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Mimo



Un mimo (del griego antiguo «μῖμος»,[1]​ ‘mimos’, imitador, actor)[2]​ es alguien que utiliza la mímica como medio teatral o como una acción artística, o representa una historia a través de gestos faciales o movimientos del cuerpo, sin uso del discurso o expresión verbal.[3][4][a]

Puede concederse al mimo teatral un origen genérico en el «μῖμος» (mimo) representado en la Antigua Grecia preclásica,[5]​ de carácter realista y satírico y luego asociado a otros géneros como la comedia, mezclando imitaciones y acrobacias en un régimen general de improvisación.[6]​ Cercano a la farsa, el mimo grecorromano coincidía en la temática «ligera, festiva y obscena por lo general».[7]​ Los primeros autores relacionados con el género fueron Epicarmo de Cos y Sofrón de Siracusa, en el siglo V a. C.[6][7][8]

Algunas fuentes mencionan a Puladēs de Cilicia como uno de los creadores del mimo trágico, y a Bathullos de Alejandría, como creador del mimo cómico.[9]

En Roma, Trajano desterró a los mimos, Calígula les favoreció, Marco Aurelio los hizo sacerdotes de Apolo y Nerón actuó él mismo como un mimo.[10]​ Su popularidad a lo largo del periodo imperial romano llegaría a eclipsar al drama culto; sin embargo, en el siglo v, la Iglesia, llegaría a excomulgar a los actores y conseguir del emperador la clausura de los teatros un siglo después.[6]

Conservado en la Europa Medieval por las compañías ambulantes, resurgió y se difundió con la Commedia dell'Arte,[8]​ tuvo entre sus más dignos representantes al bufón y al cómico de la legua.[11][12]​ También se asocia el mimo teatral con precedentes carnavalescos.[13]

Su más moderna expresión y desarrollo se debe al mimo y saltimbanqui Jean-Gaspard Deburau, que en el París del siglo xix inmortalizó la figura silenciosa con la cara enharinada. Le seguiría luego Jacques Copeau, muy influenciado por la referida ‘comedia del arte’; su discípulo Étienne Decroux desarrolló el mimo corporal. Más tarde, Jacques Lecoq sintetizó la mímica y el teatro físico.[14]​ En esta línea, el último gran representante francés fue Marcel Marceau.

Las restricciones de la tecnología del cine mudo obligaba a contar las historias con un mínimo de diálogo, que aparecía en breves intertítulos. En el cine mudo, actores cómicos como Charles Chaplin, Harpo Marx, Harold Lloyd y Buster Keaton, que aprendieron el arte de la mímica en el teatro, lo popularizarían a través del cine. Trayectoria que seguirían cineastas posteriores como Jacques Tati. El mimo como recurso narrativo de apoyo de la trama tuvo especial desarrollo en el cine expresionista alemán.[15]

Asimismo, con posibles orígenes en la Commedia dell'Arte, el mimo ha sido un recurso tradicional en espectáculos populares como el circo, como lenguaje de base del payaso.[16]​ En esa línea se sitúa el estilo improvisado y abierto a la participación del público de Lecoq, en oposición al estilo clásico de Marceau.[17]

Las danzas clásicas de la India, etiquetadas indistintamente como bailes, rituales y formas teatrales presentan la narración a través de gestos estilizados, con una gran variedad de posiciones de las manos sugiriendo personajes, acciones y paisajes. La recitación, la música e incluso el trabajo de percusión de los pies a veces acompañan la actuación. Un ejemplo erudito pudiera ser el natia-shastra, un antiguo tratado sobre el teatro escrito por el musicólogo Bharata Muni, o tradiciones teatrales japonesas como el butō y el .[cita requerida]



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