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La Cruz de Malta



La Cruz de Malta o La Gran Cruz de Malta (y más tarde Café de La Cruz de Malta o Café de Malta) fue una fonda madrileña de la segunda mitad del siglo XVIII que luego se convirtió en café concierto, antes de desaparecer hacia el final de la década de 1830.[1]​ Llamada así en su origen hostelero, quizá por ser la cruz de Malta símbolo y emblema de los Hospitalarios. Estuvo instalada en una casa de la calle del Caballero de Gracia,[1]​ aunque algunos viajeros extranjeros del XVIII como el inglés Richard Twiss la sitúan por error en la calle Alcalá.[1]

En 1787 era calificada por algunos de sus visitantes como la mejor fonda de la ciudad;[2]​ a pesar de que cinco años antes, en 1782, Daniel G. Moldenhawer había dejado escrito que "el tufo que manaba de los aseos y llegaba a mi habitación era lo más repugnante que jamás había olido...".[1]

En el importante capítulo del yantar, ilustres viajeros literarios que visitaron La Cruz de Malta mencionan que en ella se servían comidas "no españolas" en las habitaciones.[3]​ En otras ocasiones los visitantes se compraban los alimentos que eran cocinados para ellos después.

En 1808 su dueño era Carlos José Lorenzini,[4]​ que sería sustituido hacia 1814 por Vicente Gallego,[1]​ al que se supone responsable de convertir la fonda dieciochesca en un café cantante decimonónico, el Café Gran Cruz de Malta.[nota 1]

Anota el flamencólogo José Blas Vega, que fue en este café donde se celebró la primera actuación musical de que se tiene noticia en la historia de los cafés madrileños, por lo referido y anunciado en Paseo por Madrid o Guía del forastero en la Corte.[5]​ Dato que confirma Mesonero Romanos en sus Memorias de un setentón, donde el ilustre cronista confirma que dicho establecimiento "conservó su primitivo carácter de café cantante".[6][nota 2][7]​ También informa Mesonero del encendido ambiente político que durante el Trienio Liberal se vivió en La Cruz de Malta, y en otros primitivos cafés madrileños como el café Lorencini o La Fontana de Oro, donde en los últimos años del reinado del Rey Felón, los liberales escribieron singulares páginas de su historia. Páginas reales que pocos años después convirtió en fantasía histórica Benito Pérez Galdós en su primera novela publicada, titulada precisamente La Fontana de Oro.

El Diario de Avisos madrileño, en su edición del jueves 28 de enero de 1830, informa de que todas las tardes de 4 a 8, sigue abierto en la Fonda de la Cruz de Malta el cosmorama.[8]​ Una de las últimas menciones que se conservan del Café de Malta como establecimiento o salón de espectáculos varios, es el anuncio recogido por el Diario de Avisos el 18 de mayo de 1833, del inicio de funciones de "La niña invisible" en el salón de la Cruz de Malta. Al parecer, el local dejó de funcionar poco después. Así se deduce del hecho de que Mesonero Romanos no lo cite ni incluya en su artículo de costumbres A Prima Noche, publicado en 1835.[4]​ Es de suponer que el edificio fue derribado para la construcción de la nueva Gran Vía.

Siguiendo una cronología aproximada y en virtud de los datos recogidos en sus libros de viajes por España, cabe mencionar a algunos de los visitantes extranjeros, más o menos ilustres, que hicieron uso o mención de la fonda La Cruz de Malta desde la segunda mitad del siglo XIX hasta el segundo cuarto del siglo XIX:



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