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Judería de Córdoba



La judería de Córdoba es una zona de la ciudad española de Córdoba que fue, entre los siglos XIII y XV, el barrio en el que vivían los judíos. La zona que actualmente es conocida por ese nombre se encuentra situada al noroeste de la Mezquita-catedral, en la zona comprendida entre las calles Deanes, Manríquez, Tomás Conde, Judíos, Almanzor y Romero, aunque no se corresponda exactamente con la zona donde habitaron mayoritariamente los judíos durante dicho periodo.

Forma parte del centro histórico de Córdoba que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994.[1]​ Es una de las zonas más visitadas por los turistas ya que, además de la Mezquita-Catedral, en ella se pueden ver monumentos como la Sinagoga, el Zoco Municipal o la capilla mudéjar de San Bartolomé, así como museos como la Casa de Sefarad.

Aunque hay evidencias de que existió presencia judía en Córdoba desde época romana, la judería de Córdoba no siempre ha estado ubicada en el mismo lugar. De hecho, tras la invasión musulmana, los judíos quedaron expulsados extramuros, fundamentalmente en la zona norte, entre los jardines de la Merced y la iglesia de Santa Marina. De esta época se halló en el barrio de Zumbacón la única lápida judía encontrada en la ciudad, referente a Yehudá bar Akon, datada en el año 845; así como el cipo funerario en el interior de la iglesia de San Miguel, que muestran la presencia de una necrópolis judía por la zona. De hecho, la desaparecida puerta de Osario era conocida en la época como Bab al-Yahud (puerta de los Judíos).[2]

La destrucción de esta primera judería llegó tras la caída del Califato cordobés y el saqueo de la ciudad a manos de Suleimán en 1013, por lo que muchas familias hebreas se vieron obligadas a exiliarse. Sin embargo, la represión y aniquilación definitiva se produjo con la llegada de los almohades en 1148, radicales bereberes provenientes del norte de África, que prohibieron la presencia judía en la región. En estos acontecimientos vivió el rabino y filósofo Maimónides, quien tuvo que exiliarse con su familia.[2]

Tras recuperar Fernando III la ciudad durante la conquista de Córdoba en 1236, volvieron los judíos a establecerse en ella, mientras que su hijo Alfonso X el Sabio cerró y delimitó el barrio de la judería en 1272, en el entorno noroccidental de la Mezquita-catedral, tal y como se conoce actualmente. En 1315 se construyó el que probablemente es el edificio más representativo de la judería: la Sinagoga de Córdoba, realizada por el arquitecto Isaac Moheb.[2]

En 1391 se produjo una de las revueltas antijudías más violentas por los cristianos en la mayoría de juderías de Castilla, Aragón y Navarra, en la que se saqueó, asesinó y forzó a convertirse a sus habitantes, perdiendo a una gran parte de la población. Este pogromo hizo que hubiera que replobar el barrio, por lo que comenzó a denominarse como "colación de san Bartolomé", presidida por la nueva capilla mudéjar de San Bartolomé (1399).[2]

En 1406 se produjo un nuevo ataque a la judería, en la que el monarca Enrique III tuvo que intervenir multando a los ciudadanos cordobeses con 40.000 doblones. En 1473 una mujer conversa supuestamente provocó a los cristianos durante Semana Santa, quienes entraron saqueando de nuevo este barrio.[2]​ En 1478 el corregidor Francisco Valdés trasladó a los judíos al barrio del Alcázar Viejo, estos reclamaron el traslado a la monarquía, quien les permitió quedarse donde estaban.[3]

Finalmente, el 31 de marzo de 1492, Isabel la Católica promulgó el Edicto de Granada por el que se decretaba la expulsión de los judíos del reino, en la que únicamente tenían cuatro meses para abandonar el país. La Sinagoga quedó convertida en hospital de hidrófobos y capilla de Santa Quiteria, volviendo a recuperarse a finales del siglo XIX.[2]

Córdoba vivió una época esplendorosa cuando tres pueblos (cristiano, judío y musulmán) con sus religiones correspondientes coexistían, aunque no pacíficamente ya que fueron periódicas las expediciones de castigo de los emires y califas hacia los arrabales donde se situaba la población no musulmana.

En la calle de los Judíos encontramos en la actualidad una estatua en bronce dedicada a Maimónides, el gran filósofo y médico judío cordobés, cuya familia fue obligada a convertirse al Islam y al final él mismo tuvo que abandonar la ciudad durante la persecución almohade.

Durante el siglo X Córdoba fue, tras Bizancio, el mayor centro económico y cultural de Europa, y aunque en la ciudad conviviese población musulmana, judía y cristiana, esta convivencia distó mucho de ser pacífica.

En el 756 el emir Omeya Abderramán I, huyendo de los abasíes, convirtió a Córdoba en la capital de la España musulmana y durante los siguientes 250 años se convirtió en uno de los mayores centros comerciales e intelectuales del mundo. En el 929, Abderramán III proclamó el califato y la ciudad alcanzó su máximo esplendor en rivalidad con Damasco y Bagdad, centros de gran prosperidad económica e intelectual, y solo por detrás de Bizancio. A partir del siglo XI, con la desintegración del poder musulmán en la península ibérica, las guerras civiles, parte del logro cultural de Córdoba se perdió, aunque permaneció como centro de literatos y eruditos. En el siglo XII destacó la actividad de los filósofos Averroes y Maimónides. En 1236 Fernando III el Santo reconquistó la ciudad, integrándola en la Corona de Castilla como el Reino de Córdoba, y otorgándole el fuero juzgo como ley, trasladándose judíos castellanos de otras ciudades a Córdoba.



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