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La Fontana de Oro (fonda)



La Fontana de Oro fue una fonda y luego café que existió desde finales del siglo xviii en Madrid. Se encontraba situada en la esquina de la carrera de San Jerónimo con la Victoria.[1]​ Fue inmortalizada literariamente por Benito Pérez Galdós en su novela de igual título (La Fontana de Oro). El café fue lugar de reunión de la España liberal y tribuna de oradores durante el Trienio Liberal.

Al parecer, mediado el siglo xviii sólo había tres grandes fondas en Madrid,[nota 1]La Cruz de Malta, la Fonda de San Sebastián y esta Fontana de Oro, que poco antes figuraba como Posada de Caballeros, regida por un veronés, de nombre Giuseppe Barbazan.[2]​ Durante Trienio Liberal, la Fontana se convirtió en uno de los púlpitos progresistas, quedando noticia de la presencia en ella de grandes oradores como Antonio Alcalá Galiano. Así la describe Benito Pérez Galdós en su primera novela publicada, y titulada con el mismo nombre del histórico establecimiento.[nota 2]​ Con la llegada a Madrid el 24 de mayo de 1823 de los Cien Mil Hijos de San Luis en socorro de Fernando VII, la ejecución pública de Riego, líder liberal y defensor de la Constitución, la sangrienta masacre que lo acompañó y la huida de Alcalá Galiano fuera del país, la Fontana volvió a su función de fonda para viajeros.[nota 3]

Emprendiendo la escritura de la fue su primera novela publicada, Galdós, al inicio del capítulo II, la dibujó así:[3]

En 1843 la vieja Fontana fue adquirida, junto con las fincas adjuntas, por el súbdito francés Casimir Monier, empresario innovador que ya antes había abierto librería y un local de baños. El nuevo complejo hostelero que tomó el nombre de Hotel de Monier pero que siguió conociéndose con su nombre antiguo, aparecía en el Hand-Book for Travellers in Spain (1845) de John Murray así descrita: «La afamada Fontana de Oro, durante mucho tiempo el mejor hotel de Madrid, y entre los peores de Europa, ha sido transformada en un establecimiento para baños, alojamiento y salas de lecturas».[4]

En 1859, en el solar de la finca que ocupó la Fontana se construyó un nuevo hotel —luego desaparecido también—, la Fonda de los Embajadores que, en una evolución de categoría ascendente, acabó llamándose Gran Hôtel de los Embajadores.[2]

A finales del siglo XX, un «pub» de estilo irlandés abrió sus puertas con el nombre del antiguo café y fonda en el lugar aproximado en el que estuvo la Fontana. Junto al luminoso que lo anuncia, dos placas conmemorativas lo recuerdan, una del Ayuntamiento madrileño y otra, en mármol, en memoria de la novela de Galdós.[2]

De los datos recogidos en sus libros de viajes por España, pueden citarse aquí algunos de los más o menos ilustres viajeros que dejaron en sus páginas recuerdo o noticia de La Fontana de Oro entre la segunda mitad del siglo XIX y el segundo cuarto del siglo XIX:



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