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Manuel José Anguita Téllez



¿Qué día cumple años Manuel José Anguita Téllez?

Manuel José Anguita Téllez cumple los años el 15 de octubre.


¿Qué día nació Manuel José Anguita Téllez?

Manuel José Anguita Téllez nació el día 15 de octubre de 1777.


¿Cuántos años tiene Manuel José Anguita Téllez?

La edad actual es 247 años. Manuel José Anguita Téllez cumplió 247 años el 15 de octubre de este año.


¿De qué signo es Manuel José Anguita Téllez?

Manuel José Anguita Téllez es del signo de Libra.


Rafael de Vélez (Vélez-Málaga, 15 de octubre de 1777-Padrón, 3 de agosto de 1850) fue un prelado y apologista español.

Fray Rafael nació en el siglo como Manuel José Anguita Téllez. A la edad de quince años, en 1792, ingresó en la orden Capuchina, en el noviciado de Granada donde tomó su nombre de religión Fray Rafael. No hay constancia de en qué convento cursó filosofía y teología. En 1802 se celebraron oposiciones a lectores en el convento de Capuchinos de Cabra, en las que salió elegido, y en 1807 lo pusieron al frente del curso de filosofía y teología en Écija. Al sobrevenir la Guerra de la Independencia Española los estudiantes, dispersos, se refugiaron en el convento de Cádiz, donde en 1811 se le nombró lector de teología de los mismos.

Inspirado por la obra La falsa filosofía de Fernando de Ceballos[1]​ y los sucesos de las Cortes de Cádiz publicó su primera obra: Preservativo contra la irreligión o los planes de la filosofía contra la religión y el Estado, realizados por la Francia para subyugar a la Europa, seguidos por Napoleón en la conquista de España y dados a luz por algunos de nuestros sabios en perjuicio de nuestra Patria.[2]​ A la vuelta de Fernando VII de la cautividad, en 1814, y caídos los doceañistas, Vélez se ocupó en componer la «Apología del Altar y del Trono»

Como pasó siete años enseñando, tenía derecho a ser nombrado superior y se le dio el título y privilegios de "lector actual" y "escritor general de provincia y de Indias" para que se entregase de lleno a escribir. Entre tanto había muerto, en 1812, el padre capuchino Domingo de Benaocaz, obispo de Ceuta, y Vélez fue elegido el 30 de septiembre de 1816 para sucederle. Asimismo la provincia de Andalucía lo nombró segundo custodio general de la misma. Fue consagrado el 13 de julio de 1817, e hizo su entrada solemne en Ceuta en ese mismo año.

En 1818 concluyó su obra más famosa, Apología del Altar y del Trono[3]​ que será citada innumerables veces por los sectores más reaccionarios del país (realistas, fernandinos, carlistas, etc). Esta obra le atrajo grandes críticas y numerosos enemigos entre los liberales, pero también grandes protectores en las esferas del poder absoluto.[4]

En el tomo primero Vélez hace una crítica de la Constitución de 1812 y de las reformas de las Cortes. Enumera los proyectos avanzadísimos, las impiedades de la prensa gaditana, el asunto del Diccionario crítico-burlesco de Bartolomé José Gallardo, la abolición del Tribunal de la Inquisición, el atropello contra el Cabildo de Cádiz, la expulsión del Nuncio de Su Santidad, la pretendida extinción de los Regulares y los proyectos desamortizadores. Vélez adapta, contra los innovadores, al punto de vista español y católico, la obra del polemista reaccionario francés abate Augustin Barruel y presenta a los liberales como miembros de una "conspiración de filósofos" afrancesados y vendidos a la impiedad.

El tomo segundo está dedicado a advertir al Estado español de que el Trono seguirá la misma suerte que la Iglesia y perecerá en el mismo incendio si no se une al Altar en defensa de los privilegios de ambos. La Constitución de 1812 es presentada como una copia de la francesa.

La sublevación liberal de Rafael del Riego en 1820 y el triunfo de los constitucionales concitó contra Vélez los odios de los revolucionarios, empezando para la ilustre víctima una serie de persecuciones. No se les ocultaba que era el hombre de más empuje doctrinal y el adversario más formidable del constitucionalismo.

El ministro de Gracia y justicia, por entonces García Herreros, le envió una orden previniéndole que en caso de que se apartara de la senda constitucional y mostrara con palabras o con hechos su oposición, Su Majestad haría uso de las amplias facultades que le concedían la Constitución y las Leyes. El Gobierno envió de gobernador a Ceuta a Fernando Butrón. Su secretario, José Isnardy, abrió en El Liberal Africano[5]​ una violenta campaña contra la Iglesia, y Vélez, obispo de Ceuta, contestó a los ataques con una enérgica Pastoral, refutando una por una sus impiedades.[6]​ El gobernador quiso formar causa al obispo y este le hizo saber:

El domingo, 9 de septiembre, predicó un enérgico sermón contra los procedimientos de que eran víctimas la Iglesia y sus ministros.[7]

El gobernador y los agentes del Gobierno hicieron subscribir a los jefes y oficiales de los regimientos de la guarnición una Exposición que pedía la salida de la plaza del obispo de Ceuta y el Ayuntamiento la suscribió. Vélez tuvo que embarcar desterrado a la Península y desde su destierro, publicó una protesta y los documentos justificativos de su conducta; pero la persecución llegó a ser tal que estuvo largo tiempo errante de convento en convento, unas veces en Ubrique, otras en Casares y Estepona, de los que se ausentaba para no comprometer a los religiosos.

Su protector Fernando VII, tras fracasar su intento de golpe de estado del 7 de julio de 1822, y en connivencia secreta con el Congreso de Verona, acordó con la Santa Alianza la intervención en España del ejército francés en nombre de aquella. Este ejército, conocido generalmente como los Cien Mil hijos de San Luis y acaudillado por el Duque de Angulema, avanzó hasta Cádiz y derrocó al régimen liberal en 1823. Vélez fue buscado y nombrado caballero gran cruz de la Real Orden de Carlos III en 1823; arzobispo de Burgos en 1824 y arzobispo de Santiago el 12 de octubre del mismo año.

Como arzobispo fundó una Casa de incurables y un Hospital provisional para coléricos. Solía retirarse al monasterio de Herbón y alternar en los ejercicios de piedad con los religiosos sin distinción alguna. En 1826 celebró solemnísimamente en Santiago el Año Santo. Su gran obra fue la fundación del Seminario Conciliar de Santiago (1829), proyecto que no pudieron realizar algunos de sus antecesores. Después de arduas gestiones pudo conseguir que aquel se instalase en el edificio llamado Colegio de San Clemente, en cuya habilitación gastó grandes sumas, inaugurándose el Seminario el 14 de octubre de 1829.

Para albergar a los sacerdotes achacosos e imposibilitados fundó la Casa de Venerables, en donde aquellos pudiesen ser mantenidos sin ser víctimas de la miseria y sin menoscabo del decoro sacerdotal. Esta casa sería a la vez casa de ejercitantes.

En 1831 regaló el actual reloj de la Catedral, que construyó en Ferrol Andrés Antelo. Empleó sus esfuerzos en restaurar la disciplina eclesiástica, que había sufrido un rudo golpe con los trastornos políticos y sociales; costeó la nueva capilla de Pastoriza, de Santiago, por planos del arquitecto Juan López Freire, o sea, la fachada de estilo neoclásico, la cornisa y el comienzo de la linterna, que no llegó a terminarse, y también levantó a su costa el tramo del Mediodía del convento de Dominicas de Belvís de la misma ciudad, y desde un principio distribuyó todo el importe de sus cortas rentas entre los pobres y las iglesias.

A la muerte de Fernando VII volvió a implantarse el régimen liberal. Por la resistencia que opuso Vélez a la exclaustración y a la desamortización se renovaron las persecuciones contra él y se lo acusó de estar en inteligencia con los carlistas, por lo que se lo desterró a Menorca el 21 de abril de 1835. Extinguidas las órdenes religiosas, Vélez había conservado su hábito y barba de capuchino. Una Real orden de la reina gobernadora, en abril de 1836, comunicada por medio del capitán general de las Baleares, lo obligó a despojarse de su hábito capuchino, aunque llevaba un año encerrado para no dar motivo a que le ordenaran quitárselo.

Acogió bajo su protección el Hospicio de Santiago, cuyo Ayuntamiento, en demostración de gratitud y para perpetuar la memoria y virtudes de su prelado, le dedicó una lápida conmemorativa, que fue colocada con toda solemnidad el 27 de junio de 1851, en el primer salón de espera de la referida Casa-hospicio.

Además de las dos obras citadas, a él se deben las siguientes otras obras:

Volvió de su destierro a Santiago y murió en el monasterio de Herbón a los treinta y cuatro años de episcopado y setenta y tres de edad.

El cadáver de Vélez fue trasladado a Santiago, recibiendo sepultura en la Catedral, cerca de la reja del coro, al lado del Evangelio, pero antes, al proceder al embalsamamiento, se le extrajo el corazón, que, colocado en una redoma de cristal en alcohol, se conserva en una urna abierta en la pared de la capilla interior del Seminario, en el lado de la Epístola. Cierra esta urna una losa de mármol que ostenta el escudo prelacial, y debajo se ve una lápida, también de mármol, con inscripción y adornada en su parte superior con varios atributos episcopales.




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