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Medusa (mitología)



En la mitología griega, Medusa (en griego antiguo Μέδουσα Médousa, ‘guardiana ’, ‘protectora’)[1]​ era un ser ctónico femenino, que convertía en piedra a aquellos que la miraban fijamente a los ojos. Fue decapitada por Perseo, quien después usó su cabeza como arma[2]​ hasta que se la dio a la diosa Atenea para que la pusiera en su escudo, la égida. Desde la antigüedad clásica griega, la imagen de la cabeza de Medusa aparece representada en el artilugio que aleja el mal conocido como Gorgoneion.[3]​ El mito pudo tener su origen en la abolición de los cultos de la diosa Luna caria y la libia Neith en los cuales las sacerdotisas llevaban máscaras de gorgonas.[4]

Las tres hermanas gorgonas —Medusa, Esteno y Euríale— eran hijas de Forcis y Ceto, o a veces de Tifón y Equidna, en ambos casos monstruos ctónicos del mundo arcaico. Esta genealogía la comparten sus otras hermanas, las Greas, como en el Prometeo encadenado de Esquilo, quien ubica ambas trinidades muy lejos, en la «espantosa llanura de Cistene»:

Los pintores de vasijas y talladores de relieves griegos antiguos le conferían a Medusa y sus hermanas la estética de seres nacidos con forma monstruosa tomando en cuenta la naturaleza de monstruos ctónicos.

Hesíodo la nombra por vez primera en su obra Teogonía:

Pese a su origen monstruoso, en una oda escrita en el 490 a. C. por Píndaro ya se habla de la «Medusa de bellas mejillas».[5]​ En la obra literaria, Las Metamorfosis, poema narrativo del poeta romano Ovidio,[6]​ la Medusa ctónica es reivindicada bajo la figura de una hermosa doncella, «la celosa aspiración de muchos pretendientes» y sacerdotisa del templo de Atenea, pero cuando fue violada por el «Señor del Mar», Poseidón, en el mismo templo, la enfurecida diosa transformó el hermoso cabello de la joven en serpientes.

En la mayoría de las versiones de la historia literaria, la monstruosa Medusa estaba embarazada de Poseidón cuando fue decapitada mientras dormía por el héroe Perseo, que había sido enviado a buscar su cabeza por el rey Polidectes de Sérifos. Con la ayuda de Atenea y Hermes, que le dio las sandalias aladas, el casco de invisibilidad de Hades, una espada y un escudo espejado, el héroe fue a visitar las Grayas para que le dijeran donde se encontraba la cueva de las gorgonas. Finalmente Perseo cumplió su misión. El héroe mató a Medusa acercándose a ella sin mirarla directamente sino observando el reflejo de la gorgona en el escudo para evitar quedar petrificado. Su mano iba siendo guiada por Atenea y así cortó su cabeza. Las hermanas de Medusa lo buscaron para vengarse, pero Perseo escapó volviéndose invisible gracias al casco de Hades. Del cuello de Medusa brotó su descendencia: el caballo alado Pegaso y el gigante Crisaor.[7]

Jane Ellen Harrison argumenta que «su potencia sólo comienza cuando su cabeza es cortada, y aquella potencia reside en la cabeza; es en una palabra una máscara con un cuerpo más tarde añadido... la base del Gorgoneion es un objeto de culto, una máscara ritual incomprendida».[8]​ En la Odisea, Homero no menciona específicamente a la gorgona Medusa:

Lo que Harrison traduce como «la gorgona fue creada del terror, no el terror de la gorgona.»[8]

Según Ovidio, Perseo pasó por el noroeste de África junto al Titán Atlas, que estaba allí sujetando el cielo, y lo transformó en piedra. De forma parecida, se decía que los corales del Mar Rojo se habían formado de la sangre de Medusa que salpicó las algas cuando Perseo dejó la cabeza petrificadora junto a la playa durante su breve estancia en Etiopía, donde salvó y se casó con la hermosa princesa Andrómeda. Incluso se decía que las víboras venenosas del Sáhara habían brotado de las gotas caídas de su sangre.[6][10]

Perseo voló entonces a la isla donde su madre estaba a punto de ser casada por la fuerza con el rey. Gritó «Madre, protege tus ojos», y todos menos ella fueron convertidos en piedra por la vista de la cabeza de la Medusa.

Ovidio es el primer autor conocido que narra la versión de la petrificación de Atlas por Perseo y esta es contradictoria con la versión más común de que Heracles sostuvo el firmamento mientras que Atlas iba en búsqueda de las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides: puesto que Perseo era un ascendiente de Heracles, jamás Atlas podría haber sucumbido a la mirada petrificante de Medusa generaciones antes de la vida de Heracles.

Aunque algunas referencias clásicas aluden a las tres gorgonas, Harrison considera que la multiplicación de Medusa en un trío de hermanas era un rasgo secundario del mito:

Entonces le dio la cabeza a Atenea, quien la colocó en su escudo, la égida. Según algunas fuentes, la diosa le dio la sangre mágica de Medusa al médico Asclepio, pues la que manaba del lado izquierdo del cuello era un veneno mortal, y la del lado derecho tenía el poder de resucitar a los muertos.[11]

Pausanias recoge dos tradiciones alternativas acerca del origen del mito de Medusa: una de ellas decía que había sido una reina de un territorio ubicado cerca del lago Tritónide, en Libia. Habría muerto de noche durante una campaña contra Perseo, un príncipe del Peloponeso. La segunda decía que en la región del desierto de Libia habitaban hombres y mujeres salvajes y que Medusa había sido una de ellas, que había empezado a hacer daño a los habitantes de la zona del lago Tritónide hasta ser muerta por Perseo.[12]

En 1940 se publicó póstumamente el artículo de Sigmund Freud Das Medusenhaupt (‘la cabeza de Medusa’), en el que sentó las bases para un cuerpo de críticas sobre el monstruo. Medusa se representa como «el talismán supremo que proporciona la imagen de la castración —asociada en la mente del niño con el descubrimiento de la sexualidad materna— y su negación.»[13][14]​ Los psicoanalistas continúan con la crítica arquetípica en la actualidad. Beth Seeley analizó el castigo de Medusa por el «crimen» de haber sido violada en el templo de Atenea como un resultado de los conflictos no resueltos de la diosa con su padre, Zeus.[15]

El escritor y erudito británico Robert Graves, en su obra titulada Los mitos griegos (Vol. I), comenta que después de la caída del reino de Cnosos, aproximadamente en el 1400 a. C., una de las mayores fuerzas bélicas en el Mediterráneo pasó a ser la flota caria.[4]Homero menciona a los carios como aliados de los troyanos y que habrían llegado a habitar en algún momento a lo largo del río Meandro en la antigua polis griega de Mileto. Según la obra citada de Robert Graves y la también británica Jane Ellen Harrison en su obra Prolegomena to the Study of Greek Religión (1903), una colonia argiva en Caria supuso el enfrentamiento religioso entre los invasores helenos y un culto local de la diosa Luna cuyas sacerdotisas, que representaban en la época a la misma diosa, llevaban una máscara profiláctica de gorgona o incluso de animales, para ahuyentar a los no iniciados o profanos; máscaras de las cuales fueron despojadas para abolir ese culto. [16][17]

Asimismo, Robert Graves estima probable que el mito refleje otro conflicto bélico y religioso en el que durante una conquista argiva en Libia se suprimiría el sistema matriarcal y se irrumpiría en los misterios de la diosa Neith.[4]​ El escritor del siglo II a. C. Dionisio Escitobraquión [18]​ consideraba acorde con Heródoto, que el mito pudo plasmarse originalmente en Libia como parte de la religión de los bereberes. [19]

En el arte culinario de la antigua Grecia, los panaderos colocaban una máscara de gorgona sobre los hornos para alejar de allí a los curiosos e impedir que estos abriesen las puertas de los mismos, evitando así que las corrientes de aire frío les arruinaran la cocción del pan. [20]

Desde tiempos antiguos, Medusa y las gorgonas fueron inmortalizadas en numerosas obras de arte, tanto en escultura como en pinturas realizadas en vasos. En la época arcaica era común representar a estos seres con apariencia monstruosa, serpientes en los cabellos, aladas, y sacando la lengua. Pese a su apariencia monstruosa de gorgona, Medusa era un tema de inspiración frecuente del que los artistas parecían disfrutar. [21]​ Se han conservado algunos ejemplos destacados en los museos de Siracusa, Louvre o Corfú.

Entre otras obras de la Antigüedad destacadas de periodos posteriores puede citarse el escudo de Alejandro Magno, como aparece en el mosaico de Issos hallado en la casa del Fauno de Pompeya (c. 200 a. C.) y la Medusa de Rondanini, una copia romana del Gorgoneion sobre la égida de Atenea.

Algunos ejemplos de representaciones de Medusa a partir del Renacimiento son:

Acompañando a la resurrección de la leyenda por la Mitología de Thomas Bulfinch, «Medusa se había convertido en un tema común en el arte» para el siglo XIX. Los cuadros del Ciclo de Perseo de Edward Burne-Jones y un dibujo de Aubrey Beardsley dieron paso a las obras del siglo XX de Paul Klee, John Singer Sargent, Pablo Picasso y Auguste Rodin, con su escultura en bronce Las puertas del infierno.[22]​ Medusa también ha sido representada en el arte desde su propia perspectiva psicológica y sociológica, como ilustra la escultura Medusa del artista contemporáneo David Master.[23]

Medusa se encuentra presente como un símbolo de la isla italiana de Sicilia, representada tanto en su bandera como en su escudo regional. La bandera lleva en su centro una variante del trisquel, el cual consta de tres piernas flexionadas que representan la forma de la isla y en el centro la cara de Medusa con alas y tres espigas de trigo que representan la prosperidad y la fertilidad de la isla.



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