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Liberalismo francés



Liberalismo francés es la denominación historiográfica[1]​ de las manifestaciones francesas de la ideología y movimiento político denominado genéricamente "liberalismo".

Los trabajos de Lucien Jaume[2]​ han iluminado dos puntos clave en el orleanismo,[3]​ la corriente del liberalismo que tuvo más responsabilidad política durante el siglo XIX: la disminución relativa del papel del individuo y la atribución de un rol importante al Estado (aunque se trate de un Estado poco intervencionista en economía). René Rémond sitúa en la continuidad de esta corriente lo que él denomina la derecha liberal,[4]​ presente en la Union pour la démocratie française (UDF).

Frente a esta corriente, en el siglo XIX destacó un grupo de intelectuales liberales críticos con el orleanismo, en torno a Germaine de Staël y Alexis de Tocqueville; y el catolicismo social. Es de notar que a este "tropismo de derecha", mayoritario políticamente en Francia, responde un "tropismo de izquierda", que es la corriente principal del liberalismo anglo-sajón[5]​ (siendo la corriente "de derechas" el conservadurismo -denominación poco utilizada en Francia-[6]​). Puede que por esa razón, las corrientes liberales de izquierda en Francia prefieran adoptar las etiquetas de "republicanismo" o de "radicalismo" (Parti Républicain, Radical et Radical-Socialiste)[7]​ que no se aplican de la misma manera a las corrientes liberales inglesas en cierto modo equivalentes (John Stuart Mill, radicals).

Desde mediados del siglo XX, junto a una "derecha liberal" (tal como es definida por René Rémond) se encuentra una corriente muy marcada por el liberalismo económico de la escuela austríaca y algunos expertos de inspiración social-liberal.

Para 1830 el uso del término estaba bien establecido, de modo que Victor Hugo pudo emplearlo para definir el movimiento literario del que pretende hacer un manifiesto, una verdadera ruptura generacional, en la presentación de Hernani (9 de marzo -cuatro meses antes de las "tres gloriosas" jornadas de la Revolución de julio): "El romanticismo no es más que el liberalismo en literatura... la libertad literaria es hija de la libertad política".

La gran diversidad de teorías y movimientos políticos que se desarrollan antes (Montesquieu, Voltaire, Rousseau, los enciclopedistas o philosophes) y durante la Revolución francesa (grupos políticos de la Revolución francesa y textos notabilísimos, como el panfleto ¿Qué es el Tercer Estado? del abate Sieyès, la Declaración de Derechos del Hombre y el Ciudadano de 26 de agosto de 1789, o la intevención de Isaac le Chapelier ante la Asamblea que dio origen a la Ley Le Chapelier de 14 de junio de 1791) presentaba entre ellos muchas de las características que se entienden como de ideología liberal.[9]​ Lo mismo puede decirse de las teorías económicas (Quesnay, Turgot, Say).

No obstante, la propia palabra "liberal", que nace en el entorno del liberalismo gaditano español de 1812, y se extiende a como etiqueta política a otros países, se aplica en Francia más bien a corrientes posteriores:

Gizot.

Madame de Staël.

El grupo denominado Idéologues[12]​ ("Ideólogos": Pierre Jean Georges Cabanis, Pierre Daunou, Dominique Joseph Garat, Volney, Destutt de Tracy -su líder, que a su vez decía inspirarse en Condillac-), junto con Madame Germaine de Staël, jugaron en el periodo de la Revolución francesa y el Imperio napoleónico un importante papel en la conformación de lo que más adelante sería el liberalismo francés; o, más propiamente, los liberalismos franceses. Antes del golpe de Estado del 18 de brumario, en el que los Idéologues serían parte activa, el grupo se encontraba próximo a Madame de Staël.[13]​ El ascenso de Napoleón les separó y provocó en la última una conversión intelectual. Así, un historiador como Albert Thibaudet[14]​ la ha llegado a denominar la mère de la Doctrine,[15]​ es decir, la madre de la doctrina (el doctrinarismo o liberalismo doctrinario) que es la base del orleanismo. El pensamiento de su "primer periodo" se organiza como el de los Idéologues en torno de una "continuación de las ideas de Turgot y de Nicolas de Condorcet sobre el progreso indefinido del que es susceptible la especie humana",[16]​ con la voluntad de hacer emerger un poder ejecutivo fuerte.[16]

Destutt de Tracy.

Cabanis.

Daunou.

Garat.

Los idéologues, como los fisiócratas y, con ellos, la mayor corriente del liberalismo francés, tenían una visión pasiva de la libertad popular. En un discurso ante el Consejo de los Quinientos, Pierre Jean Georges Cabanis dice: dans le véritable système représentatif, tout se fait au nom du peuple et pour le peuple, rien ne se fait directement par lui : il est la source sacrée de tous les pouvoirs, mais il n'en exerce aucun,[17]​ visión que más adelante criticará Alexis de Tocqueville remarcando según la frase de Lucien Jaume que les Français ont privilégié l'égalité passive sur la liberté,[17]Germaine de Staël, expuesta a la hostilidad de Napoléon Bonaparte, fue en cierta forma la víctima de tal sistema y privada como los otros franceses de lo que Hannah Arendt llama le bonheur public que se reserva a la élite dirigente del país del que ella ha sido excluida. Por su estancia en Alemania descubrió el kantismo (del que no tuvo más que un conocimiento parcial),[18]​ poniendo especial acento en el sujeto interior.[19]​ Ella desarrolló lo que Lucien Jaume llama un libéralisme du sujet... ou ....de la conscience.[20]​ Esta primacía del sujeto o de la conciencia va a tener varias consecuencias: De una parte, se opone a Destutt de Tracy que en una cuestión del Institut sobre la moral en un pueblo respondía: pour conduire la volonté, il ne s'agit que de diriger leur jugement en les endoctrinant[21]​ que, para ella la buena moral es del dominio de la libertad interior y sólo puede ser bendecido por tal concepción.[22]​ Niega así el cinismo en política y especialmente una doble moral: la de la vida privada y la del hombre de Estado.[23]​ Del mismo modo, para Madame de Staël, ce n'est pas le nombre des individus qui constitue leur importance en morale. Lorsqu'un innocent meurt sur un échafaud, des générations entières s'occupent de son malheur, tandis que des milliers d'hommes périssent dans une bataille sans qu'on s'informe de leur sort.[24]

En cambio, esta opción que la lleva a criticar el utilitarismo de Jeremy Bentham tendrá para Alexis de Tocqueville un aspecto negativo: siguiendo el título de uno de los capítulos de De la démocratie en Amérique, combatir l'individualisme par la doctrine de l'intérêt bien entendu,[25]


El movimiento fue fundado por Guizot en 1815-1820 bajo el nombre de libéralisme notabiliaire ("liberalismo de notables").[26]​ Entre otros, forman parte de él personajes como Royer-Collard y Victor de Broglie (1785-1870) o el filósofo Victor Cousin-[27]​ Presente varios puntos clave:

Royer-Collard.

Broglie.

Cousin.

[30]

Se trata de pensadores (Germaine de Staël, Benjamin Constant, Alexis de Tocqueville, Jean de Sismondi, Lucien-Anatole Prévost-Paradol, Edouard Laboulaye -el que tuvo la idea de levantar la Statue de la Liberté) de los que más adelante hubieran recibido la denominación de "intelectuales". Se oponían firmemente a François Guizot y el orleanismo.

Aunque su obra es todavía estudiada en la actualidad, las instituciones francesas mantenidas o creadas por los orleanístas terminaron siendo casi el opuesto exacto de su pensamiento: no confiaban en los individuos aunque, al contrario, insisten en el individuo, su facultad de juzgar y su participación en la elaboración de las leyes. Así, ellos élaborent un libéralisme du sujet et de la conscience ("elaboran un liberalismo del sujeto y de la conciencia").[31]​ El orleanismo confía en el Estado, mientras que ellos desconfían. Sobre este punto, la oposición es múltiple.

Aunque los orleanistas desean la presencia de expertos en el poder, Benjamin Constant desconfía de la confusión que puede resultar de ello, y estima que il faut distinguer l'influence de la classe éclairée comme éclairée et celle d'une partie de cette classe comme revêtue d'autorité ("hay que distinguir la influencia de la clase ilustrada como ilustrada y la de una parte de esta clase como revestida de autoridad").[32]​ Por otro lado, distinguen los intereses del poder político de los de la sociedad.[33]​ Por último, hay en ellos una reflexión sobre la responsabilidad de los funcionarios, notablemente durante el periodo de El Terror,[34]​ siguiendo la tradición francesa anterior, que consiste en sustraer a los funcionarios de las reglas ordinarias.[35]

Coppet.

Tocqueville.

Constant.

Sismondi.

Schlegel.

Bonstetten.

Nace en 1828 en torno a Félicité de Lamennais, Henri Lacordaire y Charles de Montalembert, con ocasión de la prohibición de la enseñanza a las congregaciones religiosas.[36]

Estos hombres se encuentran en tensión entre las libertades individuales (especialmente la libertad de prensa) y la doctrine des "droits de la vérité", qui sera celle de l'Église jusqu'à Vatican II ("la doctrina de los «derechos de la verdad», que será la de la Iglesia hasta el Vaticano II"), que precisa que seule la Vérité a des droits ("que solo la Verdad tiene derechos").[37]​ Globalmente, están por la libertad de enseñanza, una fuerte descentralización, la libertad de prensa, la libertad de asociación y de reunión, que por entonces era objeto de fuerte represión.[36]

El punto de tensión que les va a dar más problemas es su doble negación de la infalibilidad del Estado y de la Iglesia. Lamennais abandonará la Iglesia en 1834, mientras que Montalembert responderá a una carta del secretario de Estado del papa recordándole los droits de la Vérité:[38]la question n'est pas de savoir si l'erreur a des droits, mais si les hommes qui se trompent de bonne foi n'en ont pas ("la cuestión no es saber si el error tiene derechos, sino si los hombres que se equivocan de buena fe no los tienen").[39]

Lamennais.

Lacordaire.

Montalembert.

Dos grandes grupos de economistas reproducen la división orleanismo/grupo de Coppet:

Domina la corriente doctrinaria y orleanista, continuando la tradición que deriva de Quesnay, que defiende la existencia de un orden de la naturaleza y leyes naturales que el gobierno no debe ignorar. La visión de Quesnay y de la fisiocracia es la de un monarca autorité tutélaire établie par la société pour la gouverner par des lois positives, conformément aux lois naturelles qui forment directement et invariablement la constitution de l'État ("autoritario tutelar establecido por la sociedad para gobernarla mediante leyes positivas, conforme a leyes naturales que forman directamente e invariablemente la constitución del Estado"),[40]​ lo que cuadra bien con la concepción del Estado y la economía de Guizot, y con él del orleanismo.[41]​ Con ellos, Frédéric Bastiat representa esta línea providencialista pero sin le despotisme légal des physiocrates ("el despotismo legal de los fisiócratas"). Entre los economistas que se encuadran en esta corriente están Charles Dunoyer y Henri Baudrillart.

Bastiat.

Dunoyer.

Baudrillart.

Po el contrario, el grupo de Coppet con Jean de Sismondi diseña un universo completamente distinto. Es uno de los primeros economistas que critican la ley de Say[42]​ (la que propone que la oferta crea su propia demanda, y que continuará siendo uno de los preceptos básicos de la economía clásica y del providencialismo hasta Keynes). La idea de Sismondi es que en la relación de los intereses el equilibrio no es siempre justo, y que ciertos intereses pueden tomar sobre otros una ventaja destructiva. Pone como ejemplo uno de los fenómenos de su época: el trabajo infantil (que comenzaba a ser común desde los seis años).[43]

Se distinguen al menos tres corrientes:

Según una encuesta del CEVIPOF, en 2016 la proporción de liberales no sobrepasa la tercera parte del electorado francés.[48]

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Me debo en todas las cosas a todos los vecinos de esta ciudad. Mis amigos particulares tienen sobre mí el derecho a que no defraude las esperanzas que en mí han depositado. Nunca hubo causa que fuera apoyada con más constancia, más actividad, más espíritu. He sido apoyado con un celo y un entusiasmo por parte de mis amigos, que -de haber sido su objeto proporcionado a sus gestiones- nunca podría ser suficientemente alabado. Me han apoyado basándose en los principios más liberales. Deseaban que los diputados de Bristol fueran escogidos para representar a la ciudad y al país y no para representarles a ellos exclusivamente.

Para Vargas Llosa, Al final, ¿qué es ser un liberal?, La Nación, 27 de enero de 2014:

En el siglo XIX un liberal es sobre todo un librepensador: defiende el Estado laico, quiere separar la Iglesia del Estado, emancipar a la sociedad del oscurantismo religioso. Sus diferencias con los conservadores y los regímenes autoritarios generan a menudo guerras civiles y revoluciones. El liberal de entonces es lo que hoy llamaríamos un progresista, defensor de los derechos humanos (desde la Revolución Francesa se les conocía como los Derechos del Hombre) y la democracia.



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