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Historia de Sudán



Conocido en la Antigüedad como Nubia, Sudán fue incorporado paulatinamente al mundo árabe durante la expansión islámica del siglo VII. El sur, no controlado por los musulmanes, sufrió las incursiones de los cazadores de esclavos.

Entre 1820 y 1822, Sudán fue conquistado por Egipto y anexionado para entrar, posteriormente, en la esfera de influencia británica. El Reino Unido le concedió la independencia en 1956. Desde entonces, ha sufrido una guerra civil durante los últimos 46 años, motivada en gran parte por los conflictos entre el gobierno musulmán y las fracciones cristianas y animistas que se oponen a la sharia, o ley musulmana.

Hacia el octavo milenio antes de Cristo, pueblos de cultura neolítica se habían asentado en aldeas fortificadas de adobe en el actual territorio de Sudán, los cuales complementaban la caza y la pesca en el Nilo, con la recolección de cereales y la ganadería. Investigaciones antropológicas y arqueológicas indican que durante el período predinástico Nagada, las poblaciones de Nubia y el Alto Egipto eran étnicamente y culturalmente casi idénticos, así como los sistemas de evolución de la realeza faraónica hacia el 3300 a. C.[1]

El primer registro histórico del norte de Sudán proviene de fuentes egipcias, que describen la tierra aguas arriba de la primera catarata del Nilo, denominada Kush, como una zona "miserable", que datan del tercer milenio a.C. A través de los siglos, se desarrolló el comercio hacia las actuales tierras de Sudán. Caravanas provenientes de Egipto llevaban grano a Kush y volvían río abajo, a Asuán, con marfil, incienso, cueros y cornalina (una piedra usada tanto en la joyería y como en puntas de flecha). Los Gobernadores de Egipto en particular, valoraban Nubia por su oro y por los soldados que engrosaban las filas del ejército del faraón. Periódicamente, durante el Imperio Antiguo, expediciones militares egipcias penetraron en Kush.

Tres reinos kushitas y meroíticos, incluyendo el de Napata y la cultura de Ballana se establecieron en el norte y centro del territorio que hoy es Sudán desde tiempos antiguos, la región fue llamada también como el Reino de Nubia y esas civilizaciones florecieron principalmente sobre el río Nilo desde la primera hasta la sexta catarata. Estos reinos fueron influenciados por el antiguo Egipto, y luego ellos influenciaron al Antiguo Egipto. De hecho, las fronteras del Antiguo Egipto y los reinos sudaneses fluctuaban bastante y lo que es ahora el tercio superior del Norte de Sudán fue durante tiempos antiguos indistinguible del Alto Egipto.

Durante el Imperio romano, la frontera sur de Egipto sufrió diversas incursiones de guerreros nubios. Intentando pacificar la zona el emperador Diocleciano, reconoció a los meroíticos como federados (fœderatii) del Imperio. En todo el período, existió un importante vínculo comercial entre ambos, llegándose a formar unidades militares romanas con mercenarios nubios. En aquel periodo, se llevó a cabo la expedición de un general romano desde Egipto hasta Jartum. Hacia el año 298 los romanos abandonaron la zona fronteriza con Nubia.

En el año 350 el reino meroítico fue invadido y deshecho por el reino etíope de Aksum. A partir de entonces Nubia dio pasó a 3 nuevos reinos: Nobatia, Makuria y de Aloa, convirtiéndose en los herederos políticos y culturales del reino meroítica, en los cuales el cristianismo era la religión oficial. Nobatia en el norte, tenía su capital en Faras, en lo que hoy es Egipto, Makuria tenía su capital en Dunqulah, la antigua ciudad a orillas del Nilo a unos 150 kilómetros al sur de la moderna Dunqulah, y Aloa, en el corazón de la vieja Meroe, en el sur, tenía su capital en Sawba. En los tres reinos, aristocracias guerreras gobernó poblaciones meroítica de las cortes reales, donde los funcionarios llevaban títulos griegos emulando la corte bizantina.

Las primeras referencias de los reinos sucesores de Nubia figuran en las narraciones de los autores griegos y coptos sobre la conversión de los reyes de Nubia al cristianismo en el siglo VI. Según la tradición, un misionero enviado por la emperatriz bizantina Teodora llegó a Nobatia y comenzó a predicar el evangelio alrededor de 540. Es posible que el proceso de conversión haya comenzado antes, sin embargo, bajo la égida de los misioneros coptos de Egipto. Los reyes de Nubia aceptaron el cristianismo monofisista se practicaba en Egipto, reconociendo la autoridad espiritual del patriarca copto de Alejandría sobre la iglesia de Nubia.

Una jerarquía de los obispos nombrados por el patriarca copto y consagrada en Egipto dirigió las actividades de la iglesia y ejerció un poder secular considerable. La iglesia determinó una monarquía sacerdotal, lo que confirma la legitimidad de su línea real. A la vez que el monarca protegía los intereses de la Iglesia.

La aparición del cristianismo en Nubia reabrió los canales hacia las civilizaciones del mediterráneo, renovando los lazos culturales e ideológicos de Nubia con Egipto. La Iglesia promovió la alfabetización, a través del clero egipcio entrenado, por medio de escuelas monásticas y catedralicias. El uso del griego en la liturgia con el tiempo dio paso a la lengua nubia, que fue escrita con un alfabeto local, que combinaba elementos de escritos coptos y meroítico antiguos. La lengua copta, de hecho, comenzó a aparecer coloquialmente en círculos eclesiásticos y seculares. Además, antiguas inscripciones indica la existencia de un amplio conocimiento de griego coloquial, que continuó en Nubia en fechas tan tardías como el siglo XII. A partir del siglo VII, sin embargo, el árabe fue ganando importancia en los reinos de Nubia, especialmente como un medio para el comercio.

Los reinos cristianos de Nubia que sobrevivieron durante muchos siglos, alcanzaron su punto más alto de prosperidad y poder militar en los siglos IX y X. Sin embargo, los invasores musulmanes árabes, que en 640 habían conquistado Egipto, plantean una seria amenaza para los reinos cristianos de Nubia, pues el país se encontró separado de la cristiandad europea y asiática.

El islam comenzó a hacerse presente alrededor del 640 d.C., a raíz de la invasión musulmana a Egipto, comenzando a presionar hacia el sur. Hacia el año 651, el gobernador musulmán de Egipto lanzó una campaña hacia el sur, que llegó hasta Dongola. Los ejércitos árabes y musulmanes se encontraron con una fuerte resistencia y con poca riqueza. Se firmó un tratado de paz entre los árabes y el reino de Makuria, el cual estuvo vigente por casi 7 siglos.

Una clase de mercaderes árabes se establecieron y dominaron la economía en la Sudán feudal. Importantes reinos en los siguientes 1200 años incluían a los ya mencionados de Nobatia, Makuria y Alodia, al finalizar la Edad Media estos reinos se encontraban ya suplantados por el islámico Sultanato de Sennar.

En 1820, Sudán cayó bajo el dominio egipcio cuando Mehmet Alí, virrey otomano de Egipto envió ejércitos bajo su hijo Ismail Pasha y Mahommed Bey a conquistar el este de Sudán en busca de oro y esclavos. Los sucesores del virrey controlaron la totalidad del territorio sudanés e instauraron una burocracia centralizada en la ciudad de Jartum. Asimismo, implementaron un sistema impositivo que constituía la virtual confiscación del oro y de la producción agrícola, al tiempo que establecieron rutas comerciales. Pronto Sudán cae, igual que Egipto, en la esfera de influencia del Reino Unido. El nombramiento, en 1877, del general británico Charles Gordon como gobernador de Sudán por parte del virrey de Egipto respondió tanto a compromisos financieros de este último con Inglaterra como a la corrupción de los jerarcas egipcios ocupantes. A fin de implantar una economía capitalista en Sudán, Gordon se abocó a garantizar el cumplimiento de una Convención (de 1877) para poner fin al lucrativo comercio de esclavos. La pérdida de esa fuente de ingresos, la represión arbitraria por parte de las tropas inglesas y el descontento general de los sudaneses frente a los impuestos y a las imposiciones de prácticas religiosas ajenas (el islamismo ortodoxo egipcio y el cristianismo a la británica) propiciaron la emergencia del líder espiritual sufi Mohamed Ahmad, quien se proclamó Mahdi (salvador) de su pueblo, en 1881.

En 1881 el líder religioso Muhammad Ahmad ibn Abdalla, autoproclamado Mahdi (Mesías), intentó unificar las tribus del oeste y centro del país. Inició una revuelta nacionalista contra el dominio egipcio culminando en la caída de Jartum en 1885, en la que el General británico Charles George Gordon fue asesinado y se implantó una teocracia nacionalista.

El Estado Mahdista sobrevivió hasta ser derrotado en 1898 por una fuerza anglo-egipcia, bajo el mando de Lord Horatio Kitchener, en la batalla de Omdurmán. El Reino Unido envió sus fuerzas armadas a Sudán, con la intención de anticiparse a los intentos de Francia, Bélgica e Italia de establecer su influencia sobre distintos sectores del territorio sudanés. Por su parte, Egipto quería mantener su influencia en la zona debido al importante acceso que posee Sudán al agua del Río Nilo, fundamental para sostener la actividad agrícola de la región.

Tras el enfrentamiento armado, se fundó en 1899 una nueva administración política en el territorio, en la que formalmente el Reino Unido aceptó la demanda egipcia sobre el Sudán, declarándose un protectorado anglo-egipcio, aunque las mayores atribuciones quedaron en manos británicas, ya que los británicos tenían la última palabra y todos los gobernadores en general durante la duración del condominio fueron británicos.

Los británicos dividieron a Sudán en dos colonias separadas, el norte y el sur, hasta 1956, mediante un régimen de closed districts (distritos cerrados), en el que las tropas egipcias y británicas impedían todo contacto entre ambas regiones. En los primeros años de esta ocupación, los británicos introdujeron el cultivo extensivo de algodón (principal producción de Sudán hasta la actualidad) y expandieron las comunicaciones, al tiempo que otorgaron libertad de culto, a fin de eliminar la religión como fuente de disturbios. Asimismo, abrieron escuelas primarias y técnicas y, en 1902, inauguraron el Gordon Memorial College, donde una élite comenzó a adquirir educación curricular británica. Muchos fueron designados para puestos clave y pertenecían al Congreso General de Graduados, entidad que evolucionó hasta convertirse en organización política.

En 1936, Reino Unido exigió al Reino de Egipto la firma de un acuerdo para prohibir la entrada a Sudán de militares egipcios, quienes, en 1924, habían encabezado un levantamiento en unión con nacionalistas compatriotas y tribus sudanesas. A diferencia de los jefes tribales locales, el Congreso General de Graduados del Gordon Memorial College pretendió participar en esas conversaciones. Al no ser reconocido por los británicos, el Congreso se dividió en dos grupos: uno moderado y proclive al Reino Unido, que contó con la mayoría, y otro radical, que se volcó hacia Egipto, cuyo líder fue Ismael al-Azhari.

Hacia 1943, Azhari y sus seguidores obtuvieron la mayoría en el Congreso y conformaron el primer partido político sudanés, Ashiqa (Hermanos-Partido Nacional Unionista- PNU) a partir de 1951. Poco después, los moderados se organizaron en el partido Ummah (Nación) liderado por Arman al-Mahdi, el hijo póstumo del mahdi desplazado por los ingleses en 1898. En 1951, hostil a la posible incorporación de representantes de la región cristiana y animista del sur en el Congreso, Egipto derogó el Tratado de condominio anglo-egipcio y se proclamó soberano absoluto del territorio de Sudán. Sin embargo, en 1953, El Cairo debió acordar con el Reino Unido el autogobierno de Sudán.[2]

En febrero de 1953, Egipto y el Reino Unido firmaron un acuerdo con vistas a los futuros autogobierno y autodeterminación de Sudán. El período de transición hacia la independencia comenzó con la inauguración del primer parlamento, en 1954. Con el consentimiento de los gobiernos británico y egipcio, Sudán consiguió la independencia el 1 de enero de 1956, dotándose de una constitución provisional.

Estados Unidos fue uno de los primeros países en reconocer la independencia del nuevo estado. Sin embargo, el gobierno árabe de Jartum no cumplió las promesas hechas a los habitantes del sur de crear un sistema federal, lo que produjo una rebelión de oficiales del sur que llevó a una guerra civil que finalizó en el año 1972. En el período inicial de la contienda fueron masacrados cientos de burócratas, profesores y otros funcionarios del norte que trabajaban en el sur del país.

El Partido Nacional Unionista, bajo la dirección del primer ministro Ismail al-Azhari, dominaba el primer gabinete sudanés, que fue pronto reemplazado por una coalición de fuerzas políticas conservadoras. El 17 de noviembre de 1958, tras una época de dificultades económicas y de rivalidades entre partidos que provocaron la parálisis de la administración pública, el mariscal Ibrahim Abbud llevó a cabo un golpe de estado incruento que acabó con el régimen parlamentario.

El mariscal Abbud no cumplió su promesa de devolver el gobierno de Sudán a los civiles, por lo que se produjeron una serie de motines y huelgas a finales de octubre de 1964 que llevaron al derrocamiento del régimen militar. Tras un breve período de gobierno provisional, en las elecciones de abril de 1965 accedió al poder el Frente Nacional Unido, amplia coalición que incluía al Partido Unionista, la Umma, sindicatos, representantes del Sur e incluso comunistas. El primer ministro fue Muhammad Ahmad Mahjub. No obstante, las disensiones internas en el seno de la coalición, en la que fueron postergados los comunistas (el Partido Comunista sudanés fue disuelto en 1965) y los representantes del Sur, hicieron que entre 1966 y 1969 se sucedieran una serie de gobiernos inestables que fracasaron en su intento de dotar al país de una constitución y de resolver las disidencias internas, y el 25 de mayo de 1969 se produjo un nuevo golpe militar.

El líder golpista, general Yaffar al-Numeiry, se convirtió en primer ministro. El nuevo régimen abolió el parlamento y prohibió todos los partidos políticos. Las disputas entre las facciones marxistas y antimarxistas dentro del gobierno militar llevaron en julio de 1971 a un alzamiento militar de carácter izquierdista, dirigido por el Partido Comunista de Sudán. Numeiry fue destituido, pero tres días después, con el apoyo de Libia y Egipto, y de los elementos anticomunistas de su gobierno, logró recuperar el poder. Siguió una violenta represión de los comunistas, fusilándose a los principales responsables.[3]

En febrero de 1972, el gobierno de Numeiry logró firmar un acuerdo, en Addis Abeba, que ponía fin a la rebelión del sur. La guerra civil, que duraba desde 1955, se interrumpió durante diez años.

Numeiry procuró mejorar sus relaciones con las potencias occidentales, y muy especialmente con Estados Unidos, con quien restableció relaciones diplomáticas en julio de 1972. La proximidad con los Estados Unidos aumentó bajo la administración de Ronald Reagan. La ayuda estadounidense aumentó de 5 millones de dólares en 1979 a 200 millones en 1983 y luego a 254 millones en 1985, principalmente para programas militares. Sudán se convierte así en el segundo mayor receptor de la ayuda estadounidense en África (después de Egipto). Se inició la construcción de cuatro bases aéreas para alojar a las unidades de la Fuerza de Despliegue Rápido y una potente estación de escucha cerca de Puerto Sudán.

Las pretensiones de un Sudán unificado enfrentan al norte árabe y musulmán, con un sur donde coexiste el cristianismo y el animismo. Desde un año antes de la independencia, en 1955, los sudaneses del sur se embarcaron en una guerra civil. Este largo conflicto entre el gobierno musulmán y los guerrilleros cristianos y animistas del sur, refleja las realidades culturales opuestas de la nación. La guerra, junto con largos períodos de sequía, ha dejado un millón y medio de muertos.

En 1984 y 1985, después de un período de sequía, varios millones de personas se vieron amenazadas por la hambruna, especialmente en el Sudán occidental. El régimen está tratando de ocultar la situación a nivel internacional.

En marzo de 1985, el anuncio del aumento de los precios de los productos de primera necesidad, a petición del FMI con el que el régimen estaba negociando, desencadenó las primeras manifestaciones. El 2 de abril, ocho sindicatos llamaron a la movilización y a una "huelga política general hasta la abolición del régimen actual". El día 3, manifestaciones masivas sacudieron Jartum, pero también las principales ciudades del país; la huelga paralizó las instituciones y la economía.

El 6 de abril de 1985, tras la altísima inestabilidad política, al-Numeiry es derrocado tras un sangriento golpe de estado, siendo sucedido por el general Abderrahman Swaredahab hasta las elecciones de 1986, en la que Sadeq al-Mahdi asume como Presidente de Sudán. El 30 de junio de 1989, sin embargo, su gobierno fue derrocado en un golpe de estado liderado por Omar al-Bashir.

En 1989, los militares fueron vuelven al poder, con Bashir, de orientación islámica, tomando el poder con su Consejo de Mando Revolucionario (RCC).

La introducción de la sharia (ley islámica) en 1991 provocó la fuga de más de 350.000 sudaneses hacia países vecinos

El 10 de febrero de 1993, el Papa Juan Pablo II visitó la capital, Jartum.

Después de su reelección como presidente en 1996, al-Bashir negoció sin éxito con el SPLA, por lo que las conversaciones de 1997 en Nairobi tuvieron que ser declaradas un fracaso. Al año siguiente, se reanudaron las negociaciones en la capital keniana. Hassan al-Turabi (ahora presidente del Parlamento) dijo en julio de 1998 que ya no se descartaría la independencia del Sur. En 1998, Estados Unidos atacó Sudán y bombardeó la fábrica de drogas Ash Shifa cerca de la capital, Jartum. Esto se justificó oficialmente por la presunta producción de gas tóxico y la participación de Sudán en los ataques terroristas en Nairobi y Dar es Salaam. La evidencia de estas alegaciones no se pudo proporcionar hasta hoy.

En 1999, el parlamento sudanés se disolvió, al-Bashir impuso un estado de emergencia y despidió a los partidarios de Turabi del gobierno. Se rompió un acuerdo de alto el fuego entre el gobierno y los rebeldes, lo que dificulta las organizaciones de ayuda.

Desde 2003 en la región de Darfur se lleva a cabo un exterminio de la población negra por parte de los yanyauid. Es conocido como el Conflicto de Darfur.

En 2005 recibió la declaración de guerra de su vecino Chad y se firma un tratado de paz con el Sur. Al-Bashir ha estado gobernando con su Partido del Congreso Nacional junto con el Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán.

En enero de 2018, implementó el plan de austeridad del Fondo Monetario Internacional, transfiriendo algunos sectores de importación al sector privado. Como resultado, el precio del pan se duplicó; el precio de la gasolina aumentó un 30%. La inflación alcanza el 40%. Los movimientos estudiantiles y el Partido Comunista de Sudán organizaron manifestaciones para desafiar la política de Omar al-Bashir. Este último reaccionó arrestando al Secretario General del Partido Comunista y a otros dos dirigentes del partido, y cerrando seis periódicos.[4]

Desde diciembre de 2018, su régimen se ha enfrentado al mayor movimiento de protesta en la historia reciente del país. El levantamiento tuvo lugar en las ciudades del extremo norte del país, en particular alrededor de la ciudad de Atbara, el centro histórico del sindicalismo sudanés. Las demandas, inicialmente centradas en cuestiones económicas (más de 20 millones de personas viven por debajo del umbral de la pobreza), evolucionan frente a la represión hacia una lucha por la dimisión de Omar al-Bashir. Al 28 de diciembre, unas 40 personas habían sido asesinadas según fuentes médicas. [5]​ Las protestas culminaron en el derrocamiento del presidente el 11 de abril de 2019. Desde 2011, el desempleo ha afectado al 18% de la población activa y casi el 50% de la población vive por debajo del umbral de pobreza.

En el año 2011 se votó un referendo con el que se busca dar fin a los problemas étnicos y territoriales de esta atribulada nación, con lo cual se escindirá en dos entidades nacionales; una al norte musulmán y proárabe y otra al sur, de tendencia tradicional y animista. Y por la escisión del Sudán actual en dos entes nacionales se daría en teoría el fin a tantos años de amargas y trágicas muertes y desplazamientos tanto en Sudán del Sur como la estabilización del norte, así como la superficie y la población de Sudán se reducirán de manera notable.



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