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Hacha



El hacha[1]​ es una herramienta con un filo metálico que está fijado de forma segura a un mango, generalmente de madera, cuya finalidad es el corte mediante golpes.

El uso típico para las hachas es cortar leña y talar árboles, pero en el pasado se usaron como armas para la caza y guerra, especialmente por los vikingos, normandos, amerindios, ingleses, franceses, etc., que se emplearon como hacha de armas y hacha de guerra desde el Neolítico, o las hachas arrojadizas (francisca, tomahawk).

El origen del hacha debe situarse en la prehistoria. Las piedras de sílice talladas en forma amigdaloide, y las de diorita o basalto pulidas en uno o dos extremos, y a veces con una muesca en medio, se sujetaban con fuertes ligaduras a un palo, formando con él ángulo recto, y servían como arma ofensiva en las luchas entre los hombres o contra los animales salvajes. Son muy notables las hachas martillo de Dinamarca, con un orificio en el centro.

En la Edad del Bronce se fabricaban de este metal o de cobre hachas semejantes a las neolíticas, vaciándolas en moldes de piedra. Las hachas de cobre se ataban igualmente a un palo, mediante ranuras y un asa, o se unía en él por medio de una especie de tubo que actuaba como mango. Tanto los persas como los egipcios utilizaron hachas de bronce o de hierro como armas de combate, ya que se han hallado algunas en tumbas faraónicas y otras aparecen representadas en pinturas. Asimismo, también las utilizaron los pueblos prehelenos, como muestran los hallazgos hechos en las excavaciones de Troya.

Los griegos apenas se sirvieron de ellas. Los romanos las utilizaron mucho para cortarle los miembros a las tropas auxiliares y como distintivo de los lictores, quienes llevaban el hacha de doble filo dentro de sus fasces. Fue también arma de los germanos y los francos, y en la Edad Media estuvo muy en boga en los ejércitos europeos, guardando mucho parecido con la herramienta del mismo nombre. Pero desde fines del siglo XIV tomó la forma doble de lanza y hacha, confundiéndose luego con la alabarda. Hacia mediados o finales del siglo XVII dejó de ser un arma popular de combate en Europa, salvo en la marina de guerra, con la llamada hacha de abordaje.[2]

Los bomberos usan hachas para abrirse paso a través de puertas y ventanas en los incendios.

También se usan en deportes como el aizkolari, el corte de troncos, y el lanzamiento de hacha.

Los desastres de la guerra, «Lo mismo». Francisco de Goya refleja en su obra gráfica la brutalidad y barbarie a que se llegó en la guerra de la independencia española.

Al menos desde el Neolítico tardío, las hachas elaboradas (hacha de guerra, hachas-T, etc.) tuvieron un significado religioso e indicaron probablemente el estado exaltado de su dueño. Algunos tipos casi nunca muestran rasgos de desgaste; depósitos de hojas de hachas sin mango del Neolítico medio (tales como Somerset Levels en Gran Bretaña) pueden haber sido regalados a deidades.

En la Creta minoica, la labrys (hacha doble), tuvo un significado especial. El hacha doble data en los períodos del paleolítico y del neolítico.

En 1998, una labrys, con un mango elaboradamente embellecido, fue encontrada en Cham-Eslen, Cantón de Zug, Suiza. El mango tiene 120 cm de largo y está envuelto en ornamentos. La hoja del hacha tiene 17,4 cm de largo y está hecha de serpentina, extraída del área de San Gottardo. El mango tiene un orificio bicónico perforado, sujeto a cuernos, por presión, y a alquitrán de abedul. Pertenece a la cultura Cortaillod temprana.

En las fasces de la antigua Roma, el hacha simbolizaba la autoridad de ejecutar y eran usadas a menudo como símbolos de la Italia fascista a cargo de Benito Mussolini.

En el folclore, se creía que las hachas de piedra eran truenos, por lo que eran usadas para proteger de rayos a las construcciones, ya que míticamente se pensaba que un rayo siempre caería dos veces en un mismo lugar. Esto causó algunas torceduras en la distribución de hachas.

Las hachas de hierro fueron importantes además en la superstición. Un hacha arrojadiza podría mantener alejada una tormenta de granizo. A veces, las hachas eran ubicadas en los cultivos, con sus puntas apuntando al cielo, para proteger las cosechas del mal clima. Un hacha vertical enterrado bajo el alféizar de una casa mantendría alejada la brujería, mientras que un hacha bajo la cama aseguraría la descendencia masculina.

Vascos, australianos y neozelandeses desarrollaron variantes de deportes rurales que perpetuaron las tradiciones del corte de troncos con hacha. Las variantes vascas, partiendo horizontal o verticalmente troncos dispuestos, son genéricamente llamadas aizkolaritza (de aizkora: hacha).

En la mitología yoruba, la oshe (hacha de doble cabeza) simboliza a Changó, Orisha (dios) del trueno y rayo. Se dice que representa la justicia rápida y equilibrada. El altar de Changó contiene a menudo la figura tallada de una mujer sosteniendo un presente para el dios con un hacha de doble hoja clavada en su cabeza.

Tomahawk



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