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Juan Álvarez de Castro



Juan Álvarez de Castro (Mohedas de la Jara, Toledo, 26 o 29 de enero de 1724Hoyos, Cáceres, 29 de agosto de 1809), Obispo español que ocupó la sede de Coria asesinado durante la Guerra de Independencia.

Su casa natal se conserva y él mismo mandó reconstruirla dando fe de ello un dintel en la parte superior de la puerta de entrada principal. Fue párroco de Piedraescrita (1751), de Azután (1761), de Navaltoril y de la Parroquia de los Santos Justo y Pastor en Madrid durante treinta y nueve años. Fue preconizado como el 99º obispo de Coria el 29 de marzo de 1790 haciendo su entrada en la diócesis el siguiente 7 de julio. Tenía 66 años. Fue un obispo piadoso entregado a obras de caridad. También el responsable del magnífico órgano de la Catedral de Coria en el que invirtió 120 000 reales de la época. Su mal estado de salud, y una fuerte depresión causada por la muerte de su sobrino Antonio Martín Montero le obligó a buscar una residencia más saludable que Coria, instalándose en 1805 en la Villa de Hoyos, Sierra de Gata, lugar más fresco, sano y a poca distancia de la sede episcopal. Hay constancia de que antes de ir a Hoyos solicitó y consiguió del rey un obispo coadjutor que, sin carácter episcopal, se ocupase de las cuestiones relacionadas con la llevanza del Obispado de Coria.

En 1808 se inicia la Guerra de Independencia Española. Extremadura y, especialmente el Norte de Cáceres, donde residía el Obispo, fue una zona de especial tensión y virulencia debido al carácter estratégico de la comarca por ser paso obligado tanto de las tropas francesas en su incursión Norte - Sur cómo en el sentido de la defensa procedente no tanto de las tropas españolas cómo el avance desde el Sur-Oeste hacia el Nor-Este abanderado por el Duque de Wellington que, entrando por Portugal necesitaba abrirse paso por el sistema Central, siendo una de sus mejores bazas la sierra de Gata. Desde el primer momento de la contienda de liberación y, a pesar de su avanzada edad para la época, Juan Álvarez, en su condición de obispo, se postuló pública y abiertamente cómo uno de los líderes intelectuales en contra de la invasión francesa, llegando a publicar dos pastorales[1]​ recomendando la unión de los españoles frente al invasor y alentando a los más jóvenes a tomar las armas frente al francés. Llegó a comparar a Napoleón Bonaparte con el mismísimo Lucifer. En su segunda pastoral celebraba, además, la derrota de los franceses en la batalla de Bailén. A pesar de su edad y mal estado de salud puso a disposición de la causa independentista cuantos bienes y dinero pudo conseguir en razón de su cargo.

Tan fulgurantes pastorales fueron tenidas en cuenta por los franceses a su paso por la Sierra de Gata. Juan Álvarez, ya muy enfermo y con 85 años confió en el relativo anonimato de la Villa de Hoyos, escondida en uno de los primeros Valles que componen la idílica Sierra de Gata. Allí llegó a esconder al obispo de Tuy, Juan García Benito,[2]​ que huía de los invasores desde Oporto. Descubiertos huyeron ambos a Valverde del Fresno y de ahí a Villanueva de la Sierra. Una vez pasado el peligro inminente el Obispo de Tuy regresa a su obispado y Juan Álvarez a su casa-palacio de Hoyos. El anciano está agotado, y apenas es capaz de levantarse de la cama. Pero las circunstancias no le son favorables: tras la batalla de Talavera el Mariscal Soult se retira hacia Plasencia y toma posiciones en el Puerto de Perales, vía estratégica en el paso entre la meseta castellana y el río Tajo. Las tropas acantonadas en la localidad de Perales del Puerto, localidad que inicia el puerto de dicho nombre, se desparraman por las proximidades en busca de botín. Era la quinta vez que las tropas invasoras francesas hacían entrada en la Villa de Hoyos. Esta vez, el Obispo estaba allí incapaz de huir. El 29 de agosto de 1809, "muy de mañana", las tropas francesas entraron en el pueblo con violentos modales. Localizada la casa-palacio del Obispo entraron en ella, asesinaron a los que no pudieron huir, despojaron al Obispo de su prendas, hicieron burla del Pectoral y dispararon al anciano, la primera vez en los genitales y la segunda en la boca, acabando con su vida. El Obispo fue enterrado a escondidas esa misma noche en la Iglesia de Hoyos (Nuestra Señora del Buen Varón) sin que haya constancia del lugar exacto.



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