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John Stuart Mill



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John Stuart Mill nació el día 20 de mayo de 1806.


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John Stuart Mill nació en Londres.


John Stuart Mill (Londres, 20 de mayo de 1806-Aviñón, Francia; 8 de mayo de 1873) fue un filósofo, político y economista británico, representante de la escuela económica clásica y teórico del utilitarismo, planteamiento ético propuesto por su padrino Jeremy Bentham, que sería recogido y difundido con profusión por Mill.[cita requerida]

Miembro del Partido Liberal, Mill fue un defensor de la libertad individual en oposición al control estatal y social ilimitado, como también defendió la investigación de la metodología científica y el sufragio femenino (estuvo casado con la feminista Harriet Taylor, y en 1869 publicó La esclavitud de la mujer). Fue además padrino secular del filósofo y matemático Bertrand Russell a decisión de su padre John Russell, y pese a que Mill murió antes de su nacimiento, sus escritos tuvieron una gran influencia en su vida.[cita requerida]

John Stuart Mill, el mayor de los hijos del filósofo, historiador y economista James Mill, nació en Londres el 20 de mayo de 1806.

Los recuerdos más dolorosos de Mill en su infancia conectan con la forma en la que su padre, seguidor de la teoría denominada utilitarismo, hablaba y trataba a su esposa e hijos delante de los invitados, llegando a decir que su educación no fue una educación de amor sino de miedo.

Pretendía darles a sus hijos una educación modelo siguiendo los principios del utilitarismo, que consistía en someterlos a una secuencia de placeres y dolores y enseñarlos a razonar adecuadamente. J. Stuart nunca jugó con otros niños.[4]

Su precocidad era excepcional: a la edad de tres años le enseñaron el alfabeto griego y largas listas de palabras griegas con sus correspondientes traducciones al inglés. Con unos ocho años ya había leído las fábulas de Esopo, la Anábasis de Jenofonte y las Historias de Heródoto en su idioma original; y también conocía ya a Luciano, Diógenes, Isócrates y seis diálogos de Platón. Para entonces ya había leído mucha historia en inglés.

A la edad de ocho años empezó a estudiar latín y álgebra. Fue designado como profesor de los niños más pequeños de su familia. Su principal lectura continuaba siendo la historia, pero estudió también a todos los autores latinos y griegos comúnmente leídos en las escuelas y universidades de aquel entonces. No le enseñaron a escribir en latín ni en griego y nunca fue exactamente un erudito; todo estaba orientado hacia el fin por el cual le hacían leer. A la edad de diez años ya leía a Platón y Demóstenes con facilidad. La Historia de la India de su padre fue publicada en 1818; inmediatamente después, a los doce años, John comenzó el cuidadoso estudio de la lógica escolástica al tiempo que leía los tratados lógicos de Aristóteles en su lengua original. Al año siguiente lo introdujeron en la economía política y el estudio de Adam Smith y David Ricardo, este último amigo cercano de la familia Mill.

Pero a los 20 años, en 1826, sufrió una «crisis mental», descrita detalladamente en su Autobiografía (1873):

La lectura del pasaje de la muerte del padre en las Memorias de Marmontel empezó a sacarle del atolladero en 1827: "La felicidad es la prueba de toda regla de conducta y el fin de la vida, pero solo puede alcanzarse no haciendo de él un fin directo" (Autobiografía, cap. V). Se rebeló contra su estricta educación, contra el utilitarismo (aunque sin romper con él) y se abrió a nuevas corrientes intelectuales, como el positivismo de Comte, al pensamiento romántico y al socialismo.

Mill trabajó para la Compañía Británica de las Indias Orientales y fue al mismo tiempo miembro del Parlamento por el Partido Liberal. Mill abogó por aligerar las cargas sobre Irlanda y básicamente trabajó por lo que él consideró oportuno. En Consideraciones sobre el gobierno representativo, Mill propuso varias reformas del Parlamento y del sistema electoral, especialmente trató las cuestiones de la representación proporcional y la extensión del sufragio. En 1840 inició una fecunda amistad con el psicólogo y filósofo escocés Alexander Bain.

En 1843, a sus 37 años de edad, tras haberse recuperado de una depresión, publicó su primer libro, que tardó trece años en escribir. Un sistema de lógica ("System of logic"), su principal y única obra sobre la filosofía de la ciencia. En él, manifiesta la más extrema versión del empirismo y positivismo epistemológico, basada también en sus pensamientos liberales.

En 1851 Mill se casó con Harriet Taylor tras 21 años de amistad. Taylor tuvo una importante influencia sobre su trabajo e ideas, tanto durante su amistad como durante su matrimonio. La relación con Harriet Taylor inspiró la defensa de los derechos de las mujeres por parte de Mill. Después de solo siete años de matrimonio, Taylor murió en 1858 después de desarrollar una congestión pulmonar severa.

Entre los años 1865 y 1868 Mill sirvió como rector de la Universidad de St. Andrews. Durante el mismo período, fue miembro del Parlamento de Westminster.[6]​ Era partidario del Partido Liberal. En 1866, Mill se convirtió en la primera persona en la historia del Parlamento en pedir que se otorgue a las mujeres el derecho al voto, defendiendo enérgicamente esta posición en el debate posterior. Mill se convirtió en un firme defensor de reformas sociales como los sindicatos y las cooperativas agrícolas.

En Consideraciones sobre el gobierno representativo, Mill pidió varias reformas al Parlamento y la votación, especialmente la representación proporcional, el voto único transferible y la extensión del sufragio. En abril de 1868, Mill favoreció en un debate de los Comunes la retención de la pena capital por delitos como el asesinato agravado.[7]

En sus opiniones sobre la religión, Mill era un agnóstico y un escéptico.[8][9][10][11]​ Aunque no fue profesor universitario, Mill cultivó casi todas las ramas de la filosofía, desde la lógica hasta la teoría política pasando por la ética. En lógica, psicología y teoría del conocimiento Mill era empirista y positivista. Consideraba que el conocimiento humano tenía su origen y su límite en la experiencia observable. Todo conocimiento parte de las impresiones sensibles de los sujetos y los conceptos más abstractos se forman a partir de las «asociaciones» de impresiones realizadas por la mente. Este es el llamado asociacionismo psíquico. Según Mill, la inducción es el principio lógico que permite derivar conocimientos universales a partir de la observación de fenómenos particulares. Después de haber observado muchos cisnes blancos particulares podría inducirse el enunciado universal «todos los cisnes son blancos». Ahora bien, una gran cantidad no equivale a la totalidad; muchos —por más que sean— no puede equipararse a todos. De manera que el conocimiento científico es meramente probable, no necesario, como ya indicó en su momento David Hume, a quien Mill sigue en este punto.

Fue además padrino del filósofo y matemático Bertrand Russell a decisión de su padre John Russell. Mill murió en 1873 de erisipela en Aviñón, Francia, donde su cuerpo fue enterrado junto al de su esposa.[12]

En Un sistema de lógica, Mill discute el propósito de la lógica en la comprensión humana. La lógica es el arte y la ciencia del razonamiento, un medio para buscar la verdad. Sin embargo, la lógica solo puede hacer inferencias mediante fenómenos observados, no con verdades intuitivas. No produce nuevas evidencias, pero sí puede determinar si una evidencia es válida. Fundamentalmente, la lógica es un método de evaluación de evidencias.[13]

Mill critica el intuicionismo y declara que tanto la planeación social como la política deben basarse en el conocimiento científico y no en la costumbre, la autoridad o la revelación; Para John Stuart Mill, el "conocimiento" intuitivo o a priori, pertenece a la metafísica. Las inferencias alcanzadas por deducción son incapaces de generar nueva información ya contenida dentro de sus premisas. Mill propone que todas las inferencias son siempre de lo particular a lo particular, el razonamiento que pretende pasar de lo general a lo particular no existe. Por ejempo, según el silogismo aristotélico:

Lo que en verdad lleva a afirmar que Sócrates morirá es que Tales, Anaxímenes, Empédocles, Heródoto, Pitágoras, etc, murieron antes que él. La premisa "Todos los hombres son mortales" no es realmente una prueba objetiva sino observaciones individuales. La verdadera inferencia es la que se hace durante la inducción (es decir, en casos aislados); en la deducción, la inferencia solo es "aparente".

Mill propuso que los principios matemáticos, las "relaciones de ideas" de Hume y las "ideas a priori" de Kant, son inductivas (surgen de las observaciones). Según él, las conclusiones de la ciencia deductiva (como la geometría, aritmética, álgebra...) por excelencia, solo son necesarias en el sentido en que dependen axiomas, que se basan en la observación y en generalizaciones a partir de experiencias repetidas. Por ejemplo, 2 + 2 y 3 + 1 son necesariamente iguales porque un grupo de 4 cosas puede disponerse en dos grupos de 2 cosas y en un grupo de 3 cosas y otro de 1.[14]​ Mill sostuvo lo que se denomina en la filosofía de las matemáticas como empirismo matemático[15]​ al afirmar que las matemáticas son "ciencia empírica de validez más general".[16]​ Los conceptos matemáticos proceden del mundo físico y las verdades de la matemática son verdades acerca del mundo físico, aunque de un carácter más general. Las verdades matemáticas serían las verdades más generales de todas. Mill anticipa admite que:

Probablemente ésta es la proposición, de todas las enunciadas en este libro [El sistema], para la que debe esperarse la recepción más desfavorable.[14]

Para Mill, la causa de un fenómeno es el antecedente, o concurrencia de antecedentes, con los que está incondicionalmente ligado. Sin embargo, la inducción aristotélica pueden llevar a generalizaciones falsas, lo que se llama el problema de la inducción.

A última instancia lo que se desea en la ciencia es llegar a proposiciones como la siguiente: o A es la causa de a, o bien existen eventos sin causa, y como estamos seguros de que todos los eventos tienen causa, entonces A es la causa de a. Esto se logra por medio de métodos más elaborados de inducción, de los que Mill describió cinco, los famosos "cánones de la inducción" basados, como se mencionó antes, en la obra de John Herschel. Estos son:[14]

Las situaciones comparadas tienen solo una circunstancia en común, siendo ésta la causa o efecto del fenómeno dado.

Según Mill, todas las sustancias químicas que cristalizan es que se precipitan de una solución, y él concluye que ésta era una causa, o por lo menos un factor contribuyente, del fenómeno de la cristalización. Lamentablemente, este ejemplo es falso.[14]

Las situaciones son iguales en todas sus variables excepto en una, siendo ésta la causa o efecto del fenómeno dado.

Si un hombre en su plenitud muriera repentinamente, y su muerte estaba inmediatamente precedida por un balazo en el corazón, podía concluirse que el balazo era la causa de la muerte, porque era lo único diferente entre el hombre vivo y el hombre muerto.[14]

Este método es la combinación de los dos anteriores, por lo que a él se aplican las mismas observaciones ya mencionadas.

Dos poblaciones están enfermas de brucelosis. Una población ha comido en una reunión familiar y la otra tuvo una celebración en una casa de campo. No tienen nada en común excepto que ambas poblaciones tomaron quesos frescos sin higienizar procedentes de la misma explotación caprina. La conclusión es que los quesos son la causa común.[17]

Los factores estudiados varían sistemáticamente uno en función del otro. El efecto supuesto varía en una dirección siempre que se descubre que la causa hipotética varia.

La pobreza en México puede deberse a la forma de gobierno, al presidente o a una mala distribución de la riqueza. No puede ser nuestra forma de gobierno ya que otros países poseen la misma y tienen estabilidad económica, ni tampoco puede ser el presidente porque el problema se ha dado desde hace muchísimo tiempo. Por lo tanto, la causa de la pobreza en México es la mala distribución de la riqueza.[18]

Este modelo lo que pretende es saber la importancia de los factores residuales después de eliminar los importantes.

En México, entre 1970 y 1991, por cada 100 mil habitantes se pasó de 22.83 a 43.4 personas alcohólicas. Asimismo, la incidencia de cirrosis se incrementó en estos años. Podemos suponer, por lo tanto, que un elemento causante del aumento de cirrosis en México es el alcoholismo.[18]

La concepción de Mill sobre la libertad, influenciada por Joseph Priestley y Josiah Warren.

La obra Sobre la libertad de Mill se dirige a la naturaleza y límites del poder que puede ser ejercido legítimamente por la sociedad sobre el individuo. Uno de los argumentos que mantenía Mill es el «principio del daño» o «principio del perjuicio» (harm principle). Este mantiene «que cada individuo tiene el derecho a actuar de acuerdo a su propia voluntad en tanto que tales acciones no perjudiquen o dañen a otros», es decir, que el individuo ha de ser libre para hacer cuanto desee mientras no dañe al prójimo.

Cada persona es por sí misma suficientemente racional para poder tomar decisiones acerca de su propio bien y elegir asimismo la religión que le plazca. El gobierno solo debe intervenir en tanto se trate de la protección de la sociedad, explica Mill.

Si la realización de la acción solo abarca la propia persona, esto es, si solo afecta directamente al individuo ejecutor; la sociedad no tiene derecho alguno a intervenir, incluso si cree que el ejecutor se está perjudicando a sí mismo. Sostiene, sin embargo, que los individuos no tienen derecho a llevar a cabo acciones que puedan causar daños perdurables y graves sobre su persona o propiedades según postula el harm principle. En tanto que nadie existe en absoluto ostracismo, el daño que recibe uno mismo también perjudica a otros y el destruir propiedades afecta a la comunidad tanto como a uno mismo.[20]

Mill excluye a aquellos que son «incapaces de autogobierno» de tal principio, tales como niños en edad temprana o aquellos que viven en «estados socialmente atrasados» (backward states of society).

Aunque este principio parezca claro, hay un número de complicaciones.

Por ejemplo, Mill defiende explícitamente que lo que entendamos por «daño» puede englobar actos de omisión así como actos de comisión. Por ende, fracasar a la hora de salvar un niño en apuros contaría como un acto perjudicial, tanto como no pagar impuestos o ausentarse en una vista judicial a la que se ha sido exhortado como testigo. Todas estas omisiones negativas pueden ser recogidas por una regulación, según Mill. En cambio, no cuenta como un eco perjudicial el dañar a alguien si —sin fuerza o fraude— el individuo afectado consiente asumir el riesgo. Por esta razón, uno podría ofrecer empleos sin seguridad laboral a otros, dado que no involucra decepción (Sin embargo, Mill reconoce un límite concreto a este consentimiento: la sociedad no debe permitir que los individuos se vendan a sí mismos en la esclavitud). En estos casos es importante tener en mente que los argumentos que usa en Sobre la libertad están basados en el «principio de utilidad» y nunca apelan a derechos naturales.

La cuestión de cuáles son las acciones que consideramos como atañentes exclusivamente al individuo ejecutor y cuáles, ora por comisión, constituyen daños sujetos a regulación, sigue viva en las interpretaciones del autor.

Mill creía que «la lucha entre Libertad y Autoridad es el rasgo más destacable de las etapas de la historia». Para él, la libertad en la antigüedad era «concurso (...) entre sujetos, o ciertas clases de sujetos, y el gobierno». Mill definió «libertad social» como protección de «la tiranía del gobernante político». Presenta en su obra varias tiranías, entre las cuales están la tiranía social y también la tiranía de la mayoría.

La libertad social según Mill consistía en poner límites al poder del gobernante, de tal forma que no fuese capaz de utilizar su poder en beneficio de sus propios intereses y tomar decisiones que pudieran conllevar perjuicio o daño para la sociedad; en otras palabras, la población debe ostentar el poder de tomar parte en las decisiones del gobierno. Mantuvo que la libertad social es «la naturaleza y límite del poder que puede ser legítimamente ejercido por la sociedad sobre el individuo». Esta se intenta lograr de dos maneras: la primera es la que recurre a la vía del reconocimiento de unas determinadas inmunidades, llamadas libertades políticas o derechos; la segunda recurre al establecimiento de un sistema de «comprobaciones constitucionales».

Sin embargo, limitar el poder del gobierno no resulta suficiente:

Mill mantiene que el despotismo puede considerarse una forma de gobierno aceptable, siempre que el déspota tenga en mente los intereses del pueblo, a causa de los obstáculos y dificultades del progreso espontáneo.[22]

En Sobre la libertad, se lleva a cabo una apasionada defensa de la libertad de expresión. Mill defiende el discurso libre como una condición necesaria para el progreso social e intelectual. No podemos determinar con claridad, dice, que una opinión silenciada no contenga algún elemento de verdad. Además sostiene que el permitir divulgar opiniones falsas puede ser productivo por dos razones. En primer lugar, los individuos tenderán a abandonar creencias erróneas si están involucrados en un fecundo intercambio de ideas. Y en segundo lugar, forzando a otros individuos a reexaminar y reafirmar sus creencias en el proceso de debate, estas creencias se abstienen de desvirtuarse volviéndose meros dogmas. No es suficiente para Mill la defensa de una creencia que casualmente sea cierta: el creyente debe comprender por qué la idea que sostiene es la verdadera.

Sobre este tema el propio autor escribe lo siguiente, planteando un caso hipotético para ilustrar su postura:

El autor explica aquí lo absurdo de tomar de antemano las opiniones propias por buenas (infalibilidad), incluso basándonos en juicios socio-culturales (inmoralidad e impiedad de opinión) para obrar mediante la censura, recalcando la especial gravedad del caso dado que está en juego lo que atañe a los demás, a los otros. Así, el autor se sitúa radicalmente a favor de la libertad de expresión y con visiones críticas a toda actitud censora.

Es importante enfatizar que Mill no consideraba que la ofensa fuera objeto de censura, porque según él, tal no es constitutiva de «daño»; ninguna acción podría ser restringida simplemente por haber violado las convenciones morales de una sociedad determinada. La idea de una ofensa que perjudica y, por tanto, objeto de restricción fue posteriormente desarrollada por Joel Feinberg en su «principio de ofensa» (offense principle), que es esencialmente una extensión del harm principle de Mill.

En 1850, Mill envió una carta anónima (que posteriormente sería conocida como The Negro Question, habitualmente traducida como La cuestión negra), en calidad de refutación a la misiva asimismo anónima de Thomas Carlyle publicada en la revista Fraser's Magazine for Town and Country. Carlyle había defendido la esclavitud por razones de inferioridad genética y argumentaba que el desarrollo de las Indias Occidentales se debía únicamente al ingenio británico, negando cualquier tipo de deuda en lo referente a la importación de esclavos para el desarrollo de la economía del lugar. La respuesta de Mill y sus referencias al debate que durante aquella época se daba en EE. UU. sobre la esclavitud fueron enfáticas y elocuentes.[24]

Mill es además conocido por ser uno de los primeros y más acérrimos defensores de la liberación femenina. Su libro El sometimiento de las mujeres (The Subjection of Women) es una de las obras más antiguas en el campo del feminismo defendido por hombres. El autor notaba que la opresión de la mujer era uno de los pocos vestigios conservados procedentes de modelos sociales obsoletos, un conjunto de prejuicios que impedía arduamente el progreso de la humanidad.[25]

En tiempos de Mill, las expectativas vitales de una mujer correspondían al lugar al que la sociedad la relegaba. La mujer media era analfabeta e instruida en el estereotipo de la pureza y la honradez para poder lograr así un marido. Esta honradez que la mujer debía poseer no solo afectaba directamente a sus posibilidades de matrimonio, sino también al honor familiar. Mill daba importancia a tales asuntos y se propuso remediarlo, para lo cual comenzó a escribir sobre derechos de la mujer. Con ello, Mill puede ser considerado como uno de los primeros feministas. En su artículo El sometimiento de las mujeres habla sobre el rol femenino en el matrimonio y la grave necesidad de cambio que requiere. Aquí, Mill comenta las tres principales facetas de la vida de la mujer que suponen un obstáculo: la sociedad y la construcción del género, la educación y el matrimonio. Estos tres elementos están fuertemente entrelazados y se afectan mutua y enormemente. No obstante, la elaboración social del género y la sociedad en general son los que han de comenzar el efecto dominó que producirá aquello en lo que la mujer debe convertirse, cayendo todo lo demás tras dichos factores.

La sociedad en que Mill vivía solo tenía una consideración respecto a la mujer: el ser educada de tal manera que fuese más atractiva y se volviese un objeto determinado y llamado al matrimonio.[26]​ Para la mujer no había alternativa, pues no se le permitía una educación o carrera. Esto obligaba a que cualquier posibilidad de dejar la casa familiar pasase ineludiblemente por un marido. Esta noción del matrimonio condicionaba a la sociedad a continuar reduciendo a mujeres a meros objetos y, si pensaban en algo que no conllevase el matrimonio, eran inmediatamente acalladas. Uno de los factores principales que Mill identificó en esta situación era la ausencia de educación, problema que él intentaba solventar.

Así, Mill luchó por la educación femenina basándose en varios argumentos. El primero fue el hecho de que las mujeres fuesen las encargadas de los cuidados de los niños y de su tutela. La idea era que, en tanto era la mujer la encargada de la instrucción de los infantes (tanto chicos como chicas) hasta que tuviesen edad de entrar en las escuelas (típicamente solo los chicos), los niños recibían una educación defectuosa, pues las propias madres carecían de educación. La única forma, decía Mill, en que una mujer puede criar a sus hijos de manera adecuada era estando educada ella misma.[27]​ Otro de los puntos de la crítica de Mill es el hecho de que la mujer debe entrar en la sociedad como parte de la mano de obra. Con esto, Mill dice que podrían considerarse al fin seres humanos y añadirse a la «masa de disposiciones mentales disponibles para los más altos servicios de la humanidad». Lo que Mill dice aquí es que la humanidad solo puede recibir beneficios de la educación de la mujer, pues sumando sus capacidades a las ya presentes toda ayuda a la raza humana se vuelve más fácil. El último argumento que Mill esgrimió fue el de que los maridos también recibirían beneficios si sus esposas fuesen educadas, pues estarían versadas en negocios y otras labores tales que podrían serles de ayuda en la toma de decisiones.[27]​ La mujer no tenía derechos al entrar en el matrimonio y el hombre era el único sustento familiar y el único que encaraba las leyes. Los maridos no recibirían sino beneficios de la educación de la mujer porque la mujer sería capaz de gobernarse a sí misma prácticamente sola.

La declaración canónica del utilitarismo de Mill se puede encontrar en su libro El utilitarismo. Esta filosofía tiene una larga tradición y la aportación de Mill está influenciada principalmente por Jeremy Bentham y su padre James Mill. El utilitarismo se construye sobre la base del consecuencialismo, es decir, los medios se justifican basándose únicamente en el resultado de dichas acciones.

La cantidad cualitativa de felicidad por la que Mill aboga echa luz sobre su cantidad presentada en Sobre la libertad. Mill sugiere en ese texto que la utilidad tiene que ser concebida en relación con la humanidad "como un ser progresivo", que incluye el desarrollo y el ejercicio de la capacidad racional por los que nos esforzamos por lograr un "modo de existencia superior". El rechazo de la censura y del paternalismo busca proporcionar las condiciones sociales necesarias para el logro de conocimientos y la mayor capacidad para el mayor número posible de hombres de desarrollar y ejercer su capacidad racional y deliberativa.

La famosa formulación de Mill del utilitarismo se conoce como el «principio de la mayor felicidad» («greatest-happiness principle») o «principio de utilidad». Sostiene que uno debe actuar siempre con el fin de producir la mayor felicidad para el mayor número de personas, dentro de lo razonable.

La mayor contribución de Mill al utilitarismo es su argumento para la separación cualitativa de los placeres. Bentham trata a todas las formas de felicidad como iguales, mientras que Mill sostiene que los placeres intelectuales y morales son superiores a las formas más físicas de placer. Mill distingue entre felicidad y satisfacción, afirmando que la primera tiene mayor valor que la segunda, una creencia ingeniosamente encapsulada en la afirmación de que «...es mejor ser un ser humano insatisfecho que un cerdo satisfecho; mejor ser Sócrates insatisfecho que un necio satisfecho. Y si el necio o el cerdo tienen una opinión diferente es porque sólo conocen su propio lado de la cuestión.»[29]​ Mill criticó la ética deótológica de Immanuel Kant, ya que sus máximas morales deben estar justificadas en principios utilitarios, sino no pueden mantenerse de forma plausible.

J.S. Mill también creó el llamado «principio de compensación», utilizado actualmente en la economía del bienestar.

La filosofía económica temprana de Mill fue la de libre mercado. Sin embargo, aceptó intervenciones en la economía, como un impuesto sobre el alcohol, si había suficientes motivos utilitarios. También aceptó el principio de la intervención legislativa para el bienestar de los animales[31]​. Originalmente, Mill creía que la "igualdad fiscal" significaba "igualdad de sacrificio" y que los impuestos progresivos penalizaban a los que trabajaban más y ahorraban más y, por lo tanto, era "una forma leve de robo".[32]

Dada una tasa impositiva igual independientemente de los ingresos, Mill acordó que la herencia debe gravarse. Una sociedad utilitaria estaría de acuerdo en que todos deberían ser iguales de una manera u otra. Por lo tanto, recibir la herencia lo pondría a uno por delante de la sociedad a menos que gravara la herencia. Los que donan deben considerar y elegir cuidadosamente a dónde va su dinero: algunas organizaciones benéficas son más merecedoras que otras. Teniendo en cuenta que las juntas de beneficencia públicas, como un gobierno, desembolsarán el dinero por igual. Sin embargo, una junta de caridad privada como una iglesia desembolsaría el dinero de manera justa a aquellos que están más necesitados que otros.

Más tarde modificó sus puntos de vista hacia una inclinación más socialista, añadiendo capítulos a sus Principios de economía política en defensa de una perspectiva socialista y defendiendo algunas causas socialistas.[33]​ Dentro de este trabajo revisado también hizo la propuesta radical de que todo el sistema salarial sea abolido a favor de un sistema salarial cooperativo. No obstante, algunos de sus puntos de vista sobre la idea de impuestos fijos permanecieron,[34]​ aunque alterados, en la tercera edición de los Principios de economía política para reflejar una preocupación por diferenciar las restricciones sobre los ingresos "no ganados", que él favorecía, y los ingresos "ganados", que no favoreció.[35]

Los Principios, publicados por primera vez en 1848, fueron uno de los tratados sobre economía más leídos en el período,[36]​ relevando a La riqueza de las naciones de Adam Smith que durante el período anterior dominó la enseñanza de la economía. El libro fue proscrito por la Santa Sede a sus fieles, siendo incluido en el Índice de Libros Prohibidos mediante decreto de la Congregación del Índice en 1856.[37]​ En el caso de la Universidad de Oxford fue el texto estándar hasta 1919, cuando fue reemplazado por los Principios de Economía de Marshall.

Mill promovió la democracia económica en lugar del capitalismo, en la forma de sustituir las empresas capitalistas por cooperativas de trabajadores. Dice al respecto:

El principal trabajo de Mill sobre democracia política, Consideraciones sobre el gobierno representativo, defiende dos principios fundamentales: la amplia participación de los ciudadanos y la competencia ilustrada de los gobernantes.[39]​ Los dos valores obviamente están en tensión, y algunos lectores han llegado a la conclusión de que es un demócrata elitista,[40]​ mientras que otros lo consideran un demócrata participativo temprano.[41]​ En una sección, parece defender el voto plural, en el que los ciudadanos más competentes reciben votos adicionales (una opinión que luego repudió). Pero en el capítulo 3 presenta lo que sigue siendo uno de los casos más elocuentes del valor de la participación de todos los ciudadanos. Creía que la incompetencia de las masas podría eventualmente superarse si se les diera la oportunidad de participar en política, especialmente a nivel local.

Mill es uno de los pocos filósofos políticos que ha servido en el gobierno como funcionario electo. En sus tres años en el Parlamento, estaba más dispuesto a transigir de lo que los principios "radicales" expresados en sus escritos llevarían a esperar.[42]

Mill demostró una visión temprana del valor del mundo natural, en particular en el Libro IV, capítulo VI de "Principios de Economía Política": "Del Estado Estacionario"[43][44]​ en el que Mill reconoció la riqueza más allá de lo material, y argumentó que la conclusión lógica del crecimiento ilimitado era la destrucción del medio ambiente y una calidad de vida reducida. Concluyó que un estado estacionario podría ser preferible al crecimiento económico sin fin:

Mill consideró el desarrollo económico como una función de la tierra, el trabajo y el capital. Mientras que la tierra y el trabajo son los dos factores originales de producción, el capital es "una reserva, previamente acumulada de los productos de la mano de obra anterior". El aumento de la riqueza es posible solo si la tierra y el capital ayudan a aumentar la producción más rápido que la fuerza de trabajo. Es el trabajo productivo el que produce riqueza y acumulación de capital. "La tasa de acumulación de capital es la función de la proporción de la fuerza de trabajo empleada productivamente. Los beneficios obtenidos mediante el empleo de trabajos improductivos son simplemente transferencias de ingresos, el trabajo improductivo no genera riqueza o ingresos". Son los trabajadores productivos quienes hacen un consumo productivo. El consumo productivo es aquel "que mantiene y aumenta la capacidad productiva de la comunidad". Implica que el consumo productivo es un insumo necesario para mantener a los trabajadores productivos.[45]

Mill apoyó la teoría maltusiana de la población. Por población, se refería solo al número de miembros de la clase trabajadora. Por lo tanto, estaba preocupado por el crecimiento en el número de trabajadores que trabajaban por contrato. Creía que el control de la población era esencial para mejorar la condición de la clase trabajadora, de modo que pudieran disfrutar los frutos del progreso tecnológico y la acumulación de capital. Mill abogó por el control de la natalidad. En 1823, Mill y un amigo fueron arrestados mientras distribuían panfletos sobre control de la natalidad de Francis Place a mujeres en áreas de clase trabajadora.[46]

Según Mill, la tasa de acumulación de capital depende de: (1) "la cantidad de fondos a partir de los cuales se puede ahorrar" o "el tamaño de la producción neto de la industria", y (2) la "disposición a ahorrar". . El capital es el resultado del ahorro, y los ahorros provienen de la "abstinencia del consumo presente por los bienes futuros". Aunque el capital es el resultado del ahorro, sin embargo se consume. Esto significa que el ahorro es gasto. Dado que el ahorro depende de los productos netos de la industria, crece con las ganancias que generan la producción neta. Por otro lado, la disposición a ahorrar depende de (1) la tasa de ganancia y (2) el deseo de ahorrar, o lo que Mill llamó "deseo efectivo de acumulación". Sin embargo, las ganancias también dependen del costo de la mano de obra, y la tasa de ganancia es la relación entre las ganancias y los salarios. Cuando las ganancias aumentan o los salarios bajan, la tasa de ganancia aumenta, lo que a su vez aumenta la tasa de acumulación de capital. Del mismo modo, es el deseo de ahorrar lo que tiende a aumentar la tasa de acumulación de capital.[47]

Según Mill, la última tendencia en una economía es que la tasa de ganancia disminuya debido a la disminución de los retornos en la agricultura y al aumento de la población a una tasa malthusiana.



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