José Simón Cabarga (Santander, Cantabria, 25 de diciembre de 1902 - Madrid, 24 de septiembre de 1980), fue un periodista español, historiador, crítico de arte y cronista de la ciudad de Santander.
Nació en Santander, Cantabria (España) el año 1902. Tras los estudios primarios, cursó tres años de Comercio en los Salesianos. En 1920 aparece su primera colaboración en el periódico El Cantábrico. En 1921 publicó su primera reseña periodística en El Pueblo Cántabro (1921-1926) comentando una exposición de Pancho Cossío, estrenando el seudónimo «Apeles». No obstante, en los primeros años era más conocido por su habilidad como caricaturista, entre el grupo de jóvenes inquietos que animaban los salones del Ateneo de Santander. En 1924 obtuvo el título oficial de periodista.
El primero de octubre de 1926 se incorporó en la redacción de El Diario Montañés, de la mano de su director Joaquín Arrarás, interesado en alguien con las inquietudes artísticas y literarias de que venía haciendo gala Simón Cabarga, quien tanto improvisaba con ingenio y claridad, como era capaz de trabajos enjundiosos y reflexivos. Colaboró en la renovación del periódico desempeñando toda clase de cometidos, desde la crónica de sucesos a la crítica de teatro o exposiciones.
Entre las diferentes secciones del periódico, una de las más destacadas fue la dedicada a la defensa del campo montañés, y muy especialmente de su ganadería. Probablemente de ahí partieron los conocimientos que desembocaron en su nombramiento como Secretario General de la Primera Feria de Muestras y Manifestación Agropecuaria de Santander, que tuvo lugar entre el 25 de julio y el 19 de agosto de 1932.
Buena prueba de su capacidad e iniciativa, así como de la estima en que lo tenían los colegas de su profesión, fue que lo nombraran responsable del órgano de expresión de la Asociación de la Prensa de Cantabria:Hoja del Lunes en 1935, Simón Cabarga fue su primer director. Hasta poco antes de fallecer siguió colaborando en el periódico semanal con artículos de fondo, generalmente sobre temas históricos, la última serie de los cuales firmó con el seudónimo «Pedro de Becedo». Además de los dos ya citados, también utilizó en ocasiones el seudónimo «Jesús Ponte».
se creó laEn 1938 inició la exploración del Archivo Municipal en busca de noticias sobre el pasado de la ciudad. Lo que había comenzado como mera curiosidad, pronto se convirtió en una apasionada investigación. No tardó en sistematizar la toma de datos en las Actas del Ayuntamiento y en la Biblioteca Municipal, donde trabajó intensamente en la "Colección Pedraja" y la Hemeroteca Cántabra. Con método admirable fue acumulando cuadernos, fichas e índices. La noche del 14 de febrero de 1941 el fuego que asoló la ciudad (Fotografías de Samot) redujo a humo el producto de tres años de trabajo intenso y entusiasta. Tardó casi dos años y medio en reemprender la tarea. Para entonces ya había sido captado en 1942 para formar parte de la redacción de Alerta(1942-1973).
En 1945 la Asociación de la Prensa de Barcelona, con motivo de la "Fiesta de las Letras de Barcelona", le otorgó su Premio Anual por el trabajo «Desde Vitoria a los Vosgos (El diario de un prisionero de Napoleón Bonaparte)» y el año siguiente, 1946, salió su primer libro sobre la ciudad, «Guía de Santander», tantas veces reeditado, por el que le otorgaría un premio el Ayuntamiento de la capital de Cantabria. Dos años más tarde, 1947, superó las pruebas para conseguir el puesto de Director del Museo Municipal de Bellas Artes. Transformó la heterogénea entidad provinciana en una valiosa pinacoteca. Desde el primer momento emprendió una profunda remodelación y reorganización de sus fondos, imponiéndose un plan de trabajo muy exigente, encaminado a la recuperación, no sólo de la obra de los pintores regionales de mayor calidad, sino también de sus biografías.
Tenía una capacidad de trabajo impresionante. Sus ocupaciones no le impedían acudir a las reuniones del Ateneo y del Centro de Estudios Montañeses (siempre se glorió de pertenecer al C.E.M. donde se le cita entre los miembros más destacados), ni ser el principal animador de las tertulias y exposiciones que tuvieron lugar en el «Saloncillo de Alerta».
Entre las diversas exposiciones de pintura que montó, tuvo especial relieve la dedicada en 1956 a «Pintores Montañeses, 1856-1956». En 1958 logró cambiar el nombre al museo, por el que desde entonces ostenta: "Museo Municipal de Bellas Artes de Santander". Por aquellas fechas, ya había sido nombrado Académico de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras(1955), y había publicado los dos primeros y primordiales libros, dedicados al lugar que lo viera nacer: «Santander. Biografía de una ciudad» (1956) y «Santander. Sidón Ibera» (1956).
Colaboró en la «Antología de Escritores y Artistas Montañeses», encargándose de las biografías de Daniel Alegre (1950), Manuel Salces (1955), Marcelino Menéndez Pelayo (1956) y Agustín Riancho (1960), así como en la renovación del Ateneo de Santander, en este caso desde la presidencia de la Sección de Cultura, y mediante la fundación y mantenimiento de la revista oral de gran éxito, denominada La Tertulia. El mismo año en que publicó su «Historia del Ateneo de Santander» (1963), recibió el Premio Nacional Conde de Ruiseñada por un interesante estudio sobre Marcelino Menéndez Pelayo y fue nombrado Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia (1963).
En 1964 publicó el tercer libro sobre su ciudad, «Retablo santanderino», y al año siguiente otra guía turística de calidad, esta vez titulada «Guía de Santander y su Provincia».
El Ayuntamiento de Santander lo declaró en enero de 1966 Cronista Honorario de la Ciudad y poco después, el 11 de abril, Hijo Predilecto.
El año 1968 además de publicar su importante obra «Santander en la Guerra de la Independencia», fue nombrado por el Pleno de la Diputación Provincial de Cantabria Vocal de Número de la Institución Cultural de Cantabria, y el Ministerio de Marina lo condecoraba con la Cruz del Mérito Naval de 2ª clase, correspondiente a la categoría de Jefe, en reconocimiento a su valiosa aportación a la organización de la Segunda Semana Naval, celebrada en Santander.
La Institución Cultural de Cantabria le publicó en 1972 el magnífico trabajo titulado «Santander en el siglo de los pronunciamientos y las guerras civiles», dedicado al estudio de las peripecias políticas y militares de la ciudad durante tan crucial periodo para su formación.
En 1973 se jubiló como periodista. Era redactor-jefe del periódico Alerta. En las numerosas entrevistas publicadas en la prensa a raíz de un homenaje que le tributaron sus colegas, quedó reflejada su modestia: «Un aprendiz no puede nunca dirigir nada -respondía a las insistentes preguntas de un entrevistador interesado en saber si le habría gustado dirigir un periódico; y haciendo balance de su profesión aclaraba-: Yo creo que todos los días tengo algo que aprender, y este sentimiento lo llevaré a la tumba». En reconocimiento a una ejemplar vida de trabajo le fue concedida la Encomienda de la Orden del Mérito Civil, en octubre de 1974.
Después de tres intensas décadas dimitió del cargo de director del Museo Municipal de Bellas Artes el 11 de septiembre de 1978. Los compañeros del Centro de Estudios Montañeses le dedicaron un homenaje, adhiriéndose a los muchos que repudiaron y criticaron las circunstancias que habían llevado a Simón Cabarga a tomar la decisión de dimitir. Ese mismo año fue elegido "Cántabro del año".
En 1979, el Ateneo de Santander lo nombró Personalidad Montañesa del Año. También fue nombrado miembro del Instituto de Arte "Juan de Herrera".
Dedicó los últimos años de su vida, fundamentalmente, a la generosa tarea de poner orden en el cúmulo de datos e informaciones recopiladas, a fin de articular parcelas de conocimiento sobre el pasado de su sentida ciudad. Asumió la edición comentada y anotada de la novela de José María de Pereda, «Sotileza», que salió en la Colección de Bolsillo (1977) de la Institución Cultural de Cantabria. El afecto y ánimo que recibió de sus amigos y compañeros del Centro de Estudios Montañeses le decidieron a rematar dos de las obras en las que había estado trabajando durante décadas, «Santander en la historia de sus calles» (1980) y la «Historia de la Prensa santanderina» (1983).
Murió José Simón Cabarga en Madrid, la tarde del 24 de septiembre de 1980.
Después de su fallecimiento fueron editadas dos obras en las que estaba trabajando, «Evocación de la Vieja Puebla» (1982), preparada por D. Valeriano Barredo de Ediciones Librería Estudio de Santander, y la «Historia de la Prensa santanderina» (1983). La publicación de esta última obra fue posible gracias a D. José Luis Casado Soto, Director del Museo Marítimo del Cantábrico, que se encargó desinteresadamente de preparar para su edición el libro que Simón Cabarga tenía en el telar cuando falleció. Así quiso manifestarle una vez más su afecto y amistad.
A título póstumo le fue concedida la Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio (1981) y el Ayuntamiento de Santander acordó dedicarle el nombre de una calle y de un colegio de enseñanza primaria. El 14 de agosto de 2002 fue colocada una placa con su nombre en el Monumento a los Artistas de Cantabria, en el "Picu de la Torre" de Cabezón de la Sal (Cantabria).
El destacado pintor cántabro Julio de Pablo manifestó lo mucho que estimaban los artistas a José Simón Cabarga, convirtiendo en «Homenaje a José Simón Cabarga» su exposición pictórica que, patrocinada por el Ayuntamiento del Valle de Camargo, montó en octubre de 1980.
El verano del año 2005, con motivo del 250 aniversario de haber recibido Santander el título de ciudad, hubo una exposición en el "Palacio de Exposiciones" de la capital de Cantabria sobre su historia. Entre las 32 personalidades elegidas como representativas de la ciudad a lo largo de sus dos siglos y medio de existencia figuraba José Simón Cabarga (Libro-Catálogo "Santander en el tiempo", 2005).
La familia adoptó la decisión de donar al Centro de Estudios Montañeses el Archivo, cuadernos, papeles y biblioteca del insigne historiador que, en su modestia, siempre se llamó a sí mismo cronista. De esta manera, el trabajo y el entusiasmo de José Simón Cabarga permanece a disposición de los investigadores, colaborando a perpetuar su memoria entre las futuras generaciones. Siempre será recordado por haber sido uno de los grandes historiadores de la ciudad de Santander.
Los juicios de los que le conocían coinciden en ponderar la sensata madurez con que abordaba cualquier asunto, puesta de manifiesto desde su juventud, así como la capacidad para ocuparse de cuantos temas se le pudieran presentar: «Improvisaba con ingenio y claridad, aunque prefería madurar el trabajo cotidiano»; «...rápido en la percepción e inteligente en la interpretación»; «...formado en la escuela del periodismo de la propia experiencia»; «...modesta y escrupulosa honradez».
Diversas personalidades han destacado de José Simón Cabarga, como escritor, su estilo elegante y fluido; la facilidad y amenidad conque trataba incluso los temas más áridos. Era, por ello, muy leído tanto por la gente culta como por la más sencilla, que seguían con gran interés los temas que abordaba en los artículos de los periódicos y en sus libros. También destacó como conferenciante y ameno conversador en las tertulias.
Los datos biográficos y personalidad de José Simón Cabarga pueden ampliarse consultando la «Introducción: José Simón Cabarga y Santander», más arriba citada, de José Luis Casado Soto, exdirector del Museo Marítimo del Cantábrico, y que ha sido fundamentalmente utilizada, con permiso del autor, para elaborar la presente biografía. La Sociedad Cántabra de Escritores le incluye en su «Biografías de escritores cántabros».
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