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Género narrativo



La narrativa es un género literario fundamental, genéricamente escrito, con derivaciones técnicas formales de audio (narración en historietas, cinematografía, telenovela, serial televisivo, videojuego, infografía), que, en su forma clásica, recoge una serie de hechos presentados o explicados por un narrador (si no los presentara, sino que sucedieran sin mediación, sería directamente teatro o género dramático), que suceden a uno o más personajes que son los que realizan las acciones. Utiliza la prosa en sus formas de narración y descripción[1]​ y posee numerosos subgéneros, entre los que destacan especialmente la epopeya, la novela y el cuento o relato corto. En la narrativa pura suele dominar la tercera persona (él, ella,ellos, ellas), aunque también la hay menos pura en segunda persona (novela epistolar) o en primera (novela picaresca, falsa autobiografía) o mixta (por ejemplo, La muerte de Artemio Cruz de Carlos Fuentes, novela escrita en primera, segunda y tercera personas). En ella dominan los tiempos verbales pretéritos o pasados (especialmente los perfectos, que son los que hacen avanzar la acción, aunque también los imperfectos, que la evocan o describen), en ella el autor suele esconderse bajo la máscara de un narrador de distintos tipos (partícipe, omnisciente, etc.) y posee una extensión bastante larga, por lo general. Su forma y estructura es proteica y muy cambiante:tiende a englobar además otros géneros (en el Quijote de Miguel de Cervantes y en La Historia de Genji de Murasaki Shikibu, primeras novelas modernas de Occidente y de Oriente cada una, hay diálogos casi teatrales, discursos, poemas, monólogos, otras narraciones intercaladas).

La narrativa a menudo se escribe en prosa, debido a que la narrativa se enfoca en los hechos concretos que se describen, aunque también se puede realizar en verso; en este segundo caso, por lo general se prefiere el verso largo: shloka (Mahabarata, Ramayana hindúes), hexámetro (la Iliada y la Odisea del griego Homero, la Eneida del latino Virgilio...), alejandrino (Milagros de Nuestra Señora, del español Gonzalo de Berceo), endecasílabo (La Araucana, de Alonso de Ercilla...). Más excepcionalmente puede usarse el arte menor (Martín Fierro, de José Hernández).

El autor puede o no estar directamente involucrado en la obra. Si se trata de un cuento o de una novela, la historia es imaginaria (ficticia) y, en el caso de una crónica, se trata de una historia real.[1]

El paradigma narrativo, según Walter Fisher, hace referencia a toda «comunicación con sentido» que refuerza la experiencia y ve esta comunicación en forma de una historia.

La narrativa circula por la cultura como válida y la cultura facilita su validación. Permite interpretar, estructurar y organizar la vida cotidiana.

La narrativa engloba subgéneros como la epopeya, el cantar de gesta, el poema heroico, la novela, el cuento o relato corto, la leyenda, el cuento tradicional, el mito, la fábula, el romance y todo tipo de relatos en general o en concreto.

Cuando se habla de narrativa es importante destacar que el término abarca otros campos además del literario, como el audiovisual (videojuegos, televisión, cine y recursos multimedia).

Una narración se compone de varios elementos:

Con respecto al análisis narrativo, resulta interesante la propuesta de J. García Jiménez (1993) de distintos modelos.

Dicho modelo se basa en considerar el fenómeno narrativo como un tipo particular del proceso comunicativo. Dentro de este proceso, el narnicacional que se establece demanda una interpretación que impone una comunicación/significación en la que ambas personas (narrador y narratario) comparten los códigos, ya sea el código lingüístico, narrativo, o el semántico-pragmático, sobre los cuales se establece el relato o historia.

El narrador es quien se encarga de relatar la historia, sobre un mundo ficticio y una sucesión de hechos, sitios y personajes, en un lapso determinado de tiempo. Juega un papel intermediario entre el público y los hechos.[2]

Se puede diferenciar entre los siguientes tipos de narradores:

El modelo semiológico parte de la premisa metodológica de que «todo cuanto existe es dialéctica significativa y en consecuencia, texto, puro texto». Su análisis se guía por una racionalidad subjetiva que profundiza en determinados rasgos y no pretende un estudio acabado y completo. Este modelo es muy rico y exhaustivo en el estudio del aspecto que focaliza, que debe ser homogéneo, razón por la cual es muy difícil de ser aplicado en los relatos visuales.

Este modelo sigue la lógica de Propp y sostiene que existen formas universales de organizar la narración o «suprarelatos» y así analizar las migraciones de motivos narrativos. Sin embargo, este modelo también se aparta de la lógica proppiana por lo que se refiere que no considera el número de funciones narrativas sino que se aboca al análisis de las estructuras profundas del relato. Es interesante la propuesta de Greimas, el cual propone un modelo de análisis del relato basado en los actuantes: en tal sentido es un modelo semiótico comunicacional y enfatiza en las funciones que representan los personajes dentro de un relato. Se habla de que el actuante puede ser una persona, un animal, una taza o cualquier figura, que se mezcla con la función que representa dentro de la narrativa destacando al actuante.

Hasta aquí, estos modelos emergen del pensamiento analógico y deductivo. En cambio, existe otro modelo que tiene una lógica diferente:

Este modelo sigue una lógica inductiva y parte del análisis de los textos narrativos para inferir los indicadores significativos y los criterios que posibiliten la construcción de hechos observables. Este modelo, si bien asume las contribuciones de los modelos anteriores, propone estrategias mejores a las elaboradas por el modelo semiológico para el análisis de los discursos narrativos:

En el caso de la narrativa abarcada desde el ámbito audiovisual, por ejemplo, se apela al contexto sociopolítico en el cual emergen las tecnologías de la información y a la dimensión pragmática del discurso narrativo que se genera bajo estos entornos.

El modelo pragmático de análisis representa un tipo particular de organización discursiva que sostiene que el acto narrativo puede ser analizado de un modo intuitivo. Básicamente incluye la dimensión poética, ya que, si bien la retórica utiliza las estrategias del discurso, permanentemente las transgreden, ya que narrar implica libertad. Por lo tanto se ubica más cerca del discurso que del plano de la historia.

Diferentes autores aportan observaciones relacionadas con estos modelos:



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