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Mallorquín



El mallorquín (en mallorquín: mallorquí) es la variedad del catalán que se habla en Mallorca.[1]​ Es similar a las variantes que se hablan en las otras islas del archipiélago balear: el ibicenco (eivissenc) en Ibiza y Formentera; y el menorquín (menorquí) en Menorca,[2][3]​ si bien estas variantes no están recogidas oficialmente en el Estatuto de Autonomía de las Islas Baleares y pasan a ser variantes no oficiales.

Hay indicios de que antes de la conquista se hablaba en la isla, además de árabe, un romance local o mozárabe sin relación con el catalán, del que pervivirían algunos topónimos como Muro[4]​ y Campos.[4]

La lengua catalana se introdujo en Mallorca por los repobladores, tras ser conquistada para la Corona de Aragón en 1229. Los repobladores procedían de diversos lugares y llegaron en diferentes proporciones. Según el Llibre del Repartiment, las tierras conquistadas se repartieron entre gente proveniente de Cataluña[5]​ (39,71 %), de Occitania (24,26 %), de Italia (16,19 %), de Aragón (7,35 %), de Navarra (5,88 %), de Francia (4,42 %), de Castilla (1,47 %) y de Flandes (0,73 %). En 1230 se dictaron las Franquezas de Mallorca, privilegios que atrajeron a más repobladores para cultivar el campo. La nueva población de Mallorca provenía mayoritariamente de Cataluña, más específicamente del Rosellón y del Ampurdán, por lo cual se conservan características dialectales emparentadas con variantes de dichas zonas, como el uso del article salat. Quizá por este origen, la lengua propia de Mallorca es un dialecto oriental del catalán. Respecto de la denominación de mallorquín, en el siglo XV, en torno a 1450, el humanista Ferran Valentí (1415-1476) usó ya el nombre de lengua mallorquina en el prólogo de su traducción de las Paradoxa de Cicerón.

La posición estratégica del archipiélago balear ayudó a que se convirtiera en puente para la expansión de la Corona de Aragón y en un centro de comercio marítimo. Así, tanto el mallorquín como otros dialectos baleares cuentan con numerosos préstamos léxicos tomados de otros idiomas, como el francés, el italiano, el provenzal y el griego. En el siglo XVIII el dominio británico sobre Menorca introdujo algunas palabras de origen inglés, como: “xoc” (de “chalk”, “tiza”), “escrú” (“screw”, “tornillo”), etc.[6]



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