La monogamia (del griego mónos, ‘uno’, y gamos, ‘unión’), en el mundo animal, se refiere a la relación de la pareja que mantiene un vínculo sexual exclusivo durante el período de reproducción y crianza (de las crías). En los humanos, la monogamia es un modelo de relaciones afectivo-sexuales basado en un ideal de exclusividad sexual por un periodo de tiempo indefinido entre dos personas unidas por un vínculo sancionado por el matrimonio, por la ley o por el derecho consuetudinario. Al practicante o creyente en este modelo de relación se le llama monógamo.
A diferencia de la monogamia, existen otros modelos de relaciones que posibilitan vincular afectiva y sexualmente a más de dos personas a la vez, como la poligamia (sea poliándrica o poligínica), poliamor, entre otras.
La monogamia seriada se refiere a la práctica de restringir el contacto sexual o amoroso a una sola persona, por un tiempo limitado, después de lo cual se termina la relación para empezar alguna otra. Aunque se entiende que nunca hay más de una pareja al mismo tiempo, en la práctica, suele haber un período de traslape con la nueva pareja, pero también suelen existir períodos sin relación o de soltería. Dentro de la cultura occidental, esta forma de monogamia es más prevaleciente que la monogamia estricta, donde se tiene o se aspira a tener una sola pareja para toda la vida.[cita requerida]
La culturización que impuso la expansión europea expandió la monogamia a todas las colonias, y de ahí al mundo occidental hasta la actualidad. La tradición del matrimonio y la idea de relaciones monógamas están ampliamente enraizadas en la sociedad occidental, especialmente en las esferas de la tradición judeocristiana que lo considera la única manera natural y moral de sexualidad, pero también en la esfera política y social por sus leyes y normas. Se considera engaño cualquier otra relación sexual o romántica fuera del vínculo de la pareja, aun cuando sea un mero coqueteo.[cita requerida]
La sociedad occidental establece como forma aceptable y deseable de relación humana la monogamia, bajo un paradigma basado en el amor romántico que en la actualidad domina el pensamiento planetario. En una forma inconsciente, las personas buscan afanosamente establecerse dentro de algún vínculo de pareja, pues admiten que la relación es factible solo entre dos personas. Hoy en día se incluye en dichas personas, a todas las preferencias sexuales. Su alto sentido de posesividad otorga seguridad pero también sometimiento, y encuentra su contraparte, en la inseguridad y el celo.[cita requerida]
Sin embargo, esta tendencia monógama parece alejada de la naturaleza biológica y de las manifestaciones antropológicas que hemos señalado las cuales por el contrario muestran una tendencia, en gran medida, distinta a la monogamia.[cita requerida]
A pesar de la expansión de la cultura occidental, en la tradición musulmana y en ciertos grupos étnicos adeptos a la poliginia o poliandria, se han logrado mantener su cultura de relación hasta nuestros días y hasta cierto punto. En unos casos, incrementando la poligamia por despoblación ante problemas de guerra y desastres naturales, y en otros reduciendo sus integrantes a la pareja, por factores globales de economía y sobrepoblación.[cita requerida]
A lo largo de la historia y según la cultura la sexualidad ha transformado sus prácticas. Existen dos teorías sobre la sexualidad natural humana. La clásica afirma que los humanos nos emparejamos pero mantenemos una estrategia mixta: una pareja de larga duración en la que se concentra el grueso del esfuerzo reproductivo y enlaces esporádicos tanto por parte del hombre como la mujer. A esta teoría clásica se enfrenta la propuesta por Christopher Ryan y Cacilda Jethá en su obra Sex at Dawn. En ella afirman que la teoría clásica es incompatible con muchos hechos o que la interpretación que se hace de los mismos no soporta el escrutinio. Así mismo, afirman que una sexualidad de muchos hombres-muchas mujeres fue la práctica más habitual en las sociedades de cazadores-recolectores, así como lo es también en bonobos y chimpancés.
con invitados y de que se considera descortés rechazar una propuesta sexual. Apunta como fallo de la teoría estándar que si la componente genética fuera lo importante, los celos por la infidelidad de la pareja con un hermano deberían ser menores o inexistentes y eso no ocurre.
recolectores que encontraron tampoco eran monógamas
La función del sexo sería mantener la paz y la cohesión en el grupo humano y no solo la reproducción
Con la aparición de la agricultura y la ganadería aparece también la propiedad privada, la cual transforma la sexualidad en prácticas monógamas, forma que garantiza la continuidad del patrimonio familiar. Para Bernal (2010) "El patriarcado surge con la monogamia del hombre, al mismo tiempo aparece la esclavitud, junto a ellos nace, en la economía, la propiedad privada". Por lo tanto, la función cultural de la propiedad privada recae en el sistema patriarcal que a su vez va ligado con el concepto de exclusividad que fomenta la autoridad de la figura masculina. Desde una perspectiva más compleja se puede definir a la monogamia como un cúmulo de constructos sociales para poder mantener el orden del orden familiar.
Así, con el surgimiento de la familia patriarcal la sexualidad tiene un doble significado: como fin reproductivo, aceptada socialmente dentro del matrimonio, o como fuente de placer solo para los hombres. Según Salguero, Córdoba y Sapién. (2014). “La sexualidad como la reproducción incorporan el carácter relacional, donde están en juego relaciones de poder a partir de los roles y expectativas definidas socioculturalmente para varones y mujeres". Con la llegada del judaísmo continua la transformación. El Antiguo Testamento regula las conductas sexuales “apropiadas”. El matrimonio tenía como finalidad la descendencia, de manera que los hombres podían casarse con varias mujeres (recordemos el ejemplo del Rey Salomón, que supuestamente tuvo 700 mujeres y 300 concubinas), pero si las mujeres mantenían relaciones con otros hombres que no fueran sus maridos podían ser apedreadas. En la cultura egipcia el incesto estaba permitido y la circuncisión formaba parte del ritual de iniciación a la adolescencia. En Grecia se toleraba la homosexualidad entre hombres adultos y adolescentes, y por el contrario se valoraba a las mujeres como una “gyne”, es decir, “portadoras de hijos”.
En la Edad Media, la Iglesia consolida su poder, de lo cual se deriva que la teología se equipare a la ley civil. Así, la Iglesia refrenda el matrimonio monógamo y declara al instinto sexual como demoníaco . Las transformaciones continúan hasta nuestros tiempos. Los hechos mencionados son solo breves ejemplos de la variabilidad de concepción de la monogamia y la sexualidad a lo largo de la historia humana. Así, entendemos que la monogamia no es una práctica “natural”, ni parte de la biología humana, sino una construcción social la cual se ha ido transformando a partir de discursos hegemónicos.
Por otro lado, existen diferentes teorías que entienden la monogamia como una consecuencia del sistema social basado en la propiedad privada. En la prehistoria, en el momento en que se poseyeron bienes individuales (agricultura, ganadería) existió la voluntad de traspasarlos como herencia, de manera que se quiso asegurar la descendencia, y fue entonces cuando apareció la monogamia.
Siguiendo la línea de estas teorías y acercando la mirada a la actualidad, la monogamia dentro del complejo familia-matrimonio no solo fomenta la propiedad privada sobre bienes materiales, sino que entiende a la pareja —a la personas— como propiedad. La exclusividad sexual y amorosa que se da dentro de la monogamia puede verse como un sentimiento de posesión hacia la otra persona.
Por otra parte, entender la monogamia como una construcción social la desnaturaliza y cuestiona la normalidad y normatividad de esta práctica. Otras formas de sexualidad se han dado a lo largo de la historia y se dan actualmente en nuestra cultura y en otras. La monogamia, en su momento fue la manera de reproducir el orden y las jerarquías sociales mediante la transmisión de valores a los hijos, y ahora es una manera de satisfacer afectiva y sexualmente dentro de unos marcos restrictivos y manteniendo el sentimiento de propiedad.
En la actualidad, “el movimiento feminista replanteó la relación entre lo público y lo privado, estableciendo como principio fundamental el derecho a vivir una vida digna, recuperando el deseo y el derecho al placer" (Salguero, Córdoba y Sapién, 2014, p.87).
Por lo tanto, la monogamia al igual que las otras formas de sexualidad se están replanteando desde una visión feminista, criticando las antiguas líneas del patriarcado proponiendo una deconstrucción en las nuevas maneras de relacionarse poniendo por encima de todo el amor propio y el respeto por la autonomía corporal.Según diversas opiniones la institución tradicional del matrimonio monógamo se enfrenta a un creciente deterioro.[cita requerida] En varias encuestas muestran que el 75% de los casados según esta institución experimentan algún tipo de sufrimiento, lo cual puede relacionarse en parte con que más de la mitad de los matrimonios terminen en divorcio o separación y su lapso de duración promedio, a escala mundial, sea inferior a cuatro años. Por estas separaciones, las personas experimentan el continuo tránsito de una relación a otra (perfilando lo que se llama monogamia seriada). Los consecuentes divorcios o separaciones, van perfilando una sociedad que vive y busca relaciones monógamas pero, mientras llega la siguiente, o en su caso la primera, las personas se enfrentan a vivir sin pareja. Sin embargo, cabe señalar que la separación de la pareja es un fenómeno que existe por igual en otro tipo de relaciones.[cita requerida]
Las dificultades del divorcio y las separaciones han llevado a una menor voluntad de compromiso; a que algunas personas tengan una franca postura de rechazo a cualquier unión legalizada, y prefieran la unión libre, pero, incluso, acordando un control de natalidad obligatorio y manteniendo bienes y viviendas separadas. Se observan acuerdos temporales, renovables e incluso corporativos.
Otra dificultad que experimenta la monogamia es la infidelidad o el engaño, pues las relaciones sexuales y románticas fuera de la pareja estable superan en muchos estudios, a más del 50%, en proporciones ligeramente superior entre hombres y mujeres. En este sentido Freud afirmaba que “todos somos polígamos reprimidos”.
La noción de exclusividad en la monogamia lleva a tener que elegir solo a una persona y a excluir a todos los posibles candidatos. Pero cuando el vínculo está formado, puede llegar a excluir al otro miembro de la pareja, por la elección de otra nueva, llevando a rupturas, en lo que se ha descrito como monogamia seriada. Así, algunas veces, buenos candidatos y parejas son abandonados por la elección excluyente que pretende encontrar alguien más atractivo o conveniente. Pero a su vez la pareja se excluye de otras parejas; así las parejas, los miembros y candidatos excluidos, y con ello también sus hijos, muestran una sociedad muy fragmentada.
Desde las perspectivas construccionistas, la monogamia se entiende como un hecho social y cultural, es decir, una realidad construida a partir de los discursos generados dentro de un sistema político, económico y social determinado. De esto se desprende la desnaturalización de la monogamia, el romper con las teorías biológicas que determinan la monogamia como parte de la genética humana y que consideran imposible (o no conveniente) la existencia de otras prácticas sexuales y afectivas diferentes a la monogamia.
Entender la monogamia como una construcción social permite la aceptación de otros tipos de relación y evita la criminalización de otras prácticas como podría ser el poliamor, la poligamia u otros tipos de relaciones afectivo-sexuales libres que no están definidas, pero que sin tener nombre existen.
Los defensores de la monogamia sostienen que es una forma que permite mayor sanidad sexual, en referencia a las infecciones de transmisión sexual.
La monogamia no solo busca satisfacer necesidades reproductivas o de impulso sexual, sino también satisface necesidades emocionales humanas de una forma que no es posible en relaciones poligámicas por la superficialidad propia de la escasa duración temporal y la falta de compromiso asociadas a las mismas, por lo que carecen de elevado valor personal. En las relaciones monogámicas duraderas se produce un conocimiento y experiencia de la expresión de la personalidad del otro, de las razones de su personalidad y situación, y de sus aspiraciones vitales y morales, lo que resulta muy difícil o imposible de experimentar en relaciones poligámicas esporádicas, superfluas y de bajo compromiso e implicación mutua, en el mismo grado que una relación monogámica. En las relaciones monogámicas se tienden a desarrollar emociones y experiencias más profundas.
El construccionismo social en general parte de una visión limitada de la realidad humana, en la que no se comtenpla tampoco el valor espiritual ni dignificador que supone que una persona decida voluntariamente, reservarse y entregarse en exclusiva a otra en un vínculo afectivo único, mutuo y con vocación de desarrollar y construir una vida en común. Todas las ideologías, teorías y métodos que tienen como base el atomismo, el materialismo o el positivismo, por principio, ignoran por completo partes de la realidad humana que pese a su evidente existencia, no son capaces de explicar de forma demostrable y precisa, como la vida, tanto orgánica como moral, el pensamiento, la identidad, la decisión, el amor no vinculado a la conducta sexual dedicido contra el interés propio, la justicia, la justificación como propiedad transversal a todas las ramas del conocimiento, el origen del ser, la necesidad de la expresión del ser que llevó a la creación del cosmos entendido este como todo lo que es, la razón de porqué la vida, el pensamieto, el amor no vinculado a la conducta sexual contra el interés propio, la justificación y otras cualidades evidentes y observables, pudieron surgir de materia interte sin faltar al principio de razón suficiente (PRS), la posibilidad de realidades no perceptibles y no por ello necesariamente inexistentes entre otras muchas cuestiones. El construccionismo no es más que otra forma de reduccionismo o media verdad.
La falta de compromiso de la poligamia tampoco favorece el compromiso con los hijos. Un mayor número de parejas sexuales tampoco implica necesariamente un mayor compromiso de ninguno de las mismas, sino más bien al contrario. La suma de varios compromisos menores tampoco implica un mejor compromiso cuando la atención debida a los hijos no se valora en términos cuantitativos, sino cualitativos. La desatención a los hijos dificulta su supervivencia, así como su desarrollo personal y emocional.
La falta de compromiso de la poligamia tampoco favorece necesariamente la ayuda o asistencia entre los miembros de vínculos sexuales. La suma de varios compañeros sexuales tampoco implica mejor atención ante los problemas de uno de ellos cuando la ayuda o asistencia necesitada no se valora en términos cuantitativos, sino cualitativos.
En las relaciones monogámicas ambos progenitores tienen en principio su atención totalmente dedicada a los hijos comunes en el marco de una relación de pareja de entrega voluntaria mutua al otro. La atención y el cuidado a los hijos comunes en una pareja monogámica tiende a ser completo, el máximo que los progenitores puedan proveer a los hijos. En una relación poligámica solo la mujer presta tal atención a los hijos, dado que es la única cuya filiación está claramente determinada, mientras que los varones, independientemente de si la filiación está determinada o no, tienden a prestar atención a otras mujeres sexualmente activas y sin cargas para ellos, lo que promueve la desatención de los hijos engendrados por parte del varón.
La monogamia conlleva más probabilidad de que la asistencia o ayuda cuando esta es requerida por un progenitor, sea recibida del otro, al haberse entregado este último voluntariamente al otro para un proyecto de vida en común. Si el progenitor que necesita ayuda o asistencia muere, ese proyecto escogido voluntariamente quedaría destruido.
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