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Fundamentalismo cristiano



El fundamentalismo cristiano es el movimiento ultraconservador surgido entre los cristianos protestantes evangélicos en Estados Unidos, a finales del siglo XIX como consecuencia de las teorías de la alta crítica alemana y el liberalismo teológico. Se caracterizan por lo general en estipular: la inerrancia de la Biblia y su historicidad plena, el literalismo bíblico, la adhesión a la literalidad de la creación del mundo por Dios en una semana (rechazo de la Teoría de la Evolución), la independencia de la Iglesia respecto el Estado, el nacimiento virginal de Jesús, y el rapto de los creyentes a la segunda venida de Cristo con el Milenio.[1][2]

El fundamentalismo provino de múltiples corrientes extremistas en las teologías británicas y estadounidenses:[3]

El fundamentalismo cristiano se remonta a los primeros colonizadores de Boston y Nueva Inglaterra, llegados a partir de 1620, y a quienes se les conoce como los Peregrinos puritanos. Venían de Inglaterra y Holanda, huyendo de naciones donde se les perseguía por sus creencias religiosas.

Los puritanos creían que estaban en un pacto social con Dios y que fueron elegidos por Él, para ayudar a redimir al mundo mediante la total obediencia a su voluntad. Si fueran fieles al pacto, serían bendecidos; si no, fracasarían. Dentro de una visión teocrática, era responsabilidad del gobierno hacer cumplir las normas morales y garantizar que se estableciera y se mantuviera el verdadero culto religioso. En las colonias puritanas, la iglesia congregacional funcionaba como una religión estatal. En Massachusetts, no se podría establecer una nueva iglesia sin el permiso de las iglesias congregacionales existentes de la colonia y el gobierno.[4]​ Del mismo modo, Connecticut permitió solo una iglesia por pueblo o parroquia, que tenía que ser Congregacional.[5]

Todos los residentes de Massachusetts y Connecticut estaban obligados a pagar impuestos por el apoyo de las iglesias congregacionales, incluso si eran disidentes religiosos. La franquicia se limitó a los miembros de la iglesia congregacional en Massachusetts y New Haven, pero los derechos de voto fueron más extensos en Connecticut y Plymouth.[4]​ En Connecticut, la asistencia a la iglesia los domingos era obligatoria (tanto para los miembros de la iglesia como para los no miembros), y los que no asistían eran multados.[5]​ Sin embargo, los que tenían cargos en la iglesia tenían prohibido ocupar cargos en el gobierno civil.[4]

En Massachusetts consideraron a los cuáqueros como uno de los herejes más reprensibles y promulgaron varias leyes contra ellos, incluido el destierro bajo pena de muerte en caso de retorno. Bajo vigencia de esta legislación, en Boston fueron ejecutados dos cuáqueros en 1659 y tres más, entre ellos Mary Dyer, fueron ahorcados el 1 de junio de 1660.[6]

Una segunda corriente fue la doctrina de la inerrancia bíblica, formulada en el Princeton Theological Seminary para responder a la lectura crítica de la Biblia. Desde Princeton se declaró, que siendo la Biblia fue divinamente inspirada (2 Timoteo 3:16) no tiene ningún error.[7][3][8]​ El profesor de teología del Seminario de Princeton, Charles Hodge, insistió en que la Biblia era inerrante porque Dios inspiró o "insufló" sus pensamientos exactos en los escritores bíblicos. Los teólogos de Princeton creían que la Biblia debería leerse de manera diferente a cualquier otro documento histórico, y también creían que el modernismo cristiano y el liberalismo llevaron a las personas al infierno al igual que las religiones no cristianas.[9]

La inerrancia bíblica fue un punto de encuentro particularmente significativo para los fundamentalistas.[10]​ Este enfoque de la Biblia está asociado con enfoques hermenéuticos evangélicos conservadores de las Escrituras que van desde el método histórico-gramatical hasta el literalismo bíblico.

La interpretación dispensacionalista de la Biblia fue desarrollada a partir de 1830 en Inglaterra por Edward Irving y John Nelson Darby. Las ideas de este último fueron difundidas ampliamente por las notas y comentarios de la Biblia anotada de Scofield, publicada por primera vez en 1909. El dispensacionalismo es una teoría milenarista, que divide todo el tiempo en siete etapas diferentes, llamadas "dispensaciones", consideradas como etapas de la revelación de Dios. Al final de cada etapa, de acuerdo con esta doctrina, Dios castigó a las personas particulares que participaron en cada dispensación, por su incumplimiento de los requisitos que estaban bajo su duración. Se creía que el aumento del secularismo, el liberalismo y la inmoralidad en la década de 1920 eran signos de que la humanidad había fallado nuevamente a la prueba de Dios.

Los dispensacionalistas profesan que actualmente hay dos pueblos de Dios, Israel y la iglesia cristiana. Israel como una nación étnica[11]​ compuesta de hebreos (israelitas), que comienza con Abraham y continúa existiendo hasta el presente. La Iglesia, por otro lado, consiste en todos los individuos salvos por la gracia en la dispensación actual, es decir, desde el "nacimiento de la Iglesia" en Hechos, hasta el momento del arrebatamiento de los integrantes de la Iglesia evangélica, antes de la Gran Tribulación.[12]​ Los dispensacionalistas clásicos se refieren a la Iglesia actual como un "paréntesis" o interludio temporal en el progreso de la historia profetizada de Israel.[13]​ Los dispensacionalistas creen que Israel como nación abrazará a Jesús como su mesías hacia el final de la Gran Tribulación, justo antes de la Segunda Venida.

Los dispensacionalistas se aferran a una forma de escatología que aboga por la creencia de que el mundo está al borde de la última etapa, conocida como la Gran Tribulación, que terminará en una batalla final en Armagedón (el valle de Meguido), seguido del regreso de Cristo, su reinado de 1,000 años en Israel, una rebelión final y luego un juicio final, después del cual toda la humanidad, los demonios y los ángeles se dividirán en el Cielo o en el Lago de Fuego.

La Conferencia Bíblica de Niágara (llamada oficialmente la "Reunión de creyentes para el estudio de la Biblia") se realizó anualmente de 1876 a 1897, con la excepción de 1884.[14]​ En los primeros años se reunió en diferentes centros turísticos de los Estados Unidos. A partir de 1883, se celebró en Niagara-on-the-Lake, Ontario, en el Queen's Royal Hotel y su pabellón.

La mayoría de los oradores eran dispensacionalistas, y la Conferencia de Niágara introdujo a muchos protestantes evangélicos en la enseñanza dispensacionalista. Los mensajes generalmente se centraron en las doctrinas de Cristo, el Espíritu Santo, la Biblia, las misiones y la profecía. El premilenialismo y el dispensacionalismo se defendieron y enseñaron.

En 1878, la Reunión de creyentes para el estudio de la Biblia produjo el documento que se conoció como el "Credo de Niágara". Esta declaración de fe de 14 puntos fue una de las primeras en proclamar explícitamente la fe en el regreso premilenial de Jesucristo a la tierra. El Credo de Niágara no afirma explícitamente el dispensacionalismo, pero se refiere a varias creencias dispensacionalistas clave, incluida la realidad del milenio, la restauración de Israel y la distinción entre el juicio de los salvados y los condenados.

Para Hans Küng el primer artículo del Credo Niágara de 1878 se formuló como base de todo el movimiento fundamentalista cristiano:[1]

Se puede fechar el inicio del uso de «fundamentalista» a finales de la década de 1910, tras la enunciación en 1910 por parte de la Asamblea General de la Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos de los Cinco Fundamentos (o fundamentales) necesarios y esenciales de la fe cristiana. Esto vino a raíz de una disputa el año anterior sobre si se debía ordenar sacerdotes a un grupo de novicios que se negaban a afirmar el nacimiento de Cristo del cuerpo de una virgen. Los Fundamentos escogidos fueron, pues:

Siguiendo estas pautas es obvio que hay muchas ideas que hoy se asignarían inmediatamente a un fundamentalista y que, sin embargo, están ausentes de la declaración de la cual toman el nombre. Por ejemplo, no se da siempre que quien afirma la infalibilidad de la Biblia argumente también a favor de una interpretación literal de la misma. De hecho, las corrientes 'literalistas' tienen unas raíces mucho más profundas que el fundamentalismo y se remontan a las discusiones de antaño sobre si la Biblia se puede traducir, etc.

Actualmente esta corriente fundamentalista es considerada la más influyente y de mayor crecimiento en Estados Unidos y otros países con fuerte presencia bautista. No es una denominación como tal dentro de las iglesias bautistas, sino una reacción conservadora al modernismo y a la relajación de las costumbres dentro y fuera de la Iglesia.

Los fundamentalistas se distinguen por su conservadurismo en cuestiones políticas, sociales (rechazo del aborto, la homosexualidad, el divorcio, etc.) y religiosas (practican la llamada “separación bíblica”, rechazando el ecumenismo [o la unión con otras iglesias] que no esté basado en la fidelidad a las Escrituras).

Según la definición dada en el Congreso Mundial de Fundamentalistas de principios de 1920, un fundamentalista es un creyente “nacido de nuevo” en el Señor Jesucristo que:

Recientemente, debido al mal uso que los medios han dado al término “fundamentalismo” (de cuño cristiano conservador), los bautistas fundamentalistas han comenzado a llamarse a sí mismos: “conservadores”, “fundamentales” o “iglesias bíblicas”.

El fundamentalismo cristiano, según Idelfonso Murillo, cumpliría las siguientes características:[1]

En general el término fundamentalismo se utiliza para referirse a posiciones radicales y conservadores dentro de cualquier ideología o religión que en algunos casos pueden llegar a adoptar acciones armadas y terroristas. El fundamentalismo puede referirse tanto a fundamentalismos religiosos (fundamentalismo islámico, fundamentalismo cristiano, fundamentalismo judío) como a otras ideologías como ocurre en el denominado fundamentalismo de mercado o en el fundamentalismo comunista.[15]​ Habitualmente la construcción de un pasado histórico mitificado y sesgado contribuye a relanzar visiones enfrentadas de raíz religiosa que justificarían comportamientos radicales y acciones terroristas (Atentados del 11 de septiembre de 2001, Atentados del 11 de marzo de 2004, Atentados de Noruega de 2011).[2]

Desde finales del siglo XX y durante el siglo XXI se hace referencia al fundamentalismo cristiano cuando desde posiciones de raíz cristiana se defienden posturas radicales y conservadoras que por sí mismas justificarían la violación o inclumplimiento de otras normas civiles de rango nacional o internacional que estuvieran en contra de esos principios llegando, en ocasiones, a promover la acción violenta para la defensa de esos principios. En este sentido no se diferencia de ningún otro tipo de fundamentalismo. Los fundamentalismos se retroalimentan al negarse mutuamente y provocarían enfrentamientos indeseados (guerra de religión, choque de civilizaciones, guerra contra el terrorismo).[1][2][16][17][18][19][20][21]

Una parte de los fundamentalistas se caracteriza actualmente por un apoyo decidido a la política conservadora, especialmente de Estados Unidos. Aunque doctrinalmente rechazan radicalmente el catolicismo, comúnmente convergen en la práctica política, con los católicos.



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