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Baibars



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Baibars cumple los años el 12 de marzo.


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La edad actual es 2023 años. Baibars cumplió 2023 años el 12 de marzo de este año.


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Baibars I (en turco, Baybars; en árabe, al-Malik al-Zahir Rukn al-Din Baibars al-Bunduqdari; 1223-1 de julio de 1277) fue un sultán mameluco de Egipto y Siria. De origen kipchak, fue hecho esclavo en Crimea, donde se había refugiado su tribu, en la década de 1240, y vendido en Alepo.[1]​ Participó en la victoria de Ain Jalut sobre los mongoles, pero al no obtener la recompensa esperada participó en el asesinato del sultán Qutuz en 1260.[2]​ Resultó el mayor azote de los cruzados desde los tiempos de Saladino y selló su eliminación del Levante.[3]

Se dice que fue capturado por los mongoles y vendido como un esclavo, terminando finalmente en Siria.

Su primer amo, el emir (príncipe) de Hama, sospechaba de Baibars por su aspecto inusual (era enormemente alto, con un brillante pelo dorado, y una mancha blanca en uno de sus ojos azules). Por ello, Baibars fue rápidamente vendido a un oficial mameluco y enviado a Egipto, donde se convirtió en uno de los guardaespaldas del dirigente ayubí al-Salih Ayyub.

Baibars nunca olvidó que había sido vendido barato porque estaba ciego de un ojo. Así, cuando gobernó Egipto las personas que querían conservar su pellejo no mencionaban su ojo ciego en público. Baibars también fue conocido por sus ocasionales salidas de incógnito por la ciudad de El Cairo para saber la opinión de sus súbditos acerca de los noticias del momento. Era una decisión fatal para cualquiera reconocerlo en una de estas excursiones, pese a que su ceguera y especialmente su tamaño le hacían bastante fácil de reconocer. Esta costumbre suya le ayudó mucho a saber las opiniones de la gente común.

Nació en 1223.[4]​ De origen kipchak, fue hecho esclavo en Crimea, donde se había refugiado, en la década de 1240.[5]​ Su tribu, la de los kipchak barali, se había refugiado en 1242-1243 en la península, escapando de la presión de los mongoles.[6]​ En vez de recibir amparo, la tribu fue atacada y algunos de sus niños capturados para ser vendidos como esclavos.[7]​ Tal fue el caso de Baibars.[7]​ Con unos catorce años, se lo vendió en Alepo.[5]​ Su primer amo fue el señor ayubbí de Hama, que se deshizo de él, bien por su inquietante mirada debida a su defecto ocular, bien por su voz grave y ronca, que le resultaba desagradable.[8][4]​ Más tarde lo adquirió Ala al-Din Aydakin al-Bunduqdar, a bajo precio —ochocientos dirhems— por la catarata que tenía en un ojo,[4]​ que lo devaluaba como esclavo.[5]​ Con la caída en desgracia y aprisionamiento de su señor esa misma década, pasó, junto con el resto de sus esclavos, a posesión del sultán al-Salih Ayyub.[5]​ Ingresó entonces en el grupo de mamelucos bahríes.[5][4]

Había mostrado desde joven gran inteligencia, y su victoria sobre los francos en 1244 aumentó su prestigio: se le consideraba el mejor de los mamelucos del sultán.[8]​ Tras la muerte de al-Salih, Baibars desempeñó un papel destacado en el asesinato de su hijo y sucesor, Turan Shah.[9][4]

Pasó a Siria en 1254, después de que el sultán Aibek asesinase en la ciudadela de El Cairo a su jefe, el de los mamelucos bahríes, Faris al-Din Aqtay al-Jamdar, que suponía una amenaza para el soberano.[10]​ Primero entró a servir al sultán ayubí de Damasco an-Nasir Yusuf, luego abandonó a este y marchó a Kerak, en la Transjordania, donde sirvió a su señor, el también ayubí al-Mughith.[11]​ Este cambio se debió a la desilusión de Baibars y de los mamelucos bahríes que le habían seguido al exilio por la negativa de an-Nasir de intentar invadir de nuevo Egipto tras el fracaso de la primera tentativa del invierno de 1250-1251.[12]​ Animado por Baibars, al-Mughith emprendió dos campañas contra Egipto, en 1257 y 1258, que también fracasaron.[12]​ Más tarde Baibars volvió al servicio de an-Nasir.[13]​ En 1258, participó en una fallida conjura contra este.[9]

Desilusionado con la pasividad de an-Nasir ante la invasión mongola, que permitió que las fuerzas de Hulagu conquistasen y arrasasen Alepo en enero de 1260, lo abandonó y marchó a Gaza.[14]​ Allí, tras casarse con una kurda de la tribu de los shahrazuri para cimentar la alianza con esta, que acompañaba a su grupo de mamelucos bahríes, pactó con Qutuz, sultán de Egipto y asesino de Aqtay, una amnistía que le permitió unirse a su ejército.[15]​ Por entonces, Qutuz reunía en torno a sí a todos aquellos dispuestos a plantar cara a los invasores mongoles, y aprestaba sus fuerzas para combatirlos en Siria.[16]

Mandó la vanguardia del gran ejército egipcio reunido por el sultán Qutuz para combatir a los mongoles que habían invadido Siria en el 1259.[17]​ Fue la parte del ejército encargada de atraer a las fuerzas enemigas a la celada que el sultán preparó en las «pozas de Goliat», donde las hordas mongolas acaudilladas por el general Kitbuqa fueron derrotadas en la batalla de Ain Jalut del 3 de septiembre de 1260.[2][18]​ Baibars mandó también las fuerzas que acabaron con la última resistencia enemiga en Beit She'an, donde habían tratado de reagruparse.[2]​ Más tarde, quedó a cargo de perseguir a los restos de las huestes mongolas y expulsarlas de la región.[2]​ Solicitó luego en vano a Qutuz que le entregase el gobierno de Alepo o de Palestina.[2][19]​ La negativa del sultán hizo que Baibars se contase entre los descontentos que lo asesinaron el 23 de octubre cerca de Gaza, cuando el ejército se hallaba ya a las puertas de Egipto de regreso de la victoriosa campaña.[2][20]​ Parece que los motivos del asesinato fueron tanto el descontento por el reparto de recompensas tras la victoria como el derrocamiento del sultán al-Mansur Nur al-Din Ali, hijo de Aibek, que algunos de los mamelucos de este no le habían perdonado a Qutuz.[21]

Tras la muerte de este, los principales jefes militares, entre los que los conjurados contra el difunto sultán eran una minoría, se reunieron para decidir quién se haría con el trono de Egipto.[21]​ La discusión fue tensa y, aunque la mayoría se inclinó por otro de los principales comandantes, los más importantes lo hicieron por Baibars.[21]​ La opinión decisiva fue la del antiguo atabeg de los sultanes Ali y Qutuz.[21]​ Incluso entonces Baibars no obtuvo un respaldo incondicional de los presentes: estos exigieron que el nuevo sultán prometiese promover sus intereses antes de jurarle fidelidad.[21]​ Tras enviar un destacamento a El Cairo para que asegurase la ciudadela, Baibars entró en la capital egipcia en noviembre.[22]

La primera tarea de Baibars en Egipto fue repartir los principales cargos administrativos y militares para ganarse el favor de los personajes más poderosos del sultanato.[22]​ Mantuvo al provecto atabeg de sus predecesores, Fais al-Din Aqtay al-Mustaʿribi, mameluco salihí —manumitido durante el reinado del ayubí al-Salih Ayyub—, en su puesto, aunque durante el reinado actuó menos como jefe del ejército que como mediador e intercesor ante el sultán.[22]​ Otro destacado salihí, Jamal al-Din Aqush al-Najibi, recibió el cargo de ustadar —jefe de la casa real del sultán—, encargado principalmente de la recaudación de ciertos impuestos y de su gestión.[22]ʿIzz al-Din Aybak al-Afram, también salihí, obtuvo el cargo de amir jandar —teóricamente jefe de la guardia pretoriana del sultán pero, en la práctica, responsable de las obras públicas y de ingeniería, tanto civiles como militares—.[22]​ Otros sobresalientes emires salihíes no obtuvieron cargos oficiales, pero demostraron su poder participando en los consejos celebrados con el sultán para ajustar cuestiones políticas o encabezando operaciones militares.[22]​ El sultanato quedó dominado de esta manera por un conjunto de antiguos mamelucos de al-Salih, en torno a veinticuatro, los llamados «emires de centuria», porque debían mantener a su costa cien mamelucos.[23][24]​ Algunos de los cargos más distinguidos, sin embargo, quedaron en manos de mamelucos del propio Baibars —llamados zahiríes por el nombre del sultán, al-Zahir—, como el de naʿib (virrey, encargado junto con el visir de la supervisión de la Administración Pública y la recaudación de impuestos) y dawadar (supervisor militar de los escribas de la cancillería de palacio y responsable de la gestión del servicio de correo, supervisión de documentos, asuntos exteriores y espionaje).[25]​ Poco a poco, con paciencia y astucia, Baibars fue sustituyendo a los poderosos salihíes por sus propios seguidores zahiríes.[25]

De entre los cargos estrictamente civiles, de menor importancia en el periodo mameluco que los militares pero incluso así relevantes, Baibars decidió mantener al visir árabe de Qutuz, Ibn Zubayr.[26]​ A diferencia de los anteriores periodos fatimí y ayubí, los visires del mameluco tuvieron menos poder: de supervisar casi toda la Administración Pública pasaron a quedar limitados paulatinamente a asuntos fiscales, en los que abundaban los funcionarios coptos.[26]​ El otro cargo principal de entre los civiles, el de escriba mayor, quedó en manos de una erudita familia musulmana, la de los Banu ʿAbd al-Zahir.[26]​ El nuevo sultán tuvo asimismo que mantener a numerosos cargos nombrados por Qutuz dada la falta de simpatías de la población cairota, que lo recordaba como uno de los cabecillas de los mamelucos bahríes que habían aterrorizado la ciudad a comienzos de la década de 1250.[5]​ A diferencia de Qutuz, soberano que gozó del favor del pueblo, Baibars tardó varios meses en atreverse a desfilar por la ciudad, a pesar de haber abolido[27]​ algunos de los impuestos extraordinarios implantados por Qutuz para sufragar la campaña contra los mongoles.[5]

Entre las diversas medidas para legitimar su título, Baibars reconstituyó el califato y se presentó como el heredero natural de al-Salih.[28]​ Los emires —jefes militares de distinta graduación—, juraban su cargo ante la tumba del sultán ayubí.[28]​ Otro aspecto crucial en la legitimación de Baibars fue el mantenimiento de la yihad contra los distintos grupos no musulmanes (mongoles, cruzados, armenios y nubios) cuyos territorios lindaban con los del sultanato.[28]

Pese a todos los intentos por reforzar su posición, tuvo que enfrentarse a continuas conjuras en su contra.[28]​ Ya en 1261 eliminó a ciertos emires muizzíes —mamelucos de Aibek— que antes habían conspirado con él contra Qutuz.[28]​ En 1263 se deshizo del que había sido su principal rival en la elección de sultán tras el asesinato de Qutuz.[28]​ En 1270-1271, realizó una purga de las filas de los salihíes, si bien respetó a los más poderosos de sus jefes.[28]​ Además de las maquinaciones de mamelucos, también tuvo que lidiar con diversas rebeliones.[28]​ En 1260 aplastó una de esclavos negros, dirigidos por un asceta chiita, que estalló en la capital.[28]​ En el Alto Egipto, tuvo que castigar a las tribus beduinas, en perpetua rebelión desde la muerte de al-Salih en 1249 y que controlaban las zonas rurales.[29]

Para obtener la legitimación del califa y dado que el último (al-Musta'sim) había muerto en la conquista mongola de Bagdad, Baibars otorgó el cargo a un refugiado que, durante el reinado de Qutuz, había llegado desde Iraq con los beduinos, se había presentado en Damasco y había afirmado ser tío del difunto califa abasí.[30][31][32]​ En 1261, Baibars organizó una serie de complicadas ceremonias para nombrarlo califa y hacer que luego este lo invistiese con el título de sultán.[30][31]​ Como persistieron las dudas sobre el origen del califa al-Mustansir II y este se mostró demasiado independiente de los deseos del sultán, este lo envió al frente de una débil expedición a recobrar Bagdad;[33]​ un ejército mongol la aplastó en noviembre o diciembre de 1261.[30][34]​ Muerto el califa y la mayor parte de sus tropas, Baibars presentó a un nuevo candidato,[33]al-Hakim I, que aseguró también haber escapado de la matanza de 1258 y que asumió el título califal en 1262.[30][35]​ Cuando el nuevo califa mostró inclinaciones a intrigar, Baibars lo envió a las afueras de la capital, donde tanto él como sus sucesores quedaron sometidos a una especie de arresto domiciliario y privados de toda influencia política en el sultanato.[36][35]​ Simplemente se los empleó en ceremonias públicas y como fuente de prestigio para el Estado ante otros territorios suníes.[28]

En 1265, nombró cadíes principales de las cuatro principales escuelas de derecho islámico.[30][37]​ Hasta entonces había existido uno de la shafi'i, pero Baibars, tanto para debilitar su poder como para reforzar a la escuela hanafí a la que pertenecían la mayoría de los mamelucos y de los turcos, instauró los demás cargos.[30]

El concepto de yihad se extendió para incluir el combate de lo que se consideraban vicios: la prostitución, el consumo de hachís o de cerveza, el atuendo inmoral o el lujoso, entre otros.[38]​ Al combate militar contra los infieles se unieron numerosos voluntarios, aunque tanto por motivos religiosos como económicos, pues se los recompensaba con los botines obtenidos en las victorias.[38]

Aunque el asesinato de Qutuz le granjeó casi inmediatamente el trono egipcio, Baibars perdió igual de velozmente el control de Siria, donde no se aceptó la muerte del vencedor de Ain Yalut.[39][40][27][8]​ Damasco hubo de ser sojuzgada en 1261.[39]​ El mameluco fiel a Qutuz que se había apoderado de ella con el beneplácito de los notables de la ciudad fue vencido por las fuerzas egipcias el 17 de enero de 1261.[8]​ Su gobierno quedó a cargo de un virrey y de un gobernador; el propósito de este último, que controlaba la ciudadela y la guarnición de la ciudad, era limitar el poder del primero y asegurar que se mantenía fiel al sultán.[39][41]​ El mismo sistema se empleó en el resto de Siria y Palestina, donde se fueron creando progresivamente distintos virreinatos, dependientes todos ellos directamente del gobierno del sultán en Egipto.[41]​ Los hubo en Alepo, Homs, Hama, Gaza, Safed, y Trípoli.[41]

La conquista de Damasco conllevó el dominio de Palestina y del sur de Siria.[39]​ El ayubí al-Mughith, señor de Kerak mantuvo su resistencia a Baibars hasta que fue apresado a traición —se le había concedido un salvoconducto para parlamentar— en 1263, enviado a prisión y estrangulado.[39][42][8]​ Cuando, después de talar las cercanías de Acre, Baibars se presentó ante Kerak, el hijo de al-Mughith le entregó la fortaleza, que nunca había sido expugnada.[43]​ El sultán permitió que el señor ayubí de Homs conservase sus tierras a pesar de haber combatido en el bando mongol en la campaña de 1260; las recibió cuando aquel falleció en 1262.[39][44][8][nota 1]​ Ese mismo año, en el otoño, los egipcios conquistaron Alepo, que gobernaba un mameluco de an-Nasir.[45][46][33]​ En 1272, Baibrs obtuvo Saone.[39]

Por el contrario, respetó al señor ayubí de Hama, que había combatido junto a él contra los mongoles en 1260.[39][8]​ Esta ciudad solo pasó a manos de los mamelucos en 1341.[47]​ La ciudad quedó como una especie de protectorado mameluco, como lo era también Homs.[45][48]​ Para controlar el desierto, Baibars reunió a los emires beduinos y les hizo responsables de sus territorios, además de nombrar a uno de ellos como autoridad principal sobre los demás.[35]​ A este le entregó además el gobierno de Salamíe.[35]

Baibars no sostuvo ningún choque destacable con los mongoles tras hacerse sultán.[45]​ Las fuerzas que vencieron al ejército invasor en la batalla de Homs del 10 de diciembre de 1260 pertenecían al señor de Alepo y a los príncipes ayubíes de Homs y Hama.[45]​ A partir de entonces, durante el reinado de Baibars no hubo más que escaramuzas fronterizas.[45][49]​ El sultán estableció una línea defensiva bastante débil a lo largo del Éufrates, que gozaba de contacto directo con Egipto mediante el correo estatal.[45]​ Pese a la gravedad de la amenaza mongola que daba lugar a constantes rumores de invasión inminente, el grueso del ejército permaneció siempre en Egipto y no en Siria.[45]​ Los continuos combates, no obstante, despoblaron el norte de la región, que sufrió tanto las correrías de las bandas turcomanas y mongolas como las medidas defensivas de la población sedentaria.[45]​ La dependencia militar siria de las fuerzas egipcias frente a la constante amenaza mongola garantizó la unión de la zona al sultanato.[50]

El mismo peligro mongol que mantenía a Siria unida a Egipto impelió a Baibars a eliminar los restos de Estados cruzados.[50]​ Estos amenazaban la principal vía de comunicación entre Egipto y Siria, que seguía la ruta marcada por Gaza, Ramala, Yenín, Ain Yalut y Beit She'an.[50]​ Los cruzados dominaban además gran parte de las tierras más fértiles de la región, concentradas junto a las costas que señoreaban.[50]​ La neutralidad y ayuda prestada por los francos del sur a los mamelucos durante la campaña de Ain Yalut de 1260 no les granjeó la benevolencia de Baibars: no solo no devolvió una localidad de Galilea que Aibek había prometido entregarles, sino que tampoco liberó a los prisioneros francos, como esperaban los emisarios jerosolimitanos que acudieron a solicitarlo; en vez de esto, los mandó a campos de trabajo.[33]

En la década de 1260, la actividad militar de Baibars en el Levante fue continua, con campañas casi todos los años.[51]​ Dada la ignorancia en poliorcética de los mamelucos, Baibars allanó estas conquistas mediante el cerco económico a sus objetivos militares, para debilitarlos antes de asaltarlos.[50]​ La destrucción de cultivos y de pastos minaba la posición del enemigo, al que obligó en numerosos pactos a realizar concesiones territoriales y económicas.[52]​ Las principales campañas fueron las siguientes:

Entre 1265 y 1271, los ejércitos mamelucos se adueñaron de diversos castillos de los asesinos, quienes pasaron de pagar tributo a los hospitalarios a someterse al sultán.[76][82]​ Las huestes de Baibars no solo ejercían la lucha político-religiosa de la yihad contra los cruzados cristianos, sino también contra las poblaciones musulmanas no suníes, nizaríes, chiitas y drusos de la zona.[76]​ Los nizaríes abundaban en las montañas del Jabal al-Ansariyya, donde tenían sus fortalezas los asesinos, y en las colinas de Galilea; los drusos, en la parte sur del Jabal al-Ansariyya.[83]

El 1266, aprovechando los problemas del Ilkanato, impotente temporalmente por la muerte de Hulagu y los ataques de Berke Kan, otro ejército mameluco amenazó Trípoli, conquistó Arqa y marchó a arrasar el reino armenio de Cilicia.[84]​ Los armenios y los templarios de Baghras, superados en número por el enemigo, fueron vencidos el 24 de agosto cuando trataban de frenarlo.[60]​ Ya sin obstáculos, las columnas de Baibars, mandadas por el señor ayubí de Hama y su emir Qalawun, saquearon Ayas, Adana, Tarso y la capital armenia, Sis, cuya catedral quemaron antes de llevarse miles de cautivos.[60]​ La campaña acabó a finales de septiembre, cuando este ejército volvió a Alepo con gran botín y unos cuarenta mil cautivos.[60]​ La invasión sumió al reino en la decadencia.[40][82]​ Para cuando Haitón, que había marchado a Tabriz a recabar la ayuda mongola para el esperado embate de Baibars, retornó a su reino, lo encontró arrasado; uno de sus hijos había muerto y el otro se hallaba cautivo de los mamelucos.[60]

También en 1272, el gobernador de Asuán llevó a cabo una expedición a Nubia, mientras que otra alcanzó Barca, en la Cirenaica.[82]

En 1275, acometió la invasión del Reino de Cilicia, cuyas principales ciudades saqueó, aunque no alcanzó la capital.[85][82][86]​ En 1277 penetró en el este de Anatolia y derrotó a los mongoles en la batalla de Albistán el 16 de abril de 1277.[85][87][86]​ Aunque logró apoderarse de Kayseri (Cesarea), la capital de los selyúcidas vasallos de los mongoles del Ilkanato,[87]​ la falta de apoyo de los selyúcidas y la imposibilidad de unir sus fuerzas a las de los turcos qaramanlíes que se habían rebelado contra los mongoles le obligaron a retirarse al sur.[85][88]​ En junio se hallaba ya en Antioquía, y no pudo impedir que los mongoles marchasen contra Kayseri y la arrasasen como castigo a la buena acogida que había dispensado a Baibars.[87]

Mantuvo una alianza informal con Berke kan, jefe de Horda de Oro convertido al islam,[33]​ cuyo principal beneficio para el sultán fue el reforzamiento de su ejército con contingentes de caballería turca y mongola que entraron a su servicio en 1262-1264 y 1266-1267 por orden del kan.[65][89]​ El interés común del kan y del sultán era la lucha contra Hulagu, el invasor de Siria en 1259 y fundador del Ilkanato en Persia, además de la fe islámica que compartían.[65]​ Establecieron también lazos comerciales: los territorios del kan suministraron madera, pieles y esclavos al sultán, desde mediados de la década de 1260, con mediación de los mercaderes genoveses, que se establecieron en Caffa.[90]​ Para hostigar a los mongoles del Ilkanato y a los armenios de Cilicia, Baibars sostuvo a uno de los pretendientes al trono selyúcida en Anatolia y pactó con Karamán, un caudillo turcomano asentado al sureste de Iconio.[33]

Falleció en Damasco el 20 de junio de 1277,[nota 2]​ cuando preparaba nuevas incursiones en Anatolia.[91]​ Como cayó enfermo poco después de consumir kumis —leche de yegua fermentada—[89]​ durante un partido de polo, se rumoreó que había sido envenenado.[92][nota 3]​ Para entonces, los Estados cruzados habían quedado reducidos a un rosario de plazas costeras que no suponían ya amenaza alguna para los territorios musulmanes y que habían perdido las principales fortalezas que los protegían.[75]​ Si al principio de su reinado los cruzados dominaban la costa levantina entre Gaza y Cilicia y contaban con imponentes fortalezas en el interior para proteger el territorio, cuando falleció el sultán apenas se sostenían en Acre, Tiro, Sidón, Trípoli, Gibelet, Tortosa y Latakia y en las fortalezas de Marqab y Atlit.[3]​ Resultó el mayor azote de los cruzados desde los tiempos de Saladino y selló su eliminación del Levante.[3]

Para asegurar la sucesión, su cadáver fue trasladado en litera a El Cairo y solo se anunció que el sultán se hallaba enfermo, no que había fallecido.[93]​ Solamente cuando el ejército había vuelto a tomar posesión de la ciudadela de la capital se proclamó su muerte.[93]​ Le sucedió en el trono del sultanato su hijo y heredero, al-Said Barakah.[93]

Baibars fue un dirigente popular del mundo musulmán que derrotó a los cruzados en tres cruzadas distintas. Para dar soporte a sus campañas militares, Baibars requisó arsenales, barcos de guerra y de carga. Sus campañas militares se extendieron a Libia y Nubia.

También fue un eficiente administrador que se interesó por varios proyectos en infraestructuras, como un sistema de mensajería con caballos de posta capaz de hacer llegar un mensaje desde El Cairo hasta Damasco.

Al-Madrassa al-Zahiriyya es la escuela construida junto a su mausoleo en Damasco. La Biblioteca de Az-Zahiriyah tiene un tesoro en forma de manuscritos en varias ramas de conocimiento.

Baibars era bajo y fornido y apenas pestañeaba.[9][nota 4]​ Moreno y de ojos azules,[8][94]​ tenía una catarata en el ojo derecho.[4]​ Lleno de vitalidad, fue un gobernante marcial, inmisericorde con cualquier oposición y en ocasiones brutal, pero no sádico, como algunos de sus sucesores.[9]​ Habilísimo estadista, se le considera también falto de honor, escrúpulos y misericordia.[8]​ Al haberse adueñado del poder mediante intrigas, vivía en continua tensión, que le hacía dormir mal y tener continuos problemas estomacales.[9]​ Desconfiado, implantó un extenso servicio de espionaje para desbaratar cualquier conjura y era dado a las inspecciones sorpresa y a recorrer disfrazado las calles de la capital para averiguar lo que de él se decía.[9]

Sanguinario e inculto, permitió sin embargo un renacimiento cultural y artístico en sus territorios —principalmente de Egipto—.[40][3]​ Durante su reinado se realizaron además numerosas obras públicas,[3]​ se repararon puentes y caminos y se recuperó el servicio de correo,[48]​ tanto a caballo como por paloma mensajera.[40]​ La capital recibía correo de todos los rincones del imperio dos veces a la semana.[48]​ Se repararon además las defensas de distintas plazas, como Rosetta y Damieta en Egipto y Damasco y Bosra en Siria.[48]​ Baibars reconstruyó también la Armada, abandonada desde los tiempos del sultán al-Salih.[48]

Como el primer gran sultán de la dinastía mameluca de los bahríes, Baibars impuso el ascenso a la cúspide del poder de la sociedad mameluca. Tomó finalmente el poder matando al sultán Qutuz para vengar la muerte de su amigo, pero antes de que se hiciera sultán fue comandante de las fuerzas mamelucas en la más importante batalla de su época, repeliendo una importante fuerza mongola en la legendaria batalla de Ain Jalut (en 1260).

Su reino marcó el inicio del dominio mameluco en el Mediterráneo oriental y solidificó su estructura militar. Escogió el estilo de guerra de Saladino como su ideal, y fue capaz de eliminar la presencia de los cruzados en Siria, uniendo Egipto y Siria en poderoso estado que fue capaz de sobrevivir a las amenazas de los cruzados y de los mongoles.

Sin embargo, pese a que fue considerado un héroe durante centurias por Egipto y Siria, y conservado ese estatus hasta el día de hoy, el sultán Baibars tiene una oscura reputación en el mundo cristiano por ser el causante de la expulsión y masacre definitiva de la cultura cristiana en Oriente.

Baibars tiene una faceta legendaria dentro del mundo árabe. Es recordado como un héroe tanto en el Levante mediterráneo como en Egipto. Sus memorias fueron escritas y recogidas en Sirat al-Sultan Baibars (Vida del sultán Baibars), un popular romance arábigo recordando sus batallas y logros.

Es el protagonista de uno de sus principales ciclos narrativos. Los Relatos de Baibars tienen un tono épico y picaresco. En este relato Baibars era el heredero desposeído de un lejano reino de Asia Central, y convertido en un vagabundo famélico y esclavo maltratado, es adoptado por una rica dama de Damasco y protegido por el cuñado de ésta, el visir Naim El Din, que le conduce a El Cairo para presentarlo al rey. Baibars es de naturaleza caballeresca, de una vasta cultura, ingenuo, de moralidad intachable y piadoso, pero se junta con malas compañías, lo que da pie a todo tipo de aventuras. Acabará siendo el sucesor del rey.

La atención y la afluencia de público que atraía el narrador de estos relatos hacía que pudiera percibir hasta la mitad de la recaudación del café que le contrataba. Aunque eran relatos de tipo oral, existen numerosas versiones escritas de Baibars, recogidas principalmente en Alepo, Damasco y El Cairo. La versión de Alepo tiene casi 36.000 páginas y es una de las más importantes.



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