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Hacha de guerra



¿Dónde nació Hacha de guerra?

Hacha de guerra nació en arma.


El hacha de guerra es un arma de asta de hierro en forma de cuchilla, y su corte acerado, que en lo más angosto, que es el revés, tiene un anillo de hierro, por el cual entra el palo que sirve de astil.

El hacha de guerra es la versión militar de las hachas comunes de cortar y talar. Se diferencia de las civiles en que suelen ser más ligeras y estilizadas -para blandirlas mejor-, o con una hoja de mayor filo que las comunes -para mayor efectividad-; por ello, esta categoría recoge todos los tipos de hachas de la historia, desde la Antigüedad hasta casi nuestro tiempo.

Nos referimos, pues, a las armas de tajo a una mano -a dos manos, un hacha es denominada "larga" o "enastada", lo que en muchos casos las diferenciaba poco de cualquier arma de asta de todas las épocas y lugares, salvo las hachas especializadas o distintivas de pueblos como: las franciscas, la "danesa", etc.

En el paleolítico, los hombres, que ya empleaban armas hechas con madera y cuernos como jabalinas y clavas, comienzan a trabajar la piedra (sílex, por ejemplo) y consiguen los primeros cantos afilados. Con ellos, los primeros cazadores de la Edad de Piedra desarrollaron las primeras hachas hechas de un simple palo al que se le "ataba" mediante correas el canto afilado.

Dado que estas primitivas armas ya destacaban por las mismas cualidades que las de sus descendientes metálicas de "edades" posteriores (potente golpeo y capacidad de tajar), con la lenta invención de la metalurgia del cobre en el calcolítico, la Humanidad adaptó la antigua forma de sus armas a los nuevos metales, le añadieron agujeros para asirla a su palo -que más tarde se convertirían en su tradicional anillo por donde ensartaban el asta- y las afilaron más y más. Pero estas armas y herramientas de cobre apenas mejoraban las tradicionales. Aun así, el uso de metales para engastar y unir "piezas" parece que sí permitió desarrollar armas más duraderas e incluso las primeras empuñaduras en cuchillos. Y también utilizaban la armas para cazar unas veces presas como mamuts, serpientes, etc Es en la Edad del Bronce cuando "despegan" el trabajo de los metales y, por tanto, de la forja de armamento. Las hachas comienzan a tener desarrollos varios con los que los primitivos herreros ofrendan a sus guerreros. Algunos se desechan, y otros empiezan a asentarse como válidos y óptimos. De esta época podemos destacar las evoluciones del hacha de guerra como las hachas de talón, de cubo, de apéndices, planas o las discoidales. E incluso remarcar que ciertas culturas europeas y orientales ya desarrollaron primitivas Bipenis (hachas de doble hoja), hachas de armas, de uso estrictamente militar.

Podríamos decir que en esta época se desechan ya los desarrollos poco efectivos o de aleaciones "blandas", quedando los que a posteriori pasarían a la Edad del Hierro. En esta época incluso aparecen juegos de hojas metálicas con forma de espada ancha u hojas romboidales que se ceñían a astas y que los arqueólogos denominan alabardas primigenias (como las alabardas de tipo argárico), bastante similares a lo que serían "pruebas" de gujas o hachas largas.

Centrándonos, pues, en los diseños de hachas desde la Edad del Bronce a la Edad Antigua, que son en las que se presentan los desarrollos morfológicos finales, podemos catalogar las hachas de guerra en varios tipos (véase gráfico superior para aclaraciones morfológicas; cronológicamente pueden variar los últimos tipos):

En este largo período, la introducción de los metales -sobre todo las aleaciones de bronce- permite desarrollar armas y herramientas más efectivas y estilizadas. Los filos comienzan a ser más duros que el resto gracias a mejores combinaciones de técnicas de forja y materiales, lo que posibilita formas más "reconocibles" de hachas.

Las definiciones que siguen y su cronología varían mucho dependiendo de las fuentes, pero se pueden distinguir bien al área mediterránea occidental.

Todas estas cabezas de hacha no solían exceder normalmente los 18 cm de longitud -salvo las dobles, claro-, pero debido a su masa y forma eran muy macizas.

Se caracterizan por la introducción del hierro y acero en su fabricación, lo que influye en su morfología. Comienzan a elaborarse hachas con filos mucho mayores y curvos, que muchas veces se aligeran desarrollando mucho el filo desde la anilla para enastar. En algunos casos, a las formas de las "hachas de tope" (contrafilo con parte roma y contundente) les añaden apéndices puntiagudos (petos-picos), de uso más marcial, que además sirven de contrapeso para equilibrar mejor el arma. En otros, aprovechan las cualidades del hierro para fabricar hachas de mayor tamaño y peso, a las que les fijan astas largas para usar con ambas manos. La experiencia en tácticas de guerras influye incluso en el desarrollo de versiones "equilibradas" que se pueden "arrojar". Es en definitiva la "Edad de Oro" de las hachas. De todos modos, el elemento distintivo en su desarrollo fue la técnica de forjar durísimos filos acerados, que cambiaron radicalmente las necesidades defensivas de los guerreros.

Los desarrollos más representativos de esta época del "hierro" son:

En los siglos finales del Medievo, la aparición de armaduras de placas (arnés) provocó la especialización de todas las armas ofensivas o de su uso. En el caso del hacha vemos cómo la tradicional hacha de guerra larga comienza a tener "siempre" un "peto" en el opuesto de la hoja en forma de pico o cuchilla, así como una cuchilla vertical afilada en su tope, convirtiéndose en las llamadas hachas de armas. Esto se debe a que la "penetración" era en esa época un factor determinante a la hora de traspasar -y herir- las armaduras. Por ello, el hacha, que siempre fue un arma de milicias por su facilidad y rapidez de forja, se especializó para los nuevos menesteres.

Aun así, el gran y reconocido poder de tajada de las hachas mantuvo su hoja principal y no cayó en desuso a favor de martillos, mazas y picos, puesto que además de "herir" un arma debía "vencer". Y esto no era otra cosa que conseguir que el armado enemigo -aun sin ser herido de gravedad- acabara "abollado" en su armadura y "doblado" en sus fuerzas ante tan magnos tajos (golpes).

Las variantes de las hachas en esta mépoca son las siguientes:

En estos siglos, el uso y la forma de las hachas, ya muy especializado, es prominentemente de la infantería, de caballeros, y sobre todo para justas, duelos y batallas en los que la infantería tenía un papel principal.

Es en el fin de esta época, la Edad Media Occidental, cuando las hachas dejan de ser arma popular de infantería en favor de largas armas de asta más defensivas, las cuales compartían unidades con las primeras armas de fuego "individuales", como los cañones, y unipersonales, como los arcabuces y mosquetes.

Aun así, cuerpos especiales de muchos ejércitos como los napoleónicos, aún las vendrían usando como herramienta de talar o deforestar, y como arma secundaria in extremis. En naciones menos desarrolladas militarmente, como las africanas y asiáticas (India, China, Corea, etc.), las hachas continuaron siendo empleadas incluso en el siglo XIX.



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