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Fundación Eva Perón



La Fundación Eva Perón fue una institución creada por Eva Duarte, esposa del entonces presidente de Argentina, Juan Domingo Perón con el objetivo de proporcionar asistencia social, que funcionó desde 1948 hasta 1955. Aunque inició informalmente sus tareas a comienzos de 1948, fue legalmente creada por el Decreto N.º 20.564 del 19 de junio de 1948. Inicialmente se llamó "Fundación de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón" y el 25 de septiembre de 1950, por decreto 20268, pasó a denominarse "Fundación Eva Perón".[1]

Mientras vivió, su fundadora se ocupó personalmente de muchos de sus aspectos e incluso atendía durante horas a gente que llegaba de todo el país con pedidos de ayuda. Luego de su fallecimiento en 1952, la actividad de la entidad decreció y después del derrocamiento de Perón la dictadura dispuso su liquidación.

Era costumbre que la Sociedad de Beneficencia de Buenos Aires (que había sido fundada por Bernardino Rivadavia) designara presidenta honoraria a la primera dama. Cuando Eva Perón se entrevistó con sus directivos adujeron como excusa para no darle el cargo que por su edad carecía de la experiencia necesaria y también rehusaron la propuesta de Eva Perón que en tal caso se designara a su madre.

En tanto las sociedades de beneficencia tradicionales se limitaban en general a subvencionar instituciones de ayuda, la Fundación construyó establecimientos de diversa índole, incluyendo policlínicos en el Gran Buenos Aires y los edificios para unas mil escuelas en la Provincia de Buenos Aires.

Tras la muerte de Eva Duarte la conducción pasó a estar a cargo de un consejo de nueve miembros (eran cinco obreros y cuatro delegados del Estado) Perón nombró al coronel Alberto Bolaños como Gerente General de la Fundación, quien la reorganizó abriendo tres ramos de trabajo: el ejecutivo, el administrativo y el financiero. La descentralización era la clave de los pasos que se fueron tomando. Cuando el 16 de septiembre de 1955 un golpe de Estado derrocó a Perón, la Fundación Eva Perón fue una de las primeras víctimas de ese régimen dictatorial. Llegaron a romperse frascos de bancos de sangre en los hospitales por tener el sello de la entidad, y a secuestrarse pulmotores por tener esa misma marca. Se confiscaron muebles de hogares, hospitales y escuelas, se quemaron ropa, medicamentos, sábanas y frazadas que suministraba la Fundación.[2]

La primera actividad pública de la Fundación se realizó el 3 de abril, al inaugurar el Hogar de Tránsito N.º 1 en la calle Carlos Calvo 102 de la ciudad de Buenos Aires.[1]​ El 19 de junio de ese mismo año fue legalmente creada por Decreto N.º 20.564/48 y el 8 de julio se le otorga la personería jurídica con sede en la Avenida Paseo Colón 850.[1]

El 14 de julio de 1949 inauguró el Hogar y Ciudad Infantil, situado en el barrio de Belgrano de la ciudad de Buenos Aires, que luego llevaría el nombre de Amanda Allen, en homenaje a la enfermera de la Fundación que falleció junto a su compañera Luisa Komel, al regresar de un viaje de ayuda humanitaria en Ecuador debido al Terremoto de Ambato.[1]

El 30 de diciembre de 1949 la Fundación inauguró el Hogar de la Empleada General San Martín, en la Avenida de Mayo 869 de la ciudad de Buenos Aires. El 18 de octubre de 1950 se inauguró el edificio de la sede la Confederación General del Trabajo, donado por la Fundación, en la calle Azopardo 820 de la ciudad de Buenos Aires.

La Fundación distribuía libros, alimentos, ropa, máquinas de coser, y juguetes para familias carenciadas del país. Se encargó de construir hospitales, escuelas, campos deportivos, hogares de ancianos, hogares para madres solteras, para jóvenes que llegaban desde el interior del país a Buenos Aires para continuar sus estudios. La Fundación brindó asistencia también a otros países, entre otros, a Croacia, Egipto, España, Francia, Israel, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Honduras, Japón y Chile.

Sus logros fundamentales fueron:

Antes de la creación formal de la fundación en 1948 y desde la misma asunción del cargo de Presidente por parte de Perón en junio de 1946, Eva Perón atendió personalmente los pedidos sociales que llegaban a la presidencia de la Nación, desde la residencia presidencial Palacio Unzué (actual Biblioteca Nacional), trasladándose primero al Palacio de Correos (hoy Centro Cultural Kirchner), entre junio y septiembre de 1946 y luego a una oficina del Concejo Deliberante, donde había funcionado la Secretaría de Trabajo y Previsión. En la sede del Concejo, Eva Perón instaló su oficina privada en el antiguo despacho de Juan Domingo Perón (actual oficina del vicepresidente primero) y, en la antesala de Presidencia atendía a las personas que se acercaban a solicitarle su ayuda, al menos dos veces por semana a las personas comunes y un día a los dirigentes gremiales. Esa sala, que hoy se denomina Salón Eva Perón, sirvió como sede temporal de la Fundación, desde su creación formal en junio de 1948 hasta julio de 1952.

Eva Perón pensó en una sede permanente para la Fundación. Para ello, se encargó la construcción de un edificio en la Avenida Paseo Colón 850 de la Ciudad de Buenos Aires, que Eva Perón no llegó a inaugurar por su fallecimiento.[3]​ En 1956 el edificio fue destinado por la dictadura militar que tomó el poder en 1955 a la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires al disponerse la disolución de la Fundación.

Después del golpe militar, la Fundación fue saqueada en septiembre de 1955, la Dirección de Asistencia Integral sostuvo como objetivo intervenir, desmantelar y disolver toda la obra de la Fundación Eva Perón. Marta Ezcurra, fundadora de la juventud de la Acción Católica en 1931, ordenó el 23 de ese mes de ese mismo año la ocupación militar de cada una de las Escuelas Hogar. Se retiraron o se destruyeron todos los símbolos peronistas. Los niños alojados en ellos fueron testigos, en cada uno de los patios, de la quema de frazadas, sábanas, colchones, pelotas y juguetes con el logo de la FEP. Cada Hogar fue intervenido por Comandos Civiles que, en el caso de la Clínica de Recuperación Infantil Termas de Reyes, de Jujuy, llegaron al extremo de expulsar a los niños internados para dejar inaugurado allí, muy poco después, un casino de lujo. En Mendoza los golpistas tiraron al río toda la vajilla y cristalería, que había sido importada de Finlandia y Checoslovaquia, con la que habían comido los niños internados. En todo el país, además de la destrucción de los pulmotores en cuyas placas estaban grabadas las iniciales de la FEP.[4]​ Marta Ezcurra dispone la intervención inmediata de cada uno de los institutos el día 24 de septiembre. Convoca para ello, a los miembros de los “comandos civiles” de la Acción Católica Argentina, ordena el desalojo inmediato de todos los niños y niñas, manda destruir todos los frascos de los Bancos de Sangre de los Hospitales de la Fundación porque contenían sangre “peronista”. Ordena el asalto militar contra la Escuela de Enfermeras, y dispone su cierre definitivo. Determina la confiscación de todos los muebles de los hospitales, hogares para niños, hogares escuelas y hogares de tránsito por ser demasiado lujosos y los lleva a las casas de los miembro de los comandos civiles, [5]​ entre ellos el mobiliario que terminaría en las casas de los miembros de los comandos civiles.[6]

Los fondos de la Fundación provenían de aportes de distinta índole: estaban los obligatorios impuestos por leyes nacionales sobre los jornales de los obreros argentinos dos veces al año, un porcentaje de las entradas anuales de actividades administradas por el estado -Lotería Nacional, los casinos y las carreras de caballos-, y las donaciones de empresas privadas, aparentemente voluntarias pero constituyendo en la práctica casi un requisito para funcionar sin problemas con el gobierno peronista. También recibía fondos del Estado y utilizaba inmuebles, personal y medios de transporte del mismo. Un decreto del Poder Ejecutivo dispuso que los sobrantes de las partidas de cada ministerio se transfiriera a la Fundación y pese a que fue objetado por el Tribunal de Cuentas igual fue aplicado.[7][8][9]

Después del golpe de estado de 1955, los comerciantes fueron invitados a denunciar ello, se establecieron dos comisiones y solo hubo una denuncia por parte de la mueblería Sagasti. La denuncia no tuvo éxito. Sagasti había querido entregar a la Fundación camas mal hechas y de madera inferior. La Corte falló en contra de la mueblería.[10]​La Comisión Nacional también admitió que: “A pesar de la exhaustiva investigación llevada a cabo no se han llegado a comprobar hechos que estuvieran penados por las leyes, pues el procedimiento técnico y legal al que se ajustaron las licitaciones, concursos de precios y compras han sido realizados en todo momento dentro de las normas administrativas de rutina[11]

La oposición le reprochaba que pese a que los aportes, algunos de ellos compulsivos, la obra se realizara en nombre de Eva Perón.[12]

Adela Caprile y María Delfina Matilde Salomé Caprile de Ezcurra, pertenecientes a círculos católicos fueron nombradas por el dictador Pedro E. Aramburu en comisión liquidadora de la Fundación instaurada tras el golpe de Estado, Adela Caprile declaró más tarde: "No se ha podido acusar a Evita de haberse quedado con un peso. Me gustaría poder decir lo mismo de los que colaboraron conmigo en la liquidación del organismo.”[13]



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