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La vida instrucciones de uso



La vida instrucciones de uso (título original en francés: La Vie mode d'emploi) es una novela del escritor francés Georges Perec, publicada en 1978. Se trata de la obra más ambiciosa del autor. Sin ser una novela de consumo masivo, ha sido traducida a numerosos idiomas y se considera una obra maestra[1]​ y de culto.[2]​ En Francia es reconocida como uno de los mejores libros del siglo XX. El mismo año de su publicación, su autor recibió por esta obra el Premio Médicis.[3]

La novela está dedicada a la memoria de Raymond Queneau,[4]​ cofundador del grupo Oulipo, en el cual Perec desarrolló su pasión por los juegos de palabras, lipogramas, anagramas y puzles.[3]

Perec escribió esta novela entre 1976 y 1978.[5]​ Durante 1977 y 1978, antes de aparecer la novela, publicó en revistas algunos capítulos de la obra.[6][7][8]​ A pesar de lo anterior, la primera concepción de su idea surgió en 1969[9]​ o incluso antes.[10]​ En un libro anterior, Especies de espacios (1974), en la sección subtitulada «Proyecto de novela», Perec escribió:[11]

En ese mismo texto, el escritor también reconoce que una de sus numerosas influencias para esta obra es:[11]

Inmediatamente después del texto citado, el autor procede a hacer un inventario relativamente exhaustivo de todo lo que ve en dicho dibujo, de un modo que luego utilizará también en La vida instrucciones de uso.[11][nota 2]

En cuanto a los nombres de los personajes de la novela, Gaspard Winckler comparte el mismo nombre que el protagonista de El Condotiero, su primera novela terminada, aunque publicada póstumamente. Pese a que los personajes de ambas obras son artistas plásticos, se trata de personajes distintos. Mientras el Winckler de La vida instrucciones de uso es un artesano, el de El Condotiero es un falsificador de cuadros de pintores famosos, que acaba de asesinar a su jefe. El mismo nombre es utilizado además por uno de los narradores de W o el recuerdo de la infancia (1975).[13]​ En El Condotiero también aparece un personaje llamado Jérôme, quien es el maestro de Winckler, que lo introduce en el arte de las falsificaciones.[14]​ En cuanto al personaje de Serge Vàlene, este es un seudónimo que utilizó Perec al final de los años 1950.[15]

El título de esta novela alude a las contraintes (en castellano, «restricciones») del grupo Oulipo, del cual Georges Perec fue un miembro activo y prolífico. Las contraintes[16]​ son un conjunto de reglas o «instrucciones de uso» que se pueden aplicar al proceso de escritura de un texto, de modo de ampliar las posibilidades de la escritura y fomentar la creatividad del autor. Las contraintes que utiliza Perec en esta novela se pueden apreciar en su estructura. Adicionalmente, el autor se permite algunas excepciones a la regla, las cuales también son fomentadas por Oulipo, bajo el nombre de clínamen.[5]

El libro abunda en juegos de palabras tales como hipogramas o sutiles bromas personales relacionadas con el grupo.[15]

Tal y como lo define explícitamente su autor, este libro está estructurado como un rompecabezas:[1]

El libro comienza con un «Preámbulo», donde el autor habla sobre el arte de hacer y completar rompecabezas.[18][nota 3]​ Luego se divide en 99 capítulos distribuidos en seis partes, en los que figuran más de 1500 personajes, de los cuales unos 167 son personajes principales,[2]​ y donde se incluyen numerosas florituras, tipografías, dibujos, esquemas, listas y carteles de diversos productos y eventos reales o ficticios. Cada capítulo se corresponde con una estancia del edificio, cuyo frontis se divide en una cuadrícula de 10×10. Al final de la novela, luego de un breve epílogo, se incluye un plano del inmueble, con la distribución de sus actuales y antiguos habitantes.[5]

El orden de los capítulos se comporta de acuerdo con una solución del problema del caballo —normalmente asociado a cuadrículas de 8×8 correspondientes a un tablero de ajedrez— encontrada experimentalmente por el mismo Perec. De este modo, cada estancia tiene asociada un capítulo diferente, y solo se describe en todo el libro una única vez. La única excepción a la regla es el sótano de la Sra. Moreau, en la esquina inferior izquierda de la cuadrícula, que solo se menciona fugazmente al final del capítulo 65 e inmediatamente antes del 66.[nota 4]​ Además, cada parte del libro se acaba con un capítulo posicionado de tal manera que ya se haya pasado por los cuatro bordes de la cuadrícula; así, por ejemplo, la «Primera parte» acaba en el capítulo 21 (borde inferior), puesto que ya se alcanzaron el borde derecho (capítulo 3), el superior (capítulo 7) y el izquierdo (capítulo 12).[5]

Además del recorrido del edificio, Perec diseñó un algoritmo para describir los elementos en cada una de sus estancias. Para ello primero elaboró un cuaderno de carga,[21]​ con 21 pares de listas temáticas —autores, mobiliario, animales, colores, sentimientos, música, adjetivos, entre otras— cada una de ellas conformada por 10 elementos, totalizando 420 elementos para distribuir entre las cien estancias del edificio, y entre los 99 capítulos. En general, los elementos quedarían listados de la siguiente forma:[5]

La decisión de dónde colocar cada objeto viene determinada por un bicuadrado latino ortogonal de orden 10: en cada cuadro de la cuadrícula de 10×10, se incluye un par ordenado de dígitos, de modo que cada dígito está presente una sola vez en cada línea y en cada columna, y además no existen dos cuadros que contengan el mismo par ordenado. Así, cada capítulo tiene un par (a,b) asociado, lo que significa incluir en dicho capítulo a elementos de la primera lista, y b elementos de la segunda lista. Por ejemplo, como el capítulo 3 tiene asociado el par (2,5), entonces en este capítulo deben usarse los elementos 1-1-2, 2-1-2, ..., 21-1-2, así como los elementos 1-2-5, 2-2-5, ..., 21-2-5. Esta estrategia, no obstante, no es utilizada de manera tan estricta, pues el autor se permite escoger en ciertos casos algunos elementos de sublistas particulares, y además permutar el bicuadrado latino ortogonal, sobre la base de lo que en matemáticas se conoce como una pseudo-quenina de orden 10, aumentando así las posibilidades de elección.[5]

Hacia el final del libro, y como ayuda para el lector, la obra incluye tres apéndices: un extenso «Índice de nombres», ordenados alfabéticamente;[22]​ un apartado de «Referencias cronológicas», que contiene fechas de nacimiento, fallecimiento y eventos comprendidos en el libro desde 1833 hasta 1975;[23]​ y un «Índice de algunas de las historias contadas en este libro».[24]​ Finalmente, antes del índice, se incluye un Post scríptum donde el autor señala que en el libro se utilizan diversas citas, a veces modificadas, de los siguientes autores:[25]

La novela cuenta las vidas presentes y pretéritas —incluso en ocasiones fugazmente futuras— de las numerosas personas que habitan o han habitado un antiguo edificio parisino, ubicado específicamente en la calle Simon-Crubellier número 11 del barrio de la Plaine Monceau, en el distrito 17.[26][nota 5]​ Cada historia surge de la exhaustiva descripción, por parte de un narrador omnisciente, de alguno de los aposentos del edificio, los cuales son retratados todos en un mismo momento,[5]​ el 23 de junio de 1975, instantes antes de cumplirse las ocho de la tarde.[27]

En total se relatan más de un centenar de historias diferentes, como se puede apreciar en las breves descripciones de 107 historias indexadas al final del libro,[24]​ así como en la enumeración de 179 historias —no todas relacionadas con personajes del edificio— que aparece en el capítulo 51.[28][nota 6]​ Estas historias abarcan en conjunto un tiempo comprendido desde 1833 hasta 1975. Muchas de ellas están de alguna manera relacionadas con la de Percival Bartlebooth, que se podría considerar la historia principal de la novela. Bartlebooth es un multimillonario que ha organizado su vida en torno a los rompecabezas, y que para llevar a cabo su proyecto ha recorrido el mundo y recurrido a varios otros habitantes del edificio.[5]

El edificio se construyó sobre dos terrenos, uno de ellos perteneciente al comerciante de madera Samuel Simon, y el otro al alquilador de vehículos Norbert Crubellier. Aquel era un suburbio de pequeña industria, pero luego que sobre los terrenos vecinos comenzara a levantarse un prometedor barrio residencial, ambos decidieron en 1875 comenzar también a parcelar su terreno. Los edificios de la manzana, todos semejantes, fueron construidos sin mucha imaginación por un arquitecto y su hijo.[29]​ El edificio se acabó de construir en 1885.[23][nota 7]

La novela acaba con un epílogo referido a la muerte de Serge Valène el viernes 15 de agosto de 1975, durante la fiesta de la Asunción. Desde hace un tiempo, había sido cuidado diariamente por la Sra. Nochère, Elzbieta Orlowska y Célia Crespi. El día anterior el edificio se ha quedado prácticamente vacío, con la sola presencia de la señora Moreau y su amiga la señora Trévins, la señorita Crespi, la señora Albin y Valène. El resto ha salido de vacaciones: la señora de Beaumont a Berlín, como presidenta de honor en el festival Alban Berg; Cinoc a Estados Unidos, a visitar a unos primos lejanos; los Marcia a una villa cerca de Divonne-les-Bains, y Olivier Gratiolet con su hija a la Isla de Oleron. Otros han aprovechado el puente festivo: los Pizzicagnoli, alojados donde los Rorschash, fueron con Jane Sutton a Deauville; Elzbieta Orlowska a Nivillers a ver a su hijo, y la Sra. Nochère a Amiens para asistir a la boda de su hija.[9]

Valène falleció tranquilo, recostado en su cama. Antes de morir, dejó esbozado un último cuadro, correspondiente a una gran tela donde dividía en cuadrantes regulares el plano de un edificio vacío,[9]​ como si se tratara de un rompecabezas que, como los de Bartlebooth, tampoco será terminado.[2]

Desde su publicación y hasta hoy, esta obra ha despertado el interés de muchos académicos y grupos de lectores. En España los analistas se han concentrado sobre todo en Madrid, incluyendo artículos en Almiar, Barcelona, incluyendo artículos en El Cultural y el País Vasco.[2]

De acuerdo con algunos críticos, este libro recibe influencias de El manuscrito encontrado en Zaragoza (1804) de Jan Potocki, obra que a su vez está inspirada en Los cuentos de Canterbury, de Geoffrey Chaucer y Las mil y una noches. El gusto de Perec por contar historias dentro de otras historias, característico en esta novela, lo emparienta también con la obra de Paul Auster. Por otra parte, sus necesarios anexos, que ayudan a la mejor comprensión de la obra, la relacionan con el Ulises (1922) de James Joyce o con La colmena (1945) de Camilo José Cela.[113]​ Entre otras obras que la preceden también se pueden mencionar la Biblia, Don Quijote de la Mancha, La comedia humana y En busca del tiempo perdido. El escritor francés Michel Butor, por su parte, ya había escrito una novela, experimental y teórica, titulada Pasaje Milán N.º 15 (1954) en la que se describe la vida de un inmueble parisino. Por último, los juegos en la literatura también están presentes en varias obras, tales como la obra de Julio Verne, Raymond Roussel o Raymond Queneau.[2]

Las más de cien historias principales que figuran en la novela pertenecen a variados subgéneros narrativos.[2]​ Túa Blesa hace constar que en cada caso, el narrador da a conocer tanto las fuentes primarias como secundarias de su investigación.[114]​ Para el crítico Adolfo Vásquez Rocca, el libro se configura como un «catálogo», cuyos objetos, lugares y sucesos determinan la biografía de cada personaje, así como su lugar en la trama.[115]​ Para el crítico Alberto Ruiz de Samaniego, en esta novela el espacio triunfa por sobre el tiempo.[12]

Para el crítico Claude Burgelin, esta novela se configura sobre todo como un relato de venganza, de forma análoga a El Condotiero. Gaspard Winckler, que comparte nombre con el protagonista de esta última obra, construye un rompecabezas que Bartlebooth no podrá jamás completar, vengándose así de su condición de sirviente, cuyas obras de arte son sistemáticamente despreciadas y destruidas.[116]

Es clara también la relación de este libro con las artes plásticas, relación que se repite en otras obras del autor. Para de Samaniego, esta novela, junto con Las cosas y Un hombre que duerme comparten una poética cercana a la de Andy Warhol, donde están presentes el voyeurismo y la «contemplación pasiva de la existencia».[12]​ Para el estudioso Jean-Luc Joly, son tres los grandes artistas de la novela: Hutting, Bartlebooth y Valène, cuyas ambiguas historias no alcanzan a ser del todo caricaturescas, como en el caso de Fleury, el decorador de interiores de la Sra. Moreau, ni del todo carentes de sátira, como en el caso del ebanista Emilio Grifalconi. La irónica descripción de la obra de Hutting, por ejemplo, se presenta como una parodia al arte contemporáneo, al mismo tiempo que como una ironía del autor hacia sí mismo.[nota 10]​ La obra de Bartlebooth es también claramente contemporánea, al ser el mecanismo de su proyecto artístico más interesante que sus cualidades plásticas, y también por su actitud nihilista que ilustra lo gratuito y vano del arte. Para Joly, pese a que la obra de Perec está muy relacionada con el arte contemporáneo, su poética es más cercana a la del personaje del crítico de arte Beyssandre, quien intenta preservar la obra de Bartlebooth. Serge Valène, en cambio, es un artista moderno, que fracasa en su propio proyecto semejante al de Saul Steinberg, autor de la ilustración que sirve como base de la novela. Más cercano a Perec está un cuarto artista, Gaspard Winckler, que como Beyssandre, intenta impedir que el proyecto de Bartlebooth se totalice, y así acabar la novela con un final más optimista de lo que parece.[15]

Según la historiadora de cine polaca Ewa Mazierska, el personaje de Véra Orlova, que luego de casada se conoce como Sra. Véra de Beaumont, se asemeja a la vida del cineasta Roman Polanski, cuyos padres, como los de Perec, fueron asesinados por los nazis en los campos de concentración.[117]

Desde su publicación en 1978, este libro fue calificado como una obra maestra.[1]​ Ese mismo año, Perec fue galardonado por esta novela con el Premio Médicis.[3]​ En una encuesta realizada por el periódico francés Le Monde, fue elegida como la mejor novela de la década 1975-1985,[1]​ y en un masivo sondeo realizado en 1999 por dicho periódico junto a la empresa Fnac, fue elegido uno de los 100 libros del siglo.

La vida instrucciones de uso ha sido comparada con otras obras notables, como la Divina comedia de Dante Alighieri, Los cuentos de Canterbury de Geoffrey Chaucer y Ulises de James Joyce. Ha recibido positivas reseñas, entre otros, de Catherine David para Le Nouvel Observateur, del escritor Paul Auster y del crítico Rafael Conte.[1]​ Para el distinguido informático teórico Donald Knuth, se trata posiblemente de la mejor novela del siglo XX.[118]

Esta novela ha influenciado no solo a otros escritores, sino también a diversos artistas. Entre el 14 de junio y el 2 de julio de 1982, la escuela de teatro de Montreuil representó una obra teatral basada en esta novela, utilizando como escenario las dependencias de un edificio francés.[119]​ Unos años más tarde, René Farabet preparó una lectura semi-dramatizada que presentó en el Festival de Aviñón en julio de 1988, la cual fue grabada y posteriormente emitida por la radio France Culture en octubre de 1988 y marzo de 1992. Fue traducida al inglés por primera vez por David Bellos en 1987. En 1989 se emitió para ABC una adaptación radioteatral de Suzanne Kieman a partir de la traducción de la novela al inglés.[120]

La obra de Bartlebooth narrada en el libro influyó en el trabajo del artista conceptual Wim Delvoye. En 2006, la revista artística inglesa The Art Newspaper creó el Premio Bartlebooth, destinado en tono de broma a aquellos proyectos «improbables, inverosímiles e increíbles en el mundo de las artes contemporáneas». Ya a comienzos del siglo XXI, un artista contemporáneo asumió el seudónimo de Serge Vàlene, mientras que el escritor Marc Zaffran asumió el seudónimo de Marc Winckler, utilizando así el apellido de Gaspard Winckler en la novela.[15]

En el ámbito cultural en español ha influenciado a escritores como Raúl Ruiz, Fernando Arrabal, Enrique Vila-Matas, Diego Moldes o Margo Glantz, entre otros.[121]

El libro fue publicado por la colección «P.O.L.» de la editorial Hachette. La primera edición en castellano corresponde a una traducción de Josep Escué, que fue publicada en la colección «Compactos» de Editorial Anagrama en 1988.[1][nota 11]​ Más tarde, en 1993, el libro se reeditó en Círculo de Lectores, incluyendo un prólogo de Rafael Conte, donde el crítico se refiere a la obra de Perec en general y a esta novela en particular.[2]



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