas de bosques implantados con pino (especie no nativa) y araucarias (especie nativa) principalmente en las márgenes del río Paraná. La producción forestal se destina a las fábricas de pastas celulósicas de Puerto Esperanza, Puerto Piray, y Puerto Mineral, a los aserraderos y otras industrias forestales existentes en la provincia.

Principales amenazas ambientales para los bosques

El cambio climático, la contaminación o las plagas, entre otros, son algunos de los factores que estresan a los bosques.[6]​ En muchos casos, el interés de las compañías nómadas multinacionales por los recursos minerales, la construcción de presas que inundan amplias zonas selváticas o el crecimiento de las ciudades y las vías de comunicación (carreteras, canales, etc.) son otras tantas razones para la regresión o fragmentación del bosque.

Mientras en el mundo la superficie forestal disminuye, en Europa aumenta. Durante los sesenta y setenta, se levantó una gran preocupación por el decaimiento del bosque en el continente, cuando el 45 % de los bosques mostraban síntomas de enfermedad: defoliación, mortalidad de individuos, etc. La mayoría de estudios relacionaron el decaimiento forestal con la contaminación del aire. El proceso era particularmente grave en Europa Central, sobre suelos ácidos, donde las fuertes emisiones de dióxido de azufre hacía bajar el pH del agua de lluvia a valores cuyo promedio podía acercarse a 3.[cita requerida]

Hay algunos factores externos que pueden causar el deterioro o destrucción del ecosistema del bosque, entre los que se incluyen la inundación del terreno de la represa para formar un reservorio (ver el capítulo sobre “Represas y Reservorios”), el desbroce del bosque para ganadería (ver el capítulo “Manejo de Ganado y Terrenos de Pastoreo”), la agricultura migratoria, y su conversión a la agricultura comercial (caucho, palma africana, café arroz y cacao).

Es motivo de preocupación mundial el deterioro rápido o destrucción completa de muchas áreas del bosque tropical húmedo de tierra baja, caracterizado por su gran diversidad de especies y complejidad ambiental, y las dificultades que se presentan al tratar de manejarlos de manera sostenible. Si bien la conservación de estas áreas forestales únicas, mediante el establecimiento de parques y reservas, es, potencialmente, la mejor manera de proteger su biodiversidad, los procesos ambientales, y los estilos de vida de sus moradores indígenas, sólo se puede proteger, en esta forma, algunas áreas limitadas. Las presiones económicas y el crecimiento de la población están intensificando el uso de la tierra que, anteriormente, era sustentable (agricultura migratoria), pero ahora alcanza niveles no sostenibles y destructivos, motivando la explotación forestal de desbroce, e impulsando la conversión en gran escala, de las tierras forestales a la agricultura y la ganadería, que, generalmente, son insostenibles y producen daños permanentes en el ecosistema forestal. Una de las maneras más adecuadas de proteger los bosques y prevenir su conversión a otras actividades orientadas a la producción, y preservar gran parte de sus valores ambientales, es la de manejar los bosques naturales para que su producción de madera y otros productos sea sustentables, y produzca resultados económicos importantes.

Las dos cuestiones críticas del manejo del bosque tropical húmedo para la producción de madera son:

En teoría, los bosques tropicales húmedos pueden proveer los productos forestales en forma indefinida. La realidad, sin embargo, es que existen pocos sistemas que han resultado ser sustentables, o que puedan ser aplicados a la mayoría de estos bosques naturales con un número limitado de especies. Por esta razón, y debido a las presiones económicas que exigen la generación de ingresos rápidos, solo una pequeña porción de los bosques tropicales húmedos de tierra baja que están siendo explotados, actualmente, se manejan de una manera sustentable.

El sistema de manejo forestal más adecuado para los bosques tropicales húmedos de tierra baja, por su gran diversidad de especies, es la explotación selectiva con la cual solo se extrae, un pequeño número de árboles por hectárea. Si esto se hace con cuidado, con un mínimo de deterioro del suelo y la vegetación circundante, se puede limitar los daños ambientales. Se reduce al mínimo los impactos sobre la biodiversidad del bosque y su capacidad para proveer servicios ambientales (el bosque proporciona cuatro de estos serviciosː fijación de dióxido de carbono, biodiversidad, ciclo del agua y fijación del terreno),[7]​ porque no se crean grandes espacios en el bosque, como es el caso con el desbroce.

Casi en todas las iniciativas que tienen un impacto en los bosques naturales, sea la explotación comercial de la madera, las industrias de procesamiento, o su conversión a otros usos, para otras actividades (minería, construcción de represas, riego, desarrollo industrial), o la clausura de los bosques para su rehabilitación o conservación, surgen cuestiones sociales importantes. Los proyectos de desarrollo que desbrozan los bosques para otros usos pueden desplazar a la gente o reducir su acceso a los recursos forestales, de los cuales depende para subsistir. La explotación forestal comercial puede destruir los recursos que son importantes, localmente, para las economías de subsistencia, y pueden abrir las áreas a la colonización incontrolada, causando mayor degradación ambiental y conflicto social. Asimismo, la clausura de los bosques para su rehabilitación o conservación puede reducir los ingresos de las poblaciones a su alrededor, privándoles de los nutrientes importantes o productos que generan ingresos. Esta clausura puede causar mayor degradación. Si la presión sobre el área cerrada es demasiado grande, los esfuerzos de conservación y rehabilitación pueden fracasar.

Los moradores del bosque tienen mucho conocimiento acerca de las calidades, utilización potencial, y sostenibilidad de la flora, la fauna, y los recursos geológicos locales, basado, a menudo, en el conocimiento adquirido en siglos de uso sostenible.

En las áreas altas, áridas y semiáridas, donde las fuentes de forraje sean limitadas, usualmente, los bosques y los sistemas locales de producción ganadera, están vinculados estrechamente; los agricultores, con frecuencia, adoptan estrategias de subsistencia mixta, en las que la producción ganadera en el bosque juega un papel importante. Por ejemplo, en la región Himalaya, la productividad de la agricultura de tierra alta depende principalmente del compost, y el humus que se recolecta en los bosques.

La caza y la recolección, así como la agricultura migratoria, han sido practicadas durante ciento de años en los bosques tropicales húmedos.

La pesca artesanal en la zona aluvial es importante para muchos de los moradores de los bosques de tierra baja.

Generalmente, la organización social de los grupos tradicionales está muy adaptada a las exigencias de los sistemas de producción. El conocimiento, tanto técnico, como administrativo, de estos recursos puede ser muy útil para los especialistas técnicos que buscan intensificar o modificar la producción de esta área u otra similar, es decir, para adaptar las recomendaciones agrícolas a las áreas donde, actualmente, se practica la agricultura migratoria, o para desarrollar modelos de gestión y utilización forestal para los bosques que serán rehabilitados. Al desplazarse los grupos que viven en los bosques, su conocimiento técnico aborigen del manejo y utilización del bosque, a menudo, se pierde. Se debe efectuar una evaluación cuidadosa, incluyendo un análisis económico real, antes de suponer que los usos actuales del bosque deban ser abandonados por algo «mejor».

Los aspectos de la tenencia de la tierra, casi siempre, son una preocupación en los proyectos forestales. A menudo, existen derechos sobrepuestos, que incluyen la tenencia reconocida por el Estado, y la tenencia de costumbre y/o sistemas de derechos concesionarios en cuanto a los productos. En el caso de las minorías étnicas que viven en los bosques, puede haber derechos consuetudinarios muy fuertes sobre las tierras forestales, que sean válidos, constitucionalmente, a pesar de haberse transferido al gobierno, subsiguientemente, la autoridad sobre estas tierras.

En muchas sociedades, los derechos a la tierra y a los árboles pueden ser separados, con normas específicas para las diferentes especies. Los grupos que viven en el bosque, con frecuencia, tienen reglamentos complejos de propiedad en cuanto a los bosques y los productos. Por ejemplo, los derechos a los árboles frutales pueden ser distintos a los que permiten que los individuos den otro uso a la tierra forestal, incluyendo la agricultura migratoria. Los sistemas tradicionales de tenencia pueden ser más apropiados para el manejo de las tierras frágiles, que las opciones propiciadas por el Estado.

La clausura de los bosques, o restricción del acceso y uso de los recursos, afecta, de manera diferente, a muchos grupos de la población. Por ejemplo, los ganaderos sin tierras pueden ser los más perjudicados económicamente, por la clausura de estas áreas, porque ellos, a diferencia de los agricultores con tierras, no pueden obtener forraje de su propio terreno. Las mujeres pueden tener una carga de trabajo mucho mayor debido a la necesidad de viajar distancias mucho mayores para encontrar los recursos necesarios; sin embargo, la gente local posiblemente no identifique esta carga como un problema, debido al estado más bajo de la mujer en la sociedad. Si las rutas de los pastores migratorios son afectadas, estos pueden ser obligados a utilizar excesivamente otras tierras fuera del área del proyecto, que todavía estén disponibles, produciendo impactos negativos, tanto para esas tierras, como para los grupos sedentarios que dependen de ellas.

Los planificadores, cada vez más, están explorando las maneras de integrar las necesidades de la gente local a las iniciativas de conservación y rehabilitación de los bosques, a través de la promoción del manejo adecuado de los recursos de propiedad común o los sistemas de administración conjunta entre el gobierno y los usuarios. Es importante documentar los sistemas locales de administración existentes, incluidos los que han fallado debido al aumento de presión. En las áreas de biodiversidad única, otras medidas han incluido la creación de zonas de protección, que generan alternativas para la gente que depende, tradicionalmente, del área que va a ser conservada, o se han diseñado sistemas de conservación que permiten que la gente local utilice, en forma controlada, el área protegida. Ejemplos:

La expansión de la utilización de los productos forestales puede ayudar a intensificar el manejo del bosque. Muchas especies no se utilizan por falta de la infraestructura necesaria de procesamiento o comercialización. En los bosques tropicales, con su gran diversidad de especies, a menudo, las especies individuales que son comerciales están dispersas en un área grande, dificultando la cosecha, y, a menudo, volviéndola antieconómica. Posiblemente no sea rentable la explotación forestal en los bosques menos diversos, pero remotos, o de baja densidad.

Si los productos nuevos fueran de otras especies, o si fuera posible aprovechar muchos diferentes tamaños, gracias al mejoramiento del proceso o el desarrollo de nuevos mercados, se podría utilizar una mayor proporción del material forestal. Existe mucha amplitud, no solamente para desarrollar los nuevos productos, sino también para conservar las existencias actuales (p. ej. desarrollando chapas, madera terciada y aglomerado que sean más eficientes, utilizando los desperdicios de la explotación forestal y reciclando los desechos de las plantas de procesamiento) puede ayudar a equilibrar la oferta con la demanda, y quitar la presión que se aplica sobre los bosques naturales. Son obvios los beneficios de estos métodos, así también los peligros. El mayor uso de una selección más amplia de especies puede llevar al desbroce en gran escala, o a la «minería» del recurso forestal.

Las alternativas para el manejo de los bosques primarios y secundarios, para madera, los productos no igníferos y la producción agrícola y ganadera, amplia y de bajo impacto, son las siguientes:



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