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La Orestíada



La Orestíada, Orestea u Orestía (Ορέστεια) es una trilogía de obras dramáticas de la Grecia Antigua escrita por Esquilo, la única trilogía que se conserva del teatro griego antiguo. Trata del final de la maldición de la casa de Atreo.

Las tres obras que la forman son: Agamenón, Las coéforas y Las euménides. Una cuarta obra, Proteo, un drama satírico que se representaría junto a ellas, no ha sobrevivido. La trilogía se representó originariamente en las fiestas Dionisias de Atenas en el año 458 a. C., donde ganó el primer premio.

Aunque Proteo, el drama satírico que originalmente seguía a las tres primeras obras de la Orestíada, se ha perdido, se considera en general que se basaba en la historia narrada en el Libro IV de la Odisea de Homero. En 2002, el Teatro Kingston montó una producción de la Orestíada en una traducción de Ted Hughes e incluyó una reconstrucción libre de Proteo basada en el episodio de la Odisea y arreglado libremente según la estructura de los dramas satíricos que se conservan.

Todas ellas rondan en torno a los conceptos de justicia y venganza. Avanza por fuertes personajes femeninos, como Electra y Atenea.

Particularmente interesante resulta leer el tratamiento que da Esquilo a la tragedia que protagoniza Electra, así como compararlo con el que dan al tema Sófocles y, por último, Eurípides. Este personaje es retomado, también, muchos siglos después, por Carl Jung, para ilustrar la tendencia de la mujer a enamorarse (inconscientemente) del padre y eliminar simbólicamente a la madre, considerada como rival.

Que la obra acabe con final feliz puede sorprender a los lectores modernos, para quienes la palabra «tragedia» denota un drama que acaba en desgracia. La palabra no tenía este significado en la antigua Atenas, y muchas de las tragedias griegas que se conservan tienen un final feliz.

Merece la pena destacarse el aspecto metafórico de todo este drama. Esquilo conocía perfectamente las reformas que Efialtes y Pericles habían impuesto al Tribunal del Areópago.[1]​ El cambio, desde una justicia arcaica de autodefensa mediante una venganza personal, a la administración de justicia a través de un juicio, simboliza el paso de una sociedad primitiva gobernada por los instintos a una sociedad moderna regida por la razón: la justicia se decide por un tribunal de iguales, representando al cuerpo ciudadano y sus valores, y los propios dioses sancionan esta transición interviniendo en el proceso judicial, argumentando y votando en pie de igualdad con los mortales. Esquilo compartía la creencia en que el orden depende de las leyes y las leyes provienen de los dioses.[2]​ Este tema de la polis autogobernada por el consenso a través de instituciones jurídicas, en oposición al tribalismo y la superstición, se repite en el arte y el pensamiento griegos.

La dramatización de una transformación social en este mito (la transición a un gobierno de las leyes) es tanto un alarde como una justificación del entonces relativamente nuevo sistema judicial. El concepto de una intervención objetiva por una entidad imparcial contra la que ninguna venganza podía tomarse (el estado) marcaba el final de continuos ciclos de derramamiento de sangre, de matanzas que engendraban ulteriores venganzas, una transición en la sociedad griega reflejada por la transición en su mitología, pues las Furias eran una parte mayor de los viejos mitos griegos que otros comparativamente más recientes. El reflejo de las luchas sociales y las normas sociales en la mitología hace que obras como estas revistan especial interés hoy en día, ofreciendo perspicaces perspectivas culturales e históricas.

Recuerda Rodríguez Adrados que «Se ha dicho muchas veces que el problema de la Orestíada no tiene solución humana o que, por mejor decir, Orestes habría sido condenado por un tribunal ateniense; que las razones alegadas en su defensa —pretendida prevalencía biológica del padre sobre la madre; interés de Atenea por la absolución— son o ridículas o fuera de tema; que prácticamente Esquilo abandona su historia, añadiéndole un final convencional, y su interés se dirige ahora a un tema en gran parte distinto, el de la organización ideal de la ciudad».[3]

Según el ISBN, traducciones recientes de esta obra al español en España son:




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