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Literatura de Guatemala



Se denomina literatura Guatemalteca a las obras escritas por autores guatemaltecos, ya sea en cualquiera de los veintitrés idiomas que conforman el canon lingüístico del país, o en español. Aunque con toda probabilidad existió una literatura guatemalteca anterior a la llegada de los conquistadores españoles, todos los textos que se conservan son posteriores, y están además transliterados a caracteres latinos.

Las características literarias guatemaltecas a través de la historia nacional, se centran en el feudalismo histórico de hechos reales del país o de personajes emblemáticos de guatemaltecos que a través de su vida han creado un precedente en la política, sociedad, cultura y tradición de la nación. Por ejemplo, la literatura maya se centra en la historia de la civilización maya, la cual estaba enraizada en creencias ancestrales que pueblos actuales que todavía viven en Guatemala se han atribuido como suyos. Entre los libros o documentos más destacados se encuentra el Popol Vuh que es una recopilación de narraciones míticas, legendarias e históricas del pueblo k’iche’, uno de los reinos que habitaban la región de la moderna Guatemala quinientos años después del colapso de la civilización maya, el cual fue traducido en el siglo Siglo XVIII por el fraile Francisco Ximénez, O.P. para fines de evangelización.[a]​ Estudios arqueológicos realizados en el siglo XXI en el sitio arqueológico de El Mirador en el extremo norte del municipio de San Andrés en el departamento de El Petén revelaron la existencia de un mural realizado en el período preclásico de la civilización maya que presenta a los héroes gemelos Hunapú e Ixbalanqué que menciona el Popol Vuh.[5]

La Época Colonial, que abarcó de los siglos xvi al xix hizo una evolución histórica trayendo consigo grandes escritores del habla castellana, fuertmente influenciados por la Iglesia Católica, que dejaron una cultura escrita literaria sesgada hacia un embellecimiento de la presencia española en las tierras guatemaltecas. Por ejemplo, de esta época data la Recordación Florida de Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán[6]​ la cual es un relato histórico escrito en 1690 en donde ya se embellecen los hechos relacionados con la conquista española del xvi, y la Rusticatio mexicana del poeta jesuita Rafael Landívar, que se refiere a los destrozos provocados en la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala por los terremotos de 1751.[7]​ Ambos personajes pertenecían a las familias criollas más solventes de su época.

Los movimientos independentistas y la Guerra Civil Centroamericana entre liberales y conservadores resultó en un movimiento literario anti clerical, cuyo máximo representante fue Lorenzo Montúfar y Rivera, aunque existen numerosos escritos del siglo xix —y especialmente después del triunfo de la Reforma Liberal en 1871— donde queda en evidencia el desdén que los escritores guatemaltecos sentían por las tradiciones eclesiásticas de sus rivales conservadores. Entre los escritores conservadores destacaron José Milla y Vidaurre y José Batres Montúfar, mientras un ejemplo del pensamiento liberal se encuentra en los escritos de Antonio Macías del Real y Rafael Spínola en la revista literaria La Ilustración Guatemalteca que produjeron entre 1896 y 1898.[8]​ De esa misma época data el trabajo del cronista Enrique Gómez Carrillo, quien emigró a Europa donde desarrolló una carrera periodística y literaria de tal nivel que fue reconocido internacionalmente como el «Príncipe de los Cronistas».[9]

Los grupos que caracterizaron al siglo xx fueron la Generación del 10, la Generación del 20 —a la que pertenecía Miguel Ángel Asturias, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1967— y el grupo Tepeu, cuyos máximos representantes fueron Manuel Galich y Luis Cardoza y Aragón.

Son numerosos los textos que existen de este tipo, sin embargo los que sobresalen son el Popol Vuh, el Rabinal Achí, el Memorial de Sololá, el Título de los Señores de Totonicapán y el Título de la Casa Ixquín Nehaíb.

La obra más significativa de la literatura guatemalteca en idioma quiché (K'iche'), y una de las más importantes de la literatura hispanoamericana precolombina. Se trata de un compendio de historias y leyendas mayas, destinado a conservar la memoria de las tradiciones de la raza. La primera versión conocida de este texto data del siglo XVI, y está escrita en idioma quiché transcrito en caracteres latinos. Fue traducida al español por el dominico Fray Francisco Ximénez a comienzos del siglo XVIII.

Las leyendas incluidas en el Popol Vuh pueden dividirse en cuatro partes:

La importancia del Popol Vuh radica en su carácter de compendio histórico-religioso, aunque con preponderancia del segundo elemento sobre el primero. Por esta conjunción de lo mítico y lo religioso, ha sido denominado la Biblia Maya, y es un documento fundamental para conocer la cultura de la América precolombina.

El Rabinal Achí, en el original Xajooj Tun o "Baile del Tun", es una obra dramática, consistente en bailes y textos, que se conserva y se representa tal y como se debió representar originalmente. Se supone que data del siglo XV, y en él se narran los orígenes míticos y dinásticos del pueblo Kek'chi', y sus relaciones con los pueblos vecinos. La historia cuenta cómo el príncipe de los Kek'chi' lucha contra las tribus vecinas y, aunque inicialmente las derrota, posteriormente es capturado y llevado ante el rey Job’Toj, quien le concede volver a su pueblo para despedirse y bailar con la princesa por última vez.

El Rabinal Achí se representa durante la fiesta de Rabinal, el 25 de enero, día de San Pablo. Fue declarado Obra Maestra de la tradición Oral e Intangible de la Humanidad por la Unesco en 2005.

Los primeros escritores naturales de Guatemala que emplearon el idioma español en sus creaciones datan del siglo XVII. Entre ellos cabe mencionar a sor Juana de Maldonado (1598-1666), a quien se considera la primera poetisa y dramaturga colonial de Centroamérica, o el historiador Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán que escribió la Recordación Florida.

En el campo de la poesía es de suma importancia el cultivo de formas poéticas tradicionales escritas para ser cantadas. Entre estas destaca especialmente el villancico destinado a los oficios de vísperas de las principales fiestas del año litúrgico. Esta era la única ocasión litúrgica en la que era permitido cantar en idiomas vernáculos, mientras todas las demás celebraciones eran exclusivamente en latín. En Guatemala como en todo el imperio español se compusieron sainetes, jácaras, tonadas, cantatas y villancicos sobre letras en castellano. Entre los autores de estos poemas, que fueron puestas en música por ellos mismos, sobresalen Manuel José de Quirós (ca. 1765-1790), Pedro Nolasco Estrada Aristondo, Pedro Antonio Rojas y Rafael Antonio Castellanos (ca. 1725-1791). Este último es uno de los más importantes en el mundo hispano y en la música de Guatemala.

Durante el siglo XVIII la literatura guatemalteca recibió la influencia del Neoclasicismo francés, como demuestran las obras didácticas y filosóficas de autores como Rafael García Goyena[13]​0 o Fray Matías de Córdova.

Guatemala logró la independencia de España en el año 1821, en su deseo por establecer relaciones políticas y comerciales con otros países además de España. La literatura durante esta época está muy marcada por las luchas políticas, por lo que predominan el ensayo y el discurso como géneros literarios. Además, esta época ve el nacimiento del periodismo en Guatemala, con figuras como Antonio José de Irisarri.[16]

Durante el siglo xix comienza a desarrollarse la literatura guatemalteca independiente de la española, aunque siguieron recibiéndose importantes influencias europeas. Entre los escritores de esta época cabe mencionar a María Josefa García Granados y José Batres Montúfar -conocido simplemente como «Pepe Batres»-, quienes escribieron conjuntamente el Sermón para José María Castilla, una obra que resultó escandalosa para la época. El segundo es además autor del poema Yo pienso en ti, uno de los más conocidos de la literatura guatemalteca.

En la segunda mitad del siglo XIX triunfa el género novelesco, merced en especial a José Milla y Vidaurre, considerado como el "padre de la novela guatemalteca", que firmó algunas de sus obras con el seudónimo de "Salomé Jil", anagrama de su nombre. Entre sus obras destacan La hija del Adelantado (1866), Los Nazarenos (1867), El visitador (1867) y El libro sin nombre.

El modernismo hispanoamericano, heredero del simbolismo y del parnasianismo franceses e impulsado por el nicaragüense Rubén Darío, también tuvo sus representantes en Guatemala a finales del siglo XIX. En el campo de la poesía, cabe mencionar a Domingo Estrada, Máximo Soto Hall o María Cruz. Enrique Gómez Carrillo, escritor polifacético y conocido en Europa como el príncipe de los cronistas, representa el modernismo en la prosa.

En el siglo XX, la literatura de Guatemala alcanza un nivel comparable al de las demás literaturas de Hispanoamérica, gracias a la aparición de varias generaciones de escritores, y en especial a cuatro escritores fundamentales: el novelista Miguel Ángel Asturias (Premio Nobel de Literatura en 1967), autor de novelas como El Señor Presidente u Hombres de Maíz; el poeta Luis Cardoza y Aragón; el cuentista y novelista Augusto Monterroso (Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2000) y el dramaturgo Carlos Solórzano. En general, la literatura guatemalteca del siglo XX tiene una fuerte influencia de la vida política, como prueba el hecho de que sus principales autores debieran exiliarse durante las sucesivas dictaduras y guerras civiles que sufrió Guatemala.

Suele dividirse la literatura guatemalteca del siglo XX por generaciones o décadas. Las más importantes son:

Es en cierta medida una continuación de la literatura del siglo XX. Los escritores de este siglo siguen abordando temas de todo tipo. Destacan poetas como Julio Serrano Echeverría y Allan Mills y escritores de narrativa, como Maurice Echeverría, Juan Pablo Dardón, Javier Payeras, Mardo Escobar y Ronald Flores y escritores poliédricos como Claudio Valerio Gaetani el cual abarca desde la poesía, la narrativa y el teatro y Georgina Palacios poetisa y narradora.

Libros

Teatro - Cena con Delito

Teatro

Guiones libres para teatro estudiantil

Adaptaciones de obras de Teatro al español realizadas

Poesía



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