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Juan Sánchez Ramírez



Fernando VII

Fernando VII

Guerra de la Convención Guerra Peninsular

Juan Sánchez Ramírez (1762, La Mejorada Villa del Cotuy, Partido de la Vega Real - 11 de febrero de 1811, Ciudad de Santo Domingo, Partido de la Capital) fue un militar, hacendado, caudillo y dominicano español que tuvo una participación destacada en las guerras napoleónicas durante la reconquista de Santo Domingo dentro de la Guerra Peninsular en la que consiguió la derrota del ejército imperial francés, terminando con la presencia francesa en la isla Española que databa desde el siglo XVII.

Fue nombrado por la Junta de Bondillo que estaba bajo obediencia de la Junta Central Suprema Gubernativa de los Reinos de España y de las Indias que gobernaba en nombre del rey Fernando VII de España como Gobernador Político y Militar, Intendente Interino y Comandante General del ejército español de Santo Domingo: tras la capitulación francesa pasó a ser Gobernador, Intendente y Capitán General de la Capitanía General de Santo Domingo entre 1809 y 1811.

Anteriormente había participado en la Guerra contra la Convención en la isla donde se señaló como guerrillero astuto, entendido y valiente.

Nació en 1762 en la casa de sus padres frente a la Plaza de Armas en el centro de La Mejorada Villa del Cotuy.

Sus padres fueron Francisca Ramírez y Miguel Sánchez, rico terrateniente de la época y destacado oficial de milicias, ocupó por varios años la Comandancia de Arma de La Mejorada Villa del Cotuy, además tuvo un hermano llamado Rafael Sánchez Ramírez que fue juez de paz de La Mejorada Villa del Cotuy en 1825 y Remigio Sánchez Ramírez que acompañó a Juan durante la reconquista de Santo Domingo. Juan y Josefa Pichardo y Delmonte recibieron el sacramento del matrimonio en la parroquia Inmaculada Concepción de La Mejorada Villa del Cotuy. La pareja tuvo dos hijos, Juana Sánchez Pichardo y luego José Sánchez Pichardo, ambos fueron bautizados en la parroquia homónima.[1]

Bajo la consigna de Religión, Rey y Patria el Capitán Juan Sánchez Ramírez se integró a la Guerra contra la Convención que estalló en 1793 tras la ejecución en la guillotina del rey Luis XVI de Francia (primo de Carlos IV de España). Acudió a la frontera capitaneando una una compañía de lanceros, que mantuvo a su costa, y en los combates que libraron españoles y franceses, aliados los primeros con las tropas negras auxiliares de Carlos IV comandadas por Jean François y Georges Biassou.[2]

La República Francesa revolucionaria conquisto el territorio español Guipúzcoa, aquello causaría que el secretario de Estado y del Despacho, Manuel Godoy, entrara en pánico ante la perspectiva de que las Vascongadas pudieran cambiar su lealtad hacia la República Francesa y separarse del Reino de España, esto provocaría que se buscara la paz para poner fin a la guerra. En las negociaciones que se dieron entre enero y febrero de 1795 la Francia revolucionaria pedía que se cediese Guipúzcoa, Luisiana y Santo Domingo, mientras que España pedía el restablecimiento de la religión católica (sustituida por el culto de la diosa razón y del ser supremo) por la República, territorios donde el hijo del fallecido Luis XVI (el delfín Luis Carlos de Borbón y Habsburgo-Lorena, llamado por la Primera Coalición y los realistas franceses como Luis XVII de Francia, rey de Francia y de Navarra) pudiera ejercer su soberanía y el retorno de los límites a la situación anterior a la guerra pero la respuesta dada por el Comité de Salud Pública en relación con los planteamientos españoles sobre asuntos dinásticos y religiosos se referían a que se debía indemnizar a las familias nobles del Imperio Mexica y el Tahuantinsuyo (aunque los descendientes de Moctezuma y el Inca se les otorgó títulos de nobleza). El Comité de Salud Pública de forma airada y con evidente molestia contestó lo siguiente:

El 8 de mayo en Basilea iniciaron las negociaciones formalmente los representantes de España y Francia, Domingo de Iriarte y M. Barthélemy. La facción francesa planteo su interés de quedarse con algunas plazas de Guipúzcoa o en caso contrario que se le entregara Santo Domingo y Luisiana pero Iriarte tenía instrucciones de no ceder ningún territorio español y obtener la libertad de Luis Carlos de Borbón. En junio Godoy había firmado ya un tratado previo donde se reconocía a la República a cambio de mantener los límites territoriales españoles, y además el restablecimiento de la religión católica, la liberación de los hijos del fallecido Luis XVI, así como el establecimiento de una alianza contra el Reino de Gran Bretaña que sería estipulada en el Tratado de San Ildefonso.

El 22 de julio se firmó la versión definitiva del tratado donde se devolvían los territorios españoles ocupados y a cambio España cedía Santo Domingo a la República, se normalizaban las relaciones comerciales entre ambos países y secretamente el tratado se disponía que España no perseguiría a los afrancesados junto a la liberación de María Teresa de Borbón y Habsburgo-Lorena. En las negociaciones influyeron en la posición española la muerte de Luis de Borbón en la prisión de Temple, con lo cual desapareció uno de los principales objetivos de los españoles que era obtener que la República admitiera la posibilidad de que se cediera algún territorio en el cual se estableciera su reino.[3][4]

La República Francesa a pesar de tener los derechos para ocupar la parte española estuvieron retrasándose al tener que enfrentarse a los ingleses por un lado y a las partidas de negros rebeldes por otro. En 1799 el Cabildo de la Ciudad de Santo Domingo envió una solicitud a la corte pidiéndole al rey Carlos IV que pospusiera el cambio de soberanía de Santo Domingo hasta que lo dispusiera la resolución del primer cónsul de la República Francesa, Napoleón Bonaparte, pero el cambio de soberanía de todos modos se realizó al año siguiente contra la voluntad de la República Francesa, pues el Gobernador General de la Colonia de Saint-Domingue, el General Toussaint Louverture, decidió llevar a cabo por su cuenta lo acordado en la Paz de Basilea y a pesar de que posteriormente el primer cónsul Bonaparte declararía sin valor semejante la anexión de Santo Domingo lo cierto es que el Gobernador y Capitán General de Santo Domingo, el Mariscal de Campo Joaquín García y Moreno, y las últimas tropas españolas salieron de la isla el 22 de febrero de 1801.[5]

Al principio Sánchez Ramírez permaneció bajo bandera francesa pero en diciembre de 1803 abandonó la isla dirigiéndose con su familia a la isla de Puerto Rico, probablemente motivado por la inminente proclamación de la independencia del oeste de la isla Española (futuro Haití). Desembarco en Puerto Rico el 3 de enero de 1804, hallándose sin propiedad solicitó obtener las indemnización prometida a los emigrados de la isla para poder subsistir pero nunca tuvo efecto su solicitud al igual que con el resto de emigrados de Santo Domingo en otros territorios de la América española.[6]​ Gastaría más de 11.000 pesos que salvo de su patrimonio sin haber podido sacar fruto alguno de subsistencia que le asegurara y la de su familia. Consiguió una licencia para volver a Santo Domingo con la esperanza de que contaba con una parte de su caudal aunque fue destrozada por el Gobierno francés.[7]

En junio de 1807 regreso a Santo Domingo desembarcando en el puerto del Macao que era de su propiedad. Los franceses sabiendo de la llegada de Sánchez trataron de ofrecerle la comandancia de armas de La Mejorada Villa del Cotuy pero no quiso comprometerse con los franceses y determino dejar lo que quedaba de sus haciendas en juridicción de dicha villa a personas de su confianza.

Vivió dedicado a la explotación de caoba en el sur de la isla y a la ganadería. Sus intereses económicos se vieron perjudicados cuando el Gobernador General de Saint-Domingue, el General Jean-Louis Ferrand, prohibió el comercio de reses en la frontera entre los Haití del Sur y Norte con la antigua parte española.

El 2 de mayo de 1808 ocupado en su nuevo establecimiento llamado el Pulguero se le ofreció ir a Sabana de la Mar, allí hablaría en la tarde con el Comandante de Armas de dicha villa, Diego de Lira, sobre el paso de las tropas francesas en la España peninsular en calidad de auxiliares. Diego de Lira añadió que un buque que había llegado a Santa Bárbara de Samaná traía noticias, aquellas noticias hacían referencia al apresamiento de la familia real española en Bayona por el emperador de los franceses, Napoleón I de Francia. En su diario Juan Sánchez se refería a lo dicho por Diego de Lira diciendo que:

Sánchez agraviado por aquella expresión que le representaba la traición del corso Napoleón I contesto lleno de ira luego de discurrir:

Tomó la determinación de aprovechar las circunstancias y encabezar la conspiración para empezar una sublevación armada contra el gobierno francés en Santo Domingo. Legalmente la sublevación tramada significaría un acto de alta traición al Imperio Francés, sin embargo el hacendado asumió los riesgos y decidió seguir adelante con los preparativos, confiado en la lealtad tradicional de los dominicanos al rey católico:

En las semanas siguientes, compaginó sus ocupaciones cotidianas con las tareas conspirativas, con la convicción de que era necesario persuadir a la población dominicana de que se sumase al esfuerzo bélico; mientras tanto, en la España peninsular la Junta de Sevilla presidida por el conde de Floridablanca se decidía a declarar la guerra a la Francia Napoleónica oficialmente. La noticia llegó a la isla en julio, Sánchez se enteró cuando estuvo en la villa Salvaleón de Higüey y se la comunicó de inmediato a su principal socio, Manuel Carvajal.

El 26 de julio salió de Salvaleón de Higüey inmediatamente fue con dirección a la Ciudad de Santo Domingo para llegar antes de que llegara la noticia de la declaración de guerra bajo el pretexto de entrevistarse con el General Louis Ferrand para tratar con él sobre sus negocios ganaderos y de caoba, sin embargo tuvo que detenerse en la villa Santa Cruz del Seybo por aviso de que su mujer y hijos se hallaban enfermos pero luego retomó su rumbo, y aprovechó el trayecto para ganar adeptos a la conspiración por el camino.

El 7 de agosto llegó a la Ciudad de Santo Domingo cuando acababa de llegar la noticia de declaración de guerra y algunos prisioneros de un pequeño barco español parlamentario de Puerto Rico. Entró a la ciudad el día 8 y el 9 almorzó con el General Ferrand, que aquel mismo día había publicado que anunciaba la guerra pero se refería a aquella como una sublevación de algunas de provincias de España. Mientras estuvo en la Ciudad de Santo Domingo hasta el día 11 redobló su labor propagandística con los capitaleños, consciente de que la conquista de esta plaza pondría toda la colonia a su disposición. Sus acciones se revelaron harto complejas, ya que los vecinos de la Ciudad de Santo Domingo habían sufrido directamente las consecuencias del “abandono español” tras la Paz de Basilea, de modo que preferían preservar el statu quo a luchar por Fernando VII.

Sánchez llegó a La Mejorada Villa del Cotuy el día 13 donde la población se había reunido para la publicación de la proclamación del General Ferrand, aquello motivo a Sánchez para desengañar a la población, explicarles sobre la traición llevada a cabo por Napoleón I y que era indispensable para alzarse contra el Imperio Francés; los hombres mismos hombres que iban a publicar la proclama del General Ferrand se ofrecieron estar prontos a los avisos de Sánchez y destruyeron la proclamación.[7]

Sánchez llegó a Santiago de los Caballeros el día 17 donde ya se conocía sobre su viaje y sus intenciones. Consiguió lograr la adhesión de los principales, con la ayuda del padre Vicente de Luna y procuro informarse sobre si se hallaba un buque español en la ciudad de San Felipe de Puerto Plata y al enterarse de que había un buque se hicieron diligencias para enviar para que lo destinaran a Puerto Rico con el objetivo de conseguir ayuda de dicha isla. Este intento de contacto fue obstaculizado por el comandante del Departamento del Cibao, el Coronel Agustín Franco, quien dio aviso a al General Ferrand pero él lo consideró como una exageración.

En septiembre, de alguna manera Sánchez hizo llegar el manifiesto a los emigrados dominicanos en Puerto Rico, donde indica su llegada a la Ciudad de Santo Domingo el 7 de agosto y comenta las dificultades encontradas con algunos dominicanos afrancesados. El manifiesto dirigido a los padres tenientes del cura de Mayagüez decía:[8]

El día siete del mes pasado llegué yo a Santo Domingo, quando me hallé con la novedad de la declaración de la guerra de los Españoles con los Franceses, que llevó el Capitán Braceti.

Desde este momento me dediqué a despertar el ánimo de los naturales, dormidos y confiados. Yo no he temido hablar aun algunos Españoles, empleados y conocidos por apasionados de los Franceses, y a todos los bien contentos con ellos, procurando electrizar a unos y a otros, valiéndome ya del agrado, ya de la severidad, según lo he considerado ser conveniente. No he temido tampoco comprometer mi letra, ni firma, aun con quien he tenido por sospechoso, para acreditar su conducta, y últimamente yo no he temido mantenerme firme en mis designios, siempre persuadiendo a mis hermanos, que están conmigo, que no se dejen engañar en medio de las persecuciones que se me hacen por este Gobierno, tanto por denuncia de algunos Españoles que se han embriagado con el Francesino, y trabajan para los Franceses, como por algunas interceptaciones, que tengo noticias ha hecho Ferrand de correspondencia en esa Ysla de Puerto Rico.

No crean, amados hermanos, que hago caso de los Franceses, ni me esconderé a sus persecuciones; no crean que abandonaré una causa tan Justa, como la que hoy nos llama, a sacudir el yugo de los Franceses, y que la Ysla de Santo Domingo vuelva a su dueño, y nuestra Religión católica a su antiguo Esplendor.

Crean que sin pensar más que en este importante asunto, No omito paso ni evito molestia, ni temo peligros, hasta ver enarbolar en Santo Domingo la bandera Española, y que con voz de júbilo, alegremente gritemos: Viva Fernando 7.º nuestro Emperador, y Rey Augusto.

Sánchez prosiguió su labor de proselitismo itinerante por el interior y la costa de Santo Domingo. Con el tiempo, las autoridades francesas fueron estrechando el cerco de vigilancia sobre Sánchez y éste debió refugiarse en la ensenada de Jayán, de difícil acceso para tropas poco experimentadas en el terreno. Sólo cuando el Gobernador, Intendente y Capitán General de Puerto Rico, el Mariscal de Campo Toribio Montes, le comunicó que estaba dispuesto a prestarle su apoyo material para la campaña, el líder de la reconquista retomó la lucha armada contra los franceses.

A finales de septiembre la insurrección española comenzó a extenderse desde Santa Cruz del Seybo y numerosas villas se sumaron a los vivas a Fernando VII; fue entonces cuando el General Ferrand, que al principio se había limitado a seguir de cerca los movimientos del Brigadier Sánchez y sus hombres, acabó interpretando las adhesiones crecientes a los insurrectos como una declaración de guerra velada. Por consiguiente, en adelante y respondió a la violencia de los conspiradores con la violencia de su ejército.

El Brigadier Sánchez planeó avanzar con rapidez hacia el este con el fin de aislar la Ciudad de Santo Domingo cuanto antes; objetivo este último que consiguió el día 28, tras cortar la comunicación entre la Ciudad de Santo Domingo y la bahía de Samaná, que constituía un enclave estratégico fundamental de comunicación con el exterior. La posesión de esta última garantizó a los realistas españoles el aprovisionamiento de víveres y demás medios materiales, privando a Francia de un puerto de condiciones naturales excepcionales. A finales de septiembre los patriotas conquistaron Barahona, en la que fue considerada por los franceses como la primera acción de la reconquista.[6]

El 4 de noviembre el General Ferrand reunió sus tropas en Santa Cruz del Seybo para tomar a los realistas desprevenidos y el día 6 los españoles alcanzaron el arroyo de Magarin, tras pasar caminos dificultosos y bajo lluvias terribles, cuando ya conocían que el General Ferrand había partido con una expedición compuesta de tropas de línea y de la milicia nacional, infantería y caballería, y que se hallaba muy próximo.

El General Ferrand remitió un ultimátum a Sánchez el día 7 manifestando su intención de resistir hasta el final, amparado en la superioridad numérica de sus hombres; el Brigadier Sánchez contestó al alto mando francés la voluntad de combatir sin cuartel a los franceses para expulsarlos de la isla y la disposición a dar la vida por España, además en su respuesta se denominó a sí mismo como Capitán General de Santo Domingo. Aquello convenció al General Ferrand de que el acuerdo pacífico era imposible y marchó hacia donde los patriotas españoles en la sabana de Palo Hincado; antes de que se produjese el choque entre españoles y franceses el General Ferrand ofreció 100 pesos al que tomase la bandera española que había sido traída de Puerto Rico, simultáneamente el Brigadier Sánchez había arengado a sus tropas y les había recordado la necesidad de vencer a los súbditos del emperador de los franceses, que encarnaban unos valores radicalmente opuestos a los de los españoles y les hizo ver que su victoria en aquella batalla tendría graves repercusiones para el Gobierno francés de isla, porque el propio Gobernador General estaba al frente de las tropas imperiales francesas y podía ser apresado o muerto en la batalla, dejando así a la Colonia sin un jefe. El Brigadier Sánchez era consciente de que los franceses eran superiores en el cuerpo a cuerpo, aunque sus recursos eran limitados y sus tropas menos numerosas. Por eso ordenó a los soldados patriotas que los dejasen avanzar hasta la primera descarga de fusilería; entonces los franceses estarían suficientemente cerca para emplear la artillería española contra ellos y romper sus filas. Por último, previno a sus hombres contra la tentación de desertar, describiendo lo que les esperaba a los traidores:[8]

Todos los dominicanos

Concluida la arenga se oyeron a las tropas francesas aproximarse a la sabana de Palo Hincado, las tropas dominicanas siguiendo las instrucciones de su comandante, aguardaron hasta que estuvieron suficientemente cerca para atacarlas. Llegado el momento, echándosele el quién vive, y respondiendo francés, con el ademán de comenzar a desplegar en batalla, se le rompió el fuego. Las buenas disposiciones adoptadas por el mando, unidas a la resolución e intrepidez que mostraron los realistas en el combate provocaron en un periodo de tiempo extraordinariamente corto la derrota de las tropas francesas y su desordenada huida del campo de batalla. El General Ferrand tras su huida fue perseguido por un cuerpo de cincuenta dragones, comandando por Pedro Santana, durante cuatro horas las cuales le hostigaron y el General Ferrand pudo resistir los envites pero perdió muchos hombres en su huida. Finalmente el francés se suicidó y lo halló Santana que decapitó su cadáver que se llevó a Santa Cruz del Seybo, con el caballo que montaba y sus insignias y entregó la cabeza al Brigadier Sánchez como trofeo.

Los prisioneros de la batalla que eran dominicanos se les concedió una amnistía y en cuanto a los franceses solo ordenó la ejecución de un mulato francés que desertó de sus tropas. Pidió al Mariscal de Campo Montes que mandara embarcar y dispusiera de los presos franceses:[8]

El 12 de diciembre de 1808 se llevó a cabo una asamblea de representantes de las ciudades, villas y lugares del Santo Domingo en la Hacienda Bondillo, cerca de la Ciudad de Santo Domingo, para fijar la base del Gobierno. Aunque formalmente la Junta de Santo Domingo se adhería y sometía su determinación a la aprobación de la Junta Suprema Central y disponía mantener un esquema administrativo a la usanza española, como cuestión de hecho instituyeron un gobierno autónomo otorgando plenos poderes a un gobernador dominicano. Por otra parte, la Junta dominicana no se colocó bajo la autoridad del Gobernador de Puerto Rico.[8]

Las copias del Acta de la Junta de Bondillo fueron circuladas y leídas por todo Santo Domingo. Dichas actas decían:[7]

2.º En atencion al mérito, que se ha adquirido, siendo el Caudillo y motor de la gloriosa empresa de librarse el Pueblo de Santo Domingo del vergonzoso yugo del Tirano Napoleon, Emperador de los Franceses, y en vista de la proteccion que por su mérito ha conseguido del Señor Don Toribio Montes, Mariscal de Campo de los Reales Exércitos, Gobernador, Intendente y Capitán General de la isla de Puerto Rico, la Junta nombra por Gobernador Político y Militar é Intendente á Don Juan Sánchez Ramírez, Comandante General del Exército Español de Santo Domingo, hasta la aprobacion de S.A.S. la Junta Suprema Central de Madrid.

3.º El Gobernador en lo sucesivo convocará los Miembros de la Junta, siempre que lo tenga á bien y será el Presidente de ella, en la inteligencia de que esta solo queda con voz consultiva y la desicion solo pertence al Gobernador.

4.º El sistema Administrativo y órden Judicial, coninuará como antes hasta la toma de posesion de la Plaza de Santo Domingo que se hará una organizacion provincial arreglada á las leyes del Reino y ordenanzas Municipales.

5.º El Gobernador prestará antes del exercicio de sus funciones, en presencia de la Junta, Juramento de fidelidad á S.M. y de obediencia á las leyes Españolas.

Tras la muerte del General Ferrand, el General Joseph-David de Barquier asumió el mando pero sólo quedaba la Ciudad de Santo Domingo, no obstante, en enero el General Barquier todavía contaba con más de 1000 hombres con los que pudo retormar en una ocasión el Fuerte San Gerónimo, en las inmediaciones de la ciudad, y apoderarse de piezas de artillería, fusiles y muchas municiones el 24 de enero de 1809.

El asedio se prolongó porque los vecinos de la capital ofrecieron una resistencia admirable. Mientras sus condiciones empeoraban por la carestía, al tiempo que el General Barquier intentaba ganar tiempo para negociar la rendición en condiciones ventajosas, el Brigadier Sánchez tuvo que resolver otros problemas, sobre todo la insubordinación de algunos oficiales y el deterioro de sus relaciones con el gobierno puertorriqueño. Resueltas tales circunstancias adversas, y extenuados los vecinos de la capital tras el largo asedio, el 1 de marzo de 1809 las tropas realistas emprendieron un último ataque, que movió al General Barquier a realizar una primera propuesta de tregua, rechazada por el Brigadier Sánchez.

El 25 de mayo de 1809 el Mariscal de Campo Montes despachó el bergantín el Águila bajo el mando del Teniente de navío Ramón Power y Giralt, la goleta Cometa, la fragata Nuestra Señora del Carmen y demás embarcaciones. El objetivo era impedir absolutamente la entrada en la misma de comestibles, para obligarla de tal modo a capitular.

También en mayo se sumó una expedición militar inglesa delante del puerto de Santo Domingo, como aliados de España, al mando del Almirante Willian Pryce Cumby, dicha expedición la solicitó el Brigadier Sánchez al Vicealmirante de la Colonia de Jamaica y solicitó víveres para su sustento.

El Brigadier Sánchez y el Teniente de navío Power planificaron el bombardeo simultáneo a la ciudad por tierra y por mar, y buscaron que los ingleses operaran en sintonía. El día 28 se abrió fuego contra la ciudad, bombardeo que se extendió por tres semanas. Bombardeo continuado por mar y tierra durante el resto de junio, finalmente, hizo estragos entre los franceses. Los disparos de la artillería desde las inmediaciones de la ciudad comandadas por el Brigadier Sánchez, el bombardeo incesante de la flota naval dirigida por el Teniente de navío puertorriqueño Power, y el auxilio de las fuerzas militares inglesas bajo el Almirante Cumby destrozaron lo que restaba de la resistencia francesa.

Entre el 15 y 20 de junio los franceses fueron sometidos a un cañoneo constante, concentrando el rumbo de los disparos a las trincheras, cuyos resultados ordinarios fueron la pérdida de algunos hombres por una parte y otra.[8]

En aquella circunstancias el Brigadier Sánchez envió un emisario a proponerle al General Barquier capitular la rendición; la respuesta fue que no pactarían nada ni recibirían a ningún otro emisario e indicando que en lo sucesivo «toda clase de relaciones» entre «los súbditos sublevados» y el gobierno francés. El General Barquier y los suyos aborrecían rendirse a los criollos negros y mulatos. El gobernante tenía un remedio: ponerse en las manos de los ingleses. Ya se habían dado comunicaciones previas entre franceses y ingleses. El Mayor General Hugh Lyle Carmichael de las fuerzas de Su Majestad Británica le escribió una carta al Brigadier Sánchez haciendo referencia a la comunicación del Almirante Cumby y la oficialidad francesa. El Mayor General Carmichael le expresó al Brigadier Sánchez que era su deber:

El Mayor General Carmichael le expresó que estaba deseoso de entrevistarse con él:

El día 28 Carmichael y su fuerza militar desembarcaron en Palenque, sitio costanero al oeste de la ciudad. Dos días después se encontró con el caudillo de la reconquista. Los jefes militares español y inglés discutieron planes y reconocieron los puestos avanzados en ambos lados del río Ozama. El día 30 la Junta de guerra francesa autorizó al General Barquier negociar la capitulación con el jefe militar inglés.

Los franceses recibieron a los británicos como el agua de mayo, pues les irritaba enormemente llegar a la humillación de tener que rendirse a los españoles, y en particular, al Brigadier Sánchez, un hombre que había vivido bajo las leyes de Francia y que se había levantado en armas infligiendo a su ejército una derrota tan contundente como deshonrosa. La rendición francesa fue acordada el 7 de julio mediante un convenio de 17 artículos. Los ingleses se hicieron cargo de la evacuación de los franceses que serían transportados primero a Jamaica.

El día 11 entraron en la plaza de la ciudad el Brigadier Sánchez a la cabeza de las tropas españolas y el Mayor General Carmichael con las británicas. En el Fuerte de San Carlos enarbolaron los pabellones inglés y español, y profirieron vítores a los reyes Fernando VII y Jorge III del Reino Unido. Seguidamente el caudillo criollo pasó a la Catedral Nuestra Señora de la Encarnación para dar gracias a Dios portando el estandarte con la imagen de Nuestra Señora de la Mercedes, patrona de la isla y una miniatura colgada al pecho de Fernando VII.

Los ingleses se retiraron en agosto luego de lograr un favorable acuerdo comercial.[8]

Gobernó con mucha autonomía, tomó medidas para despertar la economía, se abolieron todas las leyes que ponían trabas al comercio y a la producción, se redujeron los diezmos y otros impuestos eclesiásticos. Todos los puertos fueron abiertos a los navíos de las naciones amigas de España y se fijó un arancel único de importación de un uno por ciento.[9][10]

Pero la acción más importante encaminada a eliminar la segunda dominación española bajo el régimen de Sánchez Ramírez sería la indebidamente denominada por el vulgo con el nombre de "Revolución de los italianos",[11]​ a causa de haberse comprometido en ella un oficial de esa nacionalidad, lo que hizo pensar al pueblo que todas las tropas y oficiales estaban igualmente comprometidos. Esta conspiración fue descubierta a mediados de 1810 y los miembros del complot fueron llevados al patíbulo bajo la acusación de querer levantar en armas la guarnición de Santo Domingo para repetir lo que había ocurrido el 19 de abril de ese año en Caracas donde había estallado un movimiento independentista contra España.

Murió siendo gobernador, pero dejó a su familia en una espantosa miseria, porque todo su patrimonio lo aportó por la causa justa y noble en la que se enroló junto a todos los habitantes de la Santo Domingo. Después de su muerte, el pueblo lo llamó "padre de la patria" y sus restos están depositados en el Panteón de la Patria.[12]

Calles: En La Romana, en el sector denominado San Carlos, una calle lleva su nombre, la misma fue promovida el Concejal Wanchy Medina por medio de la Ordenanza 23-2014. En Santo Domingo, frente a la UASD, pasa una calle, la cual lleva por nombre Juan Sánchez Ramírez.

Provincia: la provincia Sánchez Ramírez, en honor a Juan Sánchez Ramírez.

Estatua: En la Plaza Juan Sánchez Ramírez de Cotuí (frente a la gobernación provincial) hay una estatua de Juan Sánchez Ramírez.

Francisco A. Rincón

Rincón, Francisco, Juan Sánchez Ramírez: Patriota y Nacionalista, Editora Las Mellizas, Cotuí,R.D, segunda edición, 2017.



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