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Marqués de Gandul



El marquesado de Gandul es un título nobiliario español concedido por Carlos II el 25 de noviembre de 1699, con el vizcondado previo de Marchenilla, a Miguel de Jáuregui y Guzmán, señor de las villas de Gandul y Marchenilla, caballero de la Orden de Calatrava, veinticuatro de Sevilla y alcaide del castillo de Constantina.

Su nombre se refiere a la antigua villa de Gandul, hoy despoblada, situada en el actual término del municipio andaluz de Alcalá de Guadaíra, en la provincia de Sevilla. Desde el 24 de mayo de 1967 es su titular María del Dulce Nombre Pacheco y Enrile, VIII marquesa de Gandul.[1]

Los Martínez de Jáuregui eran una familia de hidalgos originarios de Vergara, en la provincia vasca de Guipúzcoa. Previo paso por Nájera, se establecieron definitivamente en Sevilla en la década de 1570 y allí prosperaron económicamente gracias al comercio con las Indias.[2]​ En 1586, Miguel Martínez de Jáuregui, un cargador a Indias hijo de Martín Martínez de Jáuregui (natural de Vergara y de Catalina de Salinas (de Nájera), accede al cabildo municipal de Sevilla con el cargo de caballero veinticuatro y alcaide del castillo de Constantina. En 1593 le compra al duque de Frías y condestable de Castilla, Juan Fernández de Velasco, el señorío de Gandul, compuesto por la pequeña población de Gandul y el castillo de Marchenilla, junto con las huertas y molinos de harina anexos a él, ambos lugares situados en el término de Alcalá de Guadaíra. Miguel Martínez de Jaúregui casó con Isabel Hurtado de la Sal, perteneciente a una importante familia de la oligarquía comercial sevillana, y tuvo con ella ocho hijos. El cuarto hijo varón del matrimonio fue el destacado poeta, erudito y pintor del Siglo de Oro, Juan de Jáuregui.[3]

A lo largo del siglo XVII los nuevos señores de Gandul afianzan su posición en el gobierno municipal de Sevilla así como entre las más importantes familias de la oligarquía urbana. Esta escala social culmina en 1699 cuando Miguel de Jáuregui y Guzmán consigue de Carlos II el título de marqués de Gandul. Siendo caballero veinticuatro representó a la ciudad en la jura de Felipe V como rey de España en la Iglesia de San Jerónimo de Madrid, en 1701 Junto con otros caballeros veinticuatro de Sevilla, recibió en 1710 el cargo honorífico de gentilhombre de cámara como premio al apoyo que el cabildo de esta ciudad venía prestando a la causa borbónica durante la Guerra de Sucesión. El primer marqués de Gandul ocupó también los cargos de Alcalde de la villa de Cala, Corregidor de Granada y Procurador Mayor de Sevilla. Murió sin descendencia tras haber contraído matrimonio en dos ocasiones: la primera con María de Esquivel Idiáquez, hija de Juan Francisco de Esquivel y Larraza, oidor de la Casa de Contratación;[4]​ y la segunda con María de la Concepción Tello de Portugal Guzmán y Medina, hija de los marqueses de Paradas y de Sauceda.

A la muerte del primer marqués en 1737, sus sucesores se enfrascaron en un largo litigio por su título y herencia. No fue hasta 1755 cuando la Real Audiencia de Sevilla sentenció definitivamente a favor de Luis Francisco Pacheco y Guardiola, pariente lejano del primer marqués, y al mismo tiempo se ponía fin al disfrute ilegítimo que al parecer estaba haciendo del mismo un sobrino de Miguel de Jáuregui, Diego de Roa-Maza y Jáuregui.[5]​A pesar de esta sentencia firme, durante algunos años la familia vasca de los Álvarez de Eulate defendió sin éxito sus derechos al marquesado de Gandul contra Luis Francisco Pacheco, basando su mejor derecho al título en que eran descendientes de los Jáuregui que permanecieron en Vergara.[6]

Al igual que otras familias de la nobleza terrateniente andaluza, los marqueses de Gandul se han dedicado fundamentalmente a la explotación de sus tierras. Sobre todo a partir de las reformas liberales del siglo XIX que dieron fin en España a los señoríos jurisdiccionales. Desde entonces buena parte de la aristocracia andaluza pasó de vivir pasivamente de las rentas a involucrarse de manera activa en la gestión de sus propiedades.

Desde el siglo XIX los miembros de la casa han estado directamente dedicados a actividades relacionadas con la agricultura y la ganadería, como la cría de reses bravas en las dehesas de Gandul y Las Majadillas, la explotación agrícola de tierras o incluso la producción, conserva y comercialización de aceituna de mesa. En las últimas décadas del siglo XX volvieron a ser rentistas ya que la mayor parte de sus tierras fueron arrendadas a otros explotadores (compañías agrarias, cotos de caza, canteras de áridos...).

Los marqueses de Gandul han sido propietarios de tierras en Arcos de la Frontera, Espera, Córdoba (finca de La Jarilla, en la pedanía de Villarrubia) o Utrera, pero el grueso de sus propiedades rústicas se encuentran en el término municipal de Alcalá de Guadaíra, de donde hasta principios del siglo XX eran los mayores hacendados.

Como otras familias de la nobleza sevillana, los marqueses de Gandul han estado vinculados desde su fundación a la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, de la que todos los miembros de la casa han sido caballeros. También han sido a lo largo de la historia hermanos de la Santa Caridad, institución benéfica fundada por Miguel de Mañara en el siglo XVII en cuya capilla se han celebrado la mayoría de los enlaces familiares.

Desde los tiempos de los primeros Jáureguis (siglo XVI), los señores y después marqueses de Gandul habitaron en Sevilla una casa solariega situada en la plaza de la Magdalena, frente a la desaparecida parroquia del mismo nombre. Este era un clásico palacio sevillano articulado en torno a un patio con columnas de mármol que en otro tiempo perteneció a la familia Cerón, señores de la Torre de Guadiamar.[7]​ A principios del siglo XX los marqueses de Gandul se deshicieron de este inmueble y pasaron a residir en diferentes casas del centro de la ciudad (calles Teodosio y Jesús de la Vera Cruz)

Inmediatamente después de adquirir el señorío, durante los primeros años del siglo XVII, los Jáuregui levantaron en la pequeña villa de Gandul una vivienda señorial y casa de labor de estilo protobarroco. El Palacio de Gandul era sede de los señores en su villa y posteriormente centro neurálgico de la explotación agraria a la que quedó reducido el lugar. También en la finca se halla la antigua parroquia de Gandul, dedicada a San Juan Evangelista, bajo cuya capilla mayor se encuentra la cripta que acoge el panteón familiar de los marqueses.

A lo largo del siglo XVIII la villa de Gandul fue despoblándose y los marqueses dejaron de visitar el palacio, quedando reducido a granero y almacén de aperos agrícolas. Permaneció en este estado de abandono durante todo el primer tercio del siglo XIX. Sin embargo, al mismo tiempo que el palacio y la villa de Gandul se sumían en la decadencia, los marqueses mandaron construir una elegante casa de fachada neoclásica en pleno centro urbano de Alcalá de Guadaíra, la cual utilizaron como residencia permanente incluso anteponiéndola a la casa de Sevilla, al menos entre 1780 y 1784.[8]​ No fue hasta mediados del siglo XIX cuando se rehabilitó el antiguo palacio rural de Gandul, en el marco de la adecuación de la despoblada villa en explotación agraria llevada a cabo por sus propietarios.



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