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Gachas de panizo



Las gachas de panizo (también, gachas de maíz), son una comida típica, aunque no exclusiva del Rincón de Ademuz, provincia de Valencia, (Comunidad Valenciana, España).

Como toda comida tradicional, y de condición cultural, las gachas superan el ámbito administrativo y geográfico comarcal pudiendo encontrarse también en zonas limítrofes de Cuenca y Teruel, aunque con variantes.

Las gachas de panizo se basan en la harina de maíz (Zea mays), cereal de cuya existencia en la zona ya da cuenta el botánico Cavanilles durante su estancia en la zona a finales del siglo XVIII (1792).[1]

No existen noticias históricas documentales referentes a las gachas de maíz, aunque los testimonios recogidos dicen que desde finales del siglo XIX y durante todo el siglo XX han sido un plato común entre las gentes de la comarca: los padres y abuelos de los vecinos más ancianos del Rincón de Ademuz ya comían este tipo de gachas.[2]

La primera receta culinaria escrita la recoge una guía gastronómica valenciana (1977), vinculada a Torrebaja (Valencia), aunque la fórmula trasciende lo local.[3]

El guiso tradicional consiste en un cocimiento de harina de maíz (aunque también puede hacerse mezclada con harina de trigo) en un caldero de cobre, durante unos tres cuartos de hora, evitando que el hervor del agua cubra la harina en ningún momento.[2]

Las gachas de panizo (maíz) son una comida familiar y amistosa por excelencia, la tradición aconseja comerlas en grupo directamente del caldero, con cuchara de madera, colocando el recipiente en el centro y disponiéndose los comensales alrededor. En la actualidad, sin embargo, muchos prefieren comerlas en plato, sentados a la mesa: el primer cuarto de hora se dedica a comentar el estado del guiso, mientras se saborean los primeros bocados y tragos de vino.[2]

Se trata de una comida de invierno, aunque nada impide comerlas en cualquier otra estación, sabiendo que es una ingesta contundente. Las gachas se hacían siempre para la matanza del cerdo, y en época de labranza y siembra, pues es pitanza de hermandad, muy calórica y repartible. Hoy se come en cualquier momento –hay familias que las comen muchos domingos, como los valencianos de la costa la paella-, pero siempre en ambiente festivo y fraterno, también con ocasión de celebraciones populares y/o comunitarias. El postre de la comida de gachas se basa en frutas de la estación, si es invierno manzanas, uvas, nuezs, caquis, calabaza asada, naranjas, mandarinas, etc.[2]

Detalle de un plato de gachas de panizo con su habitual condimento.

Detalle del postre tras las gachas de panizo.

Detalle del postre tras las gachas de panizo.



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