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La Claca



La Claca - o Putxinel·lis Claca o Teatre de La Claca - fue un destacado grupo de teatro independiente, en catalán y comprometido políticamente, de los que surgieron en Cataluña en los años 70 del siglo XX.[1][2]​ Fue creada con el nombre de Putxinel·lis Claca como compañía de teatro para público en un principio infantil en 1968 por los titiriteros Teresa Calafell y Joan Baixas.[3]

Nació como compañía de títeres y muñecos, continuadora de la tradición titiritera catalana (los Vilà, los Anglès o Vigués i Mauri) e innovándola con el uso de nuevas técnicas y materiales. Fue evolucionando a espectáculos para todas las edades y cada vez de carácter más propiamente teatral. El año 1978 presentó Mori el Merma ya con el nombre de Companyia de Teatre La Claca. Desapareció en 1988, después de veinte años de actuaciones.[4]

Considerada una de las compañías teatrales de España con más prestigio internacional, la Claca ha sido invitada a más de setenta festivales en todo el mundo y ha actuado en espacios como el Gran Teatro del Liceo, los Riverside Studios de Londres, el Centro Pompidou de París, la Sydney Opera House o Lincoln Center de Nueva York.[5]​ La Claca actuó en los cinco continentes, en más de veinte países, en muchos de los cuales en más de una ocasión.

"Después de la experiencia con los ballets rusos a principios de su carrera, Miró había recibido numerosas ofertas de colaboración teatral, pero siempre las había rechazado. Si se decidió por nosotros fue porque éramos catalanes, porque éramos jóvenes y porque practicábamos, entre otras técnicas, la de los gigantes y capgrossos (máscaras gigantes), tan importante en el arte popular catalán. Y es precisamente esta técnica la que elegimos para trabajar juntos"[6]

El año 1976 el Teatro de La Claca se pone en contacto con el artista surrealista Joan Miró, en aquel momento un pintor de renombre de más de ochenta años, para colaborar con su teatro de títeres. Las conversaciones resultan fructíferas y la compañía diseña una serie de títeres de gran formato - gigantes y capgrossos - bajo las indicaciones del pintor, quien después los pintará con las tonalidades y el estilo típicos de su obra pictórica. Las figuras se llevaron a cabo con celastic, un material aquí poco conocido que Jim Henson había regalado un tiempo antes a Joan Baixas. La obra teatral es creada por Joan Baixas y la compañía a partir de Ubú rey de Alfred Jarry. Joan Miró no quiso hacer sugerencias teatrales, sino que se encargó de la atmósfera y las sensaciones. Ubú no es únicamente un personaje recurrente en el imaginario del pintor Joan Miró, sino que es a la vez una figura dictatorial a partir de la cual La Claca y el pintor representaban - y celebraban - la reciente muerte del dictador español Francisco Franco.

"[A Miró] Le encantaba este personaje lleno de energía, ridículo y extravagante, que representaba para él muchos de los excesos que observaba a su entorno. [...] En realidad este Ubú que compartíamos con Joan Miró no era otro que Franco, muerto un año antes del comienzo de nuestra colaboración. Habíamos proyectado la pieza como nuestra ceremonia de los funerales del franquismo."

Mori el Merma (Muera el Merma) fue estrenada en el Teatro Principal de Mallorca, isla donde residía el artista plástico, en 1978. Se hicieron únicamente cinco representaciones, después de las cuales se estrenó en Cataluña en el Gran Teatro del Liceo. La obra fue un éxito internacional, fue representada en Bélgica, Inglaterra, Alemania, México, Venezuela, Japón, Suecia, Noruega, Dinamarca, etc. Hizo gira por Australia y fue representada en más de una ciudad de Francia, Italia o Estados Unidos. Se representó por ejemplo en el Centro Georges Pompidou en motivo del Festival de Automne à Paris (1978), al Riverside Studio de Londres (1978) o a la Sidney Opera House (1980).

También hizo gira - entre 1979 y 1980 - por Cataluña, donde fue representada en ciudades como Barcelona, Berga, Vilafranca, Sant Celoni, Tarragona, Masnou, Teià, Cardedeu, Gerona, Igualada, Vic, Valls, Sitges, Manresa, Lérida, Tarrasa, Figueres o Mataró; y por España, donde hizo parada entre otros en Valencia, Alicante, Madrid, Granada, Sevilla, Murcia, Santiago de Compostela, Vigo, Bilbao y Zaragoza.

La segunda colaboración de la compañía con un artista plástico se concretó en 1982 con el pintor Antonio Saura. Las máscaras eran un tema recurrente en la obra del artista, de forma que la compañía decidió trabajar con él a partir de personajes arquetipos.

"Si el universo de Miró es solar, cósmico, el de Saura es un universo cerrado, íntimo. Quizás es en realidad el mismo mundo, pero visto desde ángulos opuestos. Los personajes son percibidos desde el interior. No son identificables en la superficie, pero son reconocibles íntimamente."

Peixos abissals (Peces abismales) es en realidad una trilogía de espectáculos basada en tres fábulas: En Joan de l'Ós (Juan del Oso), con máscaras, marionetas y decorados inspirados en Antoni Tàpies; L'espasa blava (La espada azul), basada en un cuento de Lu-Sing y en colaboración con Antonio Saura; y Mari Lamiña, basado en un proyecto de Eduardo Chillida. La colaboración con el pintor aragonés se basa pues en un cuento chino escogido por Joan Baixas sobre el cual Saura dibujó un gran número de personajes.

"Más que máscaras, creó pre-máscaras, seres que aún no eran personajes teatrales, arquetipos de identidad viscosa, larvas, enmañaramientos de energía contenida que no se expresaban de acuerdo con las coordenadas de la psicología humana y que, por este motivo, tenían una expresión solo esbozada. Titulamos la pieza Peixos abissals: los personajes eran peces que habitaban el fondo de la conciencia."

El espectáculo tenía una estructura ritual y se basaba en una triángulo formado por tres personajes masculinos: el jefe, el artesano y el mago. La punta de la pirámide era en cambio una mujer, siempre presente, que cambiaba de forma durante la representación. Era la única superviviente de la obra.

El año 1983 la compañía se plantea crear un espacio ambulante de actuación con el cual poder viajar a cualquier lugar del mundo para interpretar sus espectáculos. La carpa ambulante se configura también como un espacio de aprendizaje - donde llevar a cabo workshops, talleres o cursos -, de reunión artística-cultural, con un bar y un punto de encuentro, y también como un espacio de representación para otras compañías y artistas. Algunos espectáculos de la compañía como Laberint (1985), colaboración con el artística plástico Roberto Matta, se crearon específicamente dentro de la carpa.

La Carpa de La Claca se inaugura en 1984 primero en Can Patolla y, después, en el 4º Festival Internacional de Teatro de Madrid. Durante años viaja por Cataluña, España y el mundo (por ejemplo, Francia, Portugal o Estados Unidos). El año 1986 - durante las Fiestas de la Merced, cuando se planta al Moll de la Fusta de Barcelona - se la bautiza como Amanita Circus.

Roberto Sebastián Matta fue el último pintor con el cual colaboró la compañía. El artista chileno propuso una colaboración a La Claca después de quedar impresionado por Mori el Merma, obra que vio representada en el Riverside Studio de Londres en 1978.

"[Matta] Quería hacer un espectáculo, pero no un espectáculo con monstruos o personajes. Quería crear un espectáculo de impulsos, basado en las fuerzas de la naturaleza y del nacimiento, que se manifestaran directamente, sin pasar por una forma que nos recuerdas a los personajes. Un espectáculo basado en la simultaneidad de nuestra percepción y en la posibilidad de reconocer, no con la intervención de la razón, sino únicamente con la sensibilidad, aquello que nos rodea y aquello que nos traspasa."

Su idea era tan abstracta y sublime que el artista nunca encontró un resultado realmente satisfactorio, pero intentó representarla a través del laberinto. El proceso de creación culminó en 1985 - después de años de intercambio de ideas - con unas sesiones de trabajo entre compañía y artista, a puerta cerrada, en la carpa - situada en aquel momento en la plaza Beaubourg de París, ante el Centro George Pompidou, donde en aquel momento se llevaba a cabo una exposición de Matta. La exposición estaba dedicada a la figura de Don Qui, de forma que el artista quiso añadirlo al laberinto, puesto que consideraba que Don Quijote era un personaje perdido en el laberinto de la realidad.

"En realidad, el espectáculo nunca llegaría a ser definitivo - más tarde lo sabríamos -, pero en aquel momento volvimos a casa decididos a hacerlo."

El Laberinto se dividió en dos partes: el propio laberinto físico, de tejidos, su realidad y sus movimientos propios, en el cual se encontraba el Don Qui de Matta; y el laberinto de acciones, donde la noción de laberinto la daba la narración y donde se utilizaba únicamente la mitología griega. Ramuntcho Matta, hijo del artista, compuso la música. Aun así, la idea - abstracta y sublime - no acabó de funcionar:

"Finalmente comprendimos que el laberinto permanecía inacabado porque, como espectáculo, era irrealizable. Existen contradicciones fundamentales entre la idea de laberinto y la idea de espectáculo, que no supimos superar sin traicionar la propuesta inicial. El laberinto es una experiencia que tiene que vivirse individualmente, mientras que el teatro es un arte colectivo."

Aun así, el espectáculo fue representado en varias ocasiones entre 1985 y 1987, por ejemplo en la quinta Feria del Teatro en la Calle de Tàrrega, el 1985, o durante las Fiestas de la Merced de 1986.

"El laberinto fue el espectáculo más completo y el más doloroso que yo [Joan Baixas] he creado nunca, pero también fue el que despertó en mí más cantidad de impulsos creativos. Por eso, todavía hoy, sigo expresando toda mi gratitud a Matta."

Otras fábulas, cuentos y canciones populares representadas por Putxinel·lis Claca - especialmente en sus primeros años de actividad - son:

En los primeros años de su trayectoria, La Claca recogió sus fábulas, cuentos y canciones y los publicó en un libro y una grabación sonora. A la vez, con motivo de los cinco años de Claca, Joan Baixas publicó una selección de los diarios de viaje de la compañía:

Durante su trayectoria, el Teatro de La Claca colabora en varias ocasiones con la televisión estatal, autonómica y otros países tanto en programas infantiles como en films, programas especiales, etc.

Entre otros, algunas colaboraciones de La Claca en el ámbito de la televisión son:

La sala grande del Teatro Gaudí de Barcelona se llama "La Claca" en homenaje a esta compañía. La sala pequeña del mismo teatro se llama Teresa Calafell, reconocida titiritero y cofundadora de la compañía.

En Llançà cada julio desde 2012 se celebra un festival de artes escénicas para todos los públicos, al aire libre, con el nombre de Festival Claca.[7]

El fondo documental del Teatro de La Claca se encuentra comprendido dentro del Fons Joan Baixas - La Claca, cedido por el cofundador de la compañía, Joan Baixas, en 2017 al Centro de Documentación y Museo de las Artes Escénicas del Instituto del Teatro de Barcelona. Actualmente se encuentra en proceso de catalogación.



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