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Jacobo Timerman



Jacobo Timerman (Bar, 6 de enero de 1923 - Buenos Aires, 11 de noviembre de 1999) fue un periodista argentino, fundador de las revistas Primera Plana, Confirmado y del diario La Opinión de Buenos Aires.

Fue detenido desaparecido y torturado durante la dictadura del Proceso de Reorganización Nacional.

Su hijo Héctor Timerman fue político y periodista, y ocupó varios cargos durante el Gobierno kirchnerista.

Timerman nació en una familia judía ucraniana que huía de las persecuciones y emigró a la Argentina hacia 1928, cuando él contaba 5 años. La familia se instaló en el barrio del Once (Buenos Aires), donde se afincó en aquella época gran parte de la comunidad judía. Integró el movimiento juvenil Hashomer Hatzair.

Se inició en el periodismo desde muy joven, en la revista Correo Electrónico, y luego en los diarios Noticias Gráficas, La Razón, El Mundo; La Nación y la columna política de Clarín.

Su recorrido como cronista fue reseñado por la periodista Graciela Mochkofsky:

En 1962, con un formato innovador inspirado en los magazines estadounidenses, fundó la revista Primera Plana y, en 1965, Confirmado. Vendió Primera Plana y se alejó de su dirección, que quedó a cargo de Victorio Dalle Nogare (dueño posterior de la revista), junto a Ramiro de Casasbellas y Tomás Eloy Martínez como colaboradores.

Sus revistas adoptaron un papel muy crítico contra el gobierno democrático de Arturo Illia y promovieron su imagen como la de un «inútil» (fue famosa la representación del presidente con la imagen de una tortuga). Uno de los periodistas de Primera Plana, Hugo Gambini, la definió como «el buque de guerra que más bombardeaba al Gobierno».[3]​ Tanto la revista de Casasbellas y Martínez como la de Timerman defendían el papel político de las Fuerzas Armadas y promovían la figura del general Juan Carlos Onganía, quien en 1966 derrocaría a Illía para instalar lo que pretendió ser la primera dictadura de tipo permanente (1966-1970) de la historia argentina.[4]

El nuevo dictador Juan Carlos Onganía mandó clausurar Primera Plana.[3]

En 1969, Timerman fue el mentor periodístico de El Diario de Mendoza, para lo que reunió a una gran cantidad de periodistas locales y corresponsales. Entre los locales figuraban Aldo César Montes de Oca, Raúl Lalo Fain Binda, Rodolfo Braceli, Carlos Quiroz y entre los corresponsales estaban Horacio Verbitsky, Pepe Eliaschev, Paco Urondo. El cierre de El Diario dio paso al nacimiento de la revista Claves.

En 1971, creó el diario La Opinión, que en 1977 fue expropiado y editado por la dictadura con el mismo nombre, pero una línea totalmente distinta, durante cuatro años (hasta 1981).

El 16 de marzo de 1976 lanzó el diario La Tarde en cuya dirección colocó a su hijo, Héctor Marcos Timerman. La publicación, que aparecía a diario, tenía un formato similar al del alemán Bild Zeitung, con titulares altisonantes, grandes fotografías y escaso texto y publicó su última edición en agosto de 1976.[5]​En su edición del 16 de marzo de 1976, publicó en su primera plana una gran foto en la que se ve a la entonces presidenta Isabel Perón hablando en público y a su lado, casi en sombras, a José López Rega, ambos bajo el titular: “¿Sigue gobernando?". Otros titulares de la primera plana fueron: “Habla Balbín, suspenso: ¿pedirá la renuncia de Isabel?”; “Costo de vida. Nadie lo para“; “Porto: La AAA quiso asesinarme”; “Matan otros cinco policías” y “Videla reunido con generales”.[6]​Una vez producido el golpe La Tarde apuntaba a la consolidación del gobierno militar en la opinión pública. A diferencia de medios que sufrieron la censura o la autocensura fue propagandista de la dictadura militar.[7]

Timerman fue secuestrado el 15 de abril de 1977 en su casa a las 3 de la mañana, por personal parapolicial bajo las órdenes del general Ramón Camps, que antes habían participado en la Triple A y que manejaban una cárcel clandestina. Con él fue también secuestrado Enrique Jara, subdirector del diario, y pocas horas después fue desaparecido (secuestrado, torturado y asesinado) Enrique Raab, uno de los periodistas más prestigiosos de La Opinión.

Los medios Clarín o La Nación ocultaron la noticia, y trataron al director de La Opinión de terrorista y apátrida.[8]​ Posteriormente el diario Nueva Presencia (1977-1993, periódico de la colectividad judía, dirigido por Herman Schiller), en cambio, comenzó a denunciar públicamente lo que realmente estaba ocurriendo.

Fue acusado por la dictadura de tener como socio a David Graiver; y este, fue acusado de manejar parte de las finanzas de la organización guerrillera y militante Montoneros.

Fue torturado y mantenido desaparecido en los centros clandestinos de detención Puesto Vasco (en la calle Pilcomayo 51, de la localidad de Don Bosco, en Quilmes, provincia de Buenos Aires) y en el COTI Martínez (en la localidad homónima).

Su liberación hacia 1980 y posterior exilio en Israel y Estados Unidos[9]​ fue decisiva a partir de la protesta generalizada de la comunidad internacional.

Dedicó su libro Preso sin nombre, celda sin número, en el que narró las torturas y vejaciones a las que fue sometido durante su detención y encarcelamiento al rabino Marshall T. Meyer, fundador del Movimiento Judío por los Derechos Humanos y miembro de la CONADEP, por su acompañamiento en los peores momentos. El historiador de la tortura, Edward Peters, destaca la importancia del libro y señala que "las revelaciones de Timerman tuvieron una recepción muy variada. Muchos comentadores, por supuesto, condenaron de plano y sin reservas el trato dado a Timerman. Pero otros, escribieron críticas más suaves sobre el régimen que torturó a Timerman y centraron su atención en el mismo Timerman, sugiriendo que de algún modo había provocado y quizá hasta merecido un trato que, en cualquier caso, fue necesario, excepcional y no típico; que Timerman había sido el causante de sus propios problemas, incluso de su tortura. Timerman respondió a gran parte del fuego de sus críticos con elocuencia y vigor, y una serie de comentadores, particularmente Michael Walzer, plantearon la cuestión más amplia de los motivos y concepciones de los críticos de Timerman en respuesta a sucesos para los que una década de informes de Amnistía Internacional debía desde hace tiempo haberlos preparado para ellos".[10]

En 1984, en Buenos Aires, Timerman prestó testimonio ante la CONADEP (Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas), y su legajo 4635 fue incluido en el informe Nunca más.[11]

Hacia 1985 declaró en el Juicio a las Juntas.[12]

Entre otros, recibió:

Mochkofsky, Graciela: Timerman. El periodista que quiso ser parte del poder (1923-1999). Bs. As., Editorial Sudamericana, noviembre de 2003. ISBN 950-07-2420-0



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