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Yuder Pachá



Yuder Pachá fue un militar y explorador morisco español, nacido como Diego de Guevara en Cuevas del Almanzora,[1]​ en la actual provincia de Almería, a mediados del siglo XVI y muerto en Marrakech en 1605.

También conocido como Yauder Pachá o Joder Pachá (apócrifamente se insinúa que "joder" era una expresión castellana que utilizaba con frecuencia, tesis plausible)[cita requerida]. "Pachá" no es un nombre familiar sino que probablemente hace referencia al cargo de pachá o bajá que ejerció en Tombuctú. En otros idiomas, su nombre se translitera de diferentes formas (Judar Pasha en inglés o Djouder en francés).

Yuder Pachá perteneció a una familia morisca de las que huyeron en diáspora hacia tierras castellanas y valencianas tras el levantamiento morisco de las Alpujarras (1568-1571), y que se asentó en la actual Cuevas de Almanzora, en Almería.

En su juventud, una incursión turca en el valle del Almanzora capturó a unos trescientos muchachos, entre los que se encontraba Yuder. Los prisioneros fueron llevados al palacio del sultán Abd al-Malik en Marrakech, en la época una próspera capital que acogió a pueblos enteros de moriscos exiliados (entre ellos los de Órgiva o Tabernas).

Poco a poco fue avanzando en el escalafón social y militar y llegó a sobresalir en 1578 la batalla de los Tres Reyes (llamada así porque en ella murieron los sultanes al-Malek, al-Muttawakil, así como el rey portugués Don Sebastián) que enfrentó a Portugal con los herederos del sultanato de Marruecos. Y en consecuencia, fue nombrado caíd de Marrakech.

Esta victoria reafirmó la hegemonía de la dinastía saadí y permitió al nuevo sultán, Ahmed al-Mansur, acometer un viejo sueño dinástico: crear un gran imperio en el África occidental. Al-Mansur puso al frente de sus tropas a Yuder Pachá, quien partió en la empresa a final de octubre de 1590 con 4000 hombres y 500 europeos, élite del ejército, más 60 cristianos excarcelados por el propio Yuder, 1500 lanceros magrebíes y 1000 auxiliares al cargo de 8000 dromedarios que portaban las provisiones y el material de campaña, incluidos 4 cañones andalusíes.

Yuder Pachá atravesó el Sahara junto a sus hombres, y ya a las puertas de la Curva del Níger, se enfrentó en Tondibi (al este de Tombuctú y no lejos de Gao) a 40 000 hombres askia comandados por Askia Ishaq II de Gao. El ejército de Pachá, mermado a la mitad tras la larga travesía, se colocó en dos flancos, a la izquierda los andalusíes y a la derecha los europeos. En el centro, Yuder Pachá comandaba las tropas con la caballería en retaguardia y el río Níger a sus espaldas. Por su parte, el ejército de los askia se dividía en 9000 infantes encadenados para no poder huir, 12 000 lanceros y otros varios miles de arqueros. La victoria, nada sencilla, fue para los invasores, que contaban con la enorme ventaja de contar con armas de fuego (lo cual les valdría el apelativo de los "arma" en la región durante todos los siglos posteriores). Ishaq II intentó contrarrestar esta ventaja enviando rebaños de bueyes contra los andalusíes, que sin embargo se volvieron en estampida contra los askia, espantados por el estruendo de cañones y arcabuces.

Yuder se adueñó así de la legendaria Tombuctú, capital del Imperio songhay, el actual Malí, pero no obstante no mantuvo mucho tiempo el cargo. Fue condescendiente con sus enemigos, perdonó la vida de Ishaq II y solo despojó de sus riquezas a los nobles, respetando las prerrogativas comerciales de la ciudad. Y, en cualquier caso, quedó defraudado al comprobar la austeridad de la misma. El oro únicamente transitaba por ella, proveniente de minas situadas mucho más al sur. Tras fundar el bajalato, Ishaq II ofreció a Yuder diez mil piezas de oro y mil esclavos si abandonaba la ciudad. Éste estaba decidido a hacerlo, y, al sospechar al-Mansur, fue destituido y reemplazado por pachás efímeros enviados por Marrakech, tras los cuales siempre Yuder mantuvo la autoridad, asesinando incluso a algunos de ellos.

Finalmente, regresó al norte de África en 1598 o 1599, cargado de mercancías y regalos para al-Mansur y comenzando una nueva etapa de brillantes éxitos políticos y militares. Murió en 1605, en las agitaciones de las luchas por el trono que entablaron los hijos de al-Mansur, o, según otras teorías, decapitado por un sucesor de éste por traición.

Con la llegada de los arma se estableció en la Curva del Níger una insólita comunidad andalusí, de costumbres y lengua castellana, que mantuvo su poder hasta 1737 y su preeminencia social y cultural hasta la primera mitad del siglo XIX, cuando fueron conquistados definitivamente por la etnia peul. No obstante, los arma continuaron desempeñando un relevante papel en la política regional y participaron activamente en los procesos de independencia de Malí. Aún hoy se aferran a su origen andaluz, utilizan palabras de origen árabe ("alcaide", "alfalfa", "alpargata" , "albornoz", "garrafa", "ámbar', "alfombra") y recuerdan al conquistador que fundó su dinastía (aunque no dejó ninguna descendencia, porque era eunuco), el almeriense Yuder Pachá. Una visión bien distinta del papel del almeriense es la que hace a Yuder Pachá responsable de la decadencia del hasta entonces espléndido Imperio songhay, heredero de los míticos reinos de Ghana y Mali, y de lo que era la ciudad más importante económica y culturalmente del África subsahariana, Tombuctú.



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