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Hidroxicloroquina



La hidroxicloroquina es un principio activo antimalárico o antipalúdico que se vende con los nombres comerciales Plaquenil, Axemal (en la India), Dolquine, Ilinol y Quensyl. También, se utiliza para reducir la inflamación en el tratamiento de la artritis reumatoide y del lupus. Se diferencia de la cloroquina por la presencia de un grupo hidroxilo en el extremo de la cadena lateral. Está disponible para administración oral como sulfato de hidroxicloroquina (Plaquenil), de los cuales 200 mg contienen 155 mg de base en forma quiral. La hidroxicloroquina tiene una farmacocinética similar a la cloroquina, con rápida absorción gastrointestinal, y se elimina por vía renal.

La hidroxicloroquina forma parte de un grupo de moléculas sintéticas antimaláricas inventadas como alternativa al costoso alcaloide natural quinina. Antes del siglo XX, la quinina era ofrecida a través de la Corona Española al resto de países en forma de preparados a partir de las cortezas de árboles del género Cinchona de Perú.[1]

La primera de estas fue la cloroquina sintetizada por científicos de la corporación Bayer en 1934.[2]​ Años después, se sintetizó la hidroxicloroquina en 1946 difiriendo de la cloroquina solo por un grupo hidroxilo.[2][3]​ El 18 de abril de 1955 la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, siglas en inglés) aprobó el uso farmacéutico de la hidroxicloroquina bajo la marca Plaquenil a partir del expediente presentado por la corporación canadiense Concordia en Ontario.[4][5]

Luego de su administración por vía oral, empieza la absorción en el tracto digestivo, alcanzando niveles pico de 2 a 4.5 h con una media de 3.2 horas.

La hidroxicloroquina tiene una gran avidez por los tejidos, especialmente aquellos que contienen melanina, fijándose fuertemente a los mismos. Plaquenil® tiene un gran volumen de distribución. Los enantiómeros de la hidroxicloroquina y sus metabolitos se fijan de forma diferente a las proteínas plasmáticas.

Las concentraciones plasmáticas máximas de la droga luego de la dosis oral estuvieron entre 34 y 79 ng/ml. [6]

La vida media de eliminación plasmática fue de 32 ± 9 días luego de la administración oral del medicamento. La depuración de hidroxicloroquina es de 96 ml/min. Luego de la administración oral, aproximadamente 21% de la hidroxicloroquina se elimina en forma inalterada por vía urinaria.

La hidroxicloroquina posee acciones antimaláricas y también ejerce un efecto benéfico en el lupus eritematoso (sistémico y discoide) y en la artritis reumatoide. El mecanismo de acción no se conoce precisamente, pero parece estar ligado a la elevación del pH intracitoplasmático, lo cual altera el ensamble de las cadenas α y β de las moléculas de la clase II del complejo mayor de histocompatibilidad, y así estaría interfiriendo con el procesamiento antigénico y, por tanto, disminuyendo el estímulo autoinmune de las células CD4+.[7][8][9][10]

A dosis terapéuticas se han observado trastornos visuales consistentes en visión borrosa o dificultad para enfocar o acomodar,[11]​ los cuales son reversibles y desaparecen al discontinuar la terapia. Por otro lado, se han observado otro tipo de trastornos visuales y complicaciones oculares al usar cloroquina en tratamientos prolongados, con dosis diarias mayores de 250 mg de fosfato de cloroquina: Estos disturbios consisten en:

Cuando se contemplan terapias prolongadas con compuestos antipalúdicos, deben realizarse exámenes oftalmológicos iniciales y periódicos. Si se encuentra alguna anormalidad, debe discontinuarse de inmediato el medicamento y observar al paciente.[13]

En febrero de 2020, cuando la curva de contagios por coronavirus estaba en clara caída en China, desde el país asiático se aseguró que la hidroxicloroquina, medicamento fundamental para tratar enfermedades autoinmunitarias y reumáticas,[14]​ era un medicamento que estaba dando un gran resultado para curar a los enfermos de COVID-19. Todo ello según Sun Yanrong, subdirectora del Centro Nacional para el Desarrollo de la Biotecnología de China.[cita requerida]

El 19 de marzo de 2020, el presidente norteamericano Donald Trump anunció que podía ser una alternativa para la pandemia, y dijo que había presionado a la Administración de Medicamentos y Alimentos de su país con el fin de eliminar las barreras para que los pacientes reciban terapias para el coronavirus.[cita requerida]

Cuando se le preguntó, en febrero de 2020, acerca del uso de este medicamento, la directora de Cuidados Clínicos y Urgencias Sanitarias de la Organización Mundial de la Salud, la doctora Janet Díaz, dijo que "no hay pruebas de que sea un tratamiento efectivo en este momento. Recomendamos que la terapéutica se pruebe en ensayos clínicos aprobados éticamente para demostrar su eficacia y seguridad".[cita requerida] El 18 de mayo de 2020, Donald Trump reveló que tomaba hidroxicloroquina desde hacía más de una semana para prevenir el COVID-19. El presidente norteamericano dijo "he oído un montón de cosas positivas al respecto, y si no funciona tampoco me va a hacer daño. Lleva cuarenta años usándose contra la malaria, el lupus y otras cosas. Mucha gente que la está tomando, especialmente los trabajadores de primera línea, están tomando hidroxicloroquina antes de contagiarse"[15]

Mientras se realizan investigaciones para confirmar esa hipótesis, muchas personas con lupus eritematoso o artritis reumatoide (70 000 y 200 000, respectivamente, en México), según Verónica Molinar Robles, presidenta de la asociación Lupus y Aij Caminando Juntos), los que utilizan este medicamento se están quedando sin él, pues se está agotando por acaparamientos y ventas fraudulentas (encareciéndolo de 520 pesos hasta 2 500).[16]

El 24 de marzo de 2020, las autoridades francesas autorizaron el uso de hidroxicloroquina para tratar a los pacientes infectados. Sin embargo, el medicamento, que actualmente está siendo objeto de ensayos clínicos, sigue estando reservado para las personas con formas graves de la enfermedad que son tratadas en el hospital. Esta autorización tan restringida se anuncia en un contexto en el que la opinión pública parece estar dividida en dos bandos: el primero apoyaría las posiciones a favor del uso inmediato de la hidroxicloroquina como tratamiento, mientras que el otro se opondría a la adopción de la molécula en el tratamiento de la infección por SARS-CoV-2 antes de que concluyan las investigaciones clínicas, según Sciences et avenir.[17]

El 28 de junio de 2020, el IHU (Instituto Hospitalario y Universitario) de Marsella, dirigido por el profesor Didier Raoult, había tratado a 3 346 pacientes combinando hidroxicloroquina y azitromicina, registrándose un total de 18 fallecimientos.[18]

Tras diversas publicaciones científicas, casos de estudio y ensayos clínicos, se concluyó que la hidroxicloroquina es inefectiva para el tratamiento del COVID-19, además de que su uso podría causar peligrosos efectos adversos.[19]



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