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Equidna (mitología)



En la mitología griega, Equidna (en griego antiguo, Ἔχιδνα - Ekhidna: «víbora»; en latín, Echidna) era una monstruosa ninfa que pertenecía a la estirpe de las Fórcides, o monstruos serpentinos femeninos. Llamada a veces Drakaina Delphyne (Δρακαινα Δελφυνη, «vientre de dragona»), es descrita por Hesíodo en su Teogonía como un monstruo femenino, madre con Tifón de todos los monstruos importantes de los mitos griegos. Tenía el torso de una bella mujer de temibles ojos oscuros pero cuerpo de serpiente.[2]​ Cuando atacaron el monte Olimpo ella y su compañero Tifón, Zeus los derrotó, pero les permitió seguir viviendo, así como a sus hijos, como desafío para los héroes futuros. Equidna moró desde entonces en una cueva del país de los Árimos,[3]​ un remoto lugar desértico situado en Asia Central, probablemente Siria. Posteriormente el gigante Argos la mataría mientras ella dormía en una cueva de Sicilia. Aunque según Hesíodo Equidna era inmortal y poseía eterna juventud. Suele ser el equivalente a Lilit de las leyendas hebreas y se le relaciona con Campe (monstruo ctónico y ninfa del Tártaro, siendo sus escamosas piernas como serpientes) e igualmente identificarse con Astarté de la mitología babilónica.

La filiación de Equidna es confusa. En la Teogonía no se especifica bien a la madre, que pudiera ser, entre otras opciones, Ceto.[4]​ Para Ferécides equidna es una de las Fórcides, como tal hija de Forcis, pero no se menciona la filiación materna.[5]​ De acuerdo a Pausanias y Epiménides, Equidna es hija de la oceánide Estige (diosa del río Estigia) y de un tal Pirante (que no vuelve a mencionar Pausanias).[6]​ Para Apolodoro es hija de Tártaro y la Tierra,[7]​ pero en las tradiciones órficas se la imagina como hija del primordial Fanes.[8]

Equidna le alumbró a Tifón una monstruosa prole, con naturaleza feral de perro, serpiente, león, águila o cabra. No en vano Escila está considerada como la madre de los monstruos. Prácticamente toda su prole fue aniquilada a manos de los héroes: Heracles mató a cuatro de ellos y al menos capturó a Cerbero, pero Edipo venció a la Esfinge, Belerofonte a la Quimera, Teseo a la cerda de Cromión y Jasón (con ayuda de Medea) al dragón de la Cólquide. Escila, junto con Caribdis, aparece tanto vinculada con Jasón y Odiseo en sus periplos. La siguiente es la prole de Equidna y Tifón citada en la fuentes mitográficas:

Las dracaenas son serpientes (dragones) femeninos, o simplemente dragonas, que se relacionan e identifican con Equidna, de manera explícita o implícita. Algunos autores también la relacionan con la serpentina llamada Síbaris o Lamia, para Antonino Liberal, que acechaba en Fócide.[22]

Para Hesíodo Equidna es «mitad ninfa de ojos vivos y hermosas mejillas, mitad en cambio monstruosa y jaspedada serpiente». Es la madre de los monstruos y mora en las profundidades en una cueva de los Árimos.[23]​ Apolodoro describe en su parte de la Tifonomaquia, que «Tifón dejó allí los tendones de Zeus, ocultos en la piel de un oso y puso como guardián a la dragona Delfine, medio animal, medio mujer. Pero Hermes y Egipán, sin ser vistos robaron los tendones y se los aplicaron a Zeus». La obra refiere que Delfine moraba en la cueva Coricia de Cilicia.[24]

En los Himnos homéricos se dice que Hera llevó al propio Tifón en compañía de una dragona, y que de ellos nació al menos la Quimera. La mató Apolo arrojándole saetas.[25]​ En las versiones posteriores del mito ya nos encontramos con el dragón Pitón.[26]

Aristófanes describe a Éaco, como uno de los jueces de los muertos, confrontando a Dioniso: «Equidna de cien cabezas, que te desgarrará las entrañas; de tus pulmones se agarrará una murena tartesia (Myraina Tartesia, la "anguila" del Tártaro) y tus dos riñones, ensangrentados, junto con las otras vísceras, te los harán trocitos las Gorgonas titrasias».[27]​ Esta Equidna también está relacionada con la serpentiforme carcelera del Tártato, Campe, a quien Nono describe como una suerte de versión femenina de Tifón, con rasgos de Equidna y Escila.[28]​ Ovidio también la menciona en el Tártaro, y dice que ella es el veneno de Cerbero.[29]

Dice Apolodoro que Argos Panoptes dio muerte a Equidna, hija de Tártaro y Gea que raptaba a los caminantes, sorprendiéndola dormida.[30]​ Otra dracaena, si es que no se trata de la misma, es llamada Poine. Fue invocaba en desde el inframundo por Apolo para castigar a los argivos por la cruel muerte de su hijo infante Lino; fue muerta por el héroe Corebo.[31]

Según Heródoto, los griegos que vivían en el Ponto, una región en la costa sur del Mar Negro, contaron la historia de un encuentro entre Heracles y esta criatura serpentina. Heracles conducía el ganado de Geríones a través de lo que luego se convertiría en Escitia, cuando una mañana se despertó y descubrió que sus caballos habían desaparecido. Mientras los buscaba, «encontró en una cueva una criatura de doble forma que era mitad doncella y mitad serpiente; por encima de las nalgas era una mujer, debajo de ellas una serpiente». Tenía los caballos y prometió devolverlos si Heracles tenía sexo con ella. Heracles estuvo de acuerdo y ella tuvo tres hijos con él: Agatirso, Gelono y Escites. Ella le preguntó a Heracles qué debería hacer con sus hijos: «¿Los guardo aquí, ya que soy la reina de este país, o te los envío?». Heracles le dio un arco y un cinturón, y le dijo que solo criase a aquel niño que fuera capaz de disparar el arco y usara el cinturón; el resto sería desterrado. El hijo menor, Escites, cumplió con los requisitos y se convirtió en el fundador y epónimo de los escitas.[32]



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