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Cuenca (España)



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Cuenca es un municipio y ciudad española perteneciente a la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha y capital de la provincia homónima. Está situada algo al norte del centro geográfico de la provincia, a una altitud media de 946 m sobre el nivel del mar y su extenso término municipal, de unos 911 km², es uno de los mayores de España.[5]​ El municipio cuenta con una población empadronada de 53 988 habitantes (INE 2021).

Aunque en los alrededores de la ciudad se tiene constancia de población desde el Paleolítico Superior,[6]​ no es hasta la conquista musulmana cuando se construye la fortaleza de Qūnka, que dio origen a la ciudad actual.[7]​ Esta se contaba, en origen, entre las otras tantas de la cora de Santaver (Ercávica), pero fue ganando importancia paulatinamente.[8]​ El rey cristiano Alfonso VIII la conquistó en 1177 y le otorgó el Fuero de Cuenca, uno de los más prestigiosos de la historia de Castilla.[9]​ Su economía se centró en la industria textil, de gran renombre durante los siglos XV y XVI, lo que produjo una gran actividad constructiva. Sin embargo, la pañería se hundió en el siglo XVII, conllevando una drástica pérdida de población, que fue recuperándose a lo largo del siglo siguiente. En 1833 se convirtió en la capital de la nueva provincia de Cuenca, aunque las agitaciones del periodo hicieron que la ciudad se mantuviera en estado precario hasta bien entrado el siglo XX.[8]​ En la actualidad, la economía se centra sobre todo en el turismo, potenciado desde que en 1996 su casco antiguo fuese declarado Patrimonio de la Humanidad.[10]

Cuenca conserva un importante patrimonio histórico y arquitectónico en toda la ciudad antigua, donde destacan edificios como la catedral o las Casas Colgadas, que se han convertido en el icono de la ciudad.[11][12]​ Se caracteriza también por poseer un buen número de museos (más de diez) en el reducido espacio del casco antiguo. Destacan el Museo de Arte Abstracto Español, el Museo de las Ciencias de Castilla-La Mancha, el Museo Paleontológico de Castilla-La Mancha y el Museo de Cuenca.[13]​ Entre los principales eventos culturales se encuentran la Semana Santa[14]​ y la Semana de Música Religiosa.[15]

El topónimo Cuenca procede de la forma latina tardía conca (latín clásico: concha, -ae[16]​), con el significado metonímico de «valle profundo entre montes»,[17]​ con paralelismos en otros topónimos españoles. Si bien la primera forma documentada del lugar (y primera mención histórica del mismo) nos viene en el s. IX en su forma árabe قونكة (Qūnkatu), esta palabra es inexplicable (y morfológicamente imposible) desde la lengua árabe, por lo que claramente es una adaptación de un topónimo anterior, que en este caso no tenemos documentado (hay muchos ejemplos similares en toda la península), pero que es previsiblemente el que hemos indicado al principio. Este nombre en origen fue aplicado sólo a la alcazaba, situada donde hoy se levantan los restos del castillo, y posteriormente se extendió al conjunto de la ciudad.[7]

Cuenca ostenta la categoría histórica de ciudad, con los títulos de «Muy Noble, Muy Leal, Fidelísima y Heroica». Obtuvo el título de «Ciudad» de Alfonso X en 1257,[18]​ y los de «Muy Noble y Muy Leal» en 1465, de mano de Enrique IV.[19]​ Tras la Guerra de Sucesión, en la que Cuenca luchó a favor de Felipe V, este le otorgó los títulos de «Fidelísima y Heroica».[9]

El escudo de Cuenca se describe heráldicamente de la siguiente manera: En un campo de gules (rojo), un cáliz de oro sumado de una estrella de ocho puntas de plata. Al timbre corona real antigua, abierta, compuesta por un círculo de oro engastado de piedras preciosas que sostiene ocho florones, visibles cinco, interpolado de perlas.[20]​ Tradicionalmente, se ha explicado esta composición suponiendo que estas fueran las armas entregadas por Alfonso VIII a la ciudad, significando el rojo la sangre que conllevó la toma de la ciudad, la estrella por haber comenzado el sitio el día de la Epifanía y el cáliz por haberse consumado este el día de san Mateo.[20]​ No obstante, la investigación heráldica ha confirmado que, en una primera etapa, el cáliz no sería tal sino un cuenco, arma parlante de Cuenca al menos desde tiempos de Alfonso X.[20]​ En tiempos de los Reyes Católicos, se extiende la costumbre de modificar los emblemas tradicionales por otros más ornados, por lo que el cuenco se transforma en cáliz. La estrella quizás tenga su origen en el emblema del reino de Toledo, habiendo variado el número de sus puntas entre seis y ocho a lo largo de los siglos.[20]​ También está la leyenda de que, el 6 de enero de 1177 cuando el rey Alfonso VIII asediaba la ciudad para liberarla de los árabes, se apareció la virgen en forma de luminaria celeste. De hecho, sus reiterados paseos por el campamento de Alfonso VIII, y después de dos reconocimientos, la convertirían en la patrona de la ciudad, Nuestra Señora de la Luz, y en el nuevo escudo de Cuenca figuraría una estrella flotando sobre un cáliz.

La ciudad de Cuenca se divide en dos zonas bien diferenciadas: la ciudad antigua y la ciudad nueva. La primera está situada sobre un cerro rocoso bordeado por las hoces del río Júcar al norte y su afluente el río Huécar al sur.[14]​ Este último río desemboca en la parte baja de la ciudad antigua, un poco antes del llamado puente de San Antón. Al oeste y sur de la ciudad antigua, y separada por el río Huécar, se extiende la ciudad nueva en dirección N-S, con su centro neurálgico en la calle de Carretería.[14]​ El centro de la ciudad se encuentra a 997 metros sobre el nivel del mar.[1]​ La altitud de la ciudad (la zona urbana) oscila entre los 920 metros de altitud de la ciudad nueva y los poco más de 1020 de la parte más alta de la ciudad antigua.[5]​ Sin embargo, la altitud del municipio varía entre los 869 metros en el último tramo del río Júcar en el municipio, hasta los 1864 metros en el cerro Mogorrita, coincidiendo con el punto más alto de la provincia de Cuenca y situado al norte de la misma, en la serranía de Cuenca y a unos 43 kilómetros de la ciudad.[2]

De acuerdo con la clasificación climática de Köppen, el clima de Cuenca es mediterráneo (Csa), pudiéndose considerar mediterráneo continentalizado de acuerdo con otras fuentes, por tener una amplitud térmica notablemente mayor que en la costa. Las temperaturas son frías en invierno y suaves en verano, y una importante oscilación térmica diaria durante todo el año, más acusada en los meses cálidos, en especial los estivales. Las precipitaciones son más abundantes que en su entorno[cita requerida] debido a la orografía montañosa de la serranía de Cuenca, por lo que se sitúan en torno a los 500 mm anuales. Presenta un mínimo de lluvias en los meses de verano. Los récords de temperatura registrados en el Observatorio de Cuenca son los 39,7 °C del 10 de agosto de 2012 y los -17,8 °C del 3 de enero de 1971, lo que le atribuye una oscilación térmica absoluta de 57,5 °C.

El árbol más común alrededor de Cuenca es el pino (albar, laricio y rodeno), aunque antiguamente lo fue la encina.[23]​ No obstante, en las hoces del Júcar y del Huécar puede encontrarse otro tipo de vegetación, dominada por grandes arboledas de álamos, olmos y sauces.[23]

Los primeros vestigios humanos de la provincia de Cuenca datan del Paleolítico Superior, en torno al 90 000 a. C.[6]​ Las principales tribus de la zona parece que fueron en un principio los beribraces, que se dedicaban al pastoreo, y los arévacos, agricultores, llegando luego los olcades, de carácter indómito y guerrero, que tomaron el control de la mayor parte de la actual provincia, y los lobetanos, pastores y agricultores, que tenían su capital en Lobetum.[6]​ Ya en época romana la serranía conquense, se vio envuelta en varias de las guerras celtíberas. Si bien en la provincia existieron tres importantes ciudades romanas (Segóbriga, Ercávica y Valeria), la zona de la capital estuvo muy poco poblada, habiéndose hallado tan solo vestigios de un pequeño asentamiento cercano al puente del Castellar.[6]

El esquema poblacional romano se perpetuó a la llegada de las invasiones bárbaras, aunque ya con un declive de los centros urbanos romanos.[6]​ Es durante la posterior invasión musulmana cuando aparece constancia de poblamiento en el emplazamiento actual de Cuenca. Aunque no está clara su fundación, ya existía en el año 784 la ciudad de Qūnka o Kūnka, favorecida por la base que establecieron los Banu Di-l-Nun,[24]​ e integrada en la cora de Santaver.[8][25]​ La plaza fue creciendo en importancia y población, hasta que consiguió convertirse en capital de la cora. No obstante, al caer el califato de Córdoba en 1031, quedó integrada en la Taifa de Toledo,[25]​ sirviendo de puente para la conquista de los reinos de Valencia y Córdoba. Como consecuencia de la derrota de Alfonso VI en Sagrajas, el rey sevillano Al-Mu'tamid aprovechó para adueñarse de Cuenca; pero, en 1091, los almorávides atacaron Sevilla y el rey Al-Mutamid se vio obligado a pedir ayuda al rey leonés. En 1108, Cuenca pasó al control de los almorávides tras la batalla de Uclés.[26]

Según la tradición, Alfonso VIII puso cerco a la ciudad el día de la Epifanía de 1177 y entró triunfante en Cuenca el 21 de septiembre del mismo año.[8]​ La población se distribuyó dentro de la ciudad de acuerdo con su religión: los musulmanes quedaron relegados a la zona del alcázar (actual plaza de Mangana),[9]​ mientras que la judería se estableció en torno a la actual calle de Zapaterías y el resto de la ciudad se dividió en parroquias católicas.[8]​ Una vez acabada la conquista, se constituyó un concejo y una sede episcopal y se llevó a cabo una campaña de repoblación,[8]​ favorecida por el Fuero de Cuenca, que fue el prototipo de muchos de los subsiguientes fueros de Castilla, León, Aragón y Portugal.[9]Alfonso X le concedió título de ciudad en 1257.[18]​ Durante los siglos XIV y XV se empezó a configurar la parte baja de la ciudad, apareciendo los barrios de San Antón y de Tiradores.[9]​ En el marco de las disputas entre el rey Alfonso XI y Don Juan Manuel, Cuenca llegó a formar parte durante algunos años del señorío de Villena, volviendo a pertenecer al rey cuando este le otorgó plena amnistía al señor de Villena.[27]​ La ciudad fue asediada varias veces por los aragoneses, pero nunca llegaron a tomarla.[19]

Cuenca se convirtió en un importante nexo económico a causa, sobre todo, de la producción textil y ganadera. El comercio de paños y la producción de alfombras trajo consigo una extensa industria de transformación de lanas,[9]​ calculándose que la población de la ciudad en el siglo XVI alcanzaría los 15 000 habitantes,[29]​ Cuenca se convirtió en cabeza del sistema judicial y se le concedió el voto en Cortes,[8]​ mientras que la bonanza económica se tradujo en una imparable actividad constructiva.[29]​ Sin embargo, la epidemia de peste de 1588 fue preludio del declive que se alargaría durante todo el siglo XVII. A la epidemia le siguió una larga sequía y varias plagas de langostas que hicieron descender drásticamente la población hasta tan solo 1500 habitantes en toda la ciudad.[30]​ De la misma manera, la subida del precio de la lana conllevó la decadencia de la trashumancia y, como consecuencia, el hundimiento de la pañería conquense.[8]​ Aunque la economía se recuperó poco a poco, el siglo XVIII comenzó con otra crisis que afectó especialmente a la actividad textil y conllevó el cierre de la Casa de la Moneda y de los molinos de papel. Durante la Guerra de Sucesión, Cuenca se puso del lado de Felipe V, que compensó a la ciudad añadiendo los títulos de «Fidelísima y Heroica» a los de «Muy Noble y Muy Leal» que ya ostentaba.[9][31]

De los 80 telares existentes en 1735, solo quedaban 22 en 1763. El entonces arcediano y posteriormente obispo, Antonio Palafox, decidió relanzar la industria textil, intento que resultó infructuoso dada la prohibición de Carlos IV de abrir talleres textiles, a fin de evitar la competencia con la Real Fábrica de Tapices.[8]

A lo largo del siglo XIX se conformó la ciudad actual, convirtiéndose la calle Alfonso VIII en la principal vía que comunicaba con la Plaza Mayor.[9]​ Sin embargo, las agitaciones del periodo hicieron que la ciudad se mantuviera en estado precario hasta bien entrado el siglo XX.[8]​ Durante la Guerra de la Independencia la ciudad resultó saqueada más de nueve veces, y la población diezmada.[32]​ En 1833 se convirtió en la capital de la nueva provincia de Cuenca,[8]​ al tiempo que comenzaba la Primera Guerra Carlista, que se saldó tan solo con varias tentativas de ataque.[32]​ La Segunda Guerra Carlista apenas tuvo ninguna repercusión en la ciudad, mientras que durante la Tercera fue saqueada dos veces. El segundo ataque, en 1874, fue el más cruento de todos: ardió gran parte de la ciudad y la batalla de saldó con 300 muertos, 40 de ellos civiles, y 700 heridos.[32]​ En 1883 llegó el ferrocarril desde Aranjuez, lo que unido a la instalación de unas pocas serrerías ayudó a la recuperación económica, superando los 10 000 habitantes en 1900.[32]

Si ya a finales del siglo XIX la parte alta de la ciudad deja de ser el centro económico y social, desplazándose este a la calle Carretería (en la ciudad nueva), este cambio se ve intensificado a medida que avanza el siglo XX.[9]​ Se construye el parque de San Julián sobre las antiguas huertas del Huécar y aumentan en tamaño tanto este barrio como los de San Antón y de Tiradores.[33]​ El dinamismo económico que se vivió a principios de siglo promovió la aparición de algunas industrias modernas y, por tanto, de los movimientos obreros y socialistas en la ciudad. El 17 de julio de 1931, días después de proclamarse la Segunda República, se constituyó el nuevo ayuntamiento.[33]​ Durante la Guerra Civil, Cuenca quedó del lado republicano. Los primeros días reinó el caos, produciéndose los mayores destrozos, entre ellos el saqueo del Palacio Episcopal y la catedral, donde se quemaron los restos de San Julián.[33]​ Aun así, y pese a los rigores de la guerra y los esporádicos ataques, Cuenca vivió bastante al margen de la guerra los años subsiguientes, siendo tomada por las tropas franquistas el 29 de marzo de 1939.[33]

Los años de la posguerra son también los del éxodo rural y con él, la construcción de la Cuenca moderna, consolidándose de manera definitiva la ciudad nueva como centro de la ciudad, y quedando la ciudad antigua como barrio periférico, casi en estado de abandono en algunos puntos. En 1963 el casco antiguo de Cuenca y su entorno se declaran «Paisaje Pintoresco»,[33]​ lo que, unido a la fundación en 1966 del Museo de Arte Abstracto Español en las Casas Colgadas, promueve la recuperación de este entorno y su promoción turística. El 7 de diciembre de 1996 la ciudad antigua, sus antiguos arrabales y las hoces de ambos ríos son declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.[10][33]

Según la revisión del Padrón municipal de habitantes del Instituto Nacional de Estadística de España en 2009, la población de Cuenca ascendía a 55 866 habitantes: 27 006 varones y 28 860 mujeres. La gran mayoría de la población vivía en la ciudad de Cuenca, y el resto en unidades poblacionales que se encuentran esparcidas por el amplio término municipal, distribuidas como sigue:[34]

     Población según el padrón municipal de 2015 del INE.

Cuenca está gobernada por una corporación local formada por concejales elegidos cada cuatro años por sufragio universal que a su vez eligen un alcalde. El censo electoral está compuesto por todos los residentes empadronados en Cuenca mayores de 18 años y nacionales de España y de los otros países miembros de la Unión Europea. Según lo dispuesto en la Ley del Régimen Electoral General,[36]​ que establece el número de concejales elegibles en función de la población del municipio, la Corporación Municipal de Cuenca está formada por 25 concejales. La sede actual del ayuntamiento conquense está en la Plaza Mayor. En el periodo 2011-2015, el Ayuntamiento de Cuenca estuvo presidido por el PSOE, con 13 concejales de este partido y 12 del PP.[37]

La economía de Cuenca ha estado basada tradicionalmente en la agricultura de secano (cereales, vid, etc.) y en las explotaciones forestales. En los últimos años, el turismo ha revitalizado considerablemente el panorama económico, que se había visto maltrecho por la emigración constante que se viene dando desde la década de 1950. Aun así, la deuda viva del Ayuntamiento de Cuenca ascendía a la cantidad de 70 383 000 € a fecha de 31 de diciembre de 2009, según el informe de deuda viva local del Ministerio de Economía y Hacienda de España[39]

La principal institución universitaria de la ciudad es el Campus de Cuenca, que imparte enseñanzas de pregrado y posgrado en humanidades, ciencias sociales, ciencias de la salud, artes e ingeniería.

La ciudad de Cuenca, situada en el borde de su serranía, ha sido desde época antigua un lugar estratégico de paso y es, todavía hoy, nudo de las comunicaciones de buena parte su provincia.[5]

La estación de Cuenca se inauguró en 1883, cuando se completó el tramo que la unía con Aranjuez y, desde allí, con Madrid.[32]​ No obstante, hasta el 25 de noviembre de 1947 no se completó el tramo que la unía con Utiel, Requena y Valencia. Esta línea, de vía única sin electrificar y cuyo servicio está cubierto por Renfe con los trenes de la serie R-592, fue objeto de estudio por el Ministerio de Fomento para su posible supresión el 30 de noviembre de 2010, debido a la llegada de la Alta Velocidad a la capital conquense, hecho que no se produjo al ser incluida como línea 310 en la Red Ferroviaria de Interés General en la ley 38/2015. Dado que para muchos pueblos de la provincia como Carboneras de Guadazaón o Chillarón es el único medio de transporte colectivo, el 13 de noviembre se produjo una multitudinaria manifestación en la capital conquense en favor del mantenimiento de la línea de tren convencional además de la Alta Velocidad. Ayuntamiento y Diputación han solicitado en numerosas ocasiones a Fomento que se estudie poder explotar la línea con trenes de mercancías.

La nueva estación de alta velocidad Cuenca-Fernando Zóbel forma parte de Línea de Alta Velocidad Madrid/Castilla-La Mancha/Comunidad Valenciana/Región de Murcia y entró en servicio el 18 de diciembre de 2010. Al ser la primera ciudad de la línea desde Madrid, es un punto clave de enlace entre el oeste y el este de España. Cuenca está conectada con trenes AVE de la serie 112 con Madrid, Requena-Utiel, Valencia, y Albacete y, gracias a la conexión con estas, con trenes Alvia de la Serie 130 con Sagunto, Castellón, Almansa, Villena, Elda-Petrer, Alicante, Segovia, Valladolid, Palencia, Sahagún, León, Pola de Lena, Mieres, Oviedo y Gijón.

En el año 1996, la «Histórica ciudad amurallada de Cuenca» fue declarada Ciudad Patrimonio mundial[10][41]​ por la Unesco, con los siguientes lugares:

Cuenca conserva en su casco antiguo un patrimonio arquitectónico rico y bien conservado,[11]​ entre cuyas características destaca su integración en el marco físico. De hecho, gran parte del casco histórico es, en sí, un mirador sobre las hoces del río Júcar y del Huécar, un entorno natural de gran valor.[42]

La ciudad de Cuenca se originó alrededor del siglo VIII en torno a la alcazaba andalusí de Qūnka, que ocupa aproximadamente el espacio del actual castillo.[7]​ Esta fortaleza estaba situada en el punto en que más se estrechan las hoces del Júcar y del Huécar, creando una pequeña península donde se fue desarrollando el núcleo urbano.[57]​ La medina andalusí se conformó en el espacio comprendido entre dicha alcazaba y el alcázar, que abarcaba los espacios de la actual plaza de Mangana, el convento de la Merced, el seminario y parte de la calle de Alfonso VIII.

Aunque en época andalusí no se había desarrollado ningún arrabal, la muralla cerraba por el sur a lo largo del río Huécar (actual calle de los Tintes), quedando el espacio comprendido entre esta muralla y el alcázar como albarrana, lugar en que pacía el ganado en tiempo de peligro.[57]​ La parte más vulnerable de esta fortificación era el punto donde el Huécar se une con el Júcar, y allí (en la zona del actual puente de la Trinidad) se formó, con ayuda de unas compuertas, la buhayra, una pequeña laguna que además de abastecer de agua los campos, hacía el acceso infranqueable.[57]​ La mezquita aljama debió situarse bajo la actual catedral, mientras que el zoco se celebraba en la entrada de la ciudad, posiblemente en las cercanías del barrio de San Martín. Además, a lo largo del río Júcar se dispusieron diversos molinos[57]

La ciudad cristiana se adaptó a este trazado y alrededor del siglo XIV se consolidó la parte baja de la ciudad antigua. La judería se encontraba en la zona del alcázar, rodeada por un adarve con varias puertas, mientras que la morería, de reducidas dimensiones, estaba pegada a la muralla del Júcar.[27]​ La ciudad, aun sin un trazado concreto, estaba organizada en torno a dos ejes. El primero, longitudinal y principal, atravesaba la ciudad desde el puente de la Trinidad hasta el barrio del Castillo. El segundo, transversal, une la puerta de Valencia con la puerta de San Juan.[11]

Uno de los principales espacios de la ciudad es su Plaza Mayor, ubicada en el centro del eje longitudinal que atraviesa la ciudad antigua, del que es centro neurálgico. Tiene una ligera forma triangular y sus límites los marcan la catedral, la casa consistorial y el convento de las Petras.[53]​ No se convirtió en la plaza principal de la ciudad cristiana hasta el siglo XV, cuando sustituyó a la plaza del Carmen (entonces de la Picota) en sus funciones de reunión del Concejo.[29]

La plaza de Mangana ocupa el solar del antiguo alcázar y en ella se hallan la torre de Mangana y el Monumento a la Constitución de Gustavo Torner.[55]​ Ha sido objeto de importantes campañas arqueológicas hasta finales de 2010, comenzándose entonces las obras de musealización que pretenden integrar los hallazgos arqueológicos con la función de plaza pública que se perdió con el inicio de las excavaciones.[58]​ Los principales restos que se integrarán en el edificio son los del antiguo alcázar, de una sinagoga y de la iglesia de Santa María de Gracia.[58]

La cocina de la provincia de Cuenca nos trae a la mente platos hechos por pastores, arrieros y cazadores, hombres que hacen frente, a través de la energía proporcionada por la comida, a un clima duro, donde se pasa del calor al frío casi sin hacer escalas y en una región que brinda muchos productos para que sean utilizados.[14]

La carne de caza, encabezada por la perdiz, se encuentra presente en multitud de platos, como el morteruelo, aunque se puede emplear carne de gallina en su lugar.[75]​ Otras carnes, como el cordero, presente en casi toda La Mancha, también encuentran su lugar en tierras conquenses. Recetas como los zarajos, o las chuletas de lechal al rescoldo de la sierra, son muy interesantes, sabrosas e ideales para degustar todo el sabor de esta carne. Platos tradicionales como el ajoarriero, elaborado con bacalao y ajos (excelentes los de Las Pedroñeras).[76]​ Los gazpachos galianos sobre pan ácimo hechos con variadas carnes de caza, las migas, las calderetas, complementan esta cocina basada en la carne y añaden sabores diferentes.[14][76]

En esta provincia se produce vino de Denominación de Origen La Mancha, blancos y tintos son muy interesantes y, recientemente, ligeros y afrutados, cuando son jóvenes. Muy típico de la ciudad de Cuenca es el resolí,[14]​ un licor elaborado con aguardiente, café, canela, corteza de naranja y azúcar.[75]

El protagonismo de la carne, desaparece de los fogones conquenses con la llegada de las fiestas de Semana Santa. Los potajes, las garbanzadas con bacalao y espinacas, las judías blancas o las patatas al Ajovirón, asumen el estrellato, dando un giro a la gastronomía tradicional. Las verduras, cocidas en agua y sal, dan un toque de sencillez en el que, sin embargo, sorprenden los sabores naturales. Las truchas, de ríos y arroyos conquenses, frescas y sabrosas, también adquieren protagonismo en las mesas con la llegada de esta época.[cita requerida]

La oferta dulcera de la provincia de Cuenca es amplia y muy variada. Destaca el alajú, un dulce de origen árabe elaborado con miel, almendras y miga de pan,[14][42]​ aunque también hay versiones que sustituyen la almendra por nueces o higos. También son dignas de mención las torrijas empapadas en leche (sobre todo en las citadas fiestas de Semana Santa), los bizcochos de canela, las obleas, el pan de pasas o las rosquillas fritas.

La ciudad ficticia de Seize, en la que se ambienta la serie de animación japonesa Sonido del cielo, está inspirada en la ciudad de Cuenca.[77]

El club deportivo de más trascendencia de la ciudad es la Unión Balompédica Conquense de fútbol, fundado en 1946, y que disputa sus encuentros en el Complejo Deportivo La Fuensanta.

También existe el Club Deportivo Cuenca, fundado en 1943 de la fusión del Cuenca CF y el UD La Mancha y que juega en la Primera Autonómica de Castilla - La Mancha. En esa misma categoría se encuentra la Agrupación Deportiva San José Obrero, que disputa sus encuentros en el recinto Obispo Laplana.

En atletismo, cuenta con el Club Atletismo Cuenca que sus integrantes disputan los Campeonatos de España.

En balonmano, la ciudad cuenta con el Club Deportivo Básico Balonmano Ciudad Encantada (Incarlopsa Cuenca) que se encuentra en la Liga Asobal, la máxima categoría española.



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