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Los burgos de Pamplona



Los Burgos de Pamplona eran tres poblaciones que conformaban la ciudad de Pamplona en la Edad Media. Estos tres burgos eran la Ciudad de la Navarrería, el Burgo de San Cernin y la Población de San Nicolás. En 1423 Carlos III de Navarra dictó el Privilegio de la Unión que unió a los tres burgos formando la ciudad de Pamplona.

Pamplona en la Edad Media no era una ciudad estructuralmente homogénea, sino que estaba conformada por pobladores de orígenes variopintos y diversos, fundamentalmente de origen franco (gascones y provenzales) por un lado, y naturales por otro. Los tres burgos estaban asentados sobre una terraza del Arga cuyas escarpadas paredes cayendo sobre el río la hacían atractiva y extraordinaria como fortaleza fácilmente defendible. Una meseta que se extiende en algo más de 23 km².

En torno al año 1000 d.C., Pamplona se hallaba en un continuado proceso de despoblación. Será Sancho III "el Mayor" quién retome su protección, recuperándose en las zonas próximas a la Catedral, en lo que será la ciudad y que es conocido como ciudad de la Navarrería. Posteriormente, y de una trayectoria histórica breve y desconocida, también aparecieron sendos pequeños apéndices junto a ella: uno el llamado burgo de San Miguel, del que apenas hay documentación y otro la Judería.[1]

Parece probable que a lo largo de todo el primer milenio se conservara la estructura urbana heredada de la antigua ciudad romana. Se cree que la acrópolis de Pompaelo fue más grande que lo que habría de ser el poblamiento de la Navarrería, pero, con las invasiones musulmanas, se habría replegado el poblamiento principalmente hacia los aledaños de la catedral actual.

Se suele considerar que se fundó durante el reinado de Sancho VI el Sabio que se inició en el año 1150, coincidiendo con la circunstancia de que antes de empezar la campaña contra Castilla (en el otoño de 1162), se detecta un cambio simbólico significativo: Sancho VI dejó de titularse Rex Pampilonensium (Rey de los Pamploneses) para pasar a ser Rex Navarrorum (Rey de los Navarros). Ya en 1177 se detecta por primera vez esta denominación.

Sin mayores certezas documentales que lo puedan corroborar, incluso en el euskera actual, naba es un vocablo cuyo significado de cuenca, hoya, añadido al de (h)erri,-a correspondiente a pueblo, población, nos llena de un sentido verosímil a lo que representa esta estructura urbana y a la, más que probable, forma con la que la gente de la Montaña podría referirse a este núcleo de población, nabaerria, haciendo el mayor uso de latinoparlantes, y de demás lenguas romance presentes, lo necesario para que su restante evolución fonética desembocara en la actual Navarrería.[2]

No en vano, además, a diferencia de los montañeses, cuya actividad básica y fundamental sería la ganadera, los habitantes de la cuenca desempeñaban labores más agrícolas y labradoras. Y, a su vez, este tipo de actividad manual, dura y exigente, les diferenciaría notablemente de la realizada en el resto de poblamientos.[3]

Por extensión, quizá espoleado por la sabia decisión de Sancho VI, pasarían a considerarse navarros/as a todos los autóctonos, especialmente por contraposición al origen franco de los pobladores de los demás burgos. Una decisión popular que le permitiría ganarse la adhesión de la mayor parte de la población del reino y aprovechando la recuperación oficial, de iure, del título de rey perdido tras la segregación de Aragón emprendida por su padre García Ramírez el Restaurador.

También por ello, sus vecinos, en su mayoría collazos o siervos de la catedral, estaban en retroceso desde el nacimiento del citado núcleo urbano desde principios del siglo XII, y, para evitar su abandono, el rey Sancho VI el Sabio concedió a sus moradores el mismo fuero de que ya disfrutaban los burgueses de San Saturnino (1189).

Estas concesiones, los permisos para construir edificios entre la vieja ciudad y el burgo pudieron ser algunas de las causas de la crónica rivalidad entre los barrios, salvo breves períodos más pacíficos como en 1266. Sin embargo, las confrontaciones, avivadas coyunturalmente por la oposición de una parte de la nobleza unida dinásticamente con Francia, culminarían en la llamada Guerra de la Navarrería que finalizó con la destrucción total del barrio (1276) y su despoblamiento durante casi medio siglo.

Tras esta desolación, la reconstrucción acometida a partir de 1324 permite la creación de nuevas calles, respetando en parte la antigua distribución. El barrio judío se encontraría en el ángulo sureste de este nuevo núcleo (actual Palacio Arzobispal, Plaza de Santa María La Real y calles de la Merced y Tejería).

El Burgo de San Cernin es un barrio que surgió fuera de la demarcación de La Navarrería, inicialmente bajo los auspicios del obispo Pedro de Roda (1083-1115).

Para el año 1129 se reconoce legalmente su existencia, cuando Alfonso el Batallador le da el mismo fuero que ya disfruta otra ciudad, Jaca, con una fuerte presencia franca, y, a diferencia de La Navarrería, de dominio netamente episcopal, quedaba bajo jurisdicción real.

Es propiamente un burgo (el único de los tres así llamados) poblado por francos, el burgo de San Cernin, situado en una llanura elevada al otro lado de la vaguada ubicada en la parte trasera del actual edificio del ayuntamiento.

Su esquema urbano, en formato hexagonal y simétrico, cruzado por dos calles perpendiculares, hace pensar en un planteamiento urbanístico global.

Se amplió posteriormente extramuros, con la Puebla Nueva del mercado (la zona ocupada actualmente por el convento de los Carmelitas Descalzos y la Plaza de la Virgen de la O) [1]

La Población de San Nicolás se construyó adyacente al burgo de San Cernin, ocasionando numerosos conflictos.

De planta rectangular (denominada planta tipo bastida, similar al de Sangüesa y Puente la Reina), tiene la iglesia de San Nicolás como baluarte defensivo, no sólo frente a una posible agresión exterior desde las llanuras, sino también respecto al burgo de San Cernin.

Sus habitantes son también francos, pero hay una mayor proporción de oriundos del mundo rural que en San Cernin.

Las tres agrupaciones urbanas estaban bajo el mandato del obispo, siendo sus relaciones bastante complejas, llenas de rivalidades, lo que ocasionó múltiples conflictos. Las causas fundamentales de estos conflictos fueron dos: de una parte, la tierra de nadie entre la Navarrería y San Cernin, que fue otorgada a los primeros por el rey Sancho; por otra, los privilegios que supuestamente habría otorgado Alfonso el Batallador a San Cernin, que produjeron recelos en las otras dos poblaciones.

Se sabe que en 1213 firman una tregua por veinte años, de donde se deduce que ya se habían producido enfrentamientos anteriormente, pero no se cumplió, pues ya en 1222 los de San Cernin atacan San Nicolás, quemando su iglesia-fortaleza. Estos choques continuarían durante años. San Nicolás y San Cernin se enfrentarían por la construcción y uso del foso y el muro que les separaba, mientras que ambas juntas también se enfrentarían a Navarrería.

En 1276 los habitantes del burgo de San Cernin y la población de San Nicolás, francos y navarros, son fieles a la legítima reina Juana y su gobernador, mientras que la nobleza, el alto clero y los habitantes de la ciudad de la Navarrería decían defender los fueros y costumbres del lugar, su economía y su libertad, rebelándose contra todo lo que sus enemigos defienden, incluida la reina.

Se inician los enfrentamientos en el verano de dicho año. En septiembre llegan refuerzos de tropas francesas contra la Navarrería, huyendo los instigadores de la rebelión por el puente de la Magdalena y dejando desamparada a la ciudad. Los sitiadores saquean la ciudad y la Catedral en la que, según las crónicas, "convirtieron en cuadra para caballerías y perros el claustro y el refectorio capitulares". Tras el pillaje, el incendio, "no quedando ningún lugar cubierto donde cobijarse en toda la Navarrería. En su solar podría cortarse hierba y sembrar trigo." Durante casi 50 años no volvería a construirse nada en esta zona.[4]

En 1423 el rey Carlos III otorga el privilegio para la reconstrucción de la ciudad, que ya había comenzado de hecho algunos años antes.

Carlos III decide cortar el problema de raíz y el 8 de septiembre de 1423 dicta el Privilegio de la Unión, en el que se unen las tres jurisdicciones en un único ayuntamiento, con un único escudo y unas únicas rentas. El documento obliga a eliminar los límites y divisiones físicas entre ciudad, burgo y población, aunque las murallas habrían de tardar bastante en desaparecer.

Con el tiempo la unión se hará patente y la segmentación casi simbólica, sólo identificable por las parroquias, salvo la doble parroquia del burgo de San Cernin. En el espacio intermedio de las tres se construirá el Ayuntamiento. Por su parte, el foso de separación entre San Nicolás y San Cernin será rellenado y sobre él construida la actual calle Nueva hacia 1585.



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