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Joseph E. Stiglitz



Joseph Eugene Stiglitz (Gary, Indiana; 9 de febrero de 1943) es un economista y profesor estadounidense.

Recibió la Medalla John Bates Clark (1979) y fue laureado con el Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel (2001). Es conocido por su visión crítica de la globalización, de los economistas de libre mercado (a quienes llama "fundamentalistas de libre mercado") y de algunas de las instituciones internacionales de crédito, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. En el 2000, fundó la Iniciativa para el diálogo político, un centro de estudios (think tank) de desarrollo internacional con base en la Universidad de Columbia (Estados Unidos), y desde el 2005 dirige el Instituto Brooks para la Pobreza Mundial, de la Universidad de Mánchester. Considerado generalmente un economista de la Nueva Economía Keynesiana,[1]​ fue durante el 2008 el economista más citado en el mundo.[2]​ En el 2012, ingresó como académico correspondiente en la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras de España.[3]

Stiglitz nació en Indiana. De 1960 a 1963, estudió en el Amherst College, donde fue miembro activo del equipo de debate estudiantil y llegó a presidir la organización de representación estudiantil. En el cuarto año de pregrado se trasladó al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) donde realizaría sus trabajos de postgrado. De 1965 a 1966 estudio en la Universidad de Chicago donde llevó a cabo investigaciones bajo la dirección de Hirofumi Uzawa. De 1966 a 1967 estudió para su PhD en el MIT; durante esta época fue asistente de docencia en el MIT. El modelo de estudio y la visión de la economía en el MIT -modelos simples y concretos, dirigidos a responder cuestiones importantes y relevantes- encajaba perfectamente con la personalidad de Stiglitz.[4]​ De 1969 a 1970, fue investigador Fulbright en la Universidad de Cambridge. En años siguientes impartió clases en la Universidad de Yale, Universidad de Duke, Universidad de Stanford, Universidad de Oxford y Universidad de Princeton. Stiglitz es actualmente Profesor en la Universidad de Columbia.

Además de sus influyentes y numerosas contribuciones a la microeconomía, Stiglitz participó en numerosos puestos de carácter político. Desempeñó labores en la administración del presidente Clinton como presidente del Consejo de Consejeros Económicos (1995-1997). En el Banco Mundial, donde estuvo como primer vicepresidente y economista jefe (1997 - 2000), hasta que el Secretario del Tesoro de los EE. UU. (Lawrence Summers) lo forzara a renunciar, en un momento en que habían comenzado protestas sin precedentes contra las organizaciones económicas internacionales, siendo la más prominente la realizada en Seattle con motivo de la cumbre de la Organización Mundial del Comercio en 1999. Asimismo, ha sido uno de los autores principales en el Grupo intergubernamental de expertos sobre el cambio climático (IPCC). Es miembro de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales.

Fue laureado con el Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel en el año 2001, por sus análisis de mercados e información asimétrica.

Ha participado en el "I Foro 15M", celebrado en Madrid el 25 de julio de 2011, mostrando así su apoyo al movimiento que reivindica cambios democráticos en España.[5]

La investigación más famosa de Stiglitz es sobre el screening, una técnica usada por un agente económico para extraer la información privada de otro. Esta importante contribución a la teoría de la información asimétrica le valió compartir el Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel[6]​ en 2001 con George A. Akerlof y Michael Spence.

La literatura económica neoclásica tradicional asume que los mercados son siempre eficientes excepto por algunos fallos limitados y bien definidos. Los recientes estudios de Stiglitz y otros revocan esa presunción: es solo bajo circunstancias excepcionales que los mercados son eficientes. Stiglitz (y Greenwald)[7]​ muestra que "cuando los mercados están incompletos y/o la información es imperfecta (lo que ocurre prácticamente en todas las economías), incluso en un mercado competitivo, el reparto no es necesariamente Pareto eficiente. En otras palabras, casi siempre existen esquemas de intervención gubernamental que pueden inducir resultados Pareto superiores, beneficiando a todos.[7]

Aunque estas conclusiones y la generalización de la existencia de fallos de mercado no garantiza que la intervención del Estado en cualquier economía sea necesariamente eficiente, deja claro que el rango "óptimo" de intervenciones gubernamentales recomendables es definitivamente mucho mayor que lo que la escuela tradicional reconoce[8]​ Para Stiglitz, no existe la denominada "mano invisible".[9]

En una entrevista, Stiglitz explicó:

Stiglitz también ha investigado los llamados salarios de eficiencia y ha colaborado en la creación de lo que se conoce como el modelo Shapiro-Stiglitz,[12]​ que explica la existencia del desempleo, y por qué los salarios no son arrastrados siempre a la baja por los parados que buscan empleo (y en la ausencia de salarios mínimos) lo que provocaría que todo aquel que quiera un empleo pudiera encontrar uno, cuestionando así el paradigma neoclásico que no explica el desempleo involuntario.[13]​ La respuesta a este rompecabezas fue propuesta por Carl Shapiro y Stiglitz, en 1984: El desempleo es motivado por la estructura informativa del empleo.[13]​ Dos observaciones básicas sostienen su análisis:

El resultado nunca es Pareto eficiente.

Si bien no puede cuestionarse la validez matemática de los teoremas de Stiglitz et al., sus implicaciones prácticas en economía política y su aplicación en políticas económicas reales han estado sujetas a grandes debates y desacuerdos.[14]​ El mismo Stiglitz parece estar continuamente adaptando su propio discurso político-económico,[15]​ como se puede apreciar en la evolución de sus posturas inicialmente declaradas en Whither Socialism? (1994) a sus nuevas posiciones presentadas en sus posteriores publicaciones.

Las objeciones para una adopción amplia de estas posiciones sugieren que los descubrimientos de Stiglitz no provienen de la economía en sí, sino más bien de la ciencia política; y, por tanto, se encuentran en el campo de la sociología. Como lo cuestiona David L. Prychitko en su "crítica" al Whither Socialism?, aunque la percepción económica principal de Stiglitz parece generalmente correcta, todavía deja abierta la discusión sobre las cuestiones constitucionales, tales como de qué manera las instituciones del Estado deberían constreñir y cuál es la relación entre el Estado y la sociedad civil.[18]

Stiglitz se enmarca también entre aquellos economistas que critican la hegemonía del PIB entre los indicadores económicos:

Para más información véase la sección Limitaciones del uso del PIB.

En la década de 1990, escribió que "los países ricos de América del Norte y Europa deberían eliminar todos los aranceles y cuotas sobre los productos de los países en desarrollo".[20]

Aconseja a los países europeos que controlen su balanza comercial con Alemania mediante certificados de importación/exportación (medida proteccionista)[21][22]​.

Al recordar la teoría keynesiana, explica que los déficits comerciales son perjudiciales: John Maynard Keynes señaló que los países con superávit ejercen una "externalidad negativa" sobre sus socios comerciales y conducen a una débil demanda agregada mundial. Stiglitz escribe:"El excedente de Alemania significa que el resto de Europa está en déficit. Y el hecho de que estos países importen más de lo que exportan contribuye a la debilidad de sus economías. Por ejemplo, cree que los países excedentarios se están enriqueciendo a expensas de los países deficitarios y no cree en el principio de la ventaja comparativa (la base del libre comercio), que establece que el déficit comercial no es importante porque el comercio es mutuamente beneficioso[23]​.

Además, cuestiona el euro, ya que considera que ha causado este déficit: "El sistema euro significa que el tipo de cambio alemán no puede aumentar en comparación con otros miembros de la zona euro. Si el tipo de cambio subiera, Alemania tendría más dificultades para exportar y su modelo económico, basado en exportaciones fuertes, dejaría de existir. Al mismo tiempo, el resto de Europa exportaría más, el PIB aumentaría y el desempleo disminuiría."[23][24]

Denuncia los intentos de los Estados Unidos de proteger o recrear empleos manufactureros bien remunerados mediante medidas proteccionistas. Aconsejó a los Estados Unidos que persiguieran la globalización o el libre comercio (basado en la teoría de la ventaja comparativa) y que no combatieran la desindustrialización a través de los aranceles. Escribe que "la historia no se puede revertir" y "el proteccionismo no ayudará a la economía en su conjunto". Los puestos de trabajo se destruirán más rápido de lo que se crean: puede que incluso haya menos puestos de trabajo netos en la industria manufacturera ".[25]

Escribe que la clase media de los Estados Unidos es en efecto el perdedor de la globalización y China el ganador. Considera que la demanda interna de China es suficiente para tener un fuerte crecimiento y que el comercio exterior ya no es necesario. Pero defiende los excedentes comerciales de China en relación con Estados Unidos y cree que China "responderá con fuerza e inteligencia", y golpeará a Estados Unidos," donde le duele económica y políticamente" si trata de proteger su industria. [25]

Además de sus publicaciones técnicas de economía, Stiglitz es el autor de Whither Socialism, un libro no técnico que proporciona una introducción a las teorías que explican el fracaso de las economías socialistas en Europa del Este y al rol de la información imperfecta en los mercados. En 2002, escribió El malestar en la globalización, donde afirma que el Fondo Monetario Internacional se pone al interés de su accionista más grande, los Estados Unidos, sobre el de las naciones más pobres para las cuales fue diseñado servir. Stiglitz ofrece algunas razones por las cuales la globalización ha engendrado la hostilidad de manifestantes, tales como las ocurridas en Seattle y Génova.

En el año 2006 publicó ¿Cómo hacer que funcione la globalización?, una crítica del actual orden económico mundial con diversas propuestas para tratar de reencauzar la globalización.

Joseph E. Stiglitz ha sido reconocido en los cinco continentes por su prestigiosa trayectoria y es uno de los economistas más leídos del mundo.[26]




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