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Imperio Songhai



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El Imperio songhai, también conocido como el Imperio songay, fue un Estado ubicado en África Occidental. Desde comienzo del siglo XV hasta finales del siglo XVI, Songhai fue uno de los mayores imperios islámicos de la historia.[1]​ Este imperio portaba el nombre de su principal grupo étnico, los Songhai. Su capital era la ciudad de Gao, donde un Estado Songhai había existido desde el siglo XI. Su base de poder se hallaba ubicada en la margen del río Níger, en los actuales Níger y Burkina Faso.

El Estado songhai existió de un modo u otro durante más de mil años si se traza la historia de sus gobernantes desde el primer asentamiento en Gao hasta su estatus semivasallo bajo el Imperio de Malí y hasta su continuación en Níger como el Reino Dendi.

Se piensa que los songhai se establecieron en Gao en fechas tan tempranas como el 800 A.C., pero no la establecieron como capital hasta el siglo XI, durante el reinado de Dia Kossoi. Sin embargo, la dinastía Dia pronto dio paso a los Sonni, lo que provocó el ascenso de Sulaiman-Mar, quien obtuvo la independencia y hegemonía sobre la ciudad. Se suele acreditar a Mar con arrancar el poder del Imperio de Malí y haber logrado la independencia para el pequeño reino songhai de la época.

Los historiadores discrepan sobre cuándo se produjo la anexión de Gao como provincia de Malí. Para unos fue en época del mansa Ulé mientras que, para otros, fue el mansa KanKu Musa el que realizó la conquista.

A partir de 1400 los príncipes songhay de Gao comenzaron a independizarse de Malí hasta que alcanzaron la plena independencia con Sonni Alí Ber (1464-1492), verdadero artífice del imperio songhay, combatiendo contra los peuls y los tuaregs. Este soberano restaurador, animista convencido, constituyó en veintisiete años un poderoso imperio que iba desde Kebbi, en Nigeria, hasta la actual región de Segu. Entre 1464 y 1468 hizo que su imperio songhay controlase el vital eje comercial Tombuctú-Djenné y, de esta manera, todo el comercio transahariano. Sonni Alí persiguió a los musulmanes y especialmente a los círculos intelectuales de Tombuctú ligados a los tuareg y fulbé. Toda su política en este sentido se vino abajo con su muerte en 1492. En 1493 se produjo un cambio de dinastía.[2]

Su sucesor fue el general Sarakollé Mohamed Ture con el título de "askia". El askia Mohamed I (1493-528) produce el apogeo del imperio songhay. Este reinado consigue islamizar el reino songhay. De su peregrinación a La Meca, en 1496-97, regresó con el título de califa, lo que le permitió realizar una verdadera reforma de la sociedad, según los consejos del jurista islámico al-Maghili, y continuar las conquistas de su antecesor Sonní Alí. Instaló una burocracia compleja, con ministerios separados para la agricultura, el ejército, y hacienda. Designó a un funcionario supervisor para cada uno de ellos. Fue un musulmán devoto, fundó escuelas religiosas públicas, mezquitas y abrió su corte a eruditos y poetas del mundo musulmán. Entre 1514 y 1517 conquistó las minas de Bambuk, controló los ricos mercados de las ciudades hausa de Kano y Katsina y logró mantener en el desierto a los tuareg. Mohamed I fue destronado por sus hijos, iniciándose un periodo de inestabilidad debido a las luchas fratricidas entre los príncipes de la familia real, hasta que en 1591 el sultán Mulay Áhmad de Marruecos, sabedor de la debilidad interna del imperio songhay, envió contra él un ejército de mercenarios, que lo conquistó tras la batalla de Tondibi. Tras esta batalla el soberano fue asesinado y el imperio se convierte en una provincia de Marruecos. Tombuctú fue destruida por una expedición marroquí equipada con armas de fuego, enviada por el sultán Ahmad al-Mansur, que quería beneficiarse del comercio de oro. Llegó así el fin de uno de los grandes imperios africanos.

Las bases económicas del Imperio songhai fueron muy similares a las de los imperios precedentes. El comercio transahariano fue la actividad más lucrativa; se exportó hacia el norte de África sal y oro especialmente, también ámbar gris, goma arábiga, pieles de leopardo y esclavos. Recibían a cambio productos manufacturados como collares, armas, espejos y telas de seda y de lana, además de productos agrícolas como caballos y trigo. Las actividades agrícolas, debido a que el suelo era más fértil, eran realizadas por numerosos esclavos en grandes propiedades controladas por la aristocracia. La pesca en el río Níger y la ganadería fueron también muy importantes para la economía. La primera actividad desarrolló una importante industria artesanal de ahumados, que llegó a exportarse por los territorios vecinos. La sociedad, fuertemente jerarquizada, mostraba una gran masa de la población con serias dificultades para vivir en el campo, y una aristocracia político-religiosa que junto a los ricos comerciantes vivía lujosamente en las grandes poblaciones.

El Ejército era, junto con la Administración civil, los dos pilares del poder de los soberanos songhai.[3]​ El mando supremo correspondía a estos, que nombraban a los generales de los ejércitos y dirigía en persona las principales operaciones militares.[3]​ El Ejército en su conjunto contaba con un jefe, el balama o dyina koy que pertenecía al consejo real.[3]

Existían soldados profesionales, divididos en grandes agrupaciones: la caballería —el cuerpo más selecto, tanto por el origen de sus miembros como por la riqueza de sus armas—, la infantería, los auxiliares tuaregs con sus camellos, la infantería selecta, la guardia real y la flotilla fluvial.[3]

El cuerpo principal de las fuerzas armadas songhái era la caballería, que mandaba un tara farma.[3]​ Sus miembros vestían de forma similar a los caballeros medievales europeos, con armadura y cota de malla.[3]​ Como armas, portaban una lanza larga, un sable y un escudo de cuero.[4]​ Aunque la caballería era el arma principal del Ejército, los cuerpos más numerosos eran los de infantería.[5]​ Los peones iban armados normalmente con un escudo, arco y flechas, armamento típico de toda la región.[5]​ Contaban además con lanzas y jabalinas y una especie de puñal curvo.[6]​ La infantería selecta portaba las mismas armas y se distinguía por un brazalete de oro que llevaban sus miembros en el brazo izquierdo.[5]​ Los auxiliares tuaregs y los marinos de la Armada fluvial empleaban las mismas armas que los infantes.[7]

La guardia real, que rara vez participaba en los combates, tenía encomendada únicamente la salvaguarda del monarca, aunque era fuente habitual de intrigas y confabulaciones contra este.[7]

Las primeras relaciones entre Marruecos y Sudán se centraron en el control de las importantes minas de sal de Taghaza, situadas a ochocientos kilómetros al sur de la última población marroquí (Tinduf) y a quinientos al norte del Níger.[8]​ Los songhái gestionaban las minas y contaban con un gobernador para la región al menos desde 1497.[9]​ La tendencia marroquí a expandirse hacia el sur, a la que se oponían los songhái, suscitó la disputa por el control de Taghaza, importante centro comercial sahariano además de centro minero destacado.[10]

En 1545, el sultán de Fez exigió al monarca songhái, Askia Ishaq I que le entregase Taghaza, a lo que este se negó rotundamente.[11]​ Ishaq envió además unos dos mil tuaregs a correr la zona fronteriza, como demostración de su poderío.[12]​ En 1557, sin embargo, los marroquíes se apoderaron de la región mediante un golpe de mano.[12]​ Los songhái reaccionaron evacuando completamente el lugar y estableciendo un nuevo asentamiento minero ciento cincuenta kilómetros más al sur (Taghaza al-Ghizlan).[12]​ Privados de los medios para explotar las minas, los marroquíes abandonaron Taghaza algunos meses más tarde; la localidad recuperó la prosperidad con la vuelta de la población que, sin embargo, mantuvo también activa las nuevas minas del sur.[12]

La disputa por la población resurgió veinte años después, en 1578, tras la victoria de Ahmad al-Mansur en la batalla de Alcazarquivir.[12]​ Al-Mansur trató mediante la diplomacia que el soberano songhái del momento, Askia Daud, abandonase Taghaza, infructuosamente.[13]​ En 1581, Ahmad conquistó varios oasis en el sur.[14]

En 1582, los marroquíes enviaron un ejército de veinte mil hombres hacia Tombuctú y las demás ciudades del meandro del Níger, pero la hueste quedó diezmada por el hambre y la sed en el desierto y no alcanzó la meta.[13]​ En 1585 al-Mansur envió doscientos jinetes a adueñarse de Taghaza y evitar al tiempo que la población la abandonase como había hecho en 1557, pero la noticia llegó antes que la fuerza de caballería y se encontró con el lugar desierto.[15]​ De nuevo, los marroquíes evacuaron la localidad poco después.[16]

En 1586, la muerte de Askia al-Hach desencadenó una nueva lucha por el poder en el Imperio songhái, que al-Mansur aprovechó para reclamar tributo por las minas a los songhái.[14]​ Cuando Askia Ishaq II ascendió al trono songhái, al-Mansur le solicitó tributo por explotar las minas de Taghaza, que presentó como parte de sus dominios, pretensión que Ishaq rechazó rotundamente.[16][14]​ La llegada a Marrakech de un proscrito songhái que se presentó como legítimo soberano desposeído por Ishaq y dispuesto a someterse a los marroquíes si estos se devolvían al poder, impelió a al-Mansur a organizar una gran expedición al sur para apoderarse del Sudán y de sus minas de oro.[17]

Tras la muerte del emperador Askia Daoud, una guerra civil de sucesión debilitó el Imperio, lo que motivó que el sultán Ahmad I al-Mansur de la dinastía saadí de Marruecos enviase una fuerza de invasión (años antes, ejércitos de Portugal habían atacado Marruecos y habían fracasado estrepitosamente, pero las arcas marroquíes estaban casi agotadas y el Estado al borde de la bancarrota, ya que necesitaban pagar las defensas utilizadas para mantenerse durante el asedio) comandadas por el eunuco Yuder Pachá. Yuder Pachá era español de nacimiento, pero fue capturado en su infancia y educado en la corte saadí.[18]​ Tras una marcha a través del desierto del Sáhara, las fuerzas de Yuder capturaron, saquearon y arrasaron las minas de sal de Taghaza, para después marchar hasta Gao. Cuando el emperador Askia Ishaq II (1588-1591) se enfrentó a Yuder en la batalla de Tondibi de 1591, las fuerzas songhai, a pesar de su número ampliamente superior, fueron derrotadas aplastantemente gracias a una estampida de ganado provocada por las armas de fuego saadíes.[19]​ Yuder saqueó Gao, Tombuctú y Djenné, y eliminó el poder regional de los songhai. Gobernar un imperio tan vasto resultó, no obstante, como una tarea inasumible para los saadíes y pronto renunciaron al control de la región y dejaron se dividiera en docenas de reinos menores. El pueblo songhai creó el Reino Dendi en las tierras de las que eran originarios.[20]




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