El tejido mesenquimal (también tejido mesenquimático), genéricamente denominado mesénquima, es el tejido del organismo embrionario, de conjuntivo laxo: con una abundante matriz extracelular, compuesta por fibras delgadas y relativamente pocas células (aunque la celularidad es muy variable).
El tejido mesenquimal procede del mesodermo (la lámina intermedia en el disco embrionario trilaminar) durante el desarrollo embrionario; específicamente, proviene del mesodermo lateral y de la lámina visceral. Del tejido de la cresta neural, y las placodas ectodérmicas. El mesénquima es el tejido primitivo mesodérmico del que derivan gran parte de los tejidos orgánicos. El mesénquima en conjunto es un tipo de tejido conectivo laxo, de consistencia viscosa, rica en colágeno y fibroblastos. El mesénquima dará lugar —por el proceso de diferenciación tisular— a vasos sanguíneos y órganos cardiovasculares, músculo liso, mesotelio, sistema linfático y tejido conectivo propiamente dicho.
De igual manera, está compuesto por una sustancia fundamental muy tenue, con apenas fibras y fibroblastos activados. El mesénquima hace referencia también a los tejidos de sostén o de relleno que conforman los órganos, en contraposición al parénquima o tejido principal de un órgano.
Aunque al tejido conectivo se le atribuyen muchas funciones, las principales son:
El tejido mesenquimal posee células madre pluripotenciales cuya diferenciación y especialización origina diferentes tipos de tejidos:
El tipo celular del ectomesénquima tiene propiedades semejantes al mesénquima pero de origen distinto: procede de la cresta neural. Implicada en la formación de tejidos duros y blandos de la cabeza y cuello, como huesos, músculos y, lo que es más importante, arcos branquiales.
Varias patologías han sido descritas por alteraciones del tejido mesenquimal, tanto hereditarias como ambientales.
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