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Lenguas romances occidentales



Indoeuropeo
  Itálico
   Latino-falisco
    Romance

Las lenguas romances occidentales son una rama lingüística que comprende las variedades romances situadas al norte y al oeste de la línea Massa-Senigallia. Las lenguas romances occidentales por lo tanto serían el español, portugués, francés, catalán, occitano, entre muchas más lenguas romances habladas en España, Francia, Suiza, Bélgica y el norte de Italia. Mientras que las lenguas situadas en los balcanes y en el centro y sur de Italia como el rumano, italiano, siciliano y el extinto dálmata pertenecerían a la rama oriental.[1][2]

Este grupo no debe ser confundido con el grupo de lenguas italo-occidentales propuesto por ethnologue que aúna el romance occidental junto con las lenguas italorromances, sin embargo muchos autores consideran que esa división no es un grupo filogenético válido y que no encuentran demasiadas isoglosas significativas para postular una relación estrecha entre el grupo italorromance y las lenguas romances occidentales.[3][4]​ La rama insular de la cual pertenece el sardo también puede clasificarse como occidental debido a que comparte algunas isoglosas significativas del romance occidental.[4]

Las filogenias basadas en la similitud léxica de palabras únicas respalda el romance occidental como un grupo filogenéticamente válido, incluyendo también al romance insular, pero a veces estos análisis suelen excluir al galoitaliano y lo agrupan con las lenguas romances orientales.[5][6]

Todas las lenguas romances occidentales comparte una evolución de las vocales tónicas del latín no compartida por las lenguas romances orientales:[7]

Como se aprecia la evolución de las vocales anteriores y centrales a partir del latín clásico fue paralela en el romance oriental y occidental (tanto en protorromance oriental y occidental existen tres vocales anteriores /*ɛ, *e, *i/). Sin embargo, las vocales posteriores evolucionaron de manera diferente: en protorromance occidental existen tres vocales posteriores /*ɔ, *o, *u/ mientras que en protorromance oriental /*o, *ɔ/ se asimilaron entre sí y se conserva /*u/ en dichas posiciones.

Una característica principal es la palatalización o pérdida del grupo -cl intervocálico en contraposición con el romance oriental donde se conservó o evolucionó a -ke o -ki. La palatalización se dio principalmente en /tʃ/, /ʎ/, /j/, aunque también se dio de otras maneras. En español posteriormente se dio aspiración tras la palatalización. Ejemplos son:[3][4]

En romanche el grupo (gl) es pronunciado /ʎ/. En lombardo el grupo (gg) es pronunciado /ʒ/. En sardo, lombardo y véneto el grupo (ci) es pronunciado /tʃ/.

Otra característica importante es la sonorización o pérdida de las oclusivas sordas intervocálicas /p, k, t/ probablemente por un substrato celta ya que la mayoría de estas lenguas tienden a sonorizar o perder estos fonemas de origen indoeuropeo.[3][8]​ Esto significa que muchas palabras que en latín originalmente iban con (/k/, /t/, /p/) entre vocales, se cambiaron a (/g/, /d/, /b/, /v/).[9]​ Ejemplos de sonorización o pérdidas de las oclusivas sordas intervocálicas en algunas lenguas son:

Últimamente en las lenguas romances occidentales ha habido una tendencia a suprimir las oclusivas sordas sonorizadas tal como sucedió en francés (jouer - jugar, châine - cadena). Lo mismo pasó en el asturleonés especialmente en el extremeño donde muchas oclusivas sonorizadas se perdieron por ejemplo; fuegu - fueu, en francés feu, vida - vía, en francés vie. En algunos dialectos del español también hay una tendencia a suprimir las (-d) finales donde palabras como "estado" se pronunciarían "estao". Este fenómeno también se puede observar en las lenguas galoitalianas como en el piamontés y el véneto; por ejemplo, roda - roa, cadena - chena/caèna, pedra - pèra, savon - saon.[3][4]

La sonorización también puede ser observada durante las conjugaciones verbales.[3][4]

Las lenguas galoitalianas tienen una sonorización secundaria de todas las palabras acabadas en -ca, es decir que la sonorización también se extendió a los nombres de ciencias o términos científicos, por ejemplo química - chimega, gramática - gramatega, característica - carateristega, etc, lo mismo sucedió en el sassarés.[3][4]

Actualmente la mayor parte de las lenguas romances occidentales usan el plural (-s) derivada de la marca de acusativo plural del latín. Mientras que las lenguas romances orientales usan los plurales (-e, -i) derivada del plural nominativo del latín. Sin embargo las lenguas galoitalianas del norte utilizan los plurales (-e, -i). Inscripciones sugieren que las lenguas galoitalianas, retorromances y galorromances usaron ambos plurales en el pasado y su uso en el francés antiguo esta documentado. Según este punto de vista tras una evolución gramatical las lenguas galorromances y retorromances adoptaron el plural (-s-), mientras que las lenguas galoitalianas adoptaron los plurales (-e-, -i-) probablemente por influencia del italiano.[10]​ No obstante en las lenguas galoitalianas se usa el plural (-s-) para algunas conjugaciones verbales.[11]​ Por ejemplo en lombardo se tiene frases verbales como:

En piemontés también se tiene:

Lo mismo ocurre en las lenguas retorromances que en algunos casos se suelen usar los plurales (-e-, -i-). En el francés recientemente se ha perdido su pronunciación pero se mantiene en la escritura y durante las liaisones.[3][12]​ Ejemplos de formación del plural son:

Otra característica distinguidora es el participio femenino que en las lenguas romances occidentales acaba en -da o se pierde en algunas lenguas como el francés, en cambio en el romance oriental el participio femenino acaba en -ta al no haberse dado sonorización o pérdida. Algunos ejemplos:[3][4]

Se pierden las consonantes gemidas del latín en contraste con el romance oriental. (ej; VACCA > vaca /baka/ (es, ca), bàca /baka/ (sc), vaca /vakɐ/ (pt), vaca /vaka/ (lmo, vec). En cambio en italiano vacca /vak:a/. En francés y romanche se dio palatalización vache (fr), vatga (rm). Tampoco hubo desarrollo adicionales de gemidas a diferencia de lo que sucedió en algunas lenguas romances orientales.[3][4]

Contienen muchas palabras latinas acabadas con (s, z) sin que sean necesariamente parte del plural, en contraposición con el romance oriental que carece de palabras latinas acabadas con (s, z), salvo algunos préstamos lingüísticos recientes. (ej; seis (es, pt), sis (ca, rm), ses (sc, lmo, vec), six /sis/ (fr), mes (es, ca), mês (pt), mois (fr), mais (rm), mess (lmo), plus (sc, fr), püss (lmo). En italiano sei, mese, più.[3][4]

Se pierde la -d intervocálica en ciertas palabras latinas, en contraposición con el romance oriental. (ej: CADERE > caer (es), cair (pt, rm), caur (ca), choir (fr), caièr (vec, lmo), arruare (sc), PEDUCLUS > piojo (es,), piolho (pt), peógiu (sc), poll (ca), pou (fr), pogl (rm), pœugg (lmo), peocio (vec) PEDIS > pie (es), pe (pt, rm), pee (sc), peu (ca), pied /pie/ (fr), (lmo, vec). En italiano cadere, pidocchio, piede.[3][4][13]

Hay eliminación de vocales intertónicas (entre la sílaba tónica y la primera o la última sílaba).[3][4]​ Además las lenguas romances occidentales tienen innovaciones fonéticas ausentes en las lenguas romances orientales.[14]

Una característica gramatical importante es que en el romance oriental se retienen los pronombres y los adjetivos posesivos detrás de las palabras a diferencia del romance occidental donde se colocan delante de las palabras, también en el romance oriental es obligatorio usar los artículos para referirse simplemente a un sustantivo en cualquier contexto, salvo las variedades toscanas como el italiano que son innovadoras con respecto a las otras lenguas romances orientales.[15]

Las lenguas romances insulares es un grupo que incluye principalmente al sardo y según algunos autores el sassarés y los extintos romance africano y el antiguo corso. Otras clasificaciones como las de Ethnologue y el Glottolog incluyen al corso y el dialecto lucano meridional y lo clasifican como una rama independiente del romance occidental y el oriental. Desde el punto de vista románico el corso, el gallurés y el dialecto lucano meridional no forman parte de las lenguas romances insulares ya que las isoglosas no concuerdan entre sí. El corso y gallurés por lo general están emparentados con el italiano ya que derivan del toscano y comparten las isoglosas del romance oriental.[3][4]

El sardo lingüísticamente comparten sus isoglosas con las lenguas romances occidentales como los plurales en (-s), la palatalización del grupo -cl intervocálico, el participio femenino acabado en -da, la sonorización o pérdida de las oclusivas sordas intervocálicas pero a diferencia de las lenguas romances occidentales este fenómeno afecta también a las consonantes iniciales, p. ej.: ['tempuzu] 'tiempo' pero su tempus [su'dempuzu] 'el tiempo', [curtura] 'cultura' [sa'gurtura'] 'la cultura'. También hay eliminación de consonantes iniciales y comparte con las lenguas iberorromances, occitanorromances y el mozárabe el betacismo de -v.[3][4]

El sassarés también hablado en Cerdeña posee los rasgos del romance occidental como la sonorización o pérdida de las oclusivas sordas, la sonorización también afecta las consontantes iniciales e incluso a términos científicos o nombres de ciencias como en el galoitaliano, palatalización del grupo -cl intervocálico y el uso del plural (-s) solamente en el acusativo en los demás casos utiliza (-e, -i).[16]​ El sassarés desde un punto de vista parece ser una variante de transición entre el sardo y el corso. Es posible que el sassarés haya sido una variedad histórica de sardo que sufrió una evolución similar al grupo galo-ibérico y una fuerte influencia toscana.[17]

Por ello algunos romanistas consideran a la rama insular como un grupo de las lenguas romances occidentales.[3][4]

También se ha propuesto que las lenguas romances insulares comprenden al extinto romance africano y al antiguo corso hablado antes de la toscanización de la isla. El romance africano comparte con el sardo el vocalismo cerrado que no distingue entre las vocales breves y las largas del latín y la falta de palatalización, pero comparte con las lenguas romances occidentales los plurales en -s, la sonorización de las oclusivas sordas intervocálicas que también afecta las iniciales, la degeminación y el betacismo de -v.[18]

Por otra parte, el sardo y el romance africanl tienen algunas características que son únicas en las lenguas romances, que lo apartan del grupo galo-ibérico (romance occidental verdadero) y el romance oriental:[4]

De acuerdo con estas características el grupo insular podría considerarse el más arcaico y conservador del romance occidental.

La clasificación del mozárabe dentro las lenguas romances, es algo controversial. Por su ubicación geográfica el mozárabe se clasifica como parte de las lenguas romances occidentales. Sin embargo una de las características que definen las lenguas romances occidentales como la sonorización de las oclusivas sordas intervócalicas no parecía darse en estas hablas. La sonorización solo se había dado ante -p inicial. La falta de sonorización parece ser un rasgo de los primeros testimonios, pero lo cierto es que en testimonios posteriores parece haberse dado sonorización en algunas hablas como en la de "Al Tagr Al-A'lá".[19]​ Por otra parte el mozárabe comparte con todas las lenguas romances vecinas la evolución de las vocales, la palatalización del grupo -cl intervocálico, la presencia del plural -s, la eliminación de vocales intertónicas, los pronombres y los adjetivos posesivos delante de las palabras, los cuales son rasgos de las lenguas romances occidentales con lo cual el mozárabe constituiría una rama arcaica del romance occidental, especialmente del grupo galo-ibérico.[3][4]



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