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Mariológico



La mariología es la parte de la teología cristiana que se dedica a la Virgen María. Además del estudio de su vida, tal como se refleja en los Evangelios, realiza interpretaciones acerca de distintos dogmas y doctrinas marianas: su naturaleza (Inmaculada Concepción de la Virgen, Asunción de la Virgen, Coronación de la Virgen etc.), su papel en la salvación (mediación -Maria Mediatrix- o co-redención -Corredentora-), sus advocaciones (Reina de los Cielos, Madre de la Iglesia, Perpetuo Socorro, Esperanza, Auxiliadora etc.), y cómo debe realizarse su veneración o culto (el culto mariano, denominado hiperdulía). Mientras que en el protestantismo el papel de la Virgen es muy reducido,[1]​ en el catolicismo,[2]​ el anglicanismo[3]​ y la iglesia ortodoxa[4]​ se destaca mucho más.

Entre las acusaciones que el protestantismo hace al catolicismo están las de desarrollar una adoración y veneración anticristiana de María (lo que se describe como marianismo o mariolatría), así como de inventar doctrinas no basadas en las Escrituras y que dan a María un estado semidivino, buscando duplicar en la vida de María eventos similares a los de la vida de Jesús. Igualmente niega la conveniencia de títulos como Reina de los Cielos, Nuestra Madre del Cielo, Reina del Mundo o Mediatriz. La posición de la Iglesia católica es que María era humana y por lo tanto no debe ser adorada mediante culto divino (latría), pero es especial entre los demás santos, y por lo tanto, merecedora de una especial veneración (dulía).

La patrística dedicó una buena parte de su producción a la mariología. San Ireneo de Lyon llamaba a María "segunda Eva" porque a través de María y su elección voluntariamente aceptada de la elección de Dios (la Anunciación), Dios deshizo el daño hecho por la elección de Eva de comer el fruto prohibido (el pecado original). El poeta hispanolatino Prudencio parece conocer esta doctrina en uno de sus Himnos. San Jerónimo escribió La Perpetua Virginidad de María. San Agustín insistía en lo misterioso de la virginidad y la condición bienaventurada de María, destacando lo voluntario de su papel (creyó María, y se cumplió en ella lo que creyó). Ya en época altomedieval aparecerá la obra de San Ildefonso de Toledo.[7]

San Ireneo de Lyon, en la iglesia de Mármol de Copenhague.

La Virgen con el Niño flanqueada por obispos santos, como lo eran San Jerónimo y San Agustín, en el púlpito de la iglesia de Balingen.

Imposición de la casulla a San Ildefonso, de Velázquez.

El Concilio de Éfeso (tercer concilio ecuménico) debatió sobre si María debía ser llamada Theotokos o Christotokos. Theotokos significa en idioma griego "Madre de Dios"; esto implica que Jesús, a quien María dio a luz, es Dios. Los nestorianos prefieren la denominación Christotokos, que en griego significa "Madre de Cristo", no porque nieguen la divinidad de Jesús, sino porque creen que Dios Hijo (el Logos) existió antes del tiempo y antes de María, y que Jesús tomó su divinidad de Dios Padre y su humanidad de su madre; así que para ellos, llamar a María "Madre de Dios" es confuso y potencialmente herético. Otros, en el mismo concilio, creían que negando el título de Theotokos acarrearía la implicación de que Jesús no es divino. Al final, el concilio confirmó el uso del término Theotokos y con ello afirmaba la indivisibilidad de la divinidad y la humanidad de Jesús (unión hipostática o de las dos naturalezas de Cristo). Así, mientras que el debate trató sobre el título correcto para María, también se trataba de una cuestión cristológica sobre la naturaleza de Jesucristo, una cuestión que volvería a debatirse en el Concilio de Calcedonia (cuarto concilio ecuménico).

El nacimiento virginal de Jesús es dogma compartido por la mayor parte de las confesiones cristianas; en cambio, la virginidad de María[8]​ mantenida perpetuamente ("antes del parto, en el parto y después del parto")[9]​ es negada por algunas iglesias protestantes, que la consideran contradictoria con las referencias evangélicas a hermanos de Jesús (por ejemplo Santiago el Justo, y se supone que también habría tenido hermanas). Las iglesias católica y ortodoxa (e incluso el islam) insisten en ella, pues consideran que tales "hermanos" serían simplemente parientes de Jesús, y no hijos de María (en idioma arameo, el hablado por Jesús y los apóstoles, la misma palabra designa a los hermanos y a otros parientes, aunque el término usado en los Evangelios sea el griego ἀδελφός -"hermano"-).

Se enseña que María fue Virgen antes, durante y después del nacimiento de Jesús. Es decir, no tuvo más hijos tras el nacimiento de Cristo; esto es negado por la casi totalidad de las denominaciones protestantes, que consideran los siguientes pasajes como evidencia de que María si tuvo otros hijos además de Jesús:

- Mateo 12,46: “Todavía estaba hablando a la muchedumbre, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera y trataban de hablar con él.” - Marcos 6,3: “¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros?» Y se escandalizaban a causa de él”. - Juan 7,5: “Es que ni siquiera sus hermanos creían en él”. - Hechos 1,14: “Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos.” - I Corintios 9,5: “¿No tenemos derecho a llevar con nosotros una mujer cristiana, como los demás apóstoles y los hermanos del Señor y Cefas?”

Esto, sin embargo, es en realidad una interpretación errónea del texto bíblico, que no toma en cuenta que:

1. Todos estos pasajes mencionan a "los hermanos de Jesús", pero ninguno habla de "los hijos de María". Esto es particularmente importante si consideramos que tanto en hebreo como en arameo (el dialecto hablado en la Palestina del siglo I) la palabra אח (agjah) describe no solo los hermanos carnales sino familiares de cualquier grado de consanguinidad. Cuando se redactaron los evangelios, el término más adecuado para traducir "agjah" al griego fue "adelphos", que si significa hermanos carnales. Es´por eso que es posible rastrear los padres de casi todos los supuestos hermanos mencionados en Marcos 6, 3 (todos excepto Simón el cananeo, quien por su origen -de Cana- tampoco pudo haber sido hijo de María). Los pasajes anteriormente mencionados en realidad indican que para Jesús lo verdaderamente importante era el parentesco en la fe y no el parentesco por sangre, tan apreciado por los judíos de su época.

2. Si insistimos en utilizar el término "hermanos" para significar hermanos carnales y por ende hijos de María, tendríamos que aceptar también este también como evidencia de esos supuestos hijos:

- I corintios 15, 6: "luego se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, la mayoría de los cuales viven aún, pero algunos ya duermen:"

3. De haber tenido Jesús más hermanos, no tendría sentido ni habría sido necesario haber dejado el cuidado de su madre al discípulo que más amaba y no a uno de esos supuestos hermanos, tal y como lo hace en Juan 19, 26.

4. Resulta particularmente extraño que teniendo Jesús más hermanos "carnales" como se afirma en el protestantismo, no exista la más mínima evidencia de que durante los primeros siglos alguien apareciera alguna vez reclamando parentesco lejano con Jesús. Algunos podrán argumentar una teoría de conspiración de la Iglesia para acallar estas voces, pero esto no tendría mucho sentido si tomamos en cuenta que la Iglesia de los primeros cuatro siglos fue una Iglesia perseguida, torturada y martirizada, y no tenía en consecuencia poder para acallar estas voces de haberlas habido.

5. De María haber tenido más hijos, Jesús sería el único caso en toda la Escritura, en el que UN HIJO producto de un milagro y anunciado por el Señor, termina no siendo el único hijo de su madre: Isaac (tuvo un hermano, Ismael, pero este NO era hijo de Sara), Samuel, Sanson, Juan el Bautista, eran todos ejemplos del poder de Dios (sus madres le concibieron en la esterilidad), y fueron todos hijos únicos. La Biblia no dice que María era estéril, pero era virgen según Isaías 7, 14. ¿Por qué habría el Señor de revestir de la dignidad de hijo único a todos esos grandes hombres, y no hacerlo con su propio hijo, el más grande de todos, que dicho sea de paso también era Dios?

6. Asegurar que María tuvo más hijos implica no conocer en lo absoluto la idiosincrasia de los judíos, que no eran capaces de adueñarse ni tan siquiera de un vaso roto o un plato estriado que había pertenecido al Señor (una vez dejaban de ser útiles, se les enterraba). Incluso en la edad media, los masoretas usaban plumas nuevas exclusivamente para escribir el nombre del Señor, y las rompían una vez lo escribían. María es el Arca de la Nueva Alianza, que tuvo en su vientre al mismísimo Señor. Si los judíos trataban con tanta reverencia un plato, un vaso o una pluma, ¿con cuanta más reverencia no tratarían a la madre del Señor aquellos que como José eran justos y lo sabían?


Imagen del ábside de Santa María de Tahull.

Milagros de Nuestra Señora, de Gonzalo de Berceo.

Cantigas de Santa María, de Alfonso X el Sabio.

A partir del siglo XII se produce una gran expansión del culto mariano en la cristiandad occidental, que se llena de iglesias e imágenes dedicadas a la Virgen.

Premio lácteo a San Bernardo, de Alonso Cano.

Sacra Conversazione con la Virgen y el Niño y los santos Catalina, Domingo y Francisco, de Biagio Pupini.

Entre los más importantes santos mariólogos de esta época, intelectualmente denominada como escolástica, y que presencia el desarrollo del Císter y las órdenes mendicantes, estuvieron San Bernardo de Claraval, Santo Domingo de Guzmán, San Alberto Magno, San Francisco de Asís, San Buenaventura, etc. La obra de Santo Tomás de Aquino dedica una parte de sus reflexiones a la mariología. Algunos autores reciben el epíteto de "Doctor Mariano" (Anselmo de Canterbury y Duns Scoto).[10]

En 1854 se definió como dogma, por el papa Pío IX, la Inmaculada Concepción, que supone la exención de la Virgen del pecado original.

Las enseñanzas católica y ortodoxa también se extienden hacia el final de la vida de María, con los conceptos de Asunción de María (dogma católico desde 1950) y Dormición o Tránsito de la Virgen (dogma ortodoxo tradicional).

Paulo IV:

La Virginidad Perpetua de María Santísima - Antes, durante y después del parto



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