El monasterio de San Millán de Suso o monasterio de Suso ("suso" significa "arriba" en castellano, aunque ya está en desuso) se halla ubicado cerca de la villa de San Millán de la Cogolla, en la comunidad autónoma de La Rioja (España), en la margen izquierda del río Cárdenas. Forma parte del conjunto monumental de dos monasterios, junto con otro construido posteriormente y que se sitúa más abajo, llamado Monasterio de San Millán de Yuso, ambos declarados Patrimonio de la Humanidad.
Iniciada su construcción a finales del siglo VI, tiene su origen en un cenobio visigodo establecido alrededor del sepulcro del eremita Aemilianus (Millán) o Emiliano, fallecido en el año 574. A lo largo de los siglos siguientes y hasta el siglo XII sufre distintas ampliaciones como consecuencia del cambio de vida eremítica a la cenobítica y posterior monástica, distinguiéndose en ellas el estilo mozárabe y el románico. Su importancia no es sólo artística y religiosa, sino también lingüística y literaria. Aquí un monje escribió las Glosas Emilianenses, que eran anotaciones aclaratorias en los márgenes de las páginas escritas en latín. Dichas anotaciones estaban escritas en romance. En este monasterio aparecen a su vez las primeras anotaciones escritas en euskera, por lo que se ha considerado la cuna de dichos romances hispanos y del euskera. Aquí habitó asimismo el monje y primer poeta de nombre conocido en castellano, Gonzalo de Berceo.
También la tradición atribuye que en el "portaliello" de este monasterio están los que pasan por ser los sarcófagos de los siete infantes de Lara de la leyenda.
En los primeros tiempos de la llegada de los visigodos a la Península, se retiró a este lugar apartado y recóndito el anacoreta Aemilianus (Millán), hijo de un pastor y natural de Vergegium, actual Berceo. Aquí vivió como ermitaño, cobijado en una pequeña celda, muriendo a la edad de 101 años y siendo enterrado en una tumba excavada en la roca. Se sabe mucho de su vida porque fue escrita en latín hacia el año 635 por el obispo de Zaragoza llamado Braulio, siendo Gonzalo de Berceo, que se educó en este monasterio, quien tradujo esta biografía del latín a versos en lengua vulgar o romance.
El pequeño monasterio se construyó alrededor de la celda rupestre del ermitaño. En una primera etapa (siglo V y principios del VI) se excavan cuevas aprovechando oquedades del terreno, las cuales se distribuyen en dos niveles destinadas a habitaciones, y otras dos a oratorio, donde actualmente se sitúan el cenotafio de San Millán y el osario.
Entre los siglos VI y VII, el cambio de vida eremítica a cenobítica exige la construcción de un edificio para reunirse, siendo esta la primera construcción propiamente dicha, correspondiéndose con los dos compartimentos abovedados que se sitúan más a la derecha según se entra al monasterio existente, de la que se conservan actualmente los muros y varios de los arcos visigodos.
En la primera mitad del siglo x y partiendo del cenobio visigodo se construye el monasterio mozárabe, consagrándose en 954 por García Sánchez I de Navarra, primer monarca instalado en Nájera, del que se conserva gran parte de la estructura. A esta etapa corresponde la galería de entrada y la nave principal de la iglesia, construida con bóvedas de estilo califal y arcos de herradura.
En el año 1002, Almanzor incendió este monasterio, desapareciendo con ello la decoración pictórica y estucos mozárabes.
En 1030, Sancho III el Mayor de Navarra con motivo de la santificación de San Millán, restaura y amplía el monasterio por el oeste añadiéndose dos arcos más de medio punto a los existentes de herradura y se cambia la situación del altar, que se orienta al este. Por último, en los siglos XI y XII se realizan otras ampliaciones con muros y arcos de medio punto ante las primitivas cuevas del eremitorio.
Se accede al templo por la puerta de herradura. Antes de seguir adelante hay tres cosas importantes para contemplar:
Después se entra en el santuario por una puerta que tiene un rústico y arcaico arco sin extradós y sin clave, que denota un rasgo visigodo. Como soportes laterales tiene unas columnas gemelas con unos capiteles muy interesantes.
Frente a esta puerta se ven los tres santuarios que fueron excavados en la roca. La gruta más oriental es probablemente la parte más antigua y se cree que fuera la celda del santo. Se trata del cenobio visigodo, compuesto por una serie de cuevas colocadas en dos pisos unidos por un pozo donde se dice que vivió San Millán hasta su muerte en 574. Fue enterrado aquí mismo, hasta que en 1053 le trasladaron al monasterio de Yuso. En el monasterio de Suso que se está describiendo se conserva su cenotafio, en estilo románico, en donde se representa al Santo en estatua yacente. Es una obra atribuida al mismo autor de la catedral de Santo Domingo de la Calzada en La Rioja.
Los modillones que presenta el edificio son los más lujosos de todas las series conocidas en el tradicional estilo de repoblación, similares a los de la fachada este de la Mezquita de Córdoba. Se trata de roleos a base de las clásicas esvásticas, rosetas en estrellas de 6 puntas; un apéndice triangular agregado en el centro de la cara frontal, calado y decorado con ruedas solares y triángulos curvilíneos. Puede decirse que se trata aquí de un verdadero "barroquismo" mozárabe que se da en el siglo X en La Rioja. La iglesia presenta dos naves.
La situación geográfica de este pequeño monasterio tuvo gran importancia para las relaciones con otros centros de cultura. Tenía influencias castellanas y francas además de que sus vecinos eran los monjes de Silos y Albelda; estaba bastante cerca del Camino de Santiago y poseía además un rico sustrato mozárabe y visigodo. Sumando todo esto, en San Millán pudo conseguirse una nueva y muy importante cultura monástica.
En noviembre de 1977 se celebró una gran fiesta en el monasterio de San Millán de la Cogolla para celebrar el milenario del nacimiento de la lengua castellana. Autoridades, lingüistas, académicos, todos se dieron cita en aquel lugar donde surgió el primer balbuceo escrito de dicha lengua. En la biblioteca, heredera del Escritorio de San Millán dormía durante siglos un códice latino, Aemilianensis 60, en cuyos márgenes un amanuense había escrito unos apuntes (glosas) en lengua romance, en vasco y en un latín que hoy podríamos llamar “macarrónico”. Ejemplo de una glosa:
Esto sucedía en el siglo X, aunque investigaciones recientes aseguran que tal vez fuera ya entrado el siglo XI. Este códice 60, que actualmente se guarda en la Real Academia de la Historia, es el que tradicionalmente se conoce como Glosas Emilianenses. Dado que dos de estas glosas están escritas en vasco, puede decirse también que en el monasterio de San Millán tuvo lugar el nacimiento de la lengua vasca escrita.
No obstante, los investigadores riojanos Claudio y Javier García Turza han realizado estudios sobre el códice 46, también encontrado en la biblioteca de Yuso, que aparece fechado, 13 de junio del 964, con lo que fijan aún más los orígenes del castellano escrito. El códice 46 es un diccionario enciclopédico con más de 20.000 entradas ordenadas de la A a la Z, en el que las voces romances forman parte no sólo de las anotaciones al margen, sino también de la parte del texto escrito en latín muy contaminado por el habla popular. Este manuscrito recoge el saber popular y aclara numerosas lagunas sobre la alta Edad Media.
El 7 de diciembre de 1997 fue declarado Patrimonio de la Humanidad en Europa.
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