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Hugo III de Chipre



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Hugo III (en francés: Hugues III de Lusignan, griego: Ούγος Α΄ της Ιερουσαλήμ; 1235 - 24 de marzo de 1284), nacido como Hugo de Antioquía, luego Hugo de Antioquía-Lusignan (adoptó el apellido de Lusignan de su madre en 1267), fue rey de Chipre desde 1267 y rey de Jerusalén desde 1268 (como Hugo I de Jerusalén). Era hijo de Enrique de Antioquía e Isabel de Chipre, la hija de Hugo I, nieto de Bohemundo IV de Antioquía y descendiente de Roberto Guiscardo.

Sucedió a su primo Hugo II como rey de Chipre en 1267 y obtuvo la disputada corona del menguante reino cruzado de Jerusalén dos años más tarde. Los esfuerzos de su rival, Carlos I de Anjou, rey de Sicilia, que también reclamó su derecho a ser rey de Jerusalén, y la resistencia de sus súbditos le impidieron establecer efectivamente su autoridad en Tierra Santa.

Hugo III fue un rey que pudo corregir la situación del reino de Jerusalén, pero se encontró con la anarquía feudal, con la oposición de algunos de sus súbditos y de las órdenes militares.[1]​ Intentó reconciliar a las diferentes facciones y unificar las fuerzas francas contra los mamelucos.[1]​ Aburrido de las intrigas y luchas intestinas después de ocho años de esfuerzo y paciencia, renunció al reino de Jerusalén; realizó un segundo intento de recobrar el reino siete años más tarde, pero murió poco después de desembarcar.[1]​ Siete años después de su muerte, la ciudad de Acre cayó definitivamente ante los mamelucos.[2]

Hugo no estaba destinado para la realeza desde su nacimiento. Su padre era miembro de la casa de Poitiers-Antioquía, pero no era el señor del Principado de Antioquía (era hermano de Bohemundo V).[3]​ Su madre era de la casa de Lusignan-Chipre, pero el rey de Chipre era Enrique I de Lusignan, tío de Hugo;[3]​ este era todavía joven y esperaba un hijo, Hugo II, que nació en 1252.[4][5]​ De esta forma, a pesar de su parentesco con estas dos familias reinantes de Levante, Hugo no tenía expectativas de heredar ninguno de estos territorios.

Después de la cruzada de Federico II Hohenstaufen, la nobleza del Reino de Chipre y Jerusalén estaba dividida entre partidarios y enemigos del emperador.[6]​ Los opositores se habían apoderado de Chipre en 1232, pero el rey de Jerusalén entonces era Conrado IV Hohenstaufen, hijo de Federico II, aunque nunca ejerció una soberanía real sobre el reino.[6]​ Los barones habían decidido asegurar una dirección colectiva del reino, mientras se mantenían en una realeza ficticia.[6]​Para que las prerrogativas reales previstas en los Assizes (Leyes) de Jerusalén se cumpliesen y en ausencia del rey, se había creado el título de regente de Jerusalén, que era conferida a un descendiente chipriota de la reina Isabel de Jerusalén con la condición de que este fuera adulto.[4]

El rey de Chipre y tío de Hugo, Enrique, murió un año después de convertirse en padre.[5]​ Su viuda, Plaisance de Antioquía, asumió la regencia hasta que murió en 1261;[3]​ le sucedió en ella Hugo, mientras que Isabel de Lusignan, la madre de este, actuó como regente de Jerusalén hasta su muerte en 1264,[7]​ tras haber regresado a Chipre y haber dejado a su marido como responsable del reino.[8]​ El título de regente de Chipre implicaba asumir la regencia del reino insular, pero el de regente de Jerusalén era más bien honorífico.[7]

A la muerte de Isabel de Lusignan, dos aspirantes reclamaron esta regencia: por una parte, Hugo, por el otro, Hugo de Brienne, cuya madre era la hermana mayor de Isabel.[8]​ La Alta Corte de Jerusalén falló en favor de Hugo de Lusignan,[8]​ probablemente debido a que Hugo de Brienne era más joven (solo tenía veinte cuatro años).[9][10]​ La situación del reino era difícil[8]​ porque, después de la estadía de Luis IX de Francia en Tierra Santa (1248-1254), el reino entró en una guerra civil conocida como la guerra de San Sabas (1256-1258).[11]​ Al mando de un ejército, Hugo desembarcó en San Juan de Acre el 25 de abril de 1266, poco después de la conquista de Cesarea, Haifa y Arsuf por Baibars.[12]​ Su llegada libró a la ciudad de caer en manos de este, aunque no bastó para recuperar el territorio perdido; la frontera con los egipcios se hallaba ya en los alrededores de Acre.[13]​ En el verano, una nueva campaña de Baibars le otorgó el dominio de Galilea, y también conquistó Safed gracias a una promesa de inmunidad a la guarnición que no mantuvo.[14]​ Hugo lanzó un contraataque en la región a finales de octubre, pero una emboscada en Safed le obligó a retirarse con grandes pérdidas.[12]

Hugo II, de apenas catorce años, murió el 5 de diciembre de 1267 y Hugo —hasta entonces su regente— le sucedió en el trono chipriota bajo el nombre de Hugo III.[15][16][17]​ Decidió adoptar el apellido de Lusignan.[16]​ Se le coronó el día de Navidad de ese mismo año.[17]​ La muerte de Hugo II y la ascensión al trono reforzaron el poder del De Lusignan, que ya tenía que temer la pérdida de este cuando acabase su regencia.[17]​ Sus vasallos, sin embargo, siguieron negándose a servir fuera del reino, lo que le forzaba a contar con los hombres de sus propios dominios reales y con voluntarios en sus expediciones al continente.[17]

El 29 de octubre de 1268, su primo Conradino de Hohenstaufen, rey titular de Jerusalén y último representante de la rama principal de la familia real de este reino, murió decapitado por Carlos de Anjou en Nápoles.[18][17]​ La línea principal provenía de Alicia de Champaña, mientras que las secundarias descendían de dos medio hermanas.[17]​ Extinguida la rama principal, la sucesión recayó entonces en la casa real chipriota, que descendía de una de las medio hermanas de Alicia.[17]​ Hugo III reclamó la sucesión del reino de Jerusalén como el mayor de los descendientes de la reina de Jerusalén, sucesión impugnada por María de Antioquía, como pariente más cercano del rey y descendiente de la otra medio hermana de Alicia.[19]​ Hugo fue finalmente elegido por la Alta Corte tras cierta controversia,[20]​ recibió el homenaje de Godofredo de Sergines, senescal del reino y representante de Luis IX, y fue coronado rey de Jerusalén el 24[20]​ de septiembre de 1269 en la catedral de Tiro —tradicional lugar de coronación de los reyes jerosolimitanos desde la pérdida de Jerusalén—.[21][22]​ María, sin embargo, no aceptó de buen grado la elección de Hugo y partió a Italia a presentar su caso ante el papa.[20]​ Aunque no logró hacerse con el trono, en marzo de 1277 vendió sus derechos a Carlos de Anjou por mediación del papa Gregorio X.[20]

Aunque Hugo III fue elegido por la asamblea de barones, su reinado no estuvo exento de dificultades.[23]​ En lo interno, hacía treinta cinco años que el rey no se encontraba entre sus barones. La primera acción de Hugo fue reconciliar a Felipe de Montfort con el Gobierno de Acre, facilitada por los reveses de aquel, que le hicieron apreciar la conveniencia de unir fuerzas; Hugo ofreció la mano de su hermana al hijo de Felipe como gesto de reconciliación.[22]​ La reconciliación de las familias Montfort e Ibelín resultó más sencilla que anteriormente debido a la desaparición de la vieja generación de esta familia y la pérdida de sus feudos en el reino a excepción de Beirut (en manos de una mujer que Hugo trató de utilizar para atraer cruzados mediante su matrimonio con algún destacado señor feudal europeo), aunque seguía siendo la principal familia de Chipre.[22]​ Para afirmar el apoyo de los Ibelíns, Hugo se casó con un miembro de esta familia, Isabel.[22]​ Aunque logró reconciliar a sus principales vasallos, tuvo más dificultad con la comuna de Acre, las órdenes militares y las repúblicas italianas.[22]​ Génova y Venecia continuaron enfrentándose y los templarios y teutónicos recibieron mal su acercamiento con Felipe de Montfort.[22]​ Acre, por su parte, era hostil a Tiro y aceptó de mala gana la pérdida de autonomía que supuso el regreso de un rey a la ciudad.[22]

Las dificultades de Hugo se incrementaban por el hecho de que la nobleza chipriota solo se sentía obligada a unirse al ejército real para defender el Reino de Chipre y no se consideraba obligada a seguir al rey al Reino de Jerusalén.[19]​ Los intentos de Hugo por reafirmar la autoridad real fracasaron.[22]

En lo externo, el sultán mameluco Baibars inició la conquista del reino desde hacia cinco años y ningún rey o noble en Europa occidental quería una cruzada, excepto Luis IX.[24]​ Las esperanzas de una nueva cruzada se desvanecieron cuando Luis envió sus fuerzas a Túnez en 1270, donde murió.[22]​ Carlos de Anjou —que había logrado el cambio de destino de la cruzada de Luis— no dejaba de ser una amenaza; mantenía buenas relaciones con el sultán de Egipto, Baibars, y azuzaba a Hugo de Brienne para que reclamase el trono chipriota y a María de Antioquía para que hiciese lo propio con el de Jerusalén.[22]​ El 1 de septiembre de 1269, una gran fuerza al mando de Jaime I de Aragón había partido hacia Tierra Santa, pero una gran tormenta desbarató la tropa y forzó la vuelta del rey y del grueso de sus fuerzas a Aragón, frustrándose la cruzada.[25]​ Los restos que alcanzaron el Levante no lograron resultado alguno; una emboscada que Baibars había preparado para ellos eliminó gran parte de los caballeros franceses acantonados en Acre que regresaban de unas incursiones cerca de Montfort y los aragoneses pronto regresaron a su tierra.[25]​ Baibars también logró deshacerse de Felipe de Montfort, el principal vasallo de Hugo, mediante el uso de la secta de los asesinos, que acabaron con él el 17 de agosto de 1270.[26]​ La muerte de Felipe fue un gran revés para Hugo, pues su hijo, que sobrevivió al ataque, no contaba con la experiencia y prestigio de su padre.[27]

Ante la escasa ayuda occidental, Hugo cifró sus esperanzas en el ilján Abaqa, chamanista de simpatías cristianas, influenciado además por su esposa, la bizantina María.[25]​ Las luchas entre el Ilkanato y la Horda de Oro impidieron, sin embargo, que Abaqa participase en los acontecimientos en Siria y Palestina y no pudo evitar la caída de Antioquía a manos de Baibars en 1268.[26]​ Incluso a partir de 1270, cuando las sucesivas guerras concedieron un respiro a Abaqa, este no puedo ejercer alguna influencia destacable en Tierra Santa por la partida de Luis de Francia a Túnez.[26]

A finales de mayo de 1268, después de la caída de Antioquía en manos de Baibars, Hugo envío una embajada para tratar sobre el establecimiento de una posible tregua.[1]​ Los enviados del sultán se presentaron en Acre el 3 de julio y, después de duras negociaciones, la paz se firmó.[28][1]​Pero, a diferencia de sus predecesores ayubíes, el sultán no cumplió con su palabra, realizó una campaña de saqueo en Tiro el 23 de mayo de 1269, intentó poner sitio a Margat en diciembre de 1269 y en enero de 1270, y atacó sin éxito el Crac de los Caballeros el 28 de enero de 1270.[29]

Aunque la cruzada de Luis hizo que Baibars no atacase a los francos durante el verano de 1270, ya que temía que su presencia fuese necesaria en Túnez para repeler a aquel, la muerte del soberano francés le permitió retomar sus campañas en Palestina y Siria.[27]​ En febrero de 1271 comenzó una nueva ofensiva en la que capturó todas las fortalezas francas del interior de la región, incluidas Montfort, el Crac de los Caballeros o Maraclea.[27]​ En el verano, el Reino de Jerusalén había quedado reducido al dominio real (Acre y sus alrededores), el condado de Sidón, en poder de los templarios y el señorío de Tiro, en poder de Felipe de Montfort, partidario de los genoveses mientras que los venecianos dominaban Acre.[1]

En mayo de 1271, el sultán mameluco envió una escuadra de diecisiete naves contra Chipre, pero una mala maniobra hizo que once de ellas cayeran en manos de los chipriotas un mes más tarde.[30]​ Poco después el príncipe Eduardo de Inglaterra desembarcó a la cabeza de la Novena Cruzada, a la que se unió Hugo, pero su llegada no condujo a ningún resultado concreto, aunque las partes enfrentadas negociaron una paz en Cesárea el 22 de mayo de 1272.[31][32]​ La paz había regresado, pero los francos del Reino de Jerusalén volvieron nuevamente a las luchas internas y los caballeros chipriotas se negaron a servir en Palestina; solo después de cierta negociación, acordaron servir allí cuatro meses al año, mientras que el Estado mameluco había creado un ejército permanente.[32]

Los vasallos estaban empezando a mostrar su oposición al rey; a la muerte de Hamo le Strange, señor de Beirut, este entregó a su viuda (Isabel) y su feudo a la protección de Baibars (1273).[1]​ Hugo respondió asignando la residencia de la viuda en Chipre, pero Baibars, con el apoyo de los templarios que se oponían a la restauración de la monarquía, intervino y tomó el control de Beirut.[1]​ Solo mucho después, tras la muerte de Isabel, Hugo logró recuperar el control del feudo.[33]​ En Trípoli, donde había muerto el conde Bohemundo VI de Antioquía, Hugo tampoco logró hacer respetar su derecho a la regencia del joven Bohemundo VII, que tomó su madre con la ayuda del obispo de Tortosa; los intentos de Hugo de hacerse con el control de la ciudad fracasaron.[33]​ También en la ciudad de Acre aprovecharon la lejanía de los reyes Hohenstaufen para administrarse autónomamente, aceptando mal la presencia del rey.[1]​ La aceptación de Hugo al comienzo de su reinado fue dando paso a una creciente hostilidad, especialmente de la comuna y de los templarios.[34]​ En 1275, Guillermo de Beaujeu fue elegido gran maestre del Temple y declaró abiertamente su oposición al rey; incluso se negó a consultar y obtener su consentimiento por algunos actos que los Assizes requerían.[35]​ En Latakia, por el contrario, Hugo logró rechazar el asedio de Baibars tras acordar el pago de un tributo al sultán.[33]

Cansado de las desavenencias con las distintas fuerzas del reino, Hugo III dejó Acre en octubre de 1276 para viajar a Tiro y después a Chipre; escribió una carta al Papa explicando que la insubordinación del pueblo de Acre y de las órdenes militares hacían imposible el gobierno del reino y que renunciaba.[36][23]​ Los acreanos se dieron cuenta del peligro que afrontaban y pidieron a Hugo que se quedase pero, como las órdenes militares se negaron a aceptar esta medida, Hugo persistió en su decisión.[23]​ Aceptó, sin embargo, nombrar a un bailío para el reino, que fue Balián de Ibelín.[37][34]

Después de la partida de Hugo, Guillermo de Beaujeu fomentó las ambiciones de Carlos de Anjou, que compró los derechos del reino de Jerusalén a María de Antioquía en marzo de 1277.[38]​ Carlos de Anjou envió a su representante Roger de San Severino para gobernar el reino, pero fracasó en unificar el país, que luchaba por recuperarse de la guerra de San Sabas y se encontraba desgarrado entre los partidarios de Chipre y los Anjou.[39][1]​ La llegada de Roger, la falta de apoyo al bailío de Hugo y la indiferencia de este, que se negó a intervenir en los asuntos del reino tras su marcha a Chipre, permitieron que los angevinos se hiciesen con el control del menguado reino.[40]

Hugo cambió su decisión de abandonar el reino y desembarcó en Tiro en 1279, pero no tuvo la bienvenida esperada después de cuatro meses.[36]​ No participó en los combates entre mongoles y mamelucos que culminó en la gran batalla de Homs del 30 de octubre de 1281 con una victoria parcial de los segundos que estableció la frontera entre ambos en el Éufrates.[41]

El 30 de marzo de 1282, las Vísperas sicilianas pusieron fin a las ambiciones mediterráneas de Carlos de Anjou, que debió replegar sus tropas de Tierra Santa.[36]​ La matanza desbarató su poderío no solo en occidente, sino también en Tierra Santa.[42]​ A finales de año, Roger de San Severino, ya sin apoyos locales, abandonó el reino de Jerusalén, aunque nombró a un bailío para sustituirle.[43]​ Gracias al apoyo de los Montfort, que de nuevo controlaban Beirut y Tiro, Hugo regresó al reino de Jerusalén durante el verano de 1283; bien recibido en las dos ciudades a pesar de los reveses sufridos por sus tropas en el camino entre ambas, no logró, sin embargo, el apoyo de Acre.[43]​ Los nobles chipriotas se negaron de nuevo a permanecer en el continente más de los cuatro meses habituales y su hijo Bohemundo, el más prometedor, murió el 3 de noviembre.[44]​ Su cuñado y aliado Juan de Montfort murió también, el 27 de noviembre de 1283, seguido por el hermano de este último el 12 de febrero de 1284.[1]​ Aunque abandonado por sus vasallos chipriotas, que regresaron a la isla, Hugo decidió permanecer en Tiro, que controlaba aún la viuda de su difunto cuñado.[44]​ Murió en esta ciudad el 26 de marzo de 1284.[45][46]

Se casó el 23 de enero de 1255 con Isabel de Ibelín (1241 - 1324), hija de Guido de Ibelín, mariscal y condestable de Chipre, y Felipa de Barlais, y tuvo los siguientes hijos:[47]




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