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José Bonifácio



¿Qué día cumple años José Bonifácio?

José Bonifácio cumple los años el 13 de junio.


¿Qué día nació José Bonifácio?

José Bonifácio nació el día 13 de junio de 1763.


¿Cuántos años tiene José Bonifácio?

La edad actual es 260 años. José Bonifácio cumplirá 261 años el 13 de junio de este año.


¿De qué signo es José Bonifácio?

José Bonifácio es del signo de Geminis.


¿Dónde nació José Bonifácio?

José Bonifácio nació en Santos.


José Bonifácio de Andrada e Silva (Santos, 13 de junio de 1763 - Niterói, 6 de abril de 1838) fue un naturalista, estadista, poeta y político brasileño. Es conocido por el epíteto de "Patriarca de la Independencia". Descubrió y describió cuatro minerales, incluida la muy importante petalita, en la cual posteriormente se descubriera el elemento litio.

Se puede resumir brevemente su actuación diciendo que fue ministro del reino de los Negocios Extranjeros de enero de 1822 a julio de 1823. Desde el comienzo apoyó la Regencia de D. Pedro de Alcântara. Proclamada la Independencia de Brasil, organizó la acción militar contra los focos de resistencia a la separación de Portugal, y comandó una política centralizadora. Durante los debates de la Asamblea Constituyente, se dio la separación de él y sus hermanos Martim Francisco Ribeiro de Andrada y Antônio Carlos Ribeiro de Andrada Machado e Silva con el Emperador. El 16 de julio de 1823, Dom Pedro I cesó el ministerio y José Bonifácio pasó a la oposición. Después del cerramiento de la Constituyente, el 11 de noviembre de 1823, José Bonifácio fue desterrado y se exilió en Francia durante seis años. De vuelta en Brasil, y reconciliado con el Emperador Dom Pedro I, tomó la tutoría de su hijo Pedro II de Brasil cuando este abdicó en 1831, permaneció como tutor del futuro emperador hasta 1833, cuando fue exonerado del cargo por el gobierno del Período Regente del Imperio de Brasil.

Miembro de familia de la aristocracia portuguesa, José Bonifácio nació a fin del siglo XVIII, en Santos, en el litoral de la entonces Capitanía de São Paulo. El padre Bonifácio José Ribeiro de Andrada, casado con María Bárbara da Silva. José Ribeiro de Andrada, el abuelo, casado con Ana da Silva Borges, pertenecía a la antigua familia portuguesa del Minho y de Trás-os-Montes, pariente de los condes de Amares y marqueses de Montebelo, rama de los Bobadelas-Freires de Andrada. Bonifácio José, que moriría en 1789, era considerado ágil, desinhibido e inteligente. Hizo su fortunas como mercante e ocupó diversos cargos y oficios. Tenía dos hermanos que estudiaron en Coímbra y un tercer hermano que era padre.

Su madre D.ª. Maria Bárbara da Silva tuvo diez hijos, cuatro mujeres y seis varones. Su padre fue el primer maestro, pero en Santos no era posible ir más allá de la educación primaria. Se mudó para São Paulo en 1777.

En São Paulo frecuentó las clases de gramática, retórica y filosofía en los cursos abiertos por Dom Frei Manuel da Ressurreição, creador de la biblioteca de la curia de São Paulo.[1]​Los brasileros con algunos recursos estudiaban para el ingreso a la Universidad de Coimbra. Tenía 16 años cuando con sus hermanos Bonifácio José, Antônio Carlos e Martim Francisco, requirió habilitación "de genere", paso indispensable para la carrera eclesiástica. No había universidades en Brasil.

En 1783 partió de Río de Janeiro para Portugal y se matriculó en octubre en la Universidade de Coimbra para comenzar el 30 de octubre su curso de estudios jurídicos, agregado un año más tarde de los de matemática y filosofía natural; octubre de 1784.

Además de los cursos, leyó mucho. Ya escribía poemas y en una oda suya surgen los nombres de Leibnitz, Newton y Descartes. Leyó sobre todo a Rousseau y Voltaire; Montesquieu, Locke, Pope, Virgílio, Horacio y Camões; se indignó contra la muestra horrenda de despotismo. Sus versos elogiaban la independencia recién proclamada de Estados Unidos. Aun siendo estudiante cuidó de dos cuestiones cuya solución en vano se empañaría más tarde: la civilización de los indios brasileros, la abolición del tráfico negrero y de la esclavitud de los negros.

Desde el comienzo demostró vocación por las investigaciones científicas. la explotación de minas tenía un auge considerable de acuerdo al crecimiento de las necesidades ligadas a la revolución industrial. José Bonifácio concluyó, el 16 de junio de 1787 su curso de filosofía natural y el 5 de julio de 1788 el de Leyes. Recibió en Portugal apoyo del duque de Lafões, D. João de Bragança, que en 1780 fundara la Academia das Ciências de Lisboa. El 8 de julio de 1789 hizo mediante el Desembarco del Paço la lectura que lo habilitaba a ejercer los lugares de la magistratura. Cinco meses antes, el 4 de marzo, fue admitido como socio libre de la Academia, lo que le abrió los caminos de una carrera de científico. Por temperamento se interesaba por estudios que resultasen de alguna utilidad, colocando la ciencia al servicio de la perfección humana. Tenía por lema Nisi utile est quod facimus, stulta est gloria. Su primera memoria presentada a la Academia fue Memória sobre a Pesca das Baleias e Extração de seu Azeite: com algumas reflexões a respeito das nossas pescarias.[2]

Fue llamado el 18 de febrero de 1790 para emprender a costa del Real Erario una expedición científica por Europa para adquirir por medio de viajes literários y exploraciones filosóficas conocimientos más avanzados de mineralogía, como también de filosofía e historia natural.

A mediados de 1790 José Bonifácio estaba en París en la fase inicial de la Revolución Francesa. Cursó de septiembre de 1790 a enero de 1791 estudios de química y mineralogía y hasta abril, clases en la Escuela Real de Minas. Sus biógrafos citan contactos con Antoine Lavoisier, Jean-Antoine Chaptal, Antoine Laurent de Jussieu y Francisco de Miranda entre otros. Fue elegido socio correspondiente de la Sociedade Filomática de Paris y miembro de la Sociedad de História Natural, para la cual escribiría una memoria sobre los diamantes en Brasil, corrigiendo errores. Ya no era un simple estudiante, comenzaba a hablar con voz de maestro. Partió para dar clases prácticas en Sajonia, en Freiberg, cuya escuela de Minas frecuentó en 1792 y recibió dos años más tarde una constancia de que había realizado un curso completo de Orictognosia y otro de Geognosia. Percibía el atraso de Coimbra en relación con otros centros de estudio en Europa - la escuela de Freiberg marcaría su orientación. Allí tuvo amigos como Alexander von Humboldt, Leopold von Buch y Andrés Manuel del Río. Recorrió minas del Tirol, de la Estiria y de la Carintia. Fue a Pavia, en Italia, para oír lecciones de Alessandro Volta; en Padua, investigó la constitución geológica de los Montes Euganeos, escribiendo al respecto un trabajo en 1794, llamado "Viaje geonostico a los Montes Euganeos". Donde dio completo desarrollo a sus estudios fue en Suecia y en Noruega a partir de 1796, caracterizando en yacimientos locales cuatro especies minerales nuevas y ocho variedades que se incluían en especies ya conocidas - a todos esos minerales describió por primera vez y dio nombre.

Viajó más de diez años por Europa, absorto de sus trabajos científicos y a los 37 años era un científico conocido y consagrado. Regresó a Portugal en septiembre de 1800. También visitó Dinamarca, Bélgica, Los Países Bajos, Hungría, Inglaterra y Escocia.

Dos meses después de llegar a Portugal, en noviembre de 1800, partió para Estremadura con su hermano Martim Francisco Ribeiro de Andrada y con Carlos Antônio Napion, encargados de investigaciones minerológicas, sobre las cuales escribió una memoria. Recién llegado del viaje, fue designado para una nueva misión: examinar los Pinares reales de los Miedos y Virtudes, en los terrenos de Almada y Sesimbra. D. Rodrigo de Sousa Coutinho, conde de Linhares su admirador, era pariente lejano y luego fueron amigos. Ocupó la cátedra de metalurgia, especialmente creada para él en la Universidade de Coimbra, por la carta regia del 15 de abril de 1801. Era obligado a permanecer allí por el plazo de seis años. Fue nombrado intendente general de las Minas y Metales del Reino y miembro del tribunal de Minas, por la carta regia del 8 de mayo de 1801 y debía dirigir las Casas de la Moneda, Minas y Bosques de todos los dominios portugueses. Por decreto el 8 de julio de 1801 recibió el encargo de administrar las antiguas minas de carbón de Buarcos y restablecer las abandonadas fundiciones de hierro de Figueiró dos Vinhos y Avelar. Por decreto del 12 de noviembre de 1801, fue elegido director del Real Laboratorio da Casa da Moneda de Lisboa y responsable de remodelar el establecimiento. Por la carta regia del 1º de julio de 1802 recibió el título de superintendente y activas las siembras de pinares en las arenas de las costas marítimas. Por la carta del 13 de julio de 1807, fue nombrado superintendente de Río Mondego y Obras Públicas de Coimbra. Pero poco y nada pudo llevar a cabo, pues tenía que enfrentar la rutina portuguesa, en resistencia "pasiva a cualquier esfuerzo renovador, activa, insidioso, disimulando sentimientos subalternos de envidia o despecho". Luchó en vano contra la negligencia de la administración pública y no le dieron jamás los recursos indispensables para el trabajo.. No deseó la cátedra y no se sentía con dones de profesor. Y en Coimbra la reforma de Marquês de Pombal "no pasará al final de buenos propósitos" según Octávio Tarquínio de Sousa, pues la universidad no poseía museo científico. Escribió una carta en 1806 al conde de Linhares en que le decía: " estoy enfermo, afligido y cansado y no puedo con tantos sinsabores y negligencias. Cuando termine mi tiempo en Coimbra y me jubile voy a acostarme a los pies de S.A.R. para que me deje acabar el resto de mis cansados días en los sertones de Brasil, para cultivar lo que es mio." En 1808, junto con Fernando Fragoso Saraiva de Vasconcelos, comandó las fuerzas del Batallón Académico de Coímbra, en el contexto de la Guerra Peninsular.[3]​ Obtuvo el puesto de mayor, llegando a alcanzar el título de teniente-coronel y después el de comandante. Cuando los franceses amenazaban Lisboa, en octubre de 1810, recibió órdenes de reunir el cuerpo y marchar para Peniche, en donde quedó hasta la retirada del enemigoPlantilla:Carece de fontes. En la academia Real contaba con el cargo de secretario perpetuo (1812). Soñaba con una fábrica de acero y fue responsable de la venida a Portugal y luego a Brasil de Guilherme von Eschwege, barón e mineralogista. Integró el grupo de intelectuales que se reunía alrededor de Domenico Vandelli compartiendo la visión de que el dominio de la naturaleza era capaz de generar riquezas y que por lo tanto, necesitaba ser conocido y explorado científicamente.

Retornó a Brasil en 1819, a los 56 años. Pasó treinta años en Europa y la colonia ahora era reino unido y la sede de la monarquía. Algunos de los viejos pecados continuaban, el principal a sus ojos era la esclavitud, pues el trabajador era casi exclusivamente el negro, y la economía se organizara en beneficio de una clase privilegiada. Ajustó inmediatamente los puntos necesarios a un extenso programa de trabajo: abolición del tráfico, abolición de la esclavitud, incorporación de los indios a la sociedad, mestizaje orientado para suprimir choques de razas y de clases para constituir una "nación homogénea", transformación del régimen de propiedad agraria con la substitución de las grandes plantaciones por las subdivisión de tierras, preservación y renovación de las florestas, localización adecuada de las nuevas villas, aprovechamiento y distribución de las aguas y explotación de las minas. Pero, desde 1808 en la tierra, D. João VI jamás nombrará ministro a un brasileño. Muertos el conde de Linhares en 1812, el conde da Barca y el marqués de Aguiar en 1817, estando en Europa el conde de Palmela, los hombres de mayor confianza real eran Tomás Antônio de Vila Nova Portugal y el conde de los Arcos. José Bonifácio rehusó las invitaciones recibidas para actuar como ayudante, y partió para Santos donde su hermano Martim Francisco era director de minas y matas de la Capitanía de São Paulo. El otro hermano, Antônio Carlos, estaba preso en Bahia, pues participó de la Revolución Pernambucana de 1817.

Con Martim Francisco hizo "atentas" investigaciones durante cinco semanas, en marzo de 1820, yendo a Cubatão, a la sierra de Paranapiacaba, Ponte Alta, Borda do Campo, São Paulo, al pico do Jaraguá en la sierra de la Cantareira, Parnaíba, Pirapora, Itu y Sorocaba (donde visitaron la fábrica de hierro (mal) administrada por Friedrich Ludwig Wilhelm Varnhagen), San Roque y Cotia. Estudió después las salinas, a cargo del físico-mayor João Álvares Fragoso. José Bonifácio todo investigaba y anotaba, comenta Octávio Tarquínio de Sousa, "de los interrogantes básicos, como la del tráfico y de la esclavitud a las aparentemente menos importantes, como las que se referían a la alimentación y a la vestimenta del pueblo, o a ciertas costumbres poco recomendables. (....) Todo le interesaba a José Bonifácio en su tierra y ningún asunto le parecía trivial o impropio".

D. João VI le dio por carta de merced el 18 de agosto de 1820, el título de consejero. Como mudar de actitud era propio del carácter del rey, anulando lo que prometiera y cediendo a las presiones de Portugal, D. João VI embarcó para Portugal el 24 de abril de 1821, con cuatro mil personas en la comitiva. El Banco do Brasil se vio malversado en cincuenta millones de reales. Iba a comenzar la última fase de la independencia de Brasil y en ella tendría papel preponderante José Bonifácio.

Era difícil percibir el rumbo de la política en Brasil en el año 1821. La revolución portuguesa del año anterior presentaba fachada liberal exponiendo como objetivo el establecimiento de un régimen constitucional. Los brasileños querían también libertad y una constitución. Por eso, hasta desenmascarar los móviles verdaderos de la revolución portuguesa, hubo confusión en Brasil, aceptando las élites brasileras enviar sus diputados a las Cortes de Lisboa. Sólo más tarde se supo en Brasil que la revolución portuguesa impondría, en caso de vencer, la supremacía económica y política de la antigua metrópoli.

En tanto se iban formando en todas las provincias juntas gubernamentales provisorias. En São Paulo el 12 de marzo de 1821, el gobernador y capitán general João Carlos Augusto de Oyenhausen-Gravenburg anunció el régimen constitucional. Para dar los primeros pasos, José Bonifácio aceptó la invitación para presidir la elección de los miembros y propuso que fuese por aclamación. Indicó a Oyenhausen como presidente del gobierno provisorio, recibió aclamación de su propio nombre como vice-presidente. Como uno de los secretarios (eran tres, del Interior y hacienda, de Guerra y de la Marina), fue indicado su hermano Martim Francisco. El 23 de junio de 1821, José Bonifácio iniciaba su papel político en Brasil.

En tanto las demás juntas gubernamentales se dejaban atraer por Lisboa y veían a Río de Janeiro con desconfianza, la Junta de São Paulo fue la primera en reconocer a autoridad del príncipe regente D. Pedro de Alcântara. En la carta de 17 de julio de 1821 al padre, el príncipe menciona a José Bonifácio como el hombre "a quién se debe la tranquilidad actual de la provincia de São Paulo". Fueron elegidos seis diputados paulistas para la Constituyente en Lisboa, entre ellos Antônio Carlos, recién salido de la prisión y que se revelaría un grande orador en Lisboa; el padre Diogo Antônio Feijó, más tarde regente; Nicolau Pereira de Campos Vergueiro, después senador y regente en 1831. Los seis diputados recibieron del gobierno instrucciones en la forma de un documento colectivo, intitulado Recuerdos y Apuntes, programa completo en que las necesidades primordiales de Brasil eran puestas en el centro. En el documento estaban las principales ideas de José Bonifácio.

La parte más desarrollada decía respecto a Brasil, varios temas: establecimiento de un gobierno general ejecutivo, a cuya autoridad quedaban sujetos los gobiernos provinciales y definidos los límites de la subordinación; la instrucción pública, aumentando el número de escuelas , creando por lo menos una universidad; el desarrollo del interior de Brasil; la catequesis y civilización de los indios, es decir, su integración; la emancipación gradual de los esclavos y la prohibición del tráfico; la alteración de la estructura de los terrenos, con la reintegración al dominio del poder público de las tierras improductivas. José Bonifácio era contrario tanto a la esclavitud como a las plantaciones y en ese punto se enfrentó con los poderosos intereses de los grandes propietarios y de los traficantes. Otra tema fue la fundación de una ciudad central en el interior de Brasil,[4]​ como efectivamente fue después realizado en el siglo XX con Brasilia, para asentamiento del gobierno nacional; sugería aún una nueva legislación sobre el régimen de tierras, pues las llamadas sesmarías existentes hasta entonces eran una forma de explotación antieconómica y antisocial. Los diputados enviados a Lisboa fueron advertidos para incentivar una nueva suerte de explotación de minerales.

Con todo, nada de lo que contenía el documento sería aprovechado en el trabajo de las Cortes portuguesas. De los 70 diputados brasileños, apenas 50 llegaron a ejercer mandato. El programa paulista era contrario al que pretendía las Cortes , percibiendo que el gobierno del Príncipe Regente en Río de Janeiro sería el mejor instrumento de que podrían servirse los patriotas brasileños, resolvieron anularlo.

Al final de mayo de 1821 llegaron de Lisboa las bases de la Constitución, promulgada el 10 de marzo. La tropa portuguesa, que se adhirió a la Revolución liberal de Oporto hizo el 5 de junio, un pronunciamiento obligando a D. Pedro a jurar las bases de la nueva constitución portuguesa. El impulso definitivo para la emancipación brasileña fue dado por la obstinada política re-colonizadora de las Cortes nacidas de la Revolución de Oporto pues las medidas tomadas en las Cortes de Lisboa tenían el mismo objetivo: desunir y desarticular el Brasil, hacerlo nuevamente colonia de la misma manera que existía antes de 1808. El mayor peligro percibido por José Bonifácio, era el sacrificio de la unidad brasileña, en tanto el proyecto de Lisboa era reconstruir las antiguas capitanías dependientes directamente de Portugal y privadas de toda cohesión mutua.

La Junta Gubernamental de Bahia, por ejemplo, con predominio de intereses comerciales portugueses y fuerte presencia se tropas lusitanas, rehusaba obediencia al Príncipe Regente y se subordinaba a Lisboa y a las Cortes. En Pernambuco se esperaba algo más radical, la adopción de un gobierno republicano. La dispersión geográfica se sumaba al desentendimiento político. Desde octubre de 1821, los patriotas de Río de Janeiro querían proclamar la independencia de Brasil, con el Emperador D. Pedro II . Este los advirtió del "delirio" que los excitaba y se declaró listo para morir por "tres divinas causas - la Religión, el Rey, la Constitución".

El 9 de diciembre de 1821 llegaron a Río de Janeiro los textos de los últimos actos de las Cortes que creaban gobiernos provinciales independientes de la corte de Río, pero sujetos a Portugal, determinando el regreso cuanto antes de D. Pedro para un viaje de incógnito a los reinos de España, Francia e Inglaterra. Las Cortes pretendían anular la obra de D. João VI, haciendo de cada provincia brasileña una provincia de Portugal.

El príncipe Pedro llegó a bosquejar un manifiesto de despedida a los brasileños. Pero ya estaba en curso una activa campaña del club de la resistencia en la casa de José Joaquim da Rocha, y gracias a ello el príncipe fue mudando de actitud. En las provincias, especialmente São Paulo y Minas Gerais, los actos re-colonizadores producían reacción idéntica a la de Río. Comenzaron a recibirse firmas para una representación en que se pedía al príncipe que se quede en Brasil. Para José Bonifácio, llegaría la hora de las grandes decisiones y de una acción enérgica para que Brasil no se destroce en un conjunto de pequeñas colonias desconectadas entre sí. La carta del Gobierno de São Paulo al príncipe regente del 24 de diciembre de 1821 es de su autoría. Sobre la carta, dijo Octávio Tarquínio de Sousa:

El pedido de José Bonifácio al príncipe era casi una amenaza:

La carta llegó a las manos del príncipe en Río el 1 de enero de 1822. Fue divulgada inmediatamente por D. Pedro y mandada imprimir en la Gazeta do Rio el 8 de enero. En la carta al rey Juan VI, del 2 de enero de 1822, D. Pedro escribió: "Haré todas las diligencias por el bien para obtener tranquilidad y para poder cumplir los decretos 124 e 125, lo que me parece imposible, porque la opinión aquí es contraria en todas partes".

D. Pedro al inicio de 1822, ya tenía clara conciencia del papel que los patriotas brasileños le destinaban y estaba dispuesto a desempeñarlo. El día 9 de enero cuando José Clemente Pereira, presidente del Senado de la Cámara de Río, le entregó la representación fluminense intentó obviar la respuesta pero acabó declarando: "Como es para el bien de todos y felicidad general de la nación, estoy listo: diga al pueblo que quedo!".; esta fecha quedó establecida entonces como el Dia do Fico, conmemorando la decisión del príncipe Pedro de quedarse en Brasil.

José Bonifácio llegó a Río el 17 de enero en la representación paulista. Fue en esa ocasión que se entrevistó en la hacienda de Santa Cruz con la futura emperatriz Maria Leopoldina de Austria. El príncipe de 23 años lo nombró a los 60 años, su ministro del Reino y de los Extranjeros - el primer brasileño a ocupar un cargo semejante - dimitiendo a Marcos de Noronha e Brito. Dijo Octávio Tarquínio de Sousa: "No estaba más en edad de contentarse con la simple apariencia de las cosas, ni lo engañaban las palabras, por más prestigiosas que fuesen". Sus ideas estaban esbozadas en las instrucciones hechas para los diputados paulistas a las Cortes y atacaban los problemas sociales y económicos. Quería una organización democrática, quería un gobierno responsable, sistemas representativos, garantías constitucionales. Más importante que todo era la preservación del orden público - ya que la tropa portuguesa se pasara para Niterói.

El 21 de enero, José Bonifácio ordenó al desembargador del palacio canciller mayor que no hiciese más la repartición de las leyes llegadas de Portugal sin antes someterlas al príncipe regente. El 30 de enero de 1822, incitaba a los gobiernos provisorios de todas las provincias a promover la unión de las mismas estando sujetas a la regencia de D. Pedro. Decreto del 22 de febrero de 1822, referenciado por José Bonifácio, convocó la Junta de Procuradores de las provincias. Ya comenzaba a tener problemas con cierto grupo de políticos de Río de Janeiro: Joaquim Gonçalves Ledo, Januário da Cunha Barbosa y José Clemente Pereira aparecían ante sus ojos como demagogos y agitadores que solo querían precipitar los acontecimientos.

A José Bonifácio se debe seguramente la adhesión de D. Pedro al movimiento emancipador. Su orientación fue fundamental para que este se diera sin trasbordamientos inútiles, sin choques. Como medida preliminar, se entendía necesaria la unión de las provincias - pero en Pará, en Bahia, en Maranhão, no faltaba quién quisiera continuar en la dependencia de las Cortes. La posición de Pernambuco le parecía ambigua. Su primera actitud fue asegurar la adhesión efectiva de Minas Gerais y por eso hizo el Príncipe Regente viajar para allá. Ese viaje sirvió para una radical transformación de ánimo en D. Pedro. En su ausencia, por decreto del 23 de marzo de 1822, cabía a José Bonifácio como ministro del Reino el mando del gobierno.

En los primeros meses los dos se entendieron tan bien, de modo íntimo y sin etiquetas, e D. Pedro venía a verlo para enviar en su casa en el Largo do Rossio. Con eso, despertaron celos en el grupo de patriotas cariocas, que dejaban influencias entrar para el gobierno manejar el poder. Ese grupo fue el inductor de que el título de "protector y defensor perpetuo de Brasil" fuese ofrecido a D. Pedro el 13 de mayo de 1822, día de gala del pueblo por ser el cumpleaños del rey Juan VI, D. Pedro I (su hijo) aceptó ser aclamado "defensor", pero dijo que "Brasil no precisaba de su protección, él a sí mismo se protegía". La iniciativa fue tomada en ausencia de José Bonifácio.

A fin de julio de 1822 llegaron a Río de Janeiro noticias de que las Cortes de Lisboa enviaban numerosas tropas para dominar el país e imponer las nuevas normas. José Bonifácio tomó medidas de mayor gravedad, como la de declarar enemigas las tropas que Portugal mandase para Brasil, por medio del decreto del 1 de agosto, en que D. Pedro se daba como regente del vasto Imperio do Brasil por el consentimiento y espontaneidad de los pueblos y declaraba la guerra a Portugal.

El decreto y el manifiesto que lo acompañaba eran señal de la decisión tomada: la ruptura completa. José Bonifácio, como Ministro de los extranjeros, preparó el alegato en que se basaba el príncipe para ser llevado a los demás pueblos. Fue el autor del documento de 6 de agosto de 1822: extenso, inmoderado, a veces de lenguaje inconveniente, donde exponía el legítimo resentimiento por tres siglos de dominación, y avisaba al mundo que los brasileños no admitirían la vuelta al régimen anterior. En la copia enviada el 14 de agosto de 1822 al cuerpo diplomático acreditado en Río de Janeiro, José Bonifácio explicó la posición de Brasil:

Desde el 12 de agosto estaban nombrando a Felisberto Caldeira Brant Pontes, el futuro marqués de Barbacena, encargado de negocios junto al gobierno británico; Manoel Rodrigues Gameiro Pessoa para París; y Luís Moutinho para Washington. En las instrucciones de José Bonifácio, el ítem principal era procurar que sea reconocida la independencia de Brasil.

Luego de estudiar en Europa volvió a Brasil en 1819. Convencido del interés de las Cortes portuguesas en recolonizar Brasil y temiendo la acción de los radicales republicanos, luchó para que el país se encaminase hacia la independencia bajo el régimen monárquico constitucional. para lo cual aconsejó a Pedro I de Brasil a resistir las presiones de la Corte de Portugal que querían hacerlo retornar a este país. En 1821 fue nombrado como uno de sus ministros y redactó el manifiesto del 6 de agosto de 1822, dirigido a las “naciones amigas”, en el que prácticamente rompía con Portugal

Después de la independencia, en septiembre del mismo año, continuó en el gobierno, pero en julio de 1823 rompió con el emperador brasileño (Pedro I) y comenzó a hacer una fuerte oposición en la Asamblea que se reunió para elaborar la Constitución del nuevo Imperio en la cual había sido elegido. Con la disolución de la Constituyente en el mes de noviembre fue destenido y se asiló en Francia en la cual vivió cerca de Burdeos hasta que en 1829 se le permitió regresar a Brasil. y fue designado por el propio Pedro I, cuando este abdicó al trono, en 1831, como tutor de su hijo menor, el futuro emperador Pedro II. En 1833 perdió su cargo de tutor y fue acusado de traición pero luego se le perdonó. Falleció en Niterói el 6 de abril de 1838.

Se diplomó en derecho y ciencias físicas y biológicas. Realizó posteriormente viajes de estudio, teniendo como principal objeto la mineralogía, a Francia, Alemania, Italia, Suecia, Dinamarca y Noruega. Fue miembro de varias instituciones científicas europeas. Espíritu formado en el contexto de la Ilustración, aliaba la formación clásica con el interés científico, además de preocuparse por la aplicación práctica de sus concepciones a Portugal y a sus colonias, como forma de superar el retraso en el que se encontraban con respecto a los países más adelantados de Europa.

En 1800 fue profesor de geología en la Universidad de Coímbra y hablaba doce idiomas. Poco después se le designó inspector general de las minas portuguesas y en 1812 fue nombrado Secretario perpetuo de la Academia de Ciencias de Lisboa.

En sus viajes por Europa recolectó datos, realizó experimentos científicos y descubrió y describió cuatro minerales y ocho especies desconocidos. Entre los minerales se encontraba la petalita, el cual descubriera a fines de los 1700' en un viaje a Suecia y en la cual posteriormente científicos suecos descubrieran el elemento litio. También descubrió el espodumena, otro mineral que contiene litio, del mismo origen, una isla cercana a Estocolmo.

Sus trabajos científicos, sociales y políticos se encuentran compilados por Edgar Cerqueira Falcão con el título de Obras científicas, políticas e sociais de José Bonifácio de Andrada e Silva. del cual se publicó la tercera edición en 1963 al celebrarse el bicentenario del Padre de la Independencia.

Mientras estaba exiliado en Burdeos publicó en 1825 sus Poesías Avulsas con el seudónimo de Américo Elísio. En su homenaje lleva su nombre el sillón n* 40 de la Academia de Letras de Brasil.

José Bonifácio de Andrada e Silva, llamado después ‘patriarca de la Independencia’, despertó simpatías y odios encendidos por su acción política, muchas veces autoritaria, así como por sus ideas. Defendió el uso racional de las tierras y su redistribución cuando no se las aprovechaba; la abolición del tráfico negrero; la abolición gradual de la esclavitud; y la incorporación de los indígenas a la sociedad. Combatió, además, el recurso a los préstamos exteriores para cubrir los gastos públicos.



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